"Si los muertos no resucitan comamos y bebamos que mañana moriremos."
(Saulo de Tarso, 1ª Carta a los Corintios, 15-32)
Nos encontramos en el centro mismo de Sein und Zeit, "Ser y tiempo", la obra cumbre de la filosofía del siglo XX que, de forma paradójica, recupera para el pensamiento la esencia moral de la primitiva religión germánica (precristiana). Véase en este mismo blog:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com/2009/01/la-religin-germnica.html
La experiencia del ser para la muerte en cuanto vivencia originaria de la verdad, va acompañada de la superación del temor a la muerte, pero no porque uno no vaya a morir o haya sido salvado, sino porque el existente, lejos de contemplar ya la finitud como algo ajeno que afecta externamente a su felicidad o pervivencia futura, se identifica con la muerte, se deja poseer por ella y deviene aquél ente abierto al ser que, en cuanto tal, ha superado el miedo y no puede ser sometido al despotismo de Yahvé:
"cuando el "ser ahí" (=el existente), anticipando la muerte, permite que ésta se "apodere" de él, se comprende, libre para ella, en la peculiar superpotencia de su libertad finita, para poder tomar sobre sí en ésta, que sólo "es" en el haber hecho la elección del caso, la impotencia del "estado de abandonado" a sí mismo, y para volverse, en esa misma libertad, clarividente para los accidentes de la situación abierta"
(Martin Heidegger, "El ser y el tiempo", FCE, p. 415).
El fragmento se encontrará en la página 384 de la edición alemana y ha sido reproducido en su lengua original en la columna derecha de nuestro blog. La importancia de este pasaje de la filosofía de Heidegger en la historia de la cultura es tal, que no se puede entender el nuevo año cero de nuestra era, 1945, y todo aquello que vino después, sino a partir de la radical negación del judeocristianismo que dicho pensamiento supone por toda la eternidad. Para hacernos una idea de las dimensiones de la ruptura y de la auténtica verdad oculta del "fascismo", basta leer el siguiente pasaje de Santo Tomás de Aquino:
"No hay en verdad cosa más difícil que la muerte (...) Siendo la muerte el mayor de los males, es el mayor ejemplo de paciencia el sufrirla sin turbación de espíritu (...) En consecuencia a esto, dice el Apóstol, hablando de la pasión de Cristo, en su Epístola a los hebreos: "Para destruir por su muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo"."
(Tomás de Aquino, "Compendio de Teología", Cap. CCXXVII).
En efecto, para el "fascismo" la muerte no es el mal absoluto, sino, antes bien, la condición de posibilidad de lo más alto, es decir, del acto ético. Por este motivo, a los ojos del judeocristianismo y mucho antes de que pueda hablarse de genocidio alguno a propósito del fascismo, éste ya se había convertido en Satán en el contexto discursivo y político de las versiones religiosa (derecha) y secularizada (izquierda) del sistema de valores judeo-cristiano.
Jaume Farrerons
Jaume Farrerons
21 de octubre de 2010