jueves, agosto 10, 2017

AUTENTICIDAD DE LAS "CONVERSACIONES DE SOBREMESA" (TISCHGESPRÄCHE, BORMANN-VERMERKE O MONOLOGUE) DE ADOLF HITLER (1)

Portada de la fuente original del texto enlazado.






AUTENTICIDAD DE LAS BORMANN-VERMERKE O TISCHGESPRÄCHE. Se terminaron las gazmoñerías meapilas relativas al cristianismo del Führer. Hitler, al igual que Mussolini, eran filosóficamente nietzscheanos. Nietzsche es, a su vez, el autor de "El Anticristo", mi libro de cabecera (por eso padezco insomnio). El fascismo se constituye en Sorel y Mussolini como crítica nietzscheana del marxismo, del cual conserva los elementos revolucionarios pero sobre unas bases axiológicas no ya "paganas" o no judeo-cristianas, sino expresamente anticristianas. Las concesiones de los dos dictadores a las iglesias católica y protestante o a unas masas alemanas cristianizadas por muchos siglos de lavado de cerebro clerical fueron puramente estratégicas, electoralistas y circunstanciales. La política es así. Pero en la actualidad ya no hay lugar para el autoengaño, menos todavía entre quienes se reclaman nacional-socialistas y fascistas. ¡Tengan al menos el valor y la honestidad de reconocer la verdad sobre la "filosofía" de Hitler!

Jaume Farrerons

La Marca Hispánica, 10 de agosto de 2017


Portada de la versión de Picker.
Texto de las "Las conversaciones privadas de Hitler": http://www.academia.edu/6974957/Las_Conversaciones_Privadas_De_Hitler_-_Adolf_Hitler

[Nota: ignoro si está completo porque yo me baso en mi propio ejemplar en papel. JF]

Texto del Prefacio a la obra:

Este libro fue publicado por vez primera en 1953 y desde entonces constituye la única presentación completa y consecutiva de un importantedocumento histórico: las llamadas Bormann-Vermerke, el registro oficial de las «conversaciones de sobremesa» que Hitler pronunció en el momento culminante de su éxito, durante el primer año de su guerra de agresión contra Rusia, cuando con la victoria total a la vista el Führer se prometía larealización de los ambiciosos planes que había anunciado en Mein Kampf dieciséis años atrás. En aquella primera edición incluí mi ensayo «la mente de Adolf Hitler» —también reproducido aquí—, en el que exponía el contexto histórico y repasaba los contenidos del documento. Ahora en este prefacioinformaré sobre el propio documento y sobre la curiosa historia de su publicación —o de su no publicación— durante los últimos cincuenta años.

Como explicaba en aquel ensayo, los textos aquí reunidos fueron compilados a iniciativa y por orden de Martin Bormann, jefe de la Cancillería del  partido y desde mayo de 1941 secretario del Führer en sustitución de Rudolf Hess, por entonces preso en Inglaterra. Del mismo modo que en 1924-1925 Hess había recogido de labios de Hitler su filosofía y su programa para exponerlos en Mein Kampf
durante el período en que ambos estuvieron encarcelados en la fortaleza de Landsberg, Baviera, así el sucesor de Hess, también aislado con el Führer en el Führerhauptquartier fortificado de Prusia Oriental o deUcrania, se cuidaría ahora de que la conclusión triunfante de aquella obra y la puesta en práctica de aquella filosofía fueran recogidas para guía de la posteridad. Se encargaría del registro, con tanta exactitud como fuera posible, un experimentado funcionario del partido perteneciente al equipo personal de Bormann, Heinrich Heim, abogado con la categoría de Ministerialrat.

Heim dio inicio a su registro el 5 de julio de 1941 y lo continuó regularmente durante más de ocho meses; pero a mediados de marzo de 1942 le requirieron otras obligaciones, y en los cuatro meses siguientes la función de registrador de las conversaciones de sobremesa, o «conversaciones privadas», fueron asignadas a un sustituto, el doctor Henry Picker. Heim volvió a su puesto el 1 de agosto de 1942, pero no siguió mucho tiempo en el cargo, pues en septiembre del mismo año —en las circunstancias que describo en mi ensayo— el propio registro se suspendió. Tanto Heim como Picker eran miembros destacados del partido que conocían personalmente a Hitler y en quienes éste confiaba plenamente. Y el registro, sin duda, se hizo de modo concienzudo. Los textos definitivos, esto es, los aprobados por Bormann, se enviaban a continuación a su esposa, a Obersalzberg, en donde los Bormann tenían una residenciaoficial en el complejo allí construido para el Führer. Una segunda copia se enviaba a los archivos del partido en Múnich.

El primero de estos testimonios desapareció hacia el final de la guerra, cuando el fuego destruyó el 
Führerbau de Múnich. Posteriormente, el 25 de abril de 1945, la copia restante se libró por poco de seguir el mismo destino al destruir un ataque aéreo aliado gran parte del complejo del Obersalzberg. Fue la señora Bormann quien se la llevó consigo a un lugar seguro en el Tirol meridional —antes austriaco y ahora italiano—. Más tarde, estando enferma terminal de cáncer, entregó esa primera copia al Gauleiter de Tirol, de donde finalmente pasó, por compra, a manos de un emprendedor ciudadano suizo: FrançoisGenoud.


Portada de la edición castellana del Genoud.
François Genoud era una persona esquiva y algo misteriosa, que desde que a los 16 años oyera hablar a Hitler en una ocasión en Friburgo de Brisgrovia, y hasta su muerte —por suicidio— en 1998, dedicó al líder una devoción inquebrantable. Tras la caída del Tercer Reich, uno de sus principales objetivos fue la salvaguarda de los textos de la elite nazi y la compra de los posibles derechos de autor. Con ello, al tiempo que aliviaba la repentina pobrezade sus propietarios adquiría para sí un activo potencialmente vendible. El único registro oficial de las Bormann-Vermerke ["conversaciones de sobremesa"], con los derechos de Hitler y Bormann devengados para sí, era el objeto más preciado de su colección. Tan sólo cabía esperar a que llegara su oportunidad.

Desgraciadamente para él —pero para beneficio de los historiadores— Genoud no había contado con el doctor Picker. Secretamente, en los cuatromeses en que sustituyó a Heim como registrador de las conversaciones de sobremesa del Führer, el doctor Picker había hecho una copia personal de este registro y de otros de Heim a los que tuvo acceso. En 1951, adelantándose al señor Genoud, publicó en Alemania un volumen titulado Hitlers Tischgespräche. Lo conformaban importantes pasajes de su copia particular ordenados no de manera consecutiva o cronológica, sino bajo encabezamientos generales: asuntos exteriores, guerra, propaganda, religión, mujer, etc. En realidad se trataba de una especie de antología de la sabiduría universal del Führer semejante, según él mismo, al relato de Eckermann de las conversaciones de Goethe. Confiado en los supuestos derechos adquiridos, el señor Genoud demandó al doctor Picker ante un tribunal alemán, pero éste falló en su contra. Como consecuencia, el señor Genoud adoptó la decisión de no exponer a otros predadores su texto alemán (que, al ser completo, resultaba desde luego mucho más importante que el de Picker) y sacar una traducción francesa con la que fundamentar sus derechos de autor en el extranjero. Así surgió en París en 1952 el primer tomo de su traducción Adolf Hitler: Libres propos sur la guerre et la paix. El doctor Picker procuró impedir esta publicación ante los tribunales franceses, sin conseguirlo. Mientras el doctor Picker, con la mitad furtiva pero protegida de su texto, y el señor Genoud, con el texto alemán original completo comprado pero desprotegido, pleiteaban en los tribunales, yo llamé al señor Genoud a Lausana y le sugerí que permitiera la publicación de una traducción inglesa con la que fundamentar también derechos de autor en inglés. Asintió de buen grado, y también lo hizo el señor George Weidenfeld, a quien recomendé el proyecto.Tal fue el origen de la primera edición de este libro.

Para los historiadores alemanes, deseosos de leer el texto original completo, fue frustrante tener que confiar en una traducción a otro idioma o recurrir a la antología del doctor Picker, devota y parcial. Pero entre el señor Genoud, que negaba resueltamente todo acceso a lo que sus competidores llamaban su «botín», y el doctor Picker, que defendía tenazmente su monopolio legalizado, resultaba imposible cualquier cotejo de los textos. El único camino era la competición, no la colaboración. En 1964 dos distinguidos historiadores alemanes, Percy Schramm y Andreas Hillgruber, lograron que el doctor Picker se rindiera y sacaron una edición en la que sus materiales eran ampliados con treintaiséis entradas tranquilamente extraídas del registro del Ministerialrat Heim, con comentarios eruditos y con algún otro material ajeno. Mientras tanto, otros estudiosos y editores aumentaron la presión sobre el señor Genoud. La negociación resultó muy laboriosa («sumamente fatigosa», según me dijo uno de ellos en 1968), pero finalmente el señor Genoud se rindió, con bastante cautela, al editor de Hamburgo Albrecht Knaus, quien publicó en 1980 el texto alemán de las Bormann-Vermerke bajo el título de Adolf Hitler: Monologe im Führerhauptquartier. Tal es —en la medida en que puede serlo— el original alemán del presente libro.

Y digo «en la medida en que puede serlo» porque en el texto alemán publicado hay una omisión importante. Entre el 12 de marzo y el 1 de septiembrede 1942 —esto es, el período en que Heim estaba ausente y Picker actuó como sustituto- las Bormann-Vermerke contienen cien entradas. Ninguna de ellas figura en el Monologue: una última victoria del doctor Picker, Eckermann inexorable.

[A pesar de esta afirmación del autor del Prefacio, en mi edición en papel sí aparecen las entradas de las fechas mencionadas. JF]

La guerra de los treinta años librada en Alemania entre el doctor Picker y el señor Genoud por el texto de las conversaciones de sobremesa de Hitler, los litigios, las jugarretas de sus protagonistas y las diestras puñaladas académicas de las notas editoriales a pie de página podrán irritar o divertir a los lectores alemanes, pero los demás lectores probablemente encuentren en esta edición compacta y completa todo lo que buscan, por lo que me alegro de que este libro vuelva a imprimirse. Sin duda es una lectura necesaria para quienes estudien el nazismo y la segunda guerra mundial. En cuanto a mi propio ensayo, «La mente de Adolf Hitler», sólo pediré al lector que recuerde que fue una obra pionera, escrita en 1952. En algunos pasajes necesitaríamodificaciones; aunque sin desestimarla, actualmente no aprobaría tan a la ligera la autoridad de Hermann Rauschning, mellada por Wolfgang Hanel. [1]

Es posible que Rauschning cayera a veces en tentaciones periodísticas, pero tuvo ocasión de recoger las conversaciones de Hitler, y el tono general con que las registró anticipa manifestaciones posteriores con demasiada exactitud como para ser rechazadas como supercherías. No pueden rechazarse en igual medida que el libro de Josef Greiner, que cito de pasada pero que actualmente está desacreditado como fuente sobre la vida de Hitler en Viena. Hechas estas salvedades, me alegra que el ensayo vuelva a publicarse tal como apareció en 1953. Si sigue mereciendo la pena su reimpresión, podrá sobrellevar su fechaa modo de testimonio. 

HUGH TREVOR-ROPER 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que en el caso de Hitler su postura frente al cristianismo estaba influenciada por la obra de nietzsche, "El anticristo", esto creo que no se puede cuestionar, es cierto, otra cosa es que estuviera más o menos acertado en sus análisis sobre el tema, aquí es donde puede haber divergencias.
Referente a la influencia soreliana en Mussolini se produjo sobre todo en su época de socialista revolucionario, el sindicalismo revolucionario y la táctica dela "huelga general" no sólo influyó en el "Duce" también en Lenin y en algunas corrientes del sindicalismo anarquista.
George Sorel, ¿Prefascismo o revisión del marxismo?.

ENSPO dijo...

Aquí no discutimos si las opiniones de Hitler eran o no acertadas. Lo que nos interesa es averiguar qué pensaba realmente el Führer tras la cortina de la propaganda política.

Respecto a Sorel, ya hemos dicho cuál es nuestra opinión: revisión del marxismo y prefascismo significan en él la misma cosa. Mussolini pasa del marxismo ortodoxo al fascismo y estamos ante un proceso intelectual, no ante un acto de simple oportunismo. Pero los elementos básicos del marxismo, depurados de la herencia judeo-cristiana todavía residual en Marx, dan como resultado, desde el punto de vista estrictamente ideológico, el fascismo.

Nacho dijo...

Las conversaciones fueron recogidas taquigráficamente por dos personas distintas. Por lo general por Heinrich Heim, y en su ausencia por Henri Picker. Por consiguiente hay dos estilos (uno es en primera persona, otro en tercera persona).

El financiero suizo Genoud se hizo con la trascripción de las conversaciones, que fueron llevadas al Tirol por la esposa de Bormann durante los últimos días de la SGM. Las tradujo al francés, y de ahí se tradujeron al inglés. Asimismo, además de no estar muy bien traducidas, se unificaron estilísticamente, y contienen numerosos errores (por ejemplo, donde Hitler dijo “Sra. Wagner”, la edición francesa directamente pone “Cosima Wagner” –a la que no llegó a ver jamás-, cuando en realidad se trata de Winifred Wagner). En consecuencia, hay que acudir al alemán, y allí estas conversaciones están editadas en dos tomos distintos, uno que recoge las conversaciones taquigrafíadas por Heinrich Heim, y otro editado por el propio Pickert que recoge las suyas.

En resumidas cuentas, "Las conversaciones de Hitler" fueron editadas en primer lugar por Genoud en francés, y posteriormente traducidas del francés al inglés por la editorial Weidenfeld. Del inglés se tradujeron al español y fueron publicadas en 1954 por la editorial “Luis de Caralt”, que censuró bastantes pasajes críticos con el Cristianismo, así como relativos a Franco y su política.

En el 2004 “Ediciones Crítica”, con un espíritu bastante poco “crítico”, en lugar de traducir directamente del alemán, reimprimió lo editado por Caralt, y salvo algunos retoques menores, dejó intacta la traducción anterior, y le añadió los trozos censurados, haciendo uso para ello de la edición inglesa, que ya sabemos que procede de la francesa. En definitiva, nos encontramos ante la traducción del inglés al español, de una traducción del francés al inglés de una traducción del alemán al francés, en la que los errores de la primera traducción francesa van pasando a las restantes.

Saludos

ENSPO dijo...

Todo esto que dices lo hemos explicado en anteriores entradas. También nosotros nos basamos en las fuentes originales en alemán, que vamos cotejando con la traducción. El principal problema es que en la versión de Picker el "notario" exprésase en primera persona, mientras que en la versión de Genoud es el propio Hitler quien habla. La versión de Picker es una especie de glosa. Sin embargo las notas taquigráficas se tomaron en primera persona. Por eso preferimos la versión de Genoud y usamos la de Picker para verificar que efectivamente Hitler habló sobre el tema en cuestión y en el mismo sentido que la versión de Genoud. Normalmente existe una correspondencia y en el tema del cristianismo, que es el que más nos interesa ahora, no hemos detectado contradicción alguna. Las conversaciones son auténticas y ponen de manifiesto cuál era la verdadera doctrina NS. Las opiniones de Hitler pueden ser equivocadas, pero eso es otra cuestión. Para un nazi, constituyen la autoridad ideológica inapelable. Pero los nazis cristianos falsifican descaradamente a su amado Führer y han estado 30 años diciendo que yo estaba "obsesionado" con el tema cristiano. ¡Pues que se informen sobre la doctrina de Hitler, que veía en el judeo-cristianismo la raíz misma de los males que aquejan a Europa! ¿Estaba también Hitler "obsesionado" con la religión? Hay que leerse a Nietzsche, el verdadero "maestro" del Führer en este tema al menos. Pero Nietzsche es el autor de EL Anticristo, y nuestros "nazis" son, en el fondo, meapilas de sacristía. Lamentable.

Nacho dijo...

Gracias por la respuesta. Con respecto a Hitler y el cristianismo, sí es cierto que muchos NS consideran al Führer un garante de la religión y del cristianismo. Yo no estoy tan seguro. Es cierto que Hitler no persiguió en absoluto el cristianismo, que firmó un concordato con el Vaticano y que, en general, fue bastante respetuoso. Pero es que Hitler no fue el demonio que nos quieren hacer creer. Hitler no era ningún idiota. Sabía perfectamente que a la religión no se le podía combatir. Tenemos la prueba en los países satélites de la Unión Soviéta: hoy en día son los más religiosos. Quizá pensaba que con años de doctrina NS bastara. También es cierto que Hitler mencionaba siempre a "La Providencia". Por otra parte, no creo que Nietzsche fuera decisivo en Hitler. A menudo lo rechazaba:

http://www.estudiodehitler.com/2009/03/hitler-y-los-artistas.html

Aun y todo, las "Conversaciones", con todos sus defectos en traducción, me parecen excelentes. Nos muestran al verdadero Hitler. En ocasiones incluso se muestra contra la pena de muerte:

http://www.estudiodehitler.com/2008/11/hitler-y-la-justicia.html

Muy interesante tu trabajo sobre Hitler y las Conversaciones. Lo sigo fielmente.

Saludos

ENSPO dijo...

Totalmente en desacuerdo con lo que dices, Nacho. La única fuente directa, es decir, no mediada por cuestiones de táctica y estrategia política, de la ideología de Hitler, son, como he demostrado, las Tischgespräche. No hay otras. El Zweites Buch es un libro sobre política exterior del Tercer Reich. De la lectura de las "Conversaciones de sobremesa" se desprende que Hitler consideraba el cristianismo una creación del judío Saulo de Tarso y, en consecuencia, algo que debía ser erradicado a partir del mismo momento en que terminara la guerra. El cristianismo es la causa de la ruina de Europa. Diagnóstico de un médico de la cultura. Las razones de Hitler son completamente nietzscheanas y la idea-guía de Hitler es el filosofema del Übermensch (super-hombre). Esto, repito, no es una opinión mía, sino lo que el propio Führer afirma cuando explica cuáles son sus referentes filosóficos. Aquéllo que dijera sobre Nietzsche en público, es decir, a la "opinión pública", carece de valor, entra dentro del terreno de lo que he denominado "discurso político" de Hitler y, en cualquier caso, si fuera despectivo el juicio sobre el filósofo fundador del fascismo, la "pieza de convicción" entra en contradicción con la doctrina que expuso a sus íntimos. Entre aquélla y ésta, es obvio cuál hay que escoger como fuente ideológica válida. Si aceptas que el Hitler de las Conversaciones es el "verdadero Hiter", entonces no puedes sostener, al mismo tiempo, tu valoración sobre la relación entre Hitler y el cristianismo o entre Hitler y el radical anticristiano Nietzsche. O lo uno o lo otro. Toda vez que pretendamos respetar las normas elementales de la lógica y la coherencia, claro.