martes, mayo 29, 2012

Usurpación, amputación y tergiversación de la doctrina nacional-revolucionaria (2)

El proceso de democratización radical es sólo el primer paso para forjar una alternativa global a la sociedad de consumo y superar los valores individualistas, materialistas y relativistas que el liberalismo impone para extender el imperio canallesco del mercado mundial. La alternativa nacional-revolucionaria a la sociedad de consumo es por tanto una propuesta de valores éticos que prioriza el interés de la sociedad, al cual se someterán los imperativos económicos y políticos, entendiendo que del bien común depende la formación integral de un nuevo tipo humano, capaz de asumir la verdad, la creación cultural y el servicio a la Nación como centro de su existencia y eje vertebrador de su personalidad.

Del Programa Político de AE (1997), concebido y redactado por Jaume Farrerons, punto 6, que se conserva íntegro, entre muchos otros, en el Norma Programática (2008) del MSR. ¿Qué verdad?

El precepto arriba transcrito excluye el acto de mentir, siendo así que coloca "la verdad" en el centro de la existencia de ese "nuevo tipo humano", nada menos que como "eje vertebrador de su personalidad". Quienes hayan seguido hasta aquí las tres últimas entradas de la bitácora Filosofía Crítica, juzguen por sí mismos si Llopart, cuando se ostenta obscenamente a sí mismo como "portador de Valores trascendentales" (¿incluyen, esos valores, la Verdad?), ha sido fiel a los imperativos que proclama al publicar el libro ¿Qué significa ser nacional-revolucionario? (2010) y apelar en él públicamente a dichos valores. Todo indica que no. Como el resto de los políticos del sistema, Llopart se llena la boca de bonitas palabras, de promesas cuyo significado desconoce y que, en cualquier caso, no está dispuesto a cumplir. Esas contorsiones indignadas, esos rasgamientos moralizantes de vestiduras, son sólo hipocresía, fariseísmo, cínica propaganda...

Pensemos qué opinará el autor del Diccionario Pedagógico de la AMEI sobre Llopart en tanto que portador de valores trascendentales. Quienes se dedican a plagiar pequeños fragmentos de texto creen que la cosa carece de importancia. ¿No se redactó el pasaje copiado en unos pocos minutos? ¿Para qué preocuparse, pues? Pero más que del tiempo que se tarda en escribir la frase, trátase de la vida, dinero y esfuerzo que hay que "invertir" para estar en condiciones de producirla. El autor de la entrada del Diccionario Pedagógico de la AMEI será un triste mortal, un científico típico de esa sociedad decadente descrita por Evola y no, como el dirigente del MSR, un "guerrero". Llopart "representa" (¿?) la encarnación de los valores, ideas y principios de la espiritualidad axiológica tradicional anterior al Kali Yuga. Sin embargo, fue Llopart y no el "decadente" humano democrático quien perpetró la pillería. Llopart se ahorró sudores atribuyéndose con la usurpación un saber que no posee, que no se ha ganado, que es incapaz, quizá, de adquirir pues le falta la paciencia, la perseverancia, la inteligencia... Mas ese "guerrero de pie ante un mundo en ruinas" (la ruina humana sería supuestamente el desdichado redactor del Diccionario Pedagógico) quizá actúa como un "señor" de casta con aquella suerte de desparpajo característico del ius primae noctis y, al apropiarse de las creaciones o producciones intelectuales ajenas, algo reprochable omitir criticarle a un decadente sin principios, realiza aquello que, según la doctrina de Evola, le corresponde por su castiza superioridad de nacimiento. Ya sabemos que Llopart siempre encarnó la espiritualidad axiológica NR que ahora esgrime. Vino al mundo con ella. No leyó, escuchó, ni aprendió... ÉL ya era ab initio el que es: un aristócrata enfundado en su "Lacoste" conduciendo un coche deportivo. Tiene, pues, "derecho" a saquear la aldea de los miserables siervos de la gleba. Oscuros esclavos como Farrerons, al que el gran leader copia pero ni siquiera nombra. Los plebleyos están al servicio de la gloria que el señorito derechista merece para brillar y ser feliz. Porque tú lo vales, Llopart, aunque no tengas ni zorra idea de filosofía.

Los valores no son aquéllas palabras que uno esgrime orgullosamente para que los otros las lean y admiren ---acto seguido--- al propio interesado: valores son las "importancias" (Ortega y Gasset) que subyacen en cada caso a las pautas de conducta reales del personaje, grupo o institución. Ahora podemos afirmar rotundamente, y queda demostrado por la evidencia de la fechoría cometida, cuáles son los auténticos valores de Juan Antonio Llopart Senent. Se trata de "valores espirituales" (la egolatría no es nada "material"), pero no por ello menos reprobables y contrarios a una ética de la verdad. Ahora podemos ponderar también la confianza que deberían inspirarnos las palabras de Llopart, sus declaraciones, sus compromisos: quien miente una vez, siempre cabe la posibilidad de que vuelva a hacerlo; quien comete el deshonor de apoderarse del trabajo de otros, difícilmente podrá liderar una "alternativa de valores a la sociedad de consumo" o defender los derechos de los trabajadores explotados. Como si a Farrerons no le hubiera costado trabajo concebir y redactar la conferencia "Nacional-Revolucionarios, ¿una alternativa de izquierdas?". Llopart ha atentado contra el sistema de valores NR; debe, si le queda algo de dignidad, dimitir como secretario general del MSR. En caso contrario, queda claro que lo suyo es pura publicidad comercial.

Martin Heidegger, maestro
de Ramiro Ledesma y Jaume Farrerons.

Más preguntas

Pero se nos plantean otras preguntas: ¿cómo justifica Llopart la pretensión de que la izquierda nacional y el nacional-revolucionario sean campos políticos distintos cuando estamos ante las formulaciones táctico-estratégica e ideológica de un mismo proyecto según el autor del programa político en que el propio Llopart se basa? ¿Ha dado Llopart alguna razón capaz de acreditar esta opinión? ¿O Llopart, endiosado, ya no se molesta en justificar sus ocurrencias, tan pagado está de su condición de "encarnación humana" de los valores NR?

¿Por qué no aplica Llopart la distinción metodológica, plagiada a Farrerons pero al parecer en absoluto comprendida, entre valores, ideología y programa político, a la clasificación de los distintos campos o sensibilidades político-doctrinales del "área"? ¿Por qué confunde dichos planos del discurso a fin de separar y oponer el proyecto nacional-revolucionario (ideología) a la izquierda nacional (programa político)? ¿Es una mezcla de incompetencia, caprichos, intereses, soberbia, rencores personales o hay algo "serio" que respalde esa actitud? Quizá un héroe guerrero, desde su atalaya moral, puede decidir que el cielo es amarillo, no azul, pero no por ello el cielo cambiará de color. La afirmación del ninismo (ni derechas, ni izquierdas) habría que razonarla. La metáfora de la herradura es muy ocurrente, pero como sucedáneo de una argumentación resulta abusiva. Además, en la conferencia de Jaume Farrerons que Llopart ha fusilado, la mencionada metodología permite concluir lo contrario, a saber, que lo NR es políticamente de izquierdas, y aporta razones coherentes con aquélla, la cual fue expresamente diseñada para legitimar esa conclusión. ¿Sería mucho pedir que Llopart se molestara en refutar a Farrerons (ya que le saquea los escritos) o se considera por encima de  trivialidades como la lógica, las argumentaciones, los fundamentos?

Más preguntas. 

¿Por qué los valores, que Llopart ha aceptado como fundamento del proyecto NR todo, sólo ocupan un espacio ridículo en el libro ¿Qué significa ser nacional-revolucionario??

¿Por qué en la norma programática (2008) del MSR se conservan las referencias a los valores del programa político de AE (elaborado por Farrerons) mientras, al mismo tiempo, en otros pasajes cruciales, se sustituye el término "verdad racional" por "espiritualidad" o "pensamiento tradicional"? ¿Cree Llopart que se pueden incrustar gratuitamente estas cuñas semánticas incongruentes en un texto que tiene su propia necesidad interna, su forzoso despliegue lógico desde los valores a la ideología y de la ideología a las propuestas concretas de acción?

Éstas son algunas de las preguntas que iremos planteando a fin de demostrar, de forma acreditada, que Llopart ha mantenido la carcasa del programa político de AE pero sólo para rellenarla con la materia infecta y reaccionaria del escritor ultraderechista (y colaborador de la red Gladio) Julius Evola, un personaje cuyo principal apologista en España ha sido siempre el informador del Cesid Ernesto Milá Rodríguez. El pacto entre España 2000 y el MSR, la famosa foto de la vergüenza, no fue más que la consecuencia lógica de un proceso que empezó con el abandono de aquéllo para lo cual había sido constituida Alternativa Europea (AE), el MSR y Ediciones Nueva República (ENR) a finales del siglo pasado. En lugar de dar el salto a la izquierda nacional, es decir, a los orígenes revolucionarios del "socialismo nacional", hazaña que en estos momentos permitiría al MSR confluir con el movimiento de los indignados, retrocedió Llopart a las posiciones que en los años setenta y ochenta oponían el reaccionarismo "pagano" de Evola al reaccionarismo católico del franquismo, y caracterizaban lo "Nacional-Revolucionario" como una negación expresa de la Revolución Francesa y la Ilustración en cuanto cultura racional de procedencia grecorromana. No otro es el significado de la Cruz Céltica y la definición de "revolución" por parte del evoliano Milá: la desvergonzada apología del Antiguo Régimen, el rechazo de la ciencia, del socialismo y de la modernización, la defensa abierta de cosas como la magia o el esoterismo y, en definitiva, un oxidado baúl de ideas-fósil que incluye desde las pelucas empolvadas llenas de piojos al irracionalismo epiléptico del chamán. Para entender cómo el propio Evola definió su "ideología" hiperreaccionaria en abierta oposición a un fascismo ya derechizado, al que este repugnante aristócrata con monóculo calificaba empero de excesivamente izquierdista para su gusto, basta leer El fascismo visto desde la derecha. En cuanto a las "consecuencias" de semejante delirio doctrinal, nos remitimos a idioteces absolutamente deleznables como la Introducción a la magia, quizá la "obra" más significativa de Evola a la hora de entender el suicidio ideológico que entraña para un partido NR asumir el llamado "pensamiento tradicional".

En efecto: una vez llegado a este punto, es imposible establecer la necesaria conexión de fundamentación racional entre  el plano de los valores, la ideología y el programa político NR. !Las "bases" NR quedan cortocircuitadas, señor Llopart!

No existe, ni puede existir, un programa político "evoliano" a menos que se quiera restablecer, por ejemplo, el derecho de pernada y la servidumbre de la gleba. El evolianismo es estructuralmente apolítico. La intención de Evola no fue otra que apartar a los fascistas de posguerra de cualquier veleidad nacional-revolucionaria, utilizarlos como carne de cañón de los servicios de información occidentales ---o la Red Gladio--- en su lucha contra el comunismo y, finalmente, anularlos para la acción política destruyendo en ellos toda forma de inteligencia y sentido crítico. El aislamiento político del MSR, su inepcia, en plena crisis económica y social, a la hora de establecer una vía de contacto con los trabajadores nacionales (aplastados por la oligarquía) a pesar de contar Llopart con medios materiales muy superiores a los de Josep Anglada en sus inicios, es un fenómeno que merece ser explicado y tiene que ver con el colapso ideológico que entraña el divorcio entre los fundamentos (irracionalistas) de los valores y su expresión político-programática. El MSR ha podido maquillar este "cortocircuito" gracias a la manipulación del programa político de AE, pero la naturaleza reaccionaria del contenido ideológico real (mezcla de evolianismo y catolicismo lefebvriano à la Buela), es decir, de la interpretación que ha dado Llopart a ese programa una vez convenientemente amputado y deformado,  no dejará de manifestarse. El hecho traduce la apoliticidad radical del "pensamiento tradicional" (=reaccionario) en el carácter marginal irrecuperable del partido social-republicano.


La verdadera acción que yo pretendía ejercer sobre los jóvenes del grupo “Imperium” y las otras corrientes juveniles era en el sentido de una contraposición a las tendencias materialistas y de izquierda presentes dentro del MSI.


(Julius Evola)

La re-derechización del proyecto NR

Una vez aceptado por el propio Llopart que el núcleo del discurso NR, es decir, aquello que lo distingue radicalmente de cualquier otro discurso político, es la apelación a unos determinados valores; que, además, esos valores, identifícanse como "valores heroicos" claramente diferenciados de la religión, deberíamos esperar que en un libro titulado ¿Qué es ser nacional-revolucionario?, el secretario general del "único partido nacional-revolucionario" de España, Juan Antonio Llopart Senent, explicara en qué consisten dichos valores. Ahora bien, de las 231 páginas del libro, unas 50 redactadas por Llopart (y ya sabemos cómo), disponemos exactamente de dos páginas, dos, dedicadas a los valores. En ellas, la mayor parte del texto la ocupa Llopart en desmarcarse del "materialismo" y únicamente emplea cinco líneas en caracterizar los valores NR (pág. 59). La misteriosa frase de Llopart, que ya hemos tenido ocasión de comentar, es "la espiritualidad de los valores", a la que añádese la preferencia del héroe frente al santo. 

Los rasgos heroicos consistirían en anteponer el honor y la fidelidad a la cobardía, en el rechazo del "Paraíso celestial pleno de igualdades y felicidad" y en la "lucha por una concepción heroica del hombre", "por una espiritualidad de combate contra la moral del esclavo". ¿Es éste el discurso del primer nivel -valores- de las "Bases NR" (valores, ideología, programa) hurtadas a Farrerons? ¿Se agota aquí el fundamento axiológico del proyecto nacional-revolucionario? Cuatro frases. Nada más. !Menudos fundamentos!

En realidad, una obra dedicada a definir el proyecto NR, debería haber convertido cada una de estas frases, en el título de un capítulo entero del libro. Pero Llopart no es capaz de desarrollar ese "tema", porque no sabe ni de lo que habla, tanto en el sentido moral como en el intelectual de la palabra. Ha entrado en un terreno de filosofía pura que desconoce enteramente. Además, aunque lo que ha escrito no es rechazable (repetimos que plagia la conferencia de Farrerons de 7 noviembre de 2008 en Madrid), tal como lo ha expuesto, es decir, a base de unos pocos eslóganes escuálidos y resecos, podría ser aceptado por cualquier evoliano con un poco de imaginación y ganas. Basta sustituir "héroe" por "guerrero" y ya tenemos al aristócrata feudal añorado por Evola (y Milá). Y, sin embargo, las posturas evoliana (derechista-reaccionaria) y nacional-revolucionaria  (Heidegger, Ledesma, Farrerons) sobre los valores, pese a las coincidencias aparentes si se reducen las ideas a unas simples consignas, esconden una incompatibilidad de fondo que es de las mismas características, aunque enormemente aumentadas ----hasta dimensiones "cósmicas" incluso---, que aquella que opuso el franquismo (nacional-catolicismo) al nacionalsindicalismo jonsista ("fascista"). No estamos ante el "fascismo frailuno" (franquismo), hazmerreír de los fascismos europeos, sino ante un fascismo chamánico, motivo de escarnio para cualquier ciudadano que, simplemente, esté en sus cabales y quiera seguir estándolo.

De hecho, y Farrerons ya explicó esto en otro lugar, el evolianismo es mucho más reaccionario que la extrema derecha católica, pues ésta todavía se siente portadora de una racionalidad heredada de la cultura filosófica griega. El "pensamiento tradicional" nos retrotrae de la teología de Santo Tomás (reivindicada por José Antonio Primo de Rivera) al ritual mágico y los eones del horóscopo, o sea,  a una postura propia de perturbados mentales. En realidad, estamos ante una conspiración oligárquica para destruir la mente de las nuevas generaciones de nacional-revolucionarios con un veneno peor que cualquier droga: la idiotez querida, buscada, el hecho de entrenarse para "rechazar la razón", para convertirse voluntariamente en un tonto irrecuperable... !Esto es Evola! Desde los años ochenta viene Jaume Farrerons enfrentándose a dicho fraude, lo último que podíamos esperar en la INTRA era que el MSR, un partido político que se fundó sobre las bases ideológicas relativamente sanas de AE, recayera en la vieja enfermedad de la Cruz Céltica, sustituyendo la verdad racional y la defensa de la modernidad por el retorno a las cavernas del "pensamiento tradicional". El único responsable de esta inmensa derrota ideológica es Juan Antonio Llopart Senent, quien en 2009, en plena reconciliación con el maestro evoliano, actuó a instancias del escrito "Por qué no soy nacional-revolucionario", publicado urgentemente por Ernesto Milá en respuesta a "Nacional-revolucionarios, ¿una alternativa de izquierdas?" de Jaume Farrerons.

Siervos de la gleba:
la sociedad "tradicional".
Analizar el caso de la derechización del fascismo español nos permitiría comprender las consecuencias políticas devastadoras que se siguen de matices filosóficos aparentemente insignificantes. Pero ahora no podemos entrar en la historia del falangismo, sino en cómo Llopart ha derechizado, por su cuenta y riesgo, un proyecto político que empezó identificándose con la izquierda nacional y que ahora, en cambio, se contrapone a ésta; el propio Llopart así lo ha reconocido expresamente. En efecto, cuando en la página 38 de ¿Qué es ser nacional-revolucionario? propone Llopart que "Diseccionemos el área", distingue entre derecha nacional-populista, históricos (=falangistas), nacional-catolicos, izquierda nacional y nacional-revolucionarios. Por lo que respecta a nuestras pretensiones en la presente entrada, la principal conclusión de este esquema de clasificación es que los nacional-revolucionarios quedarían fuera (según Llopart) de la izquierda nacional o, lo que es lo mismo, que la izquierda nacional no sería nacional-revolucionaria por el simple hecho de haberse declarado "de izquierdas". Cierto es que Llopart se aferra al clavo ardiendo de la famosa frase de Ortega y Gasset pero, una vez más, malinterpretándola, pues lo que pretende Ortega no es negar la existencia de una izquierda y una derecha políticas, sino, precisamente, cuestionar que los criterios derecha/izquierda, que son estratégicos y tácticos, sean extrapolados al plano del pensamiento sin mediación alguna. Precisamente porque la opción de izquierda nacional pertenece al plano pragmático del programa político, y no al plano de la ideología y menos todavía al de los valores (filosofía), es posible hacer propia la idea de Ortega y, al mismo tiempo, promover el vínculo vital del proyecto NR con los trabajadores nacionales. Éstos se identifican a sí mismos con la izquierda (=defensa de los intereses morales y materiales del pueblo de la nación); pese a las recurrentes obsesiones y pesadillas derechistas, por "izquierda" no entienden los ciudadanos cosas como el Kali Yuga o el aborto a la carta.

Ahora bien, al decir de Llopart, Alternativa Europea sí habría estado emparentada con la izquierda nacional: "Salvo casos aislados, en España los principales valedores de esta línea más próximos en el tiempo -básicamente los provenientes de Alternativa Europea- se integraron en el Movimiento Social Republicano" (Llopart, J. A., op. cit., p. 42). Si así fuere, el primer programa de izquierda nacional en España habría que consignarlo como aquél redactado a la sazón por Farrerons para AE (algo que no sería rigurosamente cierto porque AE no era todavía izquierda nacional, sino el inicio del camino o andadura hacia ésta). Pero al mismo tiempo, Llopart, quien sostiene haber estado vinculado desde "siempre" a posturas NR, habría evolucionado del campo de la izquierda nacional al campo nacional-revolucionario "ninista" (ni derechas, ni izquierdas). En suma, si nos atenemos a las contradicciones de su propia narración autolaudatoria, Llopart ha mentido una vez más cuando se presenta como una Atenea nacida ideológicamente armada en Molins de Rei. Mas todo ese relato esconde una mezquina mixtificación a posteriori para justificar los intereses personales actualísimos de Juan Antonio Llopart. La verdadera historia de Llopart es otra muy, muy distinta. Procede Llopart de un oscuro campo pseudo-NR (Cruz Céltica), el de los años setenta y ochenta hasta la aparición de Bases Autónomas (Madrid) y ENSPO (Barcelona), que se confunde con la extrema derecha evoliana adoctrinada por Ernesto Milá; Llopart empieza a tener alguna noción de aquéllo que distingue al genuino proyecto NR del pedestre ultraderechismo gracias a Farrerons, quien le redacta un programa político orientado a la izquierda nacional, es decir, nacional-revolucionario, en abierta oposición a la idea evoliana de contrarrevolución; finalmente, en un tercer movimiento, retrocede Llopart ante las consecuencias de ese mismo programa y derechiza el proyecto iniciado como AE, convirtiendo el MSR en una opción "NR" neocéltica ("tradicional"), siempre con características propias pero incapaz de romper esa prisión que denomínase eufemísticamente "el área".

Ernesto Milá, evoliano e informador cloacal.
El "área"... Misterioso vocablo, clave secreta, empero, del texto de Llopart. Denominación técnica del gueto ultraderechista, corralito facha del cual el fundador del MSR no ha podido escapar a pesar -dicho sea en su favor- de haberlo intentado sinceramente en algún momento de su fracasada carrera política.

Observemos, en este sentido, uno de los cambios que se producen entre el Programa Político de Alternativa Europea (1997), redactado por Farrerons, y el amaño de Norma Programática del MSR de 2008, consistente en recortar los elementos axiológiocos más NR (=izquierdistas nacionales) de aquél. En una aparentemente minúscula amputación se encierra un importante significado, síntesis del proceso de rederechización al que el MSR es sometido por Llopart para no perder a sus legiones de skin heads (los "guerreros" del evolianismo real). Y todo ello a los solos efectos de mantener la clientela editorial del área, es decir, la fuente de información y recursos económicos del propietario de Ediciones Nueva República. Veáse, en fin, la conclusión (punto 36) del programa político de AE:

Alternativa Europea se define como alternativa de valores éticos a la sociedad de consumo, pero no a la modernidad en cuanto tal. Antes bien, pretendemos salvaguardar, en la crítica general del individualismo, el relativismo y el economicismo hedonistas, aquellas instituciones del mundo occidental que definen la cultura racional desde la Grecia clásica, y que han contribuido a disolver los aspectos de las culturas tradicionales ligados a lacras, como por ejemplo la explotación, la miseria, la superstición y el inmovilismo. / Entendemos que la sociedad de consumo representa una desviación del proyecto moderno, promovida por la subcultura izquierdista de la transgresión y por el individualismo sociológico en sus versiones, tanto liberal, como libertaria. Forma parte de la crisis de transformación y liquidación final de la sociedad tradicional europea, acompañada por la inevitable pérdida de viejos y caducos referentes éticos. La modernidad puede y debe tomar conciencia de sus valores auténticos, ligados a una espiritualidad ética de la verdad racional, para llevar adelante la realización del proyecto histórico iniciado por Grecia en el siglo V a. C., y edificar al fin una sociedad justa fundada en las estructuras y principios de la libertad política (democracia), la racionalidad cultural (ciencia y filosofía), el progreso económico (socialismo y tecnología) y el servicio a la nación (Estado cívico).

Juan Antonio Llopart, discípulo de Milá.
De este fragmento  han sido eliminadas, en el programa del MSR (2008), todas las referencias a la racionalidad (en verde). Y allí donde dice "ética de la verdad racional", en su lugar se ha pegado la etiqueta idiotizante del Cesid: "espiritualidad tradicional". Que significa: vuélvete un "iniciado" (=majadero) y deja de ser peligroso para el sistema. Una vez dado el giro a la derecha, el engarce lógico entre el nivel discursivo de los valores y su plasmación ideológica y política como modernidad  alternativa (proyecto NR, fascista originario), conviértese en la subversión pura y simple de las conquistas sociales; y consecuentemente, empuja en la dirección de una extrema derecha radical, hiperreaccionaria, cavernícola, de imposible plasmación política como no sea por medio de la mentira y la más absoluta autodestrucción intelectual ----y psíquica--- tanto de los perpetradores cuanto de sus víctimas. En efecto: no puede confesárseles a los ciudadanos que se les va a privar de la seguridad social, la escolarización obligatoria y el derecho a elegir a sus representantes políticos, para, en lugar de tan decadentes instituciones modernas, restituir los privilegios de una aristocracia hereditaria de señores presuntamente superiores por nacimientoParece absurdo pretender, por ejemplo, que la magia o la tradición hermética ocuparán el lugar de la ciencia y, además, colgar esto en un programa electoral. Carece de sentido, yendo hasta el final, razonar contra la razón y sugerir que esos "razonamientos", por llamarlos de alguna manera, sí serían válidos... Por supuesto, uno siempre puede "sentirse" superior sin tener que esforzarse en nada; y acreditar esa ilusoria superioridad afirmando poseerla y calificando de "racionalista" a quienquiera ose preguntar,  dudar o cuestionar la consabida fábula jerárquica de todos los sectarios vendedores de pócimas milagrosas. Semejante bazofia para enanos acomplejados sólo puede existir en la mente de supuestos "guerreros" que se adoran a sí mismos, en medio de las ruinas, como última expresión de una perdida "edad dorada" sólo identificable en sus cabecitas intoxicadas, pero que, en el mejor de los casos, se dedicarán a jugar a los espías anticomunistas ---mirando con desprecio, desde "lo alto", a todos aquellos que no compartan sus risibles "saberes iniciáticos"--- en este mundo contemporáneo ya condenado e intrínsecamente "malo"; un sitio donde cualquier acción política resultaría a la postre inútil porque la evoliana concepción cíclica del tiempo y de la necesaria decadencia vuelve vano todo influjo histórico de la voluntad, individual o colectiva; donde sólo queda, por tanto, "cabalgar el tigre", o sea, embolsarse el sobre color sepia de los servicios de información del Estado y burlarse de quienes hayan quemado su existencia por la causa nacional-revolucionaria europea. De ahí que Ernesto Milá, principal autoridad del evolianismo (!citado por Llopart en su libro!), sostenga sin pestañear que lo NR no existe (desde luego, Milá ha hecho todo lo posible para que lo NR no exista, ha sudado la camiseta a fin de convertir esta afirmación en una constatación de hecho). A pesar de las escandalosas evidencias de colaboracionismo policial, Llopart reconoce a Milá como fuente ideológica, mientras, en un alarde de "objetividad" que ya retrata al futuro cacique en ciernes, silencia a Farrerons ignorando las gigantescas deudas doctrinales existentes, por no hablar de un compromiso nacional-revolucionario expreso y, este sí, real, que se remonta a la época de ENSPO (nada menos que 30 años atrás). Primer engaño, primera mezquindad "personal" de Llopart, tras la cual vendrán, inexorablemente, todas las demás.

Documentación anexa para ilustrar por qué los términos "verdad racional", "modernización", "cultura racional" y "espiritualidad ética de la verdad racional", entre otras, han desaparecido del programa del MSR.

Wikipedia

Crítica de Evola al Nacionalsocialismo y al Fascismo

http://es.wikipedia.org/wiki/Julius_Evola

Fue desde un principio sumamente crítico tanto con el fascismo como con el nacional socialismo, en especial respecto a la figura del mismo Hitler, a quien acusaba, "en razón de su demagogia populista" (algo que Evola despreciaba), de ser, antes que una alternativa a la decadencia del Occidente, una de las últimas partes de su proceso moderno disolutivo. Es decir, Hitler no era el salvador de Alemania que venía a purificar al pueblo —y al mundo ario— trayendo una Weltanschauung renovadora, sino que era la última piedra que venia a hundir aún más a los hombres. Para él, el movimiento nacionalsocialista (principalmente su racismo) fue el «ultimo zarpazo» que el nefasto mundo decadente —que llamaba genéricamente moderno— dio a los hombres. Postura que sostuvo hasta su muerte. Evola atacó a todos los teóricos del nacionalsocialismo, apuntando con extraño y persistente ahínco hacia la doctrina racial, pretendía disolver los fundamentos de la incipiente cosmovisión natural y científica.

Evola se reconocería en distintos escritos como en su libro Imperialismo Pagano como antifascista, Evola dice que el nacionalismo es repugnante y que los escuadristas eran plebeyos, subraya el hecho de haber “atacado repetidamente la teoría de la “socialización” que, como se sabe, fue santo y seña del fascismo de Salò: al cual no me adherí en cuanto doctrina... En la socialización veo un marxismo encubierto, una tendencia demagógica...”. A su vez confirmaría que “En realidad las posiciones que he defendido y que defiendo, como hombre independiente... no son las denominadas “fascistas” sino las tradicionales y contrarrevolucionarias”.

Evola consideraba al nacionalsocialismo como «vulgar», «demagogo», «aberrante», «incoherente», «nefasto», «arrogante», «deforme mental por su cientificismo», «iluso», «paranoico», «obseso», «diabólico», «histérico», «abominable», prácticamente no le faltó ningún epíteto. Consideró al nacionalsocialismo como «totalmente ajeno a la Derecha tradicional» que él representaba. No obstante, rescataba solamente algunos puntos que tenían en común con su doctrina, como por ejemplo el elitismo de la SS. En su intento de destruir las bases del nacionalsocialismo no dudó en atacar algunas de sus fuentes. Criticó desmedidamente a Richard Wagner (el maestro y compositor que dio la mayor inspiración artística, ideológica y espiritual a Hitler), de llevar la mitología nórdica a lo que el llamaba una «desviación» a través del arte, convirtiéndose este arte en «un instrumento de perversión moderna». Llega al extremo de decir que el maestro Wagner es un «despreciable producto moderno» especialmente en el campo ideológico racista y mitológico nórdico, afirmando que «deforma» lo que él (subjetivamente) entiende por espiritual y tradicional. Esto es extraño ya que Wagner encarnaba la restauración tradicional y la promovía a través del Arte y las ideas, es por esto que cautivó a Hitler quien afirmó «convertiré a Parsifal en un movimiento político espiritual». En cuanto a la música de Wagner, la criticaba llamándola melodramática, mientras a la de Beethoven la designaba como trágico-patética. Criticó duramente a los padres del racismo y el revival ario, como a Chamberlain y Gobineau, y a todos los que siguieron ideológicamente a Wagner como así también a los principales teóricos racistas del III Reich. Es decir, pretendió desmantelar todos los orígenes profundos de la revolución ario-racista en Europa. De esta manera, pensaba que atacando a Richard Wagner y a los precursores del racismo ario, descalificaría de raíz todo el Nacionalsocialismo en su esencia y cosmovisión racista.

A pesar de criticar al nazismo por su racismo, Evola, quien sin duda se consideró a sí mismo -pobre payaso- un ser "superior" a cualquier obrero industrial moderno, es capaz de escribir cosas como la siguiente en defensa de un retorno puro y simple a la sociedad aristocrática de castas:

Cuando las cosas han llegado a este punto, no hay que extrañarse que las razas superiores mueran. La lógica inevitable del individualismo tiende también hacia este resultado, sobre todo en las "clases" pretendidamente "superiores" de hoy, en las que disminuye el interés hacia la procreación; sin hablar de todos los demás factores de degeneración inherentes a una vida social mecanizada y urbanizada y, sobre todo, a una civilización que no conoce los límites saludables y creadores constituidos por las castas y las tradiciones de la sangre. La fecundidad se concentra entonces en los estratos sociales más bajos y en las razas inferiores, donde el impulso animal prevalece sobre todo cálculo y consideración racional. Se produce inevitablemente una selección al revés, el ascenso y la invasión de los elementos inferiores, contra los cuales la "raza" de las clases y de los pueblos superiores, agotada y derrotada, no puede nada o casi nada, como elemento espiritualmente dominador.


8 comentarios:

Miguel dijo...

Es interesante que se muestren esas palabras de Evola sobre el racismo y el NS, dado que no es raro encontrarse actualmente con nacionalsocialistas evolianos. Por otra parte, muchos seguidores del barón italiano aprovechan sus ideas sobre esta cuestión para dar una mejor imagen de su maestro.

No pretendo abrir aquí una discusión sobre lo lícito e ilícto de las ideas raciales y el nazismo, pues escapa al tema del artículo, pero sí me gustaría hacer un comentario al respecto.

Como se ha señalado, Evola rechaza el racismo y al NS por considerarlos modernos y ajenos a sabidurías tradicionales. Pero creo que su oposición viene también por otro motivo. Los teóricos del NS insisten en que una vez lograda la anhelada comunidad racialmente homogénea -y repito que no quiero discutir sobre lo ilegítimo o no de esa aspiración-, todos sus miembros gozarían de los mismos derechos y deberes.

Miguel dijo...

Una vez alcanza la utopía racial que se proponía desde el NS, sólo habría "igualdad", sólo habría una comunidad compuesta por "arios", en la que el referente principal sería precisamente ese: su calidad de "arios", sin que importase si eran de extracción plebeya o poseyesen una genealogía aristocrática. Algo sencillamente inadmisible para Evola.

Como se ha dicho en este blog, el racismo del NS supone admitir la desigualdad del género humano. Eso es muy cierto. Pero la otra cara de la moneda podía suponer la "igualdad social" dentro de la comunidad racial. Creo que Evola percibió ésto y es uno de los motivos de su repugnancia por el nazismo.

Por ejemplo, creo recordar que fue Walter Darré quien dijo algo así como que era más fácil encontrar la sangre aria en el campesinado que en las familias nobiliarias. Considerar que pescadores y labriegos eran más dignos de estima que la aristocracia supondría sin duda una verdadera blasfemia para Evola.

La postura del italiano concuerda con la un miembro de la llamada Revolución Conservadora, el poeta Stefan George, quien criticaba al NS no por lo que pudiera tener de dictatorial o violento, sino por considerarlo un movimiento plebeyo y populachero (George consideraba que el gobierno debía estar en manos de aristócratas elitistas).

ENSPO dijo...

En efecto, el racismo de Evola es clasista y basado en creencias de tipo reaccionario, irracional. Evola insiste en que la autoridad viene "de lo alto", pero este "de lo alto" no se aclara, se trata de un fraude típico de sacerdotes.

Evola no podía soportar en el nazismo una doctrina de la raza biológica fundamentada en un discurso de tipo científico y que no hacía distinciones de clase, valorando sólo a los más capacitados para el servicio a la nación.

Evola odiaba el nacionalismo. Lo suyo eran las castas amparadas en fábulas sobre el origen divino de los parásitos con peluquín empolvado.

Evola es una de las mayores montañas de mierda de la extrema derecha y ha hecho un daño terrible al socialismo nacionalista revolucionario.

Un evoliano es un TRAIDOR y debe ser echado a patadas de cualquier organización NR digna de ese nombre.

No se puede ser evoliano inocentemente.

Miguel dijo...

Exacto, no es posible ser NR o NS a la par que evoliano.

Y añadiría que es también imposible ser identitario al estilo de organizaciones como Terre et Peuple a la par que evoliano (y conste que, como ya he dicho en los anteriores comentarios sobre el NS, no quiero iniciar un debate sobre las bondades o perjuicios de esta corriente).

Los identitarios suelen apelar a las raíces de Europa, a su cultura y tradiciones, al mismo tiempo que reconocen a Evola como un referente. El problema es que el barón italiano no tenía escrúpulo alguno en apoyar sus tesis tanto en "tradiciones" europeas como extraeuropeas. En las páginas que escribió, podemos ver que apela, por ejemplo, al mundo grecorromano o a tradiciones germánicas de igual modo que lo hace con el Budismo, el Sintoísmo, el Hinduísmo o el Islam.

Es decir, en Evola hay poco o nada de específicamente europeo o reivindicación de la identidad europea. Bebe indiscriminadamente de fuentes europeas al igual que de las procedentes del Lejano Oriente o del desierto Arábigo (si acaso, se puede salvar la contradicción con el Hinduísmo, a través de las lejanas raíces indoeuropeas).

Aquí hay una gran incongrencia de fondo. Los identitarios no pueden posicionarse políticamente contra la islamización de Europa al mismo tiempo que toman como base ideológica a alguién cuyos textos han llevado a varios nacionalistas europeos a convertirse en musulmanes (algo que se agrava en el caso de René Guenon, la otra "vaca sagrada" de los tradicionalistas).

Creo que, en lo tocante a esta cuestión, los identitarios han de revisar seriamente sus posturas. Si bien es justo reconocer que algunos identitarios franceses han caído en la cuenta y han empezado a denunciar a Evola y a Guenon como pensadores perjudiciales y antieuropeos.

ENSPO dijo...

En efecto, al igual que los cristianos, Evola vuelve a colocar a Dios por encima de la nación y en el fondo promueve un universalismo. Eso cuando no abomina directamente del nacionalismo. Los cristianos, católicos en especial, que se dan cuenta de lo que significa el Sermón de la Montaña, han encontrado en Evola un antídoto contra la vergüenza del katholon (=universalidad fraternalista) vaticana, pero sólo para ver reproducida la misma escaramuza lógica en sitios tan lejanos como Japón (Tao) o la India (budismo).

ENSPO dijo...

En cuanto al tema del islam, es flagrante. En la época de ENSPO, cuando defendíamos la cultura griega clásica, Milá y Moreno nos oponían el islam esgrimiendo librescos ejemplares de Evola y René Guénon, mientras denostaban la "nación" como fenómeno burgués. Hoy esos mismos personajes se dedican a la demagogia anti-islámica en nombre del patriotismo. No tienen vergüenza ni la han conocido. Evola es una directriz ideológica a exterminar, y la cosa corre prisa, el veneno con el que han paralizado el campo NR durante medio siglo sigue inoculado en la sangre de los camaradas.

Miguel dijo...

Ya para acabar con mis intervenciones en este hilo, me gustaría decir que me parece muy acertada la conclusión de que es imposible hacer política desde el discurso evoliano.

Ninguna formación que pretenda seriamente tener algún éxito en política puede proponer el regreso a las condiciones previas a 1789. El último movimiento que intentó eso en nuestro país fue el Carlismo; su historia, su evolución ideológica y sociológica, lo que ocurrió con gran parte de su militancia en la Transición (que acabó en el PP o el PNV) pueden ser objeto de estudio para aquel que quiera comprender el papel que puede jugar una corriente política así actualmente.

La pretensión de retornar a la sociedad del Antiguo Régimen es un sinsentido en estos días. Por eso la doctrina evoliana es una vía muerta en política. Ni los regímenes más reaccionarios del siglo XX llegaron a eso. Ni siquiera el Franquismo de la segunda mitad de la década de los 40 y casi toda la década de los 50 -su época más ultraconservadora y nacionalcatólica- se planteó ese objetivo (más allá de las fantasías privadas de alguno de sus jerarcas y partidarios).

Decía el norteamericano Ralph W. Emerson que "El mundo cambia, nos guste o no". En ese sentido, hay que reconocer que incluso alguien con escasa formación intelectual, como fue Francisco Franco, demostró una mayor perspicacia e inteligencia que Evola y sus seguidores al comprenderlo.

Por último quisiera indicar que se da una tremenda incongruencia en la postura política de uno de los evolianos que se menciona en el artículo. Esa persona ha adoptado como lema político "Somos los de abajo y vamos a por los de arriba". Un evoliano no puede decir eso, su maestro lo consideraría una aberración. Quien pronuncie esa frase o no cree en lo que dice o no cree en Evola (o no cree ni en lo uno ni en el otro).

ENSPO dijo...

Ciertamente, elaborar un programa electoral coherente con el evolianismo sería algo así como colgar un cartel que dijera: "restablezcamos la servidumbre de la gleba". No es extraño que Milá se oponga a la fundamentación ideológica NR y a la fundamentación ideológica de la política "en general", porque, o una de dos, o el programa NR desplaza a la bazofia evoliana,o la bazofia evoliana tiene que salir de su escondite y mostrarse en toda su ignominia. La única política posible de Ernesto Milá es el engaño al pueblo y la lucha interna contra los auténticos NR que puedan desenmascararle. Ernesto Milá y sus colaboradores son TRAIDORES con todas las letras.