Cuando leo los
sesudos ensayos sobre la historia del antisemitismo, siempre encuentro a faltar
una cosa: la refutación de las críticas que los más grandes espíritus de la
humanidad han realizado al judaísmo. Éstas se despachan como
"antisemitismo", con lo cual se pone el carro delante del caballo. Si
dichas críticas fueran ocasionales y aisladas, podrían explicarse en términos
de una patología individual, pero no ocurre así. Se trata de críticas
reiterativas, unánimes y coincidentes en el fondo. Además, en algunos casos se
corresponden con aquello que, tan despectivamente como el antisemitismo, una
enfermedad, un delito incluso, se desecha como "teoría de la
conspiración". Nadie puede pretender que el alemán Max Weber, padre de la
sociología moderna y criticado en algunos casos por su
"filosemitismo" (así lo tiene considerado Heidegger), sea un
antisemita encubierto. Pues bien, cuando Weber intenta resumir los rasgos
fundamentales del judaísmo, aquéllo que lo define, aparece el núcleo racional
esencial de la denominada teoría de la conspiración. Veamos su
escrito El problema sociológico de la historia de la religión
judía:
La mejor forma de comprender el problema peculiar del judaísmo desde el punto de vista sociológico y de historia de las religiones es compararlo con el sistema de castas indio. Pues, desde el punto de vista sociológico, ¿qué eran los judíos? Un pueblo paria. (...) Las diferencias respecto a los pueblos paria indios radican en el caso del judaísmo en estas tres importantes circunstancias: 1/ El judaísmo era (o más bien llegó a ser) un pueblo paria en un entorno sin castas. 2/ Las promesas de salvación, en las que se anclaba la separación ritual del judaísmo, eran absolutamente diferentes que las de las castas indias. Para las castas indias... la recompensa de un comportamiento ritualmente correcto, es decir, conforme a la casta, era el ascenso en el curso de los renacimientos dentro del sistema de castas del mundo concebido como algo eterno e inalterable. (...) Para el judío la promesa era absolutamente opuesta: el orden social del mundo estaba transtornado, representaba lo contrario de lo prometido para el futuro y debía volver a verse transtornado, de manera tal que al judaísmo volviera a corresponderle su puesto de pueblo de señores. (...) Todo el comportamiento de los antiguos judíos estaba determinado por esa concepción de una futura revolución social y política conducida por dios.
Fuente: Ensayos de sociología de la religión III, Madrid, Taurus, 1988, pp. 19-20. Véase también: Sociología de la religión, Madrid, Istmo, 1997, pp. 441-442.
Estamos, claramente, ante una ideología judía de ultraderecha de carácter racista, supremacista y genocida.
Estamos, claramente, ante una ideología judía de ultraderecha de carácter racista, supremacista y genocida.
Pues debe quedar claro que esa "revolución" no trae la liberación
de la humanidad, sino el dominio de "los judíos". La llegada del
mesías, esperado por los rabinos fundamentalistas como su más señalada
escatología, está en relación con la consumación de un proyecto de dominación
de los restantes pueblos del mundo, el sentido de cuya existencia consiste
supuestamente, como afirma el rabino-jefe sefardita de Israel Ovadia Yosef, en
servir a los judíos en calidad de animales que trabajan, con toda naturalidad,
para sus dueños.
A los gentiles que quieran salvarse sólo les queda la conversión al
judaísmo, que es lo que están haciendo las élites burguesas de todo el mundo
occidental, mientras "sacrifican" a sus propios y respectivos pueblos. El acceso a
la oligarquía está condicionado, sin embargo, como requisito excluyente, a la
posesión de riqueza, signo de elección divina. De ahí el ansia insaciable de
robar dinero que manifiestan los políticos oligárquicos: su
"elección" está en juego. Porque el judaísmo no es una raza, sino una
ideología. Y ya dije en este sitio que los judíos no eran ricos, sino que los
ricos se convertían al judaísmo, siendo éste el misterio del capital que
atesora la oligarquía. El judaísmo sería algo así como el "pueblo de los
ricos" que sometería al resto para 1/ instaurar una sociedad de castas y
2/ detener la historia congelando en el tiempo dicha relación jerárquica.
El "progreso" consiste, pues, en avanzar hacia el "reino de
Dios", gobernado por el Mesías judío, es decir, la Gobernanza Mundial de
la Alta Finanza (por cierto, exactamente aquéllo que Hitler pronosticó). De ahí
la extraña ---y angustiosa--- combinación de desarrollo capitalista/tecnológico
y paulatina depauperación de las condiciones democráticas, sociales y
laborales, enderezada hacia la más descarada esclavización moral, mental y
material de las masas. Fenómeno que observamos desde el fin de la modernidad
(proyecto emancipatorio universal) y el auge del neoliberalismo en los años 80
del siglo pasado. El "progreso" redúcese así al hecho de que la
oligarquía se hace cada vez más rica y los trabajadores cada vez más pobres.
Semejante saqueo se nos presenta como cosa de teoría económica
"moderna", aderezada de ecuaciones matemáticas, cuando no es más que
mitología judaica.
LAS PROFECÍAS/ PLANES DE LA ULTRADERECHA JUDÍA
Los pueblos gentiles del mundo tenemos por delante un horizonte muy sombrío
si no empezamos a entender lo que está pasando realmente y abandonamos de forma
inmediata el imaginario del antifascismo que ampara las fechorías de los
oligarcas. Acusar a la oligarquía de "fascista", la principal tarea de esa izquierda nauseabunda que los ultras judíos tienen comprada, sólo refuerza y convalida
el imaginario oligárquico.
La ultraderecha judía nos conduce hacia un exterminio, hacia un genocidio,
pero cualquiera que lo denuncie será acusado, en efecto, de "nazi".
Dicha etiqueta define el estigma contemporáneo por excelencia. Los nazis son
los nuevos parias. Intocables. Sabemos que lo único que no puede ser criticado
en nuestra "democracia" oligárquica, donde existe una presunta
"libertad" absoluta de pensamiento y expresión, es curiosamente la
narración del Holocausto y su ideología correspondiente. Y sabemos también que,
en una sociedad secular, el mal absoluto se identifica con un verdadero
"demonio", Adolf Hitler, porque, se nos dice, quiso exterminar a los
judíos. Nada ha contribuido tanto, sin embargo, a la impunidad de la
oligarquía, a su blindaje legal poco menos que absoluto, como la Shoah. Si no
existiera la Shoah, habría que inventarla. Algunos historiadores afirman que es
una exageración en la que se minimizan otros genocidios, pero, claro,
inmediatamente son silenciados, criminalizados e incluso encarcelados, cuando
no agredidos... En todo caso, no existe libertad de investigación ilustrada y
secular al respecto; y tal dogma constituye el único tema tabú ---sagrado--- en
un sistema político individualista y relativista que pretende haberlos superado
todos e incluso niega el concepto mismo de verdad. Excepto, claro está, la
verdad del Holocausto. Adivinen el motivo.
La crítica del judaísmo está, pues, prohibida. Nazi es aquél que
osa cuestionar el proyecto ultraderechista judío de dominación mundial. El
fundamento de esta criminalización es la narración oficial del Holocausto, cuyo
cuestionamiento está tipificado en el código penal y establece que todo ataque al
imaginario sagrado del poder oligárquico es nazismo y éste, a su vez, el mal
radical.
HACIA EL EXTERMINIO DE LA HUMANIDAD SOBRANTE
En estos momentos nueve banqueros controlan flujos de capitales de 700
billones con b de dólares, diez veces el PIB mundial, mientras 19.000 niños
perecen al día de hambre y miseria; y 13 millones de personas cada año por las
mismas causas. Suman en total 1000 millones de personas exterminadas, puesto
que sus muertes eran evitables, desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Los banqueros en cuestión, empero, son casi todos clanes judíos y
fundamentalistas judeo-evangélicos (sionistas cristianos) y, en consecuencia,
"víctimas del nazismo". Estas mismas "víctimas" nos hacen
llegar el mensaje de que "no hay dinero" y de que el peor
crimen de la historia ha sido el exterminio de 6 millones de judíos a manos del
“demonio-Hitler”. Pero todos sabemos que hay dinero y, por tanto, que quienes
fallecen están siendo asesinados en masa. Mientras esto sucedió en el Tercer
Mundo nadie, o casi nadie, movió un dedo, pero la máquina de picar carne
oligárquica ha puesto sus manazas sobre Europa/Norteamérica y ya habla de que
"los jubilados viven demasiado", de que "sobra mano de
obra", de que "dejemos nuestras propiedades en herencia a los inmigrantes",
etc. La oligarquía promueve todo tipo de conflictos en el seno de nuestra
sociedad (hombres vs. mujeres, autóctonos vs. inmigrantes, cristianos vs. “moros”,
independentistas vs. españolistas, etc.). La gente está en el paro o, si
trabaja, ya no llega a final de mes. Aparece sin bochorno trabajo el fenómeno del semi-esclavo
(horas extras sin cobrar, pagar para poder trabajar) y la cosa avanza rápido en
la dirección de la historia ("progreso") que hemos explicado
basándonos en Max Weber. El sistema de la seguridad social va a ser abolido, lo
quieren hacer entrar en bancarrota metiendo en Europa a millones de inmigrantes
depauperados (que los propios oligarcas mantienen en la indigencia en el Tercer
Mundo como ejército de reserva), pero siempre por motivos
"humanitarios". Tiernas sensibilidades las suyas que, curiosamente,
mientras recogen basura en las calles para sobrevivir después de 40 años de
trabajo, no alcanza a los abuelos europeos.
Es necesario ser un absoluto cretino o un cobarde para no ver lo que está
sucediendo y cuál es el destino que nos espera a la mayoría de los pueblos si
no reaccionamos proclamando la verdad o apoyando a quienes la proclaman en
primera línea de combate. Pero la gente teme ser tildada de "nazi".
Prefiere cerrar los ojos antes que gritar: ¡el rey está desnudo!
Aunque mejor sería afirmar: el rey-oligarca tiene el cuerpo entero cubierto de
sangre sacrificial; y clama quejoso por el "genocidio de los judíos"
mientras practica descaradamente la "esclavización progresista" de la economía neoliberal y "exterminio democrático" de las intervenciones militares en defensa de los "derechos humanos". ¿Hasta cuándo?
Por una izquierda nacional. Por la patria, el pan y la justicia. En pie las
naciones frente a la oligarquía genocida.
Jaume Farrerons
Versión definitiva publicada en Facebook el 4 de abril de 2018.
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