La Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) asumió en su momento -por ahora de manera oficiosa- el concepto de autonomía histórica, pero éste, puntualizamos aquí, no puede consistir en negar las filiaciones del pasado, siendo así que ningún proyecto político ni, en general, ninguna obra humana, surge de la nada. Autonomía histórica significa que la organización no se considera deudora de ideología anterior alguna, que actúa con completa libertad a partir de una declarada apertura a la verdad racional. La INTRA puede hacerlo porque el respeto a la verdad, como acto ético, define el contenido mismo de su política. Ahora bien, ¿existe algún antecedente histórico de la Izquierda Nacional de los Trabajadores INTRA? Sí, sin duda, aunque no se lo reconociera (por múltiples razones) de manera expresa. Y ese antecedente, que a título particular reivindicamos abiertamente como tal, es el del primer fascismo, el fascismo de 1919, el nacionalismo italiano de izquierdas fundado por un socialista que rompió, por primera vez, con la herencia judeocristiana en política de la misma manera (y gracias a) que Nietzsche lo había hecho en filosofía. Es en tanto que "fascistas" del 1919 que rechazamos el Fascismo. Porque, no nos engañemos, nosotros debemos rechazar y rechazamos el Fascismo, sin duda alguna, pero en calidad de tales "fascistas", no como antifascistas, en cualesquiera variantes del antifascismo que quepa concebir. Sólo condenando el Fascismo podemos seguir siendo nacional-revolucionarios de izquierdas y, por lo tanto, en algún sentido, de carácter espiritual, pero no político, podemos seguir siendo también "fascistas". El recuerdo de los 100 millones de personas exterminadas bajo la acusación de "fascismo" nos fuerza, por otra parte, a esgrimir orgullosamente un significante que será, a la postre, emblema de todas las víctimas inocentes e impunes de los grandes genocidios y crímenes de masas del siglo XX.

El potencialismo, es decir, la reflexión de segundo grado (heideggeriana) sobre la herencia nietzscheana de la Wille zur Macht, el ewige Widerkehr y el Übermensch posibilita la autoconciencia crítica de fascismo y, por ello, fundamenta la autonomía histórica de la INTRA. Dicha autonomía no puede ser el resultado de una declaración, de un acto gratuito de voluntad o de un simple designio, sino de una trabajosa lucha por liberarse de las adherencias judeocristianas y conservadoras del fascismo derechizado (italiano, alemán y español). Al margen de esta catarsis, no hay autonomía histórica posible. El inventor del término "autonomía histórica" y fundador del partido Izquierda Nacional-IN, Laureano Luna, ha puesto en evidencia las carencias de las que estamos hablando al pretender construir un sistema filosófico que, una vez más, desemboca en los obsoletos conceptos de dios y raza. Con ello, más que la innovadora doctrina de izquierda nacional que recuperara, depuradas, las esencias filosóficas del programa de 1919, constrúyese el epítome ideológico del fascismo derechizado.

Todo ello para que la razón luzca, por fin, con toda su fuerza y sin concesiones a las "necesidades" psicológicas del "hombre"; para que la verdad de la muerte haga, de una vez para siempre, acto de presencia ante nosotros. Sea.
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
30 de junio de 2011
AVISO LEGAL
http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2013/11/aviso-legal-20-xi-2013.html
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2 comentarios:
Las raíces izquierdistas del fascismo son una realidad que ha emergido una y otra vez pese a la irritación de sujetos a ambos lados del espectro político.
Podemos considerar a la Falange Española de José Antonio como un grupo de derecha fascistizada, pero la influencia del fascismo, en tanto que socialismo nacional, estaba presente en ella. Se puede rastrear en la figura de Ceferino L. Maestú, que expresa en buena medida esas contradicciones esenciales.
Maestú era católico devoto —como era y es habitual entre falangistas—, pero no tuvo problemas en colaborar con comunistas durante el Franquismo y fue una figura destacada en la fundación de Comisiones Obreras (sin entrar a valorar la deriva posterior que haya podido tener ese sindicato).
En efecto, la gente, para bien o para mal, no es siempre lógica y en algunas ocasiones no observa las incongruencias entre sus planteamientos; la cuestión es entonces qué criterio aplican de hecho a la hora de actuar a despecho de esa incompatibilidad abstracta y obvia entre dos grupos de ideas, es decir, a cuál de ellos da prioridad en la práctica, y entonces observamos que algunos creyentes fascistas actuaron más como fascistas que como cristianos, mientras que otros, a la inversa, más como cristianos que como fascistas.
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