El
pasado que no quiere pasar
Un discurso, que fue escrito, pero no pudo ser pronunciado
Ernst Nolte
"Con “El pasado que no quiere desaparecer” puede hacerse referencia al
pasado nacionalsocialista de los alemanes o de Alemania. El asunto implica la
tesis de que normalmente cada pasado desaparece y que, este no-desaparecer, es
algo totalmente excepcional.
Por otro lado no puede comprenderse el desaparecer del pasado como una
desaparición. La época de Napoleón Primero se representa siempre otra vez en el
trabajo histórico de la misma manera que la época clásica de Augusto. Pero
estos pasados han perdido lo atormentador que tenían para los contemporáneos.
Por lo mismo ellos pueden ser dejados a los historiadores.
El pasado nacionalsocialista, en cambio, no es vencido -como todavía
recientemente acentuó Hermann Lübbe- por este ir disminuyendo, por este proceso
de agotamiento, sino que parece volverse siempre más vivo y más enérgico, pero
no como ejemplo, sino como fantasma, como un pasado, que se establece realmente
como presente o que está suspendido como una espada de corrección sobre el
presente.
Cuadros blancos y negros
Para ello hay buenas razones. Cuanto más claramente se convierten la República
Federal de Alemania y la sociedad occidental en „sociedades del bienestar“,
tanto más extraña vuelve a aparecer la imagen del Tercer Reich con su ideología
de la disposición al sacrificio de guerra, la máxima „cañones en vez de
mantequilla“ y los coros de las celebraciones escolares y las citas de los
Eddas como „nuestra muerte se vuelve una fiesta“
Todos los hombres son hoy de opinión pacifista, pero ellos no pueden, sin
embargo, mirar desde una distancia segura la belicosidad de los
nacionalsocialistas, porque ellos saben que ambas superpotencias gastan año
tras año, con mucho, más para su armamento, que lo que Hitler había gastado
desde 1933 hasta 1939, y así sigue habiendo una profunda incertidumbre, que
acusa al enemigo más bien en lo claro que en la confusión del presente...
... El discurso de “la culpa de los alemanes” pasa por alto olímpicamente la
semejanza con el discurso de “la culpa de los judíos”, que fue un argumento
capital de los nacionalsocialistas. Todos los reproches por la culpa contra
“los alemanes”, que vienen de los alemanes son insinceras ya que los
querellantes mismos no desean incluirse o al grupo que representan y en lo
fundamental desean solamente dar un golpe decisivo a los viejos oponentes.
La atención prestada a la “solución final” desvía la atención de hechos
importantes de la época nacionalsocialista como el homicidio de “vidas indignas
de vida” y el trato de los prisioneros de guerra rusos, pero ante todo de
preguntas decisivas del presente, como las que se cuestionan por el carácter
del ser de la “vida nonata” o de la presencia de un genocidio ayer en Vietnam y
hoy en Afganistán...
Palabras claves aclaradoras
Max Edwin de Scheubner- Richter , que más tarde fue uno de los más estrechos
colaboradores de Hitler y luego en noviembre de 1923 en la marcha al hangar de
los generales fue herido por una bala mortífera, actuó en 1915 como cónsul
alemán en Erzerum. Allí se convirtió en testigo ocular de aquellas
deportaciones de población armenia que representan el inicio de los grandes
genocidios del siglo XX . El no escatimó esfuerzos para hacer frente a las
autoridades turcas, y su biógrafo termina en el año 1938 la descripción de los
hechos con las siguientes frases: “¿Pero qué eran estos pocos hombres contra la
voluntad de exterminio de la puerta turca, que se cerró incluso a los reclamos
directos de Berlín, contra la ferocidad de lobo de los Kurdos sueltos, contra
la catástrofe que se estaba produciendo con una rapidez tremenda?”
Nadie sabe lo que Scheubner- Richter habría hecho o dejado de hacer, si el
hubiera sido hecho ministro de las partes ocupadas del este, en lugar de Alfred
Rosenberg. Pero habla muy poco a favor que entre él,Rosemberg y Himmler e
incluso entre él y Hitler mismo existía un diferencia fundamental. Pero
entonces uno debe preguntar: ¿Qué pudo motivar a ello a hombres que
experimentaron como “asiático” un genocidio con el que entraron en contacto
cercano, a ellos mismos iniciar un genocidio de naturaleza más horrible? Hay
palabras claves iluminadoras. Una de ellas es la siguiente:
Cuando Hitler el primero de Febrero recibió la noticia de la capitulación de la
secta armada en Estalingrado, predijo en la reseña de la situación que algunos
oficiales capturados serían ocupados en la propaganda soviética: “Usted debe
figurarse que él (un tal oficial), llega a Moscú, e imagínese la jaula de
ratones. En ese momento el suscribirá todo. Confesará todo, hará
proclamaciones…”
En la obra de George Orwells “1984” se describe como el héroe Winston Smith es
forzado finalmente por la Geheimpolizei del “Gran hermano” a través de grandes
torturas a desmentir a su prometida y con ello renunciar a su dignidad humana.
Se trae una jaula ante su cabeza, en la que se encuentra un ratón que se ha
vuelto loco de hambre. El funcionario del interrogatorio amenaza con abrir la
puerta y con ello Winston Smith se desploma. Esta historia no la ha imaginado
Orwell, se encuentra en numerosos lugares de la literatura antibolchevique
sobre la guerra civil rusa, entre otros en socialistas fiables y valorables
como Melgunow. Ella es atribuida al “Chinesischen Tschka”.
Archipiélago Gulag y Auschwitz
Es un defecto llamativo de la literatura sobre el nacionalsocialismo que no
sabe o no quiere admitir en que proporción todo lo que los nacionalsocialistas
hicieron más tarde, con la excepción exclusiva del procedimiento técnico de
gasificación, había sido descrito en una voluminosa literatura de los tempranos
años 20: deportaciones, fusilamientos, torturas de masas, campos de muerte,
exterminio de grandes grupos según criterios objetivos, según exigencias
publicas de exterminio de millones de inocentes juzgados como “hostiles”.
Es probable que muchos de estos reportajes fueran exagerados. Es seguro que
también el “terror blanco” ejecutó actos terribles, aunque dentro de su marco
no podía dar ninguna analogía para el postulado del “exterminio de la
burguesía”.
Sin embargo la siguiente pregunta debe aparecer como permitida, es más,
inevitable: ¿realizaron los nacionalsocialistas, realizó Hitler un acto
“asiático” sólo porque ellos y sus iguales se consideraban víctimas reales o
potenciales de un acto “asiático”? ¿No estuvo el “Archipiélago Gulag” primero
que “Auschwitz”? ¿No fue el “asesinato de clase” de los bolcheviques el prius
lógico y fáctico del “asesinato de razas” de los nacionalsocialistas? ¿No son
explicables las más secretas acciones de Hitler porque no se había olvidado de
la “jaula de rata”? ¿Procedió Auschwitz, quizá, en sus orígenes de un pasado
que no quería desaparecer?
Uno no necesita haber leído el desteñido librito de Melgunow para hacer tales
preguntas. Pero se teme plantearlas y también yo he temido formularlas por
largo tiempo. Se consideran como tesis del combate anticomunista o como
producto de la guerra fría. Ellas tampoco convienen rectamente a la
especialidad científica que siempre tiene que elegir las formulaciones mas
precisas de las preguntas.
Pero ellas se basan en verdades sencillas. Ahorrar verdades voluntariamente
podría tener fundamentos morales, pero ello va contra el ethos de la ciencia.
Las dudas fueron autorizadas sólo luego, cuando se detuvieron las preguntas
acerca de estos hechos. El preguntar se detuvo y ellos, por su parte, no
pusieron en una amplia conexión, a saber, en la relación de cada ruptura
cualitativa en la historia europea, que comienza con la revolucion industrial y
respectivamente desencadena una busqueda activa de „los culpables“ o de „los
autores“ de un curso de cosas considerado funesto.
Recién en este marco podría declararse que a pesar de toda la comparabilidad se
diferencian cualitativamente las acciones de exterminio biológico del
nacionalsocialismo de los exterminios sociales que efectuó el bolchevismo.
Pero tan poco como un asesinato y acaso un asesinato de masas puede ser
„justificado“ por otro asesinato, de este modo se desorienta un punto de vista,
que solo apunta a un asesinato y a un asesinato de masas y no considera al
otro, aunque es probable un nexo causal.
Quien se presenta ante los ojos la historia no como mitológica, sino en sus
conexiones esenciales, ese es impulsado a conclusiones centrales: si ella en
toda su oscuridad y en todos sus horrores, pero también en su desconcertante
novedad, que uno le otorga al actuar, ha tenido un sentido para los
desendientes, el debe consistir en volverse libre de la tiranía del pensamiento
colectivista. Ello debería al mismo tiempo significar una orientacion decisiva,
a todas las reglas de un orden libre, un orden, que permita y anime la crítica,
en cuanto que el se refiere a acciones, modos de pensar y tradiciones, por
tanto tambien a gobiernos y organizaciones de toda clase, un orden que tiene
que desempeñar la crítica a los hechos con el estigma de lo inadmisible, de los
que los individuos no pueden librarse o pueden sólo después de grandes
esfuerzos, como la crítica a „los“ judios, „los“ rusos, „los“ alemanes, „los“
pequeño burgueses. Si las discusiones con el nacional socialismo justamente
están marcadas por este pensar colectivista, debería finalmente ponerse un
punto final. Es innegable que entonces la falta de pensamiento y la conformidad
consigo mismo podrían propagarse. Pero ello no debe ser y la verdad no debe
hacerse dependiente de la utilidad. Una explicación completa, que tendría que
consistir ante todo en la reflexión sobre la historia de los últimos dos
siglos, llevaría a desaparecer al pasado, que es el tema de este ensayo, como
hace cada pasado, pero ella lo haría suyo por ello justamente".
Ernst Nolte
Frankfurter Allgemeine Zeitung
6 de junio de 1986
DOCUMENTACIÓN
Sobre el artículo:
Nolte es mejor conocido por empezar la "Historikerstreit" (Disputa de los historiadores) de 1986-1987. El 6 de junio de 1986, Nolte publicó un artículo llamado
Vergangenheit, die nicht vergehen will («El pasado que no quiere pasar») en el diario FAZ.
Ese artículo era una síntesis de las ideas que Nolte ya había
mencionado en conferencias que había dado en 1976 y 1980. En ellas
concibió la idea de que los crímenes de los nazis fueron una mera
reacción defensiva ante los crímenes de los soviéticos.
Según Nolte, el Nacionalsocialismo surgió solo como respuesta al «genocidio de clase» y «barbarismo asiático» de los bolcheviques. Asimismo, argumentaba que el Holocausto, o «genocidio racial», como Nolte prefiere llamarlo, fue una respuesta comprensible, aunque excesiva, de parte de Adolf Hitler frente a la amenaza soviética. Nolte calificó al Holocausto como una
überschießende Reaktion (reacción exagerada) a los crímenes de los bolcheviques.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Ernst_Nolte
Otros comentarios sobre el artículo:
https://elpais.com/diario/2006/09/15/opinion/1158271215_850215.html
https://elpais.com/diario/2006/09/15/opinion/1158271215_850215.html