Mientras examinamos toda la documentación pertinente de y sobre Evola, nos hemos detenido y tomado un respiro para echar un vistazo a los "evolianos" más próximos al "caso MSR" que aquí nos ocupa. El año 2010 (la fecha no es casual, como veremos), Ediciones Nueva República, la casa regentada por el presidente del MSR, Juan Antonio Llopart, publicó oportunamente y en la época de la famosa "foto de la vergüenza", la Introducción al tradicionalismo de Julius Evola, de Ángel Fernández. Se supone que en las 95 páginas de texto (el resto son anexos antológicos) encontraremos un resumen de la doctrina evoliana que constituirá, también, una muestra del nivel teórico y sesgo político de los propios evolianos. No entraremos aquí en la cuestión de si la interpretación que los evolianos hacen de Evola es "correcta" o no. Se observa, bien es cierto, por ejemplo en la Biblioteca Evoliana, una sutil censura del período filosófico (1925-1930) de Evola, cuando éste publica libros que no ha habido interés en traducir al español, como la Teoría del individuo absoluto (1927) o la Fenomenología del individuo absoluto (1930). Sí ha sido traducido, en cambio, el Ensayo sobre el idealismo mágico (1925), cuyo título ya sabe a turrón. Estas obras, donde Evola no pretende hablar como "iniciado", sino en calidad de filósofo, ponen en evidencia, con toda su enorme vulnerabilidad, el núcleo de la ideología evoliana y su dependencia de determinados pensadores clásicos, a los que retuerce y exprime para llegar allí donde más le interesa llegar al señor barón, a saber: la negación de la muerte (su propia muerte, conviene añadir), aunque sea utilizando, a la postre, "métodos" (?) mágicos. Pero de esta cuestión nos ocuparemos en otra entrada.
Evola contra Salò o el cautiverio esotérico del MSR
Evola contra Salò o el cautiverio esotérico del MSR
Antes de profundizar en una materia filosófica harto compleja que requiere el análisis previo de los mencionados escritos, entre otros, hemos intentado, en efecto, detectar en el libro introductorio de Ángel Fernández Fernández el reconocimiento de ese punto de ruptura con la inteligencia y la racionalidad que hace del evolianismo un absurdo político. Así, en los pasajes dedicados a la sociedad de castas que abiertamente defiende Fernández como alternativa a la modernidad, encontramos la siguiente caracterización de los shudras u obreros:
En último lugar, debemos hablar de los shudras que se podrían equiparar al obrero, ya que son aquellos que no dependen de sí mismos. Carecen de la capacidad intelectiva que les permita acceder a la trascendencia e ideales espirituales (Fernández Fernández, Á., op. cit., pp. 48-49).
Recordemos que en su libro ¿Qué es ser nacional-revolucionario?, publicado no en vano el mismo año y en la misma editorial por Juan Antonio Llopart Senent, se caracterizaba el "ser" nacional-revolucionario en términos claramente evolianos. Afirmóse allí, en efecto, que la esencia de lo NR son los valores, pero usurpando, amputando y tergiversando tanto el programa político original (1997) de Alternativa Europea, cuanto la conferencia "Nacional-revolucionarios, ¿una alternativa de izquierdas?" (2008) de Jaume Farrerons. Esta caracterización axiológica adquiría ahora un sentido irracionalista, reaccionario y derechista. Llopart habla, recordémoslo, sin dar otra explicación que la típica del héroe interpretado como guerrero, de una "espiritualidad de los valores" cuyo trasfondo social y político no es otro que aquélla de la sociedad de castas.
Ahora bien, si admitimos semejante discurso ideológico como "fundamento" del programa político del MSR, las paradojas que se desencadenan no dejan de resultar risibles e inagotables, por decirlo suavemente. En primer lugar, en el esquema de castas, la casta de los comerciantes es superior a la de los obreros. Según Ángel Fernández Fernández por debajo de los khsatriya (guerreros) encontramos, en efecto, a los vaisiya (mercaderes):
Seguidamente tenemos a los khsatriya que eran la casta de los guerreros y que buscan la realización espiritual a través de la acción pura, no materializada. En esta categoría entraría el propio Evola como hemos visto con anterioridad. El mejor ejemplo de ese concepto de acción viene dado por las órdenes de caballería medievales. / Después tenemos a los vaisiya que son los que Evola denomina casta de mercaderes. Se encuentran al nivel de lo puramente material que ven como un objeto de ganancias. Aquí tenemos la esencia del espíritu burgués y su voluntad por convertirlo todo en negocio y lucro (op. cit., p. 48).
!Defendamos lo que es nuestro!
Fernández no explica por qué motivo se encontraría el burgués por encima del obrero (o campesino) y cómo se puede tener la desvergüenza de pretender, en tanto que de nacional-revolucionario, que los trabajadores, por una cuestión de "raza espiritual", es decir, no nos engañemos, de nacimiento, somos unos seres que "carecen de capacidad intelectiva que les permita acceder a la trascendencia e ideales espirituales".
Por otro lado, que Juan Antonio Llopart, en su propio libro, se está refiriendo al kshatriya como paradigma del militante social-republicano, es algo obvio por la misma caracterización del héroe en cuanto guerrero y de los valores por su "espiritualidad", a cuya carencia alude Fernández por lo que se refiere a los shudras u obreros. Véase Llopart:
Por otro lado, está otra concepción espiritual, aquella que rechaza la concepción materialista, tanto del materialismo dialéctico marxista, como de la concepción materialista liberal, pero al mismo tiempo rechaza, en base a los Valores que asume y defiende, la espiritualidad proveniente de la fe religiosa: la ESPIRITUALIDAD DE LOS VALORES. En efecto, el NR cree en el héroe antes que en el santo, en quien vence en buena lid antes que en el mártir sumiso, antepone la fidelidad y el honor antes que la caridad y la resignación, considera la cobardía y el conformismo como un mal peor que el pecado; el NR no lucha por un Paraíso celestial pleno de igualdades y de felicidad, lucha por una concepción heroica del hombre, por una espiritualidad de combate contra la moral del esclavo (Llopart, J. A., op. cit., 2010, p. 52).
Sin embargo, la sociedad de castas es precisamente una sociedad de esclavos, y la teoría evoliana del guerrero no hay manera de hacerla encajar, a menos que se trate de un engaño para bobos, en la concepción de las dos "clases", léase: la "clase del sistema" y la "clase revolucionaria", proclamada por Llopart, pues según éste:
Kshatriya contento. Felicidades por la faena. Eres un as.
Cuando hablo de Clase Revolucionaria, hablo de todas aquellas personas cuyo afán no es otro que el de subvertir el actual orden capitalista globalizador apoyados en una escala de VALORES superiores, tales como la Verdad, la Solidaridad, la Fidelidad, el Honor... Una clase Revolucionaria que tiene el deber moral de unificar todos sus frentes e integrar en ella a todos los auténticos revolucionarios, expulsando todas las expresiones propias de la Clase del Sistema, en especial toda manifestación de materialismo (Llopart, J. A., op. cit., p. 13):
Y ahora nos preguntamos, ¿se les ha explicado a los miembros de la "clase" revolucionaria de procedencia obrera -shudras- que están luchando para subvertir el orden capitalista pero sólo a efectos de restablecer el orden premoderno del Antiguo Régimen en su versión más dura, a saber, la sociedad de castas hindú? ¿Se les ha confesado o advertido a dichos camaradas que en ese nuevo sistema "tradicional", ellos serán considerados seres inferiores a los burgueses (vaisiyas) y, en fin, unos idiotas carentes de "capacidad intelectiva" y de toda dignidad espiritual?
En tercer lugar, la distribución de méritos resulta un tanto arbitraria. Así, Evola se sitúa a sí mismo entre la casta de los guerreros, cuando a lo largo de toda su vida no fue más que un rentista dedicado al yoga, el consumo de drogas y la ociosa redacción de libros, alguien que, adormeciendo su mala conciencia de intelectual corroído por el auto odio, se paseaba bajo las bombas a fin de demostrar que no era lo que efectivamente era, sino un kshatriya védico del siglo XV antes de Cristo. Ahora bien, ¿quién decide aquello que le corresponde a cada cuál por lo que respecta al rango de la escala "tradicional"? ¿El propio Evola? ¿Con qué autoridad? ¿Por qué el patético Julius había de ser a priori "mejor", en cualquier sentido de la palabra, que los profesores universitarios alemanes caídos por su país en el frente ruso, a quienes nunca se les hubiera ocurrido considerarse superiores a los trabajadores que, codo con codo, combatían a su lado luciendo el mismo uniforme?
En cuarto lugar, desde el esquema de "análisis" evoliano (por llamar de alguna manera a la "castiza" narración histórica de la decadencia progresiva), el enfrentamiento actual entre burgueses y trabajadores, que correspóndese aproximadamente con la oposición entre la "clase" sistémica y la "clase" revolucionaria de Llopart (es obvio que la mayoría de los oligarcas son burgueses y la mayoría de las víctimas de los oligarcas somos trabajadores), opondría una casta superior, los vaisiya (burgueses), a una casta inferior, los shudra (trabajadores). En definitiva, no quedando ya más guerrero que Evola (¿y Milá?), y esto por designación propia, los nacional-revolucionarios evolianos deberían así apoyar a los burgueses como mal menor frente a la degradación "espiritual" que comportaría la toma del poder político por parte de los trabajadores. Esto es exactamente lo que creía hacer Evola al dar cobertura ideológica a la red Gladio, conspirando conscientemente para el atlantismo conservador frente al totalitarismo comunista. A evitar que los nacional-revolucionarios de la RSI (Salò) incurrieran en tentaciones obreristas dedicó toda su vida el canallesco y prepotente barón siciliano. Milá le siguió en España. Más sorprendente es que el MSR se haya prestado a repetir la operación en 2008-2010 cuando parecía, con el programa de AE del año 1997 en la mano, que la cuestión de los valores expuesta por Jaume Farrerons vacunaba a los NR, ya de una vez por todas, contra esa enfermedad política incurable denominada "extrema derecha". Pero Llopart no había entendido nada de los "valores" y, en cualquier caso, perseguido por la fiscalía, su catadura moral le impedía hacer los sacrificios personales inexcusables para consumar el retorno a las fuentes izquierdistas y revolucionarias del fascismo originario. No quería, Juan Antonio, quedarse solo y ver hundido su negocio editorial, que le da de comer.
El MSR (Movimiento Social Republicano) nació como plasmación de ese proyecto de refundación inspirada en el giro izquierdista de Mussolini durante la República Social Italiana (RSI). Esta es la verdad. Evola, que ya en el Ventennio consideraba al fascismo una cosa demasiado izquierdista, contempló el tardío intento mussoliniano de recuperar las esencias del fascismo de 1919 como una amenaza para su concepción reaccionaria del mundo. El odio de Evola a la RSI es el mismo tipo de tic clasista vomitivo que experimentaría ante el MSR si éste hubiera permanecido fiel a sus directrices (re)fundacionales. Para que no quepa duda de lo que diría Evola de los social-republicanos nos remitimos una vez más al libro de Ángel Fernández Fernández:
De hecho de Saló (sic), Evola no es capaz de extraer nada positivo en clave tradicional (op. cit., p. 61).
Lo único que admiraba Evola del fascismo era... !su pestilente contubernio con la monarquía! Al rey le asignaba Evola (suponemos que en estado de delirio) la función de autoridad que veía erosionada en el mundo moderno. Pero precisamente, Salò significa la ruptura republicana en que el Duce ya no encarnará una mera figura secundaria subordinada al monarca:
Esta función es la que Evola asignaba a Mussolini y que quedó rota a partir de la república de Saló (sic), en la cual además se acentuaban los elementos socializantes (op. cit., p. 62).
MSR: ¿construyendo la sociedad de castas?
El propio Fernández detecta la contradicción en la que se enfanga el evolianismo cuando intenta pasar de las fantasías esotéricas a los hechos sociales y políticos concretos:
Evola hablaba de la necesidad de infundir unos nuevos valores y un código ético de honor y fidelidad entre los trabajadores y los empresarios. Paradójicamente, la república de Saló (sic), a la que tanto despreciaba Evola, fue la que planteó una lucha más decidida contra el capitalismo ya que todo trabajador era, junto al empresario, quienes tomaban decisiones excluyendo del proceso productivo a los simples especuladores, extraños a estos procesos de producción (op. cit., p. 63).
Así que, desde el punto de vista doctrinal, incluso José Antonio Primo de Rivera, un católico que inició el proceso de derechización del proyecto fascista español fundado por el heideggeriano Ramiro Ledesma Ramos, se encuentra más próximo a los fundamentos ideológicos nacional-revolucionarios que cualquier evoliano, es decir, más a la izquierda. Existen centenares de ejemplos que podrían acreditar e ilustrar esta afirmación, nos limitaremos a uno:
El régimen social imperante, que es, por de pronto, lo que se ha salvado de la Revolución, nos parece esencialmente injusto. Hemos estado contra la Revolución por lo que tenía de marxista y antiespañola, pero no vamos a ocultar que en la desesperación de las masas socialistas, sindicalistas y anarquistas hay una profunda razón en la que participamos del todo. Nadie supera nuestra ira ni nuestro asco contra el orden social conservador del hambre de masas enormes y tolerante con la dorada ociosidad de unos pocos (José Antonio, Obras Completas, p. 310, manifiesto de 13 de octubre de 1934).
Dorada ociosidad del terrateniente Julius Evola. Entre un evoliano y un falangista católico, incluso un franquista (que ya ni siquiera es falangista, como sabemos), hay que quedarse con el católico. Por muy reaccionario que éste sea, siempre sentirá mayor respeto y empatía por la Stimmung "fascista" (=izquierdista nacional) que un aristócrata repulsivo con monóculo, empeñado en trasplantar el régimen de castas de la India a Europa. Pues no nos engañemos sobre la "agenda social de Evola"; trátase, efectivamente, de restablecer la esclavitud en el solar histórico donde surgiera el socialismo como imperativo de dignidad humana del pueblo de la nación. Superar el franquismo para caer en el evolianismo es, por tanto, como curarse de una gripe letal sólo para pillar la tuberculosis crónica degenerativa. Mas no otro ha sido el camino emprendido en 2008 por el MSR gracias a Juan Antonio Llopart Senent.
Valga lo dicho hasta aquí sólo como aperitivo político de la caracterización que los propios evolianos hacen de la obra de Evola, porque sólo por sus efectos políticos sobre el campo NR nos ocupamos del escritor italiano. Si dichos efectos, que por cierto son perversos, no se detectaran con pesar, tampoco perderíamos el tiempo en semejante bodrio, Julius Evola, cuyo valor filosófico es nulo y, a diferencia del filósofo y militante nacionalsocialista Martin Heidegger, carece de toda relevancia en el panorama mundial del pensamiento. Volvamos pues a Ángel Fernández Fernández y su ensayo introductorio. Nuestra intención es ir derechos al corazón mismo del evolianismo interpretado por los propios evolianos. Ya veremos en otras entradas hasta qué punto, si fuera el caso, se equivocan los evolianos incluso en la exégesis de su risible magister
Ángel Fernández Fernández en un acto del MSR.
La esencia del evolianismo según Ángel Fernández Fernández
En la página 38 del libro del Sr. Fernández Fernández nos topamos, pasmados, con la siguiente afirmación del autor:
En los remotos comienzos de la humanidad se vivía en una sede ártica primordial donde los hombres, de naturaleza celeste, disfrutaban de los mismos privilegios de (sic) los dioses.
No vamos a mofarnos cruelmente, aunque podríamos hacerlo, de este "enunciado". Nos limitaremos a emplearlo como hilo conductor para distinguir aquellas ideologías que pueden fundamentar un programa político en tanto que ostentan una legítima pretensión de validez, de aquellas otras que pertenecen al mundo de las sectas, la religión, la literatura, las opiniones personales u otros ámbitos de lenguaje. Por este camino alcanzaremos el meollo del evolianismo eludiendo el fárrago selvático de su prolífica literatura. El presente enfoque puede asimismo concebirse como una guía de lectura crítica del aristócrata italiano. Sin olvidar que Evola fue, en primer lugar, un antifascista (y de la peor especie), de manera que entra de lleno en los intereses de nuestra bitácora independientemente de los ligámenes que haya podido establecer, desde el punto de vista ideológico, con el Movimiento Social Republicano.
Entendemos, para empezar, que el Sr. Fernández, si la doctrina evoliana ha de ser vinculante en orden a una acción política, está haciendo con la frase citada una afirmación de hechos. Para que nos entendamos, una afirmación de hechos es algo tan simple como decir: "en esta silla está sentado Ernesto Milá". Si pretendemos que esto es verdad, la forma de acreditar la validez del enunciado consiste en constatar que, efectivamente, Ernesto Milá está sentado en la silla. Dicha operación puede resultar mucho más complicada de lo que parece a primera vista y en el ámbito de la criminología se utiliza incluso la dactiloscopia para identificar a las personas, pues quien está ahí sentado podría ser alguien muy parecido a Milá, pero no el mago iniciado Ernesto Milá Rodríguez. En el caso de hechos históricos, la verificación realízase mediante métodos de documentación, química, arqueología... La física puede requerir instrumentos complejísimos de alta tecnología, etcétera. En cualquier caso, una afirmación de hechos ha de poder verificarse, sobre todo si contradice todo lo que sabemos en relación con algún tema. Cuando afirmamos que París es la capital de Francia, resultará fácil aceptar esa pretensión; y nadie "comprueba" todo lo que "sabe". No así si la frase del ejemplo se modifica de la siguiente manera: "en esta silla está sentado el kshatriya Ernesto Milá". Habría que acreditar otro hecho previamente, a saber, que Ernesto Milá es un kshatriya. Desde luego, si la condición de kshatriya se establece de la siguiente manera: "es un kshatriya todo aquel que sostenga serlo", como ocurre con los seguidores del Barça o los amantes de la cerveza, entonces no habrá problema teórico. Pero si el carácter de kshatriya otorga algún derecho, un efecto real en el mundo social, la cosa cambia. En una oposición a una plaza de funcionario público, la condición de licenciado universitario puede ser requisito necesario de participación y entonces habrá que acreditar la existencia del título que garantiza la posesión de determinados conocimientos. Evola se consideraba a sí mismo un "guerrero", miembro de una casta superior y, en consecuencia, "mejor" que otras personas, pero esta pretensión carece de todo fundamento, su validez es la misma que la condición de "pueblo elegido" de los judíos, léase: ninguna validez, por mucho que los interesados se otorguen inmediatamente a sí mismos ciertas presuntas prerrogativas cuyo disfrute explica la obscena impostura.
En el evolianismo, nos encontramos con el siguiente criterio de validación de los enunciados doctrinales: son válidos aquellos enunciados que hayan sido emitidos por un iniciado. La condición de iniciado, empero, no es verificable como algo relevante, sino un rasgo descriptivo del mismo tipo que la de seguidor del Barça o amante de la cerveza. No obstante lo cual, dicha condición otorgaría supuestos derechos, pues, según los evolianos, sólo los enunciados con pretensiones de validez proferidos por un iniciado son válidos, o sea verdaderos, y así lo mantienen los propios interesados por motivos obvios que no se le escapan a nadie. Tales "verdades" ostentan el mismo valor teórico que, en un supuesto, la siguiente: "Ernesto Milá afirma que sólo los enunciados con pretensiones de validez proferidos por el propio Ernesto Milá son válidos y todo el resto, sin excepción, falsos". Hay "doctrinas" que no pertenecen al ámbito del pensamiento, sino de la picaresca. Y, en el fondo, ésta es la "teoría" evoliana del Individuo Absoluto. Pero la evidencia de que semejante "teoría" no se sostiene es que existen muchos individuos, de manera que ninguno de ellos puede ser absoluto, sino relativo a "los otros", a menos de hallarse el sujeto bajo los efectos del autismo o de un delirio, brote esquizofrénico, acceso de mitomanía aguda, drogas, etcétera. El mismísimo Evola, a pesar de sus mágicos intentos de auto-divinización, está muerto y hoy es sólo un residuo material cuya existencia insoslayable refuta de facto cualquier cosa que haya escrito en sus lamentables libros. Las consecuencias lógicas del criterio evoliano de validez resultan, pues, fulminantes y radicalmente destructivas. De ahí que pueda haber, si aceptamos la locura del Individuo Absoluto (=iniciado, mago, chamán) tantos enunciados válidos como sujetos profirientes, y no hay forma de verificar si el enunciado válido es A o su contrario, no-A. Cada individuo preténdese absoluto y con ello se precipita en el "individualismo" y el "relativismo" que afirmaba querer combatir. La esencia de la crisis axiológica del mundo liberal no es otra que ésta. Pero los evolianos aspiran a superarla destruyendo de raíz toda racionalidad, toda fundamentación objetiva que pueda generar un discurso susceptible de ser asumido por su validez y no "porque lo dice X que dice que sólo lo que él dice es la verdad". La afirmación de hechos emitida por Ángel Fernández Fernández, además de ridícula, pertenece al tipo de enunciados y situaciones teóricas de colapso o crisis en el ámbito de las ideas morales, políticas y sociales característico de la modernidad nihilista. Para ser más exactos, resume la consumación del nihilismo en la autodestrucción de la razón y el retorno a estadios pre civilizatorios de sociedad (chamanismo). Los evolianos liquidarían Europa en muy poco tiempo si dispusieran de los medios para aplicar su "programa" o un simple plan que fuera "coherente" con las majaderías del barón siciliano.
Kshatriyas a gogó: Milá, el maestro iniciado.
En efecto, lo expuesto por Fernández tiene el mismo valor doctrinal que si alguien propusiera lo siguiente: "en el centro de la galaxia flota un cucurucho congelado que le hacía de gorro de dormir al creador del universo". No se trata de una afirmación de hecho que no se haya confirmado pero quizá algún día pueda confirmarse, sino de un enunciado fáctico que, por principio, es inverificable -o sea, que lo será siempre. Ejemplo paradigmático de este género de enunciados: "hay vida después de la muerte o en el más allá el paraíso de las huríes". Otro: "dios creó el mundo de la nada, hízose hombre, fue crucificado para expiar nuestros pecados y nos ama apasionadamente a pesar de nuestras culpas"... Podemos inventarnos de éstos tantos cuantos queramos, podemos creérnoslos por un acto de fe o porque es nuestra "respetable" opinión de "irrepetibles" y sacrosantos individuos (cada persona es un mundo, bla, bla, bla), pero no son enunciados vinculantes porque carecen de cualquier criterio de convalidación racional.
Tampoco forman parte, este tipo de "enunciados", de las producciones lingüísticas de la literatura, que no apelan a referentes reales, sino a un valor meramente estético y, por así decirlo, autorreferencial del signo. En ese concepto "poético" se podría alojar la conocida obra de Miguel Serrano.
Sólo existe un tipo de afirmaciones de hecho en que la frase publicada por el Sr. Fernández pueda, en cambio, ubicarse, a saber, el de la religión y, más en concreto, el del sectarismo. Pues las religiones se basan en afirmaciones de hecho, como la resurrección de Cristo o la creación divina ex nihilo del mundo, que en la mayor parte de los ocasiones, si no en todas, no pueden ser objeto de desempeño, es decir, de fiscalización en cuanto a su validez frente a la ocurrencia contraria o, en general, frente a cualquier mensaje enunciativo que le apetezca producir a un hablante. En el caso de las sectas, estamos ante afirmaciones de hecho cuya validez depende, como ya hemos apuntado, de su proferencia por parte del jefe -un iniciado- pero que nadie podrá nunca legitimar. Sin que, pese a ello, el seguidor sectario se haya molestado en reflexionar ni cinco segundos sobre cómo se acredita la condición de iniciado, cosa nada baladí, pues ésta comporta poco menos que una suerte de "exclusiva epistemológica" en la emisión de enunciados verdaderos. Las afirmaciones mágicas -que de eso se trata- son aceptadas normalmente por los adeptos porque les confieren alguna ventaja, aunque sea puramente ilusoria, subjetiva, o por motivos estéticos, o ambas cosas a la vez: los correligionarios del "iniciado" se consideran kshatriyas, seres superiores a los demás vecinos del barrio marginal, miembros de una raza divina o elegidos para la salvación... Todo lo cual entraña, como parece, una serie de beneficios psicológicos, pero del mismo orden que el consumo de drogas, el sexo "materialista" o el abuso del alcohol... Ninguno de los miembros de la secta ha verificado nunca la validez de aquello que pretende el iniciado, simplemente "les gusta" y "les conviene" adherirse al dogma de turno. Y ahí termina la cosa. La idea que no ha entrado en la mente por la vía de la razón, los hechos comprobados o cualquier otro canal regular de control institucionalizado (ciencia positiva, lógica, matemática, fenomenología, etc), tampoco saldrá de ella como resultado de una crítica o argumentación, por muy aguda que ésta sea. Nadie ha podido, en suma, "acreditar" que en sus orígenes la humanidad estuviera formada por seres divinos acomodados en una sede ártica y cabe preguntarse cómo habría obtenido Evola semejante "información" si dios mismo no se la hubiera comunicado utilizando canales místicos. Ahora bien, ¿qué evoliano le pidió cuentas a Evola (o a Milá)? Forma parte del funcionamiento de la organización sectaria que el mérito del seguidor consista en aceptar ciegamente aquello que le inculquen los cabecillas, jamás en su capacidad intelectual o conocimientos reales. El iniciado, el capitoste, sabe que no tiene que demostrar nada; y sabe también que la sumisión de sus "discípulos" se debe a las compensaciones ficticias, puramente hedonistas, con las que este vendedor de aire jugará usando de una astuta habilidad sacerdotal manipuladora tan vieja como la humanidad.
Cartel de la conferencia de Ángel Fernández Fernández.
Las contradicciones internas del discurso evoliano
Hasta aquí, dirán los lectores, nada nuevo. Pero lo cierto es que sí existen vías para "argumentar" contra determinadas construcciones doctrinales sectarias, irracionalistas, como las de Evola, cuando se parte del supuesto de que estamos actuando en una organización política. Siendo así que las ideologías de las organizaciones políticas tienen como finalidad convencer a los ciudadanos de la racionalidad, eficiencia o fundamentación de un programa político. En consecuencia, una ideología sectaria no podrá fundamentar nunca un programa político, porque apela a la fe y sólo convence a quienes ya estaban convencidos, es decir, no respeta las normas básicas de la prueba y el razonamiento. Si mañana se presenta un conferenciante del MSR en una universidad para explicar cuáles son los fundamentos de su programa político, no podrá apelar honestamente a Evola. Resultaría indecente explicarle a la gente que son shudras idiotas, que se los va a someter a una sociedad de castas, que el principio de racionalidad y fundamentación es concausa de la decadencia del mundo, y añadir a renglón seguido los motivos (¿racionales?) de esta pretensión evitando incurrir en flagrante contradicción e insulto a la inteligencia del auditorio. Los irracionalismos son así: degradantes. Tampoco podrá sostener el ponente, ante personas digamos normales, que la ideología del MSR es válida porque la elaboró un "iniciado", ni mucho menos que en los orígenes de la humanidad existían unos seres divinos (de los que desciende Evola) o mamarrachada similar, sin desencadenar la hilaridad general e incluso la indignación del público asistente. Sólo existe una situación concebible en que los estudiantes y profesores de una universidad admitirían el discurso evoliano como una cadena de enunciados válidos, a saber, que el respetable esté ya formado por evolianos académicos, o sea, un círculo cuadrado. Pero nadie apoyará al MSR por las "argumentaciones" (¿cuáles?) que un evoliano pueda "exponer", de suerte que, en todo caso, el evolianismo es políticamente inútil, cuando no totalmente perjudicial para la credibilidad de una organización política seria.
Unidad, no oposición, de masculino y femenino
en la mitología hindú.
Una segunda vía para refutar el evolianismo es reclamar algún tipo de evidencia, por ínfima que sea, de los poderes mágicos o paranormales en que supuestamente se acreditaría la realidad de la iniciación de quien considérase superior al resto de los mortales. Pero que yo sepa, ninguno de estos chamanes ha demostrado jamás mediante hechos la mayor eficacia de la magia frente a la tecnología de procedencia racional. Todas las sociedades tradicionales han sido derrotadas por las sociedades modernas. La razón vence a la tradición una y otra vez, dondequiera que ambas entidades se encuentren. La trascendencia es tan... trascendente (=más allá, en la acepción evoliana), que simplemente no se la capta por ningún lado, no "es". La India, con centenares de millones de habitantes, fue conquistada por un par de regimientos británicos y ningún kshatriya se mostró capaz de impedir la conversión del entero subcontinente en una colonia de la comparativamente pequeñísima Inglaterra. Los magos no han podido evitar tampoco, usando de sus "poderes sobrenaturales", el triunfo de los políticos materialistas. Evola podía haber acreditado su iniciación mágica derribando los bombarderos angloamericanos que arrasaban Alemania en 1945, pero las ruinas atestiguan su tántrica impericia. Ni un millón de magos practicando aquellos patéticos ritos y "técnicas" cretinescas hubiera impedido la masacre de Dresden: para ello hacían falta cosas tan triviales, tan "materiales" e inmanentes, como combustible, cazas y pilotos adiestrados con suficiente margen de tiempo, cañones antiaéreos, códigos matemáticos de comunicación indescifrables, radares... Por nuestra parte, todavía seguimos esperando a que el mago Milá nos incinere con su rayo verde. Se lo hemos rogado encarecidamente, pues al perecer de esta manera volveríamos a creer en dios y nuestro fallecimiento coincidiría con la salvación de nuestra desafecta alma... La simple constatación omisiva de hechos exigibles e inherentes a la definición misma de lo tradicional pone en evidencia que las doctrinas evolianas, basadas en el yoga tántrico, la cábala, el esoterismo, la alquimia, etcétera, son un fraude desde todos los puntos de vista a los que quepa apelar: la contrastación objetiva fáctica, la función organizativa y los efectos políticos. La impotencia e inutilidad de las supuestas ciencias herméticas plasmada en una realidad histórica que todos nosotros, si no somos imbéciles, podemos constatar cada día, debería ser determinante a la hora de decidir si debemos, o no, convertirnos en "evolianos".
Pero existe un tercer y último criterio para confutar, sin tener que apelar a los hechos (efectos políticos o históricos e ineficiencia real de las disciplinas mágicas), la pseudo doctrina evoliana: las contradicciones lógicas internas, apabullantes, del discurso producido por los evolianos (ya haremos traslado del método al propio Evola, de momento nos limitaremos al ensayo de Ángel Fernández Fernández). Quede claro que no aceptamos ninguna de las "afirmaciones de hecho" que vamos a barajar aquí, pero ahora ya no nos referiremos a su falta de fundamentación, a su carácter fraudulento, sino a la incongruencia lógica que opone unas afirmaciones de hecho (evolianas) contra otras invenciones de la misma calaña (o sea, también evolianas). La crítica inmanente, interna, del evolianismo, es el método que utiliza la filosofía a efectos de "deconstruir" los mitos. Las afirmaciones de hecho en cuanto tales se las dejamos a la historiografía y la antropología, aunque no renunciaremos, más adelante, a hacer algunas observaciones críticas sobre determinados aspectos del relato histórico evoliano, repleto de abusos, engaños y manipulaciones que sólo a un niño, a un analfabeto o a un sectario le podrían pasar desapercibidas.
La esencia filosófica del evolianismo la resume el Sr. Fernández Fernández en una frase platónica que no deja lugar a dudas sobre cuál es el referente último de esta "doctrina":
Dentro del mundo de la Tradición hay un principio esencial que marca una frontera muy clara con los tiempos actuales. Se trata de la idea de lo que permanece frente a lo que deviene, de lo real frente a lo que es pura ilusión. Con esto queremos decir que los valores que forman parte del ámbito tradicional son eternos e invariables. Pues aquello que permanece en el tiempo y en el espacio adquiere el verdadero significado de lo real. (...) La Tradición no depende de las contingencias que los hechos humanos puedan provocar, y ahí reside su poder intemporal y superior (Fernández Fernández, Á., op. cit., p. 37).
La "alternativa" política de Ernesto Milá.
Platón otra vez. Y en estado químicamente puro. De manera que Evola responde a la crítica nietzscheana del platonismo rehabilitando, aunque sin explicar cómo, al filósofo ateniense, que es como darle la razón a Galileo para concluir en que, pese a todo, Ptolomeo estaba en lo cierto. Curiosamente, constatamos que todas las sociedades tradicionales, excepto la judía, han desaparecido de Europa, y que en el resto del mundo puede hablarse de supervivencia de la tradición hindú, pero desde luego no de "poder intemporal y superior" de esta cultura tradicional. En cualquier caso, los valores del evolianismo son la estabilidad, aquello que no cambia, aquello que no deviene, perece y muere. La Tradición (!siempre según Evola!) sería precisamente el tipo de sociedad que cree en dicha inmutabilidad y eternidad, pero, insistamos en ello, de sociedad tradicional... !ya no queda ninguna!
Pues aquello que permanece en el tiempo y en el espacio adquiere el verdadero significado de lo real.
Pero estamos hablando precisamente de aquello que, por lo que respecta al tiempo y el espacio, no "permanece": estas sociedades y tradiciones y principios finiquitados por la historia. ¿O nos toma el pelo el Sr. Fernández? Eran eternas, las Tradiciones, dice, pero, hay que recordárselo, murieron, como falleció el propio Evola cuando le llegó su hora. Luego no eran eternas. El poder "intemporal" se dobló ante el poder del tiempo, las sempiternas e inmortales instituciones perecieron: el poder de la muerte triunfó sobre las fantasías de inmovilidad egipcia (que no aria). Desde el punto de vista existencial, la Tradición (evoliana: nada que ver con la realidad) se expresaría como el conjunto de creencias individuales de quienes se consideran tradicionalistas en este sentido: la finitud y la muerte, rasgos característicos del mundo natural tal como lo conocemos por la experiencia, inquietan al evoliano como inquietaron siglos atrás al filósofo platónico. Frente a este cosmos natural finito, erígese el "mundo de las ideas", presuntamente imperecedero al que el alma del hombre emigrará (véanse las sectas órficas y pitagóricas griegas de procedencia egipcia) después de la desaparición del "cuerpo físico".
El discurso evoliano se mueve, de manera peligrosamente inestable y contradictoria, en este doble nivel: las sociedades tradicionales (supuestamente eternas, pero actualmente extintas) y la fe subjetiva, individual, existencial, en los valores de dichas sociedades desaparecidas. La Tradición (para Evola) encarnó en su tiempo, como sociedad, los valores que en la actualidad el hombre evoliano, superviviente en un mundo tradicional ruinoso, porta ya sólo en el interior de su alma. Hubo así un tiempo en que esos valores no eran sólo creencias subjetivas de los evolianos, sino realidades históricas. !La Atlántida! (O sea: nunca). Con ello volvemos a la frase inicial de Ángel Fernández Fernández citada más arriba sobre la humanidad originaria, la sede ártica, la naturaleza celeste de los hombres-dioses, etcétera. La característica fundamental de tal sociedad imaginaria sería la ausencia de contradicciones, la "perfección" absoluta:
Uno de los principios básicos de todo orden Tradicional es que no existe la contradicción. Toda la estructura Tradicional está dotada de un principio de equilibrio orgánico que hace funcionar a las distintas partes sin oposiciones. La Tradición es la ausencia total de conflictos, es el estado ideal de la humanidad (op. cit., p. 41).
No obstante, el reducto ártico y, al fin, el entero mundo tradicional, han terminado desmoronándose, diluyéndose en el devenir, y uno se pregunta cómo pudo ser posible. ¿De qué manera se pasó, en efecto, de la "ausencia total de conflictos" al panorama que contemplamos en la actualidad? Fernández Fernández nos lo explica:
En los remotos comienzos de la humanidad se vivía en una sede ártica primordial donde los hombres, de naturaleza celeste, disfrutaban de los mismos privilegios de (sic) los dioses. Con el paso del tiempo y una serie de catástrofes naturales y cambios climáticos se produjeron movimientos de población (op. cit., p. 38, subrayado mío).
Milá después de abandonar la sede ártica.
Ahora bien, si los hombres primordiales eran de "naturaleza celeste" y disfrutaban de los mismos privilegios que los dioses, ¿cómo podían verse afectados "por el paso del tiempo" y por trivialidades tales como la meteorología? ¿No implica esta afirmación de hechos la introducción del devenir en la sociedad de los valores estáticos, permanentes, eternos? ¿No comportan las catástrofes naturales la existencia de un conflicto entre dicha "sociedad perfecta" y, como poco, su entorno natural? Y los "movimientos de población", ¿cómo casan con la pétrea inmutabilidad del origen? En suma, la "teoría" evoliana no puede explicar el paso del Ser al Devenir, la caída desde lo excelso del paraíso al tormentoso mundo de la finitud, la decadencia y la muerte. Apelar a cambios climáticos suena a cuento pueril y, desde luego, no resuelve el problema metafísico planteado. Para salir del apuro, tendrá que apelar Evola a la lucha entre dos polos, dos principios, el solar, ario-viril, y el lunar, semítico-femenino:
Es la historia de un descenso, de un equilibrio que se va oscureciendo, frente al avance del principio opuesto: la vía polar, el polo femenino y activo (sic) de la existencia (op. cit., 39).
Con ello hemos pasado, por arte de birlibirloque, de una concepción metafísica monista, unitaria, estática y pacífica a otra muy distinta, dualista, móvil, temporaria y conflictiva. Mas hay que elegir entre la una y la otra. La evidencia de los fenómenos ha forzado a Evola a conceder la lucha y el conflicto (un dato procedente de la denostada realidad natural) en su fantasía faraónica de la estabilidad eterna. Evola ha tenido que asomar la cabeza de la pirámide para luchar contra los hicsos que invaden el imperio. ¿Podía ser de otra manera? Pero si es así, entonces la trascendencia, definida en los términos metafísicos platónicos arriba citados, debe ser rechazada. La existencia de dos polos en conflicto no es un dato casual, sino la única forma de explicar "lo que ha sucedido", aquello que aparece o se muestra en su patencia ante todos nosotros: la realidad del dolor, la VERDAD DE LA FINITUD. Los polos y el conflicto mismo elévanse así a rango metafísico. Ahora bien, una vez introducido el movimiento en el plano paralelo y eterno de la estabilidad, o sea: de la famosa "trascendencia", ésta deviene superflua. Su función era evitar el cambio, legitimar la inmortalidad, pero sólo puede explicar el devenir aceptando un principio metafísico de destrucción, aunque dicho principio sea acusado de todos los males y tildado de semita, femenino, lunar, etc... La nada ha sido, en definitiva, elevada también velis nolis a rango trascendente.
Pero Ángel Fernández Fernández no parece percibir intelectualmente estas contradicciones. Una asombrosa carencia de sentido crítico atraviesa su texto sobre Evola, hasta extremos que no dudo en calificar de penosos. Así, admite:
Como hemos visto en la introducción que nos ha precedido la idea de unidad que primaba en el mundo primordial ha sido rota. A partir de este momento, y a medida que nos alejamos del punto de referencia inicial, el mundo se debate entre dos polos opuestos: el viril o nórdico-solar frente al femenino o meridional y lunar (op. cit., p. 41).
Fernández sigue sin explicar cómo la omnipotencia de la unidad primordial ha podido ser "rota". Dicha ruptura comporta la humillación total del principio mismo, siendo así que se ha caracterizado el mundo tradicional como sociedad sin conflictos y una vez aceptada la realidad de la fisura, de la escisión entre dos polos opuestos y en lucha, la historia que viene a continuación afecta a sociedades que ya no son tradicionales, a sociedades conflictivas, a sociedades sujetas a movimiento y crisis donde los aristócratas serán colgados o guillotinados como se merecen. Pero además, el principio femenino, meridional o lunar no deja de mostrarse más fuerte que su contrario. Pudo, este perverso agente, introducir la división de la unidad cuando la sociedad solar se encontraba en pleno apogeo e indemne. ¿Cómo no va a vencerla cuando ha roto su cohesión originaria, cuando esa sociedad ya ha perdido su rasgo característico y definidor, fuente de su alabada potencia (que quedó en poca cosa), a saber, la ausencia de conflicto, de devenir, de cambio, decadencia, muerte...? Fernández Fernández nada dice al respecto. Su mente no responde a los lógicos estímulos inmanentes de la crítica, o lo hace en muy pocas ocasiones. Estos son los evolianos que podemos esperar encontrarnos como representantes intelectuales de la Tradición. Cualquier periodista de tres al cuarto se los come vivos.
Pero las contradicciones del discurso evoliano no terminan aquí. Al parecer, cuando la sede ártica desapareció y los pueblos arios se dispersaron, el modelo original más fiel al recuerdo de la celestial ciudad caída fue la sociedad de castas hindú:
La casta nos aparece como el vértice de la idea social en el pensamiento de Evola. (...) La casta tenía su modelo paradigmático en la sociedad de castas hindú aunque existen otros ejemplos en la estructura trifuncional del medievo. No obstante el ejemplo más ortodoxo de esta forma de organización social lo encontramos en la India (op. cit., pp. 47-48).
Ya conocemos en este mismo post el sistema de castas hindú, que debería funcionar como paradigma ideológico del programa político del MSR si su ideólogo fuera, como parece serlo oficiosamente, Julius Evola. Sabemos que la sociedad de castas hindú coloca en la cima a los brahmanes. Hemos de suponer, por tanto, que éstos encarnan, en la actualidad, los valores de la originaria sociedad tradicional atlante con mayor fidelidad que cualquier otra tradición superviviente (el racismo y antisemitismo de Evola excluyen de la "trascendencia" las tradiciones judía, china, japonesa, así como todas aquellas que procedan de la raza negra). Fernández Fernández caracteriza la figura del brahman:
Milá cerca ya del nirvana.
La pirámide social partía de los Brahmanes como ejemplo de poder metafísico en estado puro. Es el polo contemplativo de la existencia. Está más desvinculado que ninguna otra casta. Se podría decir que vive con cierta desconfianza los hechos del mundo contingente. Su valor más positivo es el conocimiento objetivo que la vincula a la vía esotérica e iniciática. Ello conlleva una visión más nítida y veraz de la realidad frente al caos (op. cit., p. 48).
Sin embargo, contradictoriamente, en página 52 de su ensayo, Fernández explica que Evola se identificaba con los kshatriyas, la segunda casta, subordinada a la superior de los brahamanes. ¿Por qué no comulgó con el "poder metafísico en estado puro"? Pues la siguiente, sin pestañear, es la respuesta de Fernández:
Dentro del régimen de castas hemos visto que Evola se encuentra plenamente identificado con el espíritu del guerrero, del Kshatriya. En este sentido el guerrero tiene una forma distinta de experimentar el hecho de lo espiritual respecto al Brahman. De hecho Evola encuentra en el espíritu sacerdotal el polo femenino y lunar de la existencia (op. cit., p. 52).
El señor Fernández acaba de poner en evidencia la total inconsistencia lógica interna de un relato o fábula que ya se mostró carente de fundamento objetivo (real) alguno. Simplemente, las afirmaciones de hecho, absurdas, inventadas, arbitrarias e inverificables todas ellas, se desmienten además las unas a las otras cuando intentamos encajarlas. En efecto, más arriba había sostenido Fernández que el polo femenino y lunar era el causante de la decadencia del mundo primordial. Pero ahora resulta que la institución cuya estructura refleja con mayor fidelidad la sede ártica de los dioses, a saber, la sociedad de castas hindú, erigió como casta superior a unos sacerdotes que encarnaban, precisamente, el polo conflictivo (femenino, lunar) que habría roto la unidad compacta del orden de la Tradición. Llegados a este punto, dejamos al lector que saque sus propias conclusiones sobre la "capacidad intelectiva" de unos evolianos que acusan a los shudras, es decir, a los trabajadores, de carecer de ella. Constátese no obstante que un pobre trabajador, un miserable paria incluso, el autor de estas líneas, ha vuelto a allanar el divino intelecto de los superiores atlantes, cuya pericia filosófica deja mucho que desear. No será la primera vez, pero tampoco la última, que bombardeemos lo poco que queda de la "sede ártica" en esta bitácora. Por el bien del nacionalismo revolucionario y de la supervivencia de Europa, !expulsemos a estos egipcios disfrazados de nuestras filas!
Jaume Farrerons
2 de junio de 2012
En cuarto lugar, desde el esquema de "análisis" evoliano (por llamar de alguna manera a la "castiza" narración histórica de la decadencia progresiva), el enfrentamiento actual entre burgueses y trabajadores, que correspóndese aproximadamente con la oposición entre la "clase" sistémica y la "clase" revolucionaria de Llopart (es obvio que la mayoría de los oligarcas son burgueses y la mayoría de las víctimas de los oligarcas somos trabajadores), opondría una casta superior, los vaisiya (burgueses), a una casta inferior, los shudra (trabajadores). En definitiva, no quedando ya más guerrero que Evola (¿y Milá?), y esto por designación propia, los nacional-revolucionarios evolianos deberían así apoyar a los burgueses como mal menor frente a la degradación "espiritual" que comportaría la toma del poder político por parte de los trabajadores. Esto es exactamente lo que creía hacer Evola al dar cobertura ideológica a la red Gladio, conspirando conscientemente para el atlantismo conservador frente al totalitarismo comunista. A evitar que los nacional-revolucionarios de la RSI (Salò) incurrieran en tentaciones obreristas dedicó toda su vida el canallesco y prepotente barón siciliano. Milá le siguió en España. Más sorprendente es que el MSR se haya prestado a repetir la operación en 2008-2010 cuando parecía, con el programa de AE del año 1997 en la mano, que la cuestión de los valores expuesta por Jaume Farrerons vacunaba a los NR, ya de una vez por todas, contra esa enfermedad política incurable denominada "extrema derecha". Pero Llopart no había entendido nada de los "valores" y, en cualquier caso, perseguido por la fiscalía, su catadura moral le impedía hacer los sacrificios personales inexcusables para consumar el retorno a las fuentes izquierdistas y revolucionarias del fascismo originario. No quería, Juan Antonio, quedarse solo y ver hundido su negocio editorial, que le da de comer.
El MSR (Movimiento Social Republicano) nació como plasmación de ese proyecto de refundación inspirada en el giro izquierdista de Mussolini durante la República Social Italiana (RSI). Esta es la verdad. Evola, que ya en el Ventennio consideraba al fascismo una cosa demasiado izquierdista, contempló el tardío intento mussoliniano de recuperar las esencias del fascismo de 1919 como una amenaza para su concepción reaccionaria del mundo. El odio de Evola a la RSI es el mismo tipo de tic clasista vomitivo que experimentaría ante el MSR si éste hubiera permanecido fiel a sus directrices (re)fundacionales. Para que no quepa duda de lo que diría Evola de los social-republicanos nos remitimos una vez más al libro de Ángel Fernández Fernández:
De hecho de Saló (sic), Evola no es capaz de extraer nada positivo en clave tradicional (op. cit., p. 61).
Lo único que admiraba Evola del fascismo era... !su pestilente contubernio con la monarquía! Al rey le asignaba Evola (suponemos que en estado de delirio) la función de autoridad que veía erosionada en el mundo moderno. Pero precisamente, Salò significa la ruptura republicana en que el Duce ya no encarnará una mera figura secundaria subordinada al monarca:
Esta función es la que Evola asignaba a Mussolini y que quedó rota a partir de la república de Saló (sic), en la cual además se acentuaban los elementos socializantes (op. cit., p. 62).
MSR: ¿construyendo la sociedad de castas?
El propio Fernández detecta la contradicción en la que se enfanga el evolianismo cuando intenta pasar de las fantasías esotéricas a los hechos sociales y políticos concretos:
Evola hablaba de la necesidad de infundir unos nuevos valores y un código ético de honor y fidelidad entre los trabajadores y los empresarios. Paradójicamente, la república de Saló (sic), a la que tanto despreciaba Evola, fue la que planteó una lucha más decidida contra el capitalismo ya que todo trabajador era, junto al empresario, quienes tomaban decisiones excluyendo del proceso productivo a los simples especuladores, extraños a estos procesos de producción (op. cit., p. 63).
Así que, desde el punto de vista doctrinal, incluso José Antonio Primo de Rivera, un católico que inició el proceso de derechización del proyecto fascista español fundado por el heideggeriano Ramiro Ledesma Ramos, se encuentra más próximo a los fundamentos ideológicos nacional-revolucionarios que cualquier evoliano, es decir, más a la izquierda. Existen centenares de ejemplos que podrían acreditar e ilustrar esta afirmación, nos limitaremos a uno:
El régimen social imperante, que es, por de pronto, lo que se ha salvado de la Revolución, nos parece esencialmente injusto. Hemos estado contra la Revolución por lo que tenía de marxista y antiespañola, pero no vamos a ocultar que en la desesperación de las masas socialistas, sindicalistas y anarquistas hay una profunda razón en la que participamos del todo. Nadie supera nuestra ira ni nuestro asco contra el orden social conservador del hambre de masas enormes y tolerante con la dorada ociosidad de unos pocos (José Antonio, Obras Completas, p. 310, manifiesto de 13 de octubre de 1934).
Dorada ociosidad del terrateniente Julius Evola. Entre un evoliano y un falangista católico, incluso un franquista (que ya ni siquiera es falangista, como sabemos), hay que quedarse con el católico. Por muy reaccionario que éste sea, siempre sentirá mayor respeto y empatía por la Stimmung "fascista" (=izquierdista nacional) que un aristócrata repulsivo con monóculo, empeñado en trasplantar el régimen de castas de la India a Europa. Pues no nos engañemos sobre la "agenda social de Evola"; trátase, efectivamente, de restablecer la esclavitud en el solar histórico donde surgiera el socialismo como imperativo de dignidad humana del pueblo de la nación. Superar el franquismo para caer en el evolianismo es, por tanto, como curarse de una gripe letal sólo para pillar la tuberculosis crónica degenerativa. Mas no otro ha sido el camino emprendido en 2008 por el MSR gracias a Juan Antonio Llopart Senent.
Valga lo dicho hasta aquí sólo como aperitivo político de la caracterización que los propios evolianos hacen de la obra de Evola, porque sólo por sus efectos políticos sobre el campo NR nos ocupamos del escritor italiano. Si dichos efectos, que por cierto son perversos, no se detectaran con pesar, tampoco perderíamos el tiempo en semejante bodrio, Julius Evola, cuyo valor filosófico es nulo y, a diferencia del filósofo y militante nacionalsocialista Martin Heidegger, carece de toda relevancia en el panorama mundial del pensamiento. Volvamos pues a Ángel Fernández Fernández y su ensayo introductorio. Nuestra intención es ir derechos al corazón mismo del evolianismo interpretado por los propios evolianos. Ya veremos en otras entradas hasta qué punto, si fuera el caso, se equivocan los evolianos incluso en la exégesis de su risible magister
Ángel Fernández Fernández en un acto del MSR.
La esencia del evolianismo según Ángel Fernández Fernández
En la página 38 del libro del Sr. Fernández Fernández nos topamos, pasmados, con la siguiente afirmación del autor:
En los remotos comienzos de la humanidad se vivía en una sede ártica primordial donde los hombres, de naturaleza celeste, disfrutaban de los mismos privilegios de (sic) los dioses.
No vamos a mofarnos cruelmente, aunque podríamos hacerlo, de este "enunciado". Nos limitaremos a emplearlo como hilo conductor para distinguir aquellas ideologías que pueden fundamentar un programa político en tanto que ostentan una legítima pretensión de validez, de aquellas otras que pertenecen al mundo de las sectas, la religión, la literatura, las opiniones personales u otros ámbitos de lenguaje. Por este camino alcanzaremos el meollo del evolianismo eludiendo el fárrago selvático de su prolífica literatura. El presente enfoque puede asimismo concebirse como una guía de lectura crítica del aristócrata italiano. Sin olvidar que Evola fue, en primer lugar, un antifascista (y de la peor especie), de manera que entra de lleno en los intereses de nuestra bitácora independientemente de los ligámenes que haya podido establecer, desde el punto de vista ideológico, con el Movimiento Social Republicano.
Entendemos, para empezar, que el Sr. Fernández, si la doctrina evoliana ha de ser vinculante en orden a una acción política, está haciendo con la frase citada una afirmación de hechos. Para que nos entendamos, una afirmación de hechos es algo tan simple como decir: "en esta silla está sentado Ernesto Milá". Si pretendemos que esto es verdad, la forma de acreditar la validez del enunciado consiste en constatar que, efectivamente, Ernesto Milá está sentado en la silla. Dicha operación puede resultar mucho más complicada de lo que parece a primera vista y en el ámbito de la criminología se utiliza incluso la dactiloscopia para identificar a las personas, pues quien está ahí sentado podría ser alguien muy parecido a Milá, pero no el mago iniciado Ernesto Milá Rodríguez. En el caso de hechos históricos, la verificación realízase mediante métodos de documentación, química, arqueología... La física puede requerir instrumentos complejísimos de alta tecnología, etcétera. En cualquier caso, una afirmación de hechos ha de poder verificarse, sobre todo si contradice todo lo que sabemos en relación con algún tema. Cuando afirmamos que París es la capital de Francia, resultará fácil aceptar esa pretensión; y nadie "comprueba" todo lo que "sabe". No así si la frase del ejemplo se modifica de la siguiente manera: "en esta silla está sentado el kshatriya Ernesto Milá". Habría que acreditar otro hecho previamente, a saber, que Ernesto Milá es un kshatriya. Desde luego, si la condición de kshatriya se establece de la siguiente manera: "es un kshatriya todo aquel que sostenga serlo", como ocurre con los seguidores del Barça o los amantes de la cerveza, entonces no habrá problema teórico. Pero si el carácter de kshatriya otorga algún derecho, un efecto real en el mundo social, la cosa cambia. En una oposición a una plaza de funcionario público, la condición de licenciado universitario puede ser requisito necesario de participación y entonces habrá que acreditar la existencia del título que garantiza la posesión de determinados conocimientos. Evola se consideraba a sí mismo un "guerrero", miembro de una casta superior y, en consecuencia, "mejor" que otras personas, pero esta pretensión carece de todo fundamento, su validez es la misma que la condición de "pueblo elegido" de los judíos, léase: ninguna validez, por mucho que los interesados se otorguen inmediatamente a sí mismos ciertas presuntas prerrogativas cuyo disfrute explica la obscena impostura.
En el evolianismo, nos encontramos con el siguiente criterio de validación de los enunciados doctrinales: son válidos aquellos enunciados que hayan sido emitidos por un iniciado. La condición de iniciado, empero, no es verificable como algo relevante, sino un rasgo descriptivo del mismo tipo que la de seguidor del Barça o amante de la cerveza. No obstante lo cual, dicha condición otorgaría supuestos derechos, pues, según los evolianos, sólo los enunciados con pretensiones de validez proferidos por un iniciado son válidos, o sea verdaderos, y así lo mantienen los propios interesados por motivos obvios que no se le escapan a nadie. Tales "verdades" ostentan el mismo valor teórico que, en un supuesto, la siguiente: "Ernesto Milá afirma que sólo los enunciados con pretensiones de validez proferidos por el propio Ernesto Milá son válidos y todo el resto, sin excepción, falsos". Hay "doctrinas" que no pertenecen al ámbito del pensamiento, sino de la picaresca. Y, en el fondo, ésta es la "teoría" evoliana del Individuo Absoluto. Pero la evidencia de que semejante "teoría" no se sostiene es que existen muchos individuos, de manera que ninguno de ellos puede ser absoluto, sino relativo a "los otros", a menos de hallarse el sujeto bajo los efectos del autismo o de un delirio, brote esquizofrénico, acceso de mitomanía aguda, drogas, etcétera. El mismísimo Evola, a pesar de sus mágicos intentos de auto-divinización, está muerto y hoy es sólo un residuo material cuya existencia insoslayable refuta de facto cualquier cosa que haya escrito en sus lamentables libros. Las consecuencias lógicas del criterio evoliano de validez resultan, pues, fulminantes y radicalmente destructivas. De ahí que pueda haber, si aceptamos la locura del Individuo Absoluto (=iniciado, mago, chamán) tantos enunciados válidos como sujetos profirientes, y no hay forma de verificar si el enunciado válido es A o su contrario, no-A. Cada individuo preténdese absoluto y con ello se precipita en el "individualismo" y el "relativismo" que afirmaba querer combatir. La esencia de la crisis axiológica del mundo liberal no es otra que ésta. Pero los evolianos aspiran a superarla destruyendo de raíz toda racionalidad, toda fundamentación objetiva que pueda generar un discurso susceptible de ser asumido por su validez y no "porque lo dice X que dice que sólo lo que él dice es la verdad". La afirmación de hechos emitida por Ángel Fernández Fernández, además de ridícula, pertenece al tipo de enunciados y situaciones teóricas de colapso o crisis en el ámbito de las ideas morales, políticas y sociales característico de la modernidad nihilista. Para ser más exactos, resume la consumación del nihilismo en la autodestrucción de la razón y el retorno a estadios pre civilizatorios de sociedad (chamanismo). Los evolianos liquidarían Europa en muy poco tiempo si dispusieran de los medios para aplicar su "programa" o un simple plan que fuera "coherente" con las majaderías del barón siciliano.
Kshatriyas a gogó: Milá, el maestro iniciado.
En efecto, lo expuesto por Fernández tiene el mismo valor doctrinal que si alguien propusiera lo siguiente: "en el centro de la galaxia flota un cucurucho congelado que le hacía de gorro de dormir al creador del universo". No se trata de una afirmación de hecho que no se haya confirmado pero quizá algún día pueda confirmarse, sino de un enunciado fáctico que, por principio, es inverificable -o sea, que lo será siempre. Ejemplo paradigmático de este género de enunciados: "hay vida después de la muerte o en el más allá el paraíso de las huríes". Otro: "dios creó el mundo de la nada, hízose hombre, fue crucificado para expiar nuestros pecados y nos ama apasionadamente a pesar de nuestras culpas"... Podemos inventarnos de éstos tantos cuantos queramos, podemos creérnoslos por un acto de fe o porque es nuestra "respetable" opinión de "irrepetibles" y sacrosantos individuos (cada persona es un mundo, bla, bla, bla), pero no son enunciados vinculantes porque carecen de cualquier criterio de convalidación racional.
Tampoco forman parte, este tipo de "enunciados", de las producciones lingüísticas de la literatura, que no apelan a referentes reales, sino a un valor meramente estético y, por así decirlo, autorreferencial del signo. En ese concepto "poético" se podría alojar la conocida obra de Miguel Serrano.
Sólo existe un tipo de afirmaciones de hecho en que la frase publicada por el Sr. Fernández pueda, en cambio, ubicarse, a saber, el de la religión y, más en concreto, el del sectarismo. Pues las religiones se basan en afirmaciones de hecho, como la resurrección de Cristo o la creación divina ex nihilo del mundo, que en la mayor parte de los ocasiones, si no en todas, no pueden ser objeto de desempeño, es decir, de fiscalización en cuanto a su validez frente a la ocurrencia contraria o, en general, frente a cualquier mensaje enunciativo que le apetezca producir a un hablante. En el caso de las sectas, estamos ante afirmaciones de hecho cuya validez depende, como ya hemos apuntado, de su proferencia por parte del jefe -un iniciado- pero que nadie podrá nunca legitimar. Sin que, pese a ello, el seguidor sectario se haya molestado en reflexionar ni cinco segundos sobre cómo se acredita la condición de iniciado, cosa nada baladí, pues ésta comporta poco menos que una suerte de "exclusiva epistemológica" en la emisión de enunciados verdaderos. Las afirmaciones mágicas -que de eso se trata- son aceptadas normalmente por los adeptos porque les confieren alguna ventaja, aunque sea puramente ilusoria, subjetiva, o por motivos estéticos, o ambas cosas a la vez: los correligionarios del "iniciado" se consideran kshatriyas, seres superiores a los demás vecinos del barrio marginal, miembros de una raza divina o elegidos para la salvación... Todo lo cual entraña, como parece, una serie de beneficios psicológicos, pero del mismo orden que el consumo de drogas, el sexo "materialista" o el abuso del alcohol... Ninguno de los miembros de la secta ha verificado nunca la validez de aquello que pretende el iniciado, simplemente "les gusta" y "les conviene" adherirse al dogma de turno. Y ahí termina la cosa. La idea que no ha entrado en la mente por la vía de la razón, los hechos comprobados o cualquier otro canal regular de control institucionalizado (ciencia positiva, lógica, matemática, fenomenología, etc), tampoco saldrá de ella como resultado de una crítica o argumentación, por muy aguda que ésta sea. Nadie ha podido, en suma, "acreditar" que en sus orígenes la humanidad estuviera formada por seres divinos acomodados en una sede ártica y cabe preguntarse cómo habría obtenido Evola semejante "información" si dios mismo no se la hubiera comunicado utilizando canales místicos. Ahora bien, ¿qué evoliano le pidió cuentas a Evola (o a Milá)? Forma parte del funcionamiento de la organización sectaria que el mérito del seguidor consista en aceptar ciegamente aquello que le inculquen los cabecillas, jamás en su capacidad intelectual o conocimientos reales. El iniciado, el capitoste, sabe que no tiene que demostrar nada; y sabe también que la sumisión de sus "discípulos" se debe a las compensaciones ficticias, puramente hedonistas, con las que este vendedor de aire jugará usando de una astuta habilidad sacerdotal manipuladora tan vieja como la humanidad.
Cartel de la conferencia de Ángel Fernández Fernández.
Las contradicciones internas del discurso evoliano
Hasta aquí, dirán los lectores, nada nuevo. Pero lo cierto es que sí existen vías para "argumentar" contra determinadas construcciones doctrinales sectarias, irracionalistas, como las de Evola, cuando se parte del supuesto de que estamos actuando en una organización política. Siendo así que las ideologías de las organizaciones políticas tienen como finalidad convencer a los ciudadanos de la racionalidad, eficiencia o fundamentación de un programa político. En consecuencia, una ideología sectaria no podrá fundamentar nunca un programa político, porque apela a la fe y sólo convence a quienes ya estaban convencidos, es decir, no respeta las normas básicas de la prueba y el razonamiento. Si mañana se presenta un conferenciante del MSR en una universidad para explicar cuáles son los fundamentos de su programa político, no podrá apelar honestamente a Evola. Resultaría indecente explicarle a la gente que son shudras idiotas, que se los va a someter a una sociedad de castas, que el principio de racionalidad y fundamentación es concausa de la decadencia del mundo, y añadir a renglón seguido los motivos (¿racionales?) de esta pretensión evitando incurrir en flagrante contradicción e insulto a la inteligencia del auditorio. Los irracionalismos son así: degradantes. Tampoco podrá sostener el ponente, ante personas digamos normales, que la ideología del MSR es válida porque la elaboró un "iniciado", ni mucho menos que en los orígenes de la humanidad existían unos seres divinos (de los que desciende Evola) o mamarrachada similar, sin desencadenar la hilaridad general e incluso la indignación del público asistente. Sólo existe una situación concebible en que los estudiantes y profesores de una universidad admitirían el discurso evoliano como una cadena de enunciados válidos, a saber, que el respetable esté ya formado por evolianos académicos, o sea, un círculo cuadrado. Pero nadie apoyará al MSR por las "argumentaciones" (¿cuáles?) que un evoliano pueda "exponer", de suerte que, en todo caso, el evolianismo es políticamente inútil, cuando no totalmente perjudicial para la credibilidad de una organización política seria.
Unidad, no oposición, de masculino y femenino
en la mitología hindú.
Una segunda vía para refutar el evolianismo es reclamar algún tipo de evidencia, por ínfima que sea, de los poderes mágicos o paranormales en que supuestamente se acreditaría la realidad de la iniciación de quien considérase superior al resto de los mortales. Pero que yo sepa, ninguno de estos chamanes ha demostrado jamás mediante hechos la mayor eficacia de la magia frente a la tecnología de procedencia racional. Todas las sociedades tradicionales han sido derrotadas por las sociedades modernas. La razón vence a la tradición una y otra vez, dondequiera que ambas entidades se encuentren. La trascendencia es tan... trascendente (=más allá, en la acepción evoliana), que simplemente no se la capta por ningún lado, no "es". La India, con centenares de millones de habitantes, fue conquistada por un par de regimientos británicos y ningún kshatriya se mostró capaz de impedir la conversión del entero subcontinente en una colonia de la comparativamente pequeñísima Inglaterra. Los magos no han podido evitar tampoco, usando de sus "poderes sobrenaturales", el triunfo de los políticos materialistas. Evola podía haber acreditado su iniciación mágica derribando los bombarderos angloamericanos que arrasaban Alemania en 1945, pero las ruinas atestiguan su tántrica impericia. Ni un millón de magos practicando aquellos patéticos ritos y "técnicas" cretinescas hubiera impedido la masacre de Dresden: para ello hacían falta cosas tan triviales, tan "materiales" e inmanentes, como combustible, cazas y pilotos adiestrados con suficiente margen de tiempo, cañones antiaéreos, códigos matemáticos de comunicación indescifrables, radares... Por nuestra parte, todavía seguimos esperando a que el mago Milá nos incinere con su rayo verde. Se lo hemos rogado encarecidamente, pues al perecer de esta manera volveríamos a creer en dios y nuestro fallecimiento coincidiría con la salvación de nuestra desafecta alma... La simple constatación omisiva de hechos exigibles e inherentes a la definición misma de lo tradicional pone en evidencia que las doctrinas evolianas, basadas en el yoga tántrico, la cábala, el esoterismo, la alquimia, etcétera, son un fraude desde todos los puntos de vista a los que quepa apelar: la contrastación objetiva fáctica, la función organizativa y los efectos políticos. La impotencia e inutilidad de las supuestas ciencias herméticas plasmada en una realidad histórica que todos nosotros, si no somos imbéciles, podemos constatar cada día, debería ser determinante a la hora de decidir si debemos, o no, convertirnos en "evolianos".
Pero existe un tercer y último criterio para confutar, sin tener que apelar a los hechos (efectos políticos o históricos e ineficiencia real de las disciplinas mágicas), la pseudo doctrina evoliana: las contradicciones lógicas internas, apabullantes, del discurso producido por los evolianos (ya haremos traslado del método al propio Evola, de momento nos limitaremos al ensayo de Ángel Fernández Fernández). Quede claro que no aceptamos ninguna de las "afirmaciones de hecho" que vamos a barajar aquí, pero ahora ya no nos referiremos a su falta de fundamentación, a su carácter fraudulento, sino a la incongruencia lógica que opone unas afirmaciones de hecho (evolianas) contra otras invenciones de la misma calaña (o sea, también evolianas). La crítica inmanente, interna, del evolianismo, es el método que utiliza la filosofía a efectos de "deconstruir" los mitos. Las afirmaciones de hecho en cuanto tales se las dejamos a la historiografía y la antropología, aunque no renunciaremos, más adelante, a hacer algunas observaciones críticas sobre determinados aspectos del relato histórico evoliano, repleto de abusos, engaños y manipulaciones que sólo a un niño, a un analfabeto o a un sectario le podrían pasar desapercibidas.
La esencia filosófica del evolianismo la resume el Sr. Fernández Fernández en una frase platónica que no deja lugar a dudas sobre cuál es el referente último de esta "doctrina":
Dentro del mundo de la Tradición hay un principio esencial que marca una frontera muy clara con los tiempos actuales. Se trata de la idea de lo que permanece frente a lo que deviene, de lo real frente a lo que es pura ilusión. Con esto queremos decir que los valores que forman parte del ámbito tradicional son eternos e invariables. Pues aquello que permanece en el tiempo y en el espacio adquiere el verdadero significado de lo real. (...) La Tradición no depende de las contingencias que los hechos humanos puedan provocar, y ahí reside su poder intemporal y superior (Fernández Fernández, Á., op. cit., p. 37).
La "alternativa" política de Ernesto Milá.
Platón otra vez. Y en estado químicamente puro. De manera que Evola responde a la crítica nietzscheana del platonismo rehabilitando, aunque sin explicar cómo, al filósofo ateniense, que es como darle la razón a Galileo para concluir en que, pese a todo, Ptolomeo estaba en lo cierto. Curiosamente, constatamos que todas las sociedades tradicionales, excepto la judía, han desaparecido de Europa, y que en el resto del mundo puede hablarse de supervivencia de la tradición hindú, pero desde luego no de "poder intemporal y superior" de esta cultura tradicional. En cualquier caso, los valores del evolianismo son la estabilidad, aquello que no cambia, aquello que no deviene, perece y muere. La Tradición (!siempre según Evola!) sería precisamente el tipo de sociedad que cree en dicha inmutabilidad y eternidad, pero, insistamos en ello, de sociedad tradicional... !ya no queda ninguna!
Pues aquello que permanece en el tiempo y en el espacio adquiere el verdadero significado de lo real.
Pero estamos hablando precisamente de aquello que, por lo que respecta al tiempo y el espacio, no "permanece": estas sociedades y tradiciones y principios finiquitados por la historia. ¿O nos toma el pelo el Sr. Fernández? Eran eternas, las Tradiciones, dice, pero, hay que recordárselo, murieron, como falleció el propio Evola cuando le llegó su hora. Luego no eran eternas. El poder "intemporal" se dobló ante el poder del tiempo, las sempiternas e inmortales instituciones perecieron: el poder de la muerte triunfó sobre las fantasías de inmovilidad egipcia (que no aria). Desde el punto de vista existencial, la Tradición (evoliana: nada que ver con la realidad) se expresaría como el conjunto de creencias individuales de quienes se consideran tradicionalistas en este sentido: la finitud y la muerte, rasgos característicos del mundo natural tal como lo conocemos por la experiencia, inquietan al evoliano como inquietaron siglos atrás al filósofo platónico. Frente a este cosmos natural finito, erígese el "mundo de las ideas", presuntamente imperecedero al que el alma del hombre emigrará (véanse las sectas órficas y pitagóricas griegas de procedencia egipcia) después de la desaparición del "cuerpo físico".
El discurso evoliano se mueve, de manera peligrosamente inestable y contradictoria, en este doble nivel: las sociedades tradicionales (supuestamente eternas, pero actualmente extintas) y la fe subjetiva, individual, existencial, en los valores de dichas sociedades desaparecidas. La Tradición (para Evola) encarnó en su tiempo, como sociedad, los valores que en la actualidad el hombre evoliano, superviviente en un mundo tradicional ruinoso, porta ya sólo en el interior de su alma. Hubo así un tiempo en que esos valores no eran sólo creencias subjetivas de los evolianos, sino realidades históricas. !La Atlántida! (O sea: nunca). Con ello volvemos a la frase inicial de Ángel Fernández Fernández citada más arriba sobre la humanidad originaria, la sede ártica, la naturaleza celeste de los hombres-dioses, etcétera. La característica fundamental de tal sociedad imaginaria sería la ausencia de contradicciones, la "perfección" absoluta:
Uno de los principios básicos de todo orden Tradicional es que no existe la contradicción. Toda la estructura Tradicional está dotada de un principio de equilibrio orgánico que hace funcionar a las distintas partes sin oposiciones. La Tradición es la ausencia total de conflictos, es el estado ideal de la humanidad (op. cit., p. 41).
No obstante, el reducto ártico y, al fin, el entero mundo tradicional, han terminado desmoronándose, diluyéndose en el devenir, y uno se pregunta cómo pudo ser posible. ¿De qué manera se pasó, en efecto, de la "ausencia total de conflictos" al panorama que contemplamos en la actualidad? Fernández Fernández nos lo explica:
En los remotos comienzos de la humanidad se vivía en una sede ártica primordial donde los hombres, de naturaleza celeste, disfrutaban de los mismos privilegios de (sic) los dioses. Con el paso del tiempo y una serie de catástrofes naturales y cambios climáticos se produjeron movimientos de población (op. cit., p. 38, subrayado mío).
Milá después de abandonar la sede ártica.
Ahora bien, si los hombres primordiales eran de "naturaleza celeste" y disfrutaban de los mismos privilegios que los dioses, ¿cómo podían verse afectados "por el paso del tiempo" y por trivialidades tales como la meteorología? ¿No implica esta afirmación de hechos la introducción del devenir en la sociedad de los valores estáticos, permanentes, eternos? ¿No comportan las catástrofes naturales la existencia de un conflicto entre dicha "sociedad perfecta" y, como poco, su entorno natural? Y los "movimientos de población", ¿cómo casan con la pétrea inmutabilidad del origen? En suma, la "teoría" evoliana no puede explicar el paso del Ser al Devenir, la caída desde lo excelso del paraíso al tormentoso mundo de la finitud, la decadencia y la muerte. Apelar a cambios climáticos suena a cuento pueril y, desde luego, no resuelve el problema metafísico planteado. Para salir del apuro, tendrá que apelar Evola a la lucha entre dos polos, dos principios, el solar, ario-viril, y el lunar, semítico-femenino:
Es la historia de un descenso, de un equilibrio que se va oscureciendo, frente al avance del principio opuesto: la vía polar, el polo femenino y activo (sic) de la existencia (op. cit., 39).
Con ello hemos pasado, por arte de birlibirloque, de una concepción metafísica monista, unitaria, estática y pacífica a otra muy distinta, dualista, móvil, temporaria y conflictiva. Mas hay que elegir entre la una y la otra. La evidencia de los fenómenos ha forzado a Evola a conceder la lucha y el conflicto (un dato procedente de la denostada realidad natural) en su fantasía faraónica de la estabilidad eterna. Evola ha tenido que asomar la cabeza de la pirámide para luchar contra los hicsos que invaden el imperio. ¿Podía ser de otra manera? Pero si es así, entonces la trascendencia, definida en los términos metafísicos platónicos arriba citados, debe ser rechazada. La existencia de dos polos en conflicto no es un dato casual, sino la única forma de explicar "lo que ha sucedido", aquello que aparece o se muestra en su patencia ante todos nosotros: la realidad del dolor, la VERDAD DE LA FINITUD. Los polos y el conflicto mismo elévanse así a rango metafísico. Ahora bien, una vez introducido el movimiento en el plano paralelo y eterno de la estabilidad, o sea: de la famosa "trascendencia", ésta deviene superflua. Su función era evitar el cambio, legitimar la inmortalidad, pero sólo puede explicar el devenir aceptando un principio metafísico de destrucción, aunque dicho principio sea acusado de todos los males y tildado de semita, femenino, lunar, etc... La nada ha sido, en definitiva, elevada también velis nolis a rango trascendente.
Pero Ángel Fernández Fernández no parece percibir intelectualmente estas contradicciones. Una asombrosa carencia de sentido crítico atraviesa su texto sobre Evola, hasta extremos que no dudo en calificar de penosos. Así, admite:
Como hemos visto en la introducción que nos ha precedido la idea de unidad que primaba en el mundo primordial ha sido rota. A partir de este momento, y a medida que nos alejamos del punto de referencia inicial, el mundo se debate entre dos polos opuestos: el viril o nórdico-solar frente al femenino o meridional y lunar (op. cit., p. 41).
Fernández sigue sin explicar cómo la omnipotencia de la unidad primordial ha podido ser "rota". Dicha ruptura comporta la humillación total del principio mismo, siendo así que se ha caracterizado el mundo tradicional como sociedad sin conflictos y una vez aceptada la realidad de la fisura, de la escisión entre dos polos opuestos y en lucha, la historia que viene a continuación afecta a sociedades que ya no son tradicionales, a sociedades conflictivas, a sociedades sujetas a movimiento y crisis donde los aristócratas serán colgados o guillotinados como se merecen. Pero además, el principio femenino, meridional o lunar no deja de mostrarse más fuerte que su contrario. Pudo, este perverso agente, introducir la división de la unidad cuando la sociedad solar se encontraba en pleno apogeo e indemne. ¿Cómo no va a vencerla cuando ha roto su cohesión originaria, cuando esa sociedad ya ha perdido su rasgo característico y definidor, fuente de su alabada potencia (que quedó en poca cosa), a saber, la ausencia de conflicto, de devenir, de cambio, decadencia, muerte...? Fernández Fernández nada dice al respecto. Su mente no responde a los lógicos estímulos inmanentes de la crítica, o lo hace en muy pocas ocasiones. Estos son los evolianos que podemos esperar encontrarnos como representantes intelectuales de la Tradición. Cualquier periodista de tres al cuarto se los come vivos.
Pero las contradicciones del discurso evoliano no terminan aquí. Al parecer, cuando la sede ártica desapareció y los pueblos arios se dispersaron, el modelo original más fiel al recuerdo de la celestial ciudad caída fue la sociedad de castas hindú:
La casta nos aparece como el vértice de la idea social en el pensamiento de Evola. (...) La casta tenía su modelo paradigmático en la sociedad de castas hindú aunque existen otros ejemplos en la estructura trifuncional del medievo. No obstante el ejemplo más ortodoxo de esta forma de organización social lo encontramos en la India (op. cit., pp. 47-48).
Ya conocemos en este mismo post el sistema de castas hindú, que debería funcionar como paradigma ideológico del programa político del MSR si su ideólogo fuera, como parece serlo oficiosamente, Julius Evola. Sabemos que la sociedad de castas hindú coloca en la cima a los brahmanes. Hemos de suponer, por tanto, que éstos encarnan, en la actualidad, los valores de la originaria sociedad tradicional atlante con mayor fidelidad que cualquier otra tradición superviviente (el racismo y antisemitismo de Evola excluyen de la "trascendencia" las tradiciones judía, china, japonesa, así como todas aquellas que procedan de la raza negra). Fernández Fernández caracteriza la figura del brahman:
Milá cerca ya del nirvana.
La pirámide social partía de los Brahmanes como ejemplo de poder metafísico en estado puro. Es el polo contemplativo de la existencia. Está más desvinculado que ninguna otra casta. Se podría decir que vive con cierta desconfianza los hechos del mundo contingente. Su valor más positivo es el conocimiento objetivo que la vincula a la vía esotérica e iniciática. Ello conlleva una visión más nítida y veraz de la realidad frente al caos (op. cit., p. 48).
Sin embargo, contradictoriamente, en página 52 de su ensayo, Fernández explica que Evola se identificaba con los kshatriyas, la segunda casta, subordinada a la superior de los brahamanes. ¿Por qué no comulgó con el "poder metafísico en estado puro"? Pues la siguiente, sin pestañear, es la respuesta de Fernández:
Dentro del régimen de castas hemos visto que Evola se encuentra plenamente identificado con el espíritu del guerrero, del Kshatriya. En este sentido el guerrero tiene una forma distinta de experimentar el hecho de lo espiritual respecto al Brahman. De hecho Evola encuentra en el espíritu sacerdotal el polo femenino y lunar de la existencia (op. cit., p. 52).
El señor Fernández acaba de poner en evidencia la total inconsistencia lógica interna de un relato o fábula que ya se mostró carente de fundamento objetivo (real) alguno. Simplemente, las afirmaciones de hecho, absurdas, inventadas, arbitrarias e inverificables todas ellas, se desmienten además las unas a las otras cuando intentamos encajarlas. En efecto, más arriba había sostenido Fernández que el polo femenino y lunar era el causante de la decadencia del mundo primordial. Pero ahora resulta que la institución cuya estructura refleja con mayor fidelidad la sede ártica de los dioses, a saber, la sociedad de castas hindú, erigió como casta superior a unos sacerdotes que encarnaban, precisamente, el polo conflictivo (femenino, lunar) que habría roto la unidad compacta del orden de la Tradición. Llegados a este punto, dejamos al lector que saque sus propias conclusiones sobre la "capacidad intelectiva" de unos evolianos que acusan a los shudras, es decir, a los trabajadores, de carecer de ella. Constátese no obstante que un pobre trabajador, un miserable paria incluso, el autor de estas líneas, ha vuelto a allanar el divino intelecto de los superiores atlantes, cuya pericia filosófica deja mucho que desear. No será la primera vez, pero tampoco la última, que bombardeemos lo poco que queda de la "sede ártica" en esta bitácora. Por el bien del nacionalismo revolucionario y de la supervivencia de Europa, !expulsemos a estos egipcios disfrazados de nuestras filas!
Jaume Farrerons
2 de junio de 2012
29 comentarios:
Concuerdo con sus opiniones, en especial de un Evola que decia que la socialización de la RSI máxima de todo fascismo le parecía un comunismo oculto. Esa deificación de la sociedad de castas hinduistas van en contra de un ideal fascista que surje justamente para crear un Estado Etico basado en principios aristocraticos y ante todo del trabajo y los trabajadores.
Sin embargo, me surgen dudas sobre sus posiciones. El fascismo es un ideal espiritualista voluntarista (no idealista) y por tanto se debe oponer a toda filosofia del materialismo evolucionista (nazismo, comunismo y capitalismo), sobre este respecto me gustaria saber su opinion.
Por otro lado la vez pasada, habia observado una foto criticando al autor argentino Arberto Buela, claramente el señor no es fascista recuerdo un libro de Hegel que hizo sobre el tema, pero quisiera saber el porque de la critica.
Gracias.
Nosotros no defedemos posiciones materialistas, pero la crítica del materialismo se puede ejercer sin recaer en Platón y, en general, en la tradición metafísico-teológica demolida por Nietzsche.
Apelamos a Martin Heidegger, un filósofo serio. El fundamento filosófico de la crítica al materialismo es la fenomenología existencial.
Tampoco apoyamos el fascismo del Ventennio, vergonzosamente derechizado (aunque situado, con todo, más a la izquierda que el evolianismo), sino el fascismo de 1919, de izquierdas.
Por lo que respecta a Buela, que yo sepa en este blog no se le ha criticado, aunque como filósofo católico se le puede aplicar todo lo que aquí se ha venido diciendo sobre el cristianismo, mas no a título personal, sino genérico.
No sé si he aclarado sus dudas. Quedo a su disposición. Gracias. un saludo.
Reiteraria que es claro que Evola no fue fascista, como lo diría el mejor estudioso de la actualidad del fascismo, James Gregor. Mussolini siempre rechazo a Evola al cual por cierto se le nego la entrada al PNF, oposición compartida por todos por ejemplo con intelectuales como Spirito. Al respecto recomendaria este escrito: http://ku-eichstaett.academia.edu/AndreasUmland/Papers/87021/Dugin_Not_a_Fascist_A_Debate_with_A._James_Gregor_6_texts_
Gracias por su aportación sobre Gregor, que nos ha permitido localizar el texto "El misterio del fascismo". La idea de que el fascismo es una heregía marxista tiene un valor pedagógico muy importante, pues nos vacuna contra el evolianismo y la derecha en general. En realidad, el genuino fascismo, y esto ya se ve en Sorel, es 50% Marx y 50% Nietzsche. Si se pierde el componente marxiano, el desvío reaccionario acostumbra a ser LETAL para los intereses NR. Tenemos que RELEER A MARX con calma, sobre todo su opúsculo "La cuestión judía".
El texto es buenisimo porque incluye seis intervenciones de Gregor esenciales. La tesis de Gregor es que el fascismo es en parte una heterodoxia revolucionaria del marxismo, pero eso lo lleva a rechazar dicha doctrina que Mussolini constataria ineficas. Sin embargo creo profundamente que la influencia de Platon en Mussolini es importante, como lo sostiene y demuestra reiteradamente un filosofo NR colombiano, incanzable combatienete por cierto. Saludos
Sobre Platón en Mussolini, hay que aclarar qué Mussolini hablamos, el primero, el del Ventennio (derechista) o el de Salò, y qué entendemos por influencia, porque Platón está muy presente en Nietzsche, pero sólo para darle la vuelta. El platonismo es,metafísicamente hablando, la creencia en un trasmundo eterno donde no existe la decadencia, el dolor y la muerte. Y claro fuguismo existencial incompatible con el heroísmo. El cristianismo, dijo Nietzsche, es un platonismo para el pueblo. Toda la obra de Nietzsche, factor fundamental y diferencial del "marxismo fascista", es un ataque a Platón. En este sentido, la omnipresencia de Platón resulta innegable, pero en un sentido negativo: como enemigo espiritual a combatir. El fascismo es HERACLITIANO.
El Mussolini de Salo, no murio con una copia de Asi vivio Zarathustra, sino con una de La República de Platon bajo su hombro (hecho constatado por diversos observadores de los últimos días que vieron recurrentemente a Mussolini consultando el libro). No se puede negar el obstracismo del Ventennio (a pesar de que las reformas de este periodo llegaron a que algunos analistas consideraran que el Estado italiano tenia la mejor seguridad social del mundo), o que en dicha epoca entraron pensadores que podriamos decir que tenian pensamientos negativos como Gentile. La etapa final de la RSI era una correción de los errores del pasado. Aun así gracias por responder y ojala el pequeño aporte del texto de Gregor, sea suficiente para dar la estocada final al monarquista-pagano con influencias contradictorias llamado Evola, que Mussolini siempre consideró un farsante hasta en la epoca del Ventennio.
No se puede entender a Nietzsche sin leer a Platón. Que Mussolini leyera a Platón no le convierte en un platónico. Nietzsche estuvo toda su vida leyendo a Platón, precisamente porque en Platón se construye el paralelo MUNDO DE LAS IDEAS que ha sido utilizado por los sacerdotes judeo-cristianos para difamar y menospreciar el mundo real, el mundo de la vida FINITA Y PERECEDERA tal como lo concibió Heráclito (el mundo del devenir) o Sófocles (el mundo de la tragedia). Si Mussolini despreciaba a Evola, tenía que hacerlo en términos nietzscheanos, pues fue Nietzsche quien le abrió los ojos respecto del marxismo. NO se puede despreciar a Evola y "apreciar" a Platón, porque Evola no es más que un platónico extemporáneo.
Esto si que es "filosofar con el martillo" y derribar ídolos que no son más que simple barro.
He de reconocer que no he leído el ensayo de Ángel Fernández que analiza el artículo. Pero recomiendo al señor Farrerons que se interese por la obra del argentino Marcos Ghio; aunque no tenga relación alguna (que yo sepa) con el MSR, es el principal promotor de las tesis de Evola en el mundo hispanohablante.
Por cierto, quisiera preguntarle al anónimo quién es ese filósofo NR colombiano del que habla.
Nos ocuparemos de Ghio, gracias por la aclaración, que tendremos muy en cuenta.
Creo que al filosofo colombiano al que se refieren puede ser Gonzalo Arango, aunque no es exactamente NR o Nicolas Gómez, un critico de la modernidad a muerte. De todos modos recomiendo la lectura de estos dos personajes colombianos.
Además de estudiar a Evola directamente, es necesario pararse a observar a uno de sus discípulos: el ruso Aleksander Dugin, actualmente una de las figuras más populares y escuchadas en el área NR.
¿Es el Nacional-Bolchevismo -hoy tan de moda- la nueva forma que está adoptando la doctrina evoliana?.
http://www.elministerio.org.mx/blog/2013/04/cuarta-teoria-politica-otra-europa-speranskaya/
Evola es un autor que niega expresamente la muerte en nombre de la autoafirmación del yo practicada en nombre de la magia: con esto resume todos los vicios del mundo moderno:
a/ hedonismo (miedo a la muerte)
b/ individualismo (auto-adoración del yo hipostasiado)
c/ rechazo de la verdad (el valor supremo es el poder, no la verdad)
d/ irracionalismo (frente a la racionalidad, la magia como instrumento para alcanzar el poder)
A pesar de la parafernalia estética "tradicionalista" de Evola, este colaborador de la red Gladio (=CIA) que reivindicó expresamente DERECHIZAR el fascismo más allá de la derecha burguesa y conducirlo hasta un REACCIONARISMO precristiano, es, como la sectas típicas de la sociedad de consumo, un fenómeno puramente moderno, pero moderno en todo lo que atañe a la descomposición, el fraude y la indignidad moral.
Evola es conocido en este blog como "el cerdo con monóculo".
Vaya por delante que yo no creo en el esoterismo/ocultismo, en magias ni chamanes, ni soy evoliano,pero me preguntaba si cuando los evolianos hablan de que "los valores que forman parte del ámbito tradicional son eternos e invariables", no se estarían refiriendo en realidad a valores como: honor, fidelidad, heroísmo, honestidad ética, familia, sexo por amor, etc., etc. ¿No es esto lo que defendemos nosotros los NR de hoy, siglo XXI, y que también defendieron los antiguos griegos? ¿Acaso los siglos que han transcurridos entre ellos y nosotros no es una demostración de que esos valores han permanecido invariables?
Por supuesto no defendemos la vuelta a la Edad Media ni a la sociedad en castas, ni menos negamos la verdad de la muerte. La verdad y otros valores, está claro, no está en función de la "raza espiritual" ni de la clase social. Un sudra (obrero/campesino) puede ser un héroe mientras que un intelectual y erudito un auténtico cobarde. Y esto es lo que me desconcierta de Evola y sus seguidores, porque por un lado he leído libros y artículos suyos que parecen interesantes como "Doctrina arya de lucha y victoria", donde da una interpretación particular de los mitos hiperbóreos y nórdico-germanos, o como "EScritos sobre judaísmo" o "Paganismo en la Edad Media católica", pero por otro lado su postura ambigua y poco clara respecto del fascismo (tanto del Ventennio como del de la RSI), más bien tendente hacia el antifascismo, lo hace poco o nada recomendable (a este respecto hay un artículo igualmente interesante de Vincenzo Vinciguerra titulado explícitamente "El antifascista Evola", que los asiduos lectores de este blog ya conocemos).
Un saludo.
Aquéllo que permanece invariable es la verdad de la muerte. Es decir, la temporalidad misma. El tiempo no pasa, somos nosotros los que pasamos...
Pero cuando Evola habla de algo eterno, se refiere justamente a la negación de la muerte, o sea, en última instancia, al bienestar.
No puede haber HONOR cuando la supuesta valentía se erige en un fraude existencial, en la MENTIRA.
Más allá de la finitud, no hay héroes, sino "homini religiosi", semíticos o arios.
No es honor aquello que amparan las sociedades tradicionales, sino un refugio ante la espantosa verdad, actitud que responde a intereses eudemonistas y, en el fondo, hedonistas.
Porque "la felicidad" del alma comprada a costa de la verdad equivale siempre a estados psíquicos agradables o, como poco, a la evitación de estados psíquicos dolorosos que el verdadero héroe tiene que SOPORTAR porque son inherentes a la esencia trágica de la existencia.
La divisoria entre el fascismo revolucionario y la extrema derecha tradicionalista puede parecer sutil, pero en realidad señala hacia el abismo más insondable.
Nuestra diosa se llama Moira (destino) o Aletheia (verdad). Como usted prefiera. Ellas son "Erika", las novias del héroe trágico que se sostiene en medio de la nada, sin muletas.
Saludos, camaradas.
Gracias por la respuesta, ni que decir tiene que estoy de acuerdo.
Ya me parecía a mí que Evola era difícil de clasificar, ideológicamente hablando.
Fascismo en estado puro, sin ápice de derecha. !Grandioso! Es la primera vez que esto aparece en el mundo abiertamente expresado.
Si queremos recuperar a las juventudes NR del influjo nefasto de los evolianos (es decir, de la religión) debemos leer a Evola y discutirlo desde la tradición filosófica occidental y desde el pensamiento NR. Los esfuerzos que aquí se hacen son valiosísimos. Habiendo sido presa del influjo evoliano en mi juventud desprevenida, y conciendo bastante su obra... hoy puedo recomendar la lectura de Imperialismo Pagano, su mejor obra, donde denuncia al fascismo su aburgesamiento y cristianización. Evola es un buen escritor, prolífico y a la vez sintético, y con mucha carga de sentido volcada en sus escritos. Pero su idea de la "Tradición" es platónico, basta leer la primera página del primer capítulo de "Revuelta contra el mundo moderno", su obra troncal, para darse cuenta de ello. Lo que debieramos hacer es insertar el valor de sus investigaciones sobre el pasado indoeuropeo en un esquema interpretativo del pasado fenomenológico-heideggeriano, o nietzscheano. Hay que discutir con Evola, para ganar a los evolianos... no podemos regalarle más terreno a los corruptores religiosos que toman a Evola para justificar la claudicación religiosa. Desde el mismo Evola eso es objetable. Políticamente Evola es nefasto y reaccionario, él mismo se reclamaba de "derecha" y "reaccionario". Allí claro, no caben medias tintas. A pesar de sus libros antifascistas (el fascismo visto desde la derecha y notas sobre el III reich), es el principal referente intelectual NR (!!!) ... es un tema serio ...
En fin, espero poder aportar algo a este respecto... Saludos desde Argentina.
Esperamos sus aportaciones.
Desde luego, lo primero que hay que hacer con un autor antes de criticarlo es leerlo con atención. Sin este trabajo previo, NO HAY FILOSOFÍA CRÍTICA QUE VALGA.
Nosotros estamos en la tarea de analizar la obra de Evola para sacar del pozo a los propios evolianos.
No tenemos nada contra los evolianos a título personal. Esto es una crítica filosófica y política.
Saludos cordiales a todos, evolianos y heideggerianos, y a todos los nacionalistas revolucionarios.
Ser evoliano y NR es algo muy contradictorio... es algo que me chocaba... en mi convivencia con ellos.
El MSR ha respondido, pero por supuesto no con argumentos como los de la entrada de este blog que aquí comentamos, sino con un ataque personal del señor Jordi de la Fuente, a quien nosotros no hemos nombrado jamás !en toda nuestra vida!
Y desde luego, nunca hemos dicho ninguna mentira sobre Jordi de la Fuente, ni le hemos insultado, como sugiere.
Pero el Sr. De la Fuente trabaja al servicio de un amo.
¿Es que Llopart no puede dar la cara él solito? ¿Tiene que utilizar a otros para que le defiendan?
Dice el Sr. De la Fuente que nosotros mentimos e insultamos. Pero no argumenta nada, no demuestra nada. O sea que se le puede aplicar aquello que él mismo denuncia.
Por único argumento, simplemente cuelga un cartel de la Lliga d'Estudiants Occidentalistes de los años ochenta. El cartel tiene 20 años. Nosotros le invitamos a razonar, si es capaz de hacerlo, qué significa ese cartel.
!Venga señor de la Fuente! Demuestre que usted sí es capaz de algo más que de mentir e insultar!
Nosotros, con este blog, hemos demostrado nuestra total incapacidad de razonamiento (según usted). Pero el Sr. Jordi de la Fuente es distinto. Ea, refútenos. Haga algo más que agitar una fotocopia de veinte años atrás.
http://farreronslamarcahispanica.blogspot.com.es/2009/09/mi-trayectoria-de-derechista-y.html
Respuesta a Jordi de la Fuente en su presunta "pàgina personal" de Facebook:
"Per començar, dius que aquesta és una página personal, però que m'ataques perquè s'ha atacat un membre del MSR. I, afegeixes, tu t'hi "trenques la cara", quina llàstima que la cosa l'engegis ja amb amenaces, perquè qui amenaça poques raons pot aportar a un debat racional. En qualsevol cas, ho miris com ho miris, tot plegat no és coherent, Jordi. Si aquesta és una pàgina personal, i les critiques que s'han fet al MSR no són personals, sinó crítiques a la línea ideològica, el lloc de resposta no pot ser una pàgina personal. O és que si el senyor Llopart es baralla a una discoteca tu sortiràs com a càrrec del MSR en la seva defensa? Aquesta confusió entre qüestions privades i públiques defineix la mare de tots els problemes de la política. El Sr. Llopart no sap distinguir entre una cosa i una altra. Tu, sembla ser, tampoc. Repeteixo: si aquesta és la teva pàgina personal, jo no hi tinc res a dir. I una de dos, o el MSR contesta com a MSR a unes crítiques POLÍTIQUES I IDEOLÒGIQUES, o contesta Llopart a unes crítiques PERSONALS. Però és absurd que un càrrec del MSR respongui en una pàgina personal a unes crítiques polítiques o que una pàgina personal respongui a unes crítiques personals a UNA ALTRA PERSONA argumentant un vincle polític d'obediència deguda (jeràrquica). Que en Llopart es defensi sol! Entenc que la cosa pot resultar massa complicada per a vosaltres, que funcioneu com un grupet d'amiguets, però la política implica distincions bàsiques i qui no les sap establir és normal que no surti mai del forat on el MSR porta dècades ficat."
Bueno, no sé si me estoy metiendo en un avispero, dado que acaban de salir temas personales que concitan no pocos resquemores.
En fin, antes quisiera dejar claro que no pretendo defender al MSR ni a Llopart. Y que sólo hablo de cuestiones ideológicas no de temas personales.
Más aun, he compartido buena parte de la crítica hecha al MSR desde este blog. Pero precisamente por eso hay cosas que me chirrían.
Se ha mencionado la foto de la vergüenza con Ernesto Milá. Si bien ese señor es miembro de España 2000, siempre ha sido uno de los más claros defensores de Plataforma per Catalunya (creo que huelga poner los enlaces pertinentes a infokrisis). E incluso llegó a publicar una revista llamada Identidad en la que se publicitaba más el partido de Anglada que a la formación de la que Milá es miembro.
Si se da crédito a lo dicho en este blog sobre Ernesto Milá, creo que hay razones para sospechar si ese señor es uno de los más denodados defensores de PxC.
Se ha mencionado a Enrique Ravello, uno de los pesos pesados dentro de la PxC. Esto es lo que cuentan sus ex-colegas de la Asociación Tierra y Pueblo
http://tierraypueblo.blogspot.com.es/2011/02/quousque-tamdem-abutere-ravello.html
Se ha acusado al MSR de ser un cajón de sastre en el que "todo cabe" (y no sin razón). Pero recuérdese que en la PxC hay evolianos, separatistas, neoliberales, etc. El propio señor Ravello, si no me equivoco, tiene al barón del monóculo como uno de sus referentes ideológicos y ha habido contactos con destacados neoliberales, como Enrique de Diego.
Se ha criticado a Llopart -e insisto en que hablo de política, no de temas personales- de pactar con derechistas por miedo a quedarse solo, porque un líder NR debe cargar con la defensa de sus ideas y aceptar lo que venga. Entonces se hablaba de purismo y lealtad total a las ideas, pero ahora se acepta el posibilismo como una opción.
Quizá Llopart sea como usted lo describe, no lo sé, pues no lo conozco personalmente. Pero si se acepta a ciertos compañeros de viaje, ya no se le podrá criticar por sus viejas alianzas, calificadas aquí mismo como "imperdonables".
Saludos cordiales.
Bueno, aquí debo reconocer mi error en dos aspectos:
1/ No tengo pruebas para afirmar fehacientemente que Enrique Ravello sea evoliano. Si bien estuvo de conferenciante en el homenaje que se dio a Evola en el año 2004 según esta fuente, no puedo afirmar que mantenga aún esas posturas
http://es.metapedia.org/wiki/Enrique_Ravello
2/ He confundido a ENSPO con la figura de Jaume Farrerons, pese a que se ha señalado aquí en varias ocasiones que eso es un error.
En ambos casos retiro lo dicho y pido disculpas.
Saludos cordiales.
P.D: ignoraba que Farerrerons hubiese abandonado INTRA.
El Sr. Ernesto Milá puede apoyar a PxC y esto no significa que PxC tenga que responder por ese acto de Ernesto Milá.
Si Jack el Destripador apareciera en público defendiendo al MSR, no creo que el MSR debiera justificarse por ello. Sería un asunto del interesado, no del MSR.
El Sr. Llopart se hizo una foto con Milá y planteó llegar a acuerdos políticos con él.
ESTO ES PÚBLICO Y NOTORIO.
También pactó el MSR con Figuerola UNA CANDIDATURA después de que Figuerola y su partido (con excepción de Farrerons, que dimitió expresamente por ello) apoyara y justificara la masacre de Gaza.
ESTO ES PÚBLICO Y NOTORIO.
Enlace usted el pacto público entre PxC y Milá o el partido donde Milá milita. Aporte alguna prueba o razonamiento de la equiparabilidad entre aquéllos hechos y la supuesta decisión de Farrerons de apoyar a la PxC.
Habla usted de fidelidad a las ideas. Esta es la postura de nuestra página. El problema es que usted confunde FILOSOFÍA CRÍTICA con Farrerons. Lo que diga esta página y lo que haga Farrerons son cosas distintas, porque Farrerons tiene su propio perfil personal y hace lo que puede hacer en cada momento en función de las circunstancias y de lo que él considere oportuno.
Si ha abandonado la Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) quizá haya sido para no lastrar a esta organización con la carga de una larga trayectoria que tiene su signo más señalado, precisamente, en la secretaría general de PxC del año 2003. Se le ha reprochado su posición en la INTRA por su pasado en PxC y ahora que dimita y vuelva a PxC.
Haga lo que haga se le va a criticar, ¿no es cierto? Pero, ¿tiene esto algo que ver con las tesis de FILOSOFÍA CRÍTICA?
No veo que usted esté haciendo nada por promover esas tesis, ¿con qué autoridad moral cuestiona entonces la coherencia de la decisión de Farrerons? ¿Puede usted mostrar las evidencias de su lucha por la identidad ideológica NR propugnada aquí?
(sigue)
(viene del comentario anterior)
Las críticas de esta página al MSR siguen siendo las que son y no quedan relativizadas o anuladas porque Jaume Farrerons decida hacer aquello que considere mejor para la causa que defiende o, dicho brevemente, para aquello que resuelva con total libertad en función de mil factores que nosotros desconocemos o que, en cualquier caso, usted desconoce.
Haber apoyado públicamente a un escritorzuelo como Julius Evola, alguien que defiende la sociedad de castas, es también un HECHO PÚBLICO Y NOTORIO que se añade a los anteriores, un bochorno para el MSR y algo que no va a cambiar porque Jaume Farrerons se convierta mañana en militante de la PxC.
¿O es que PxC ha reivindicado la existencia de chandalas y otros seres inferiores por nacimiento?
¿Puede citar o enlazar el documento correspondiente? Yo sí le puedo enlazar la conferencia de presentación de la "Introducción a Julius Evola" con símbolos del MSR. La peor y más reaccionaria IDEOLOGÍA de extrema derecha, peor aún que el neoliberalismo de la derecha liberal capitalista, fue apoyada en consecuencia por el MSR. ¿Y éstos eran los nacional-bolcheviques y ramiristas? ¿Cómo casa semejante pretensión con la figura del chamán o del señor feudal? Más "progresista" es incluso un político del Partido Popular que un propietario de esclavos, no le parece? Tener claras estas "pequeñas" diferencias es lo que distingue a un NR de un impostor como Evola.
El MSR debería PODER JUSTIFICAR SUS ACTOS en vez de andar hurgando las zurraspas en los calzoncillos del vecino, que es lo único que sabe hacer y está acostumbrado a hacer para salir airoso de sus cómicos resbalones.
Después viene usted con el argumento de que Enrique Ravello es evoliano. Una vez más es usted incapaz de distinguir entre lo público y lo privado. El señor S puede leer literatura erótica, si quiere, pero eso no convierte al partido P donde milita en responsable de tales lecturas. ¿Con qué fundamento "clasifica" usted a Ravello como evoliano? ¿Hay alguna declaración pública suya, o sea, de Ravello, realizada en calidad de cargo de PxC, que apoye o vincule a su partido PxC con la obra de Evola?
¿Pueden compararse las "lecturas privadas" de Ravello con el compromiso público EVOLIANO, esclavista en suma, del MSR o con su pacto, también público, con Milá/España2000 y con el sionista Figuerola?
Comparar una cosa con las otras es pura demagogia y, en cualquier caso, no nos corresponde a nosotros dar explicaciones. Pregúntele a Jaume Farrerons por su vida. Nosotros ya le hemos avisado a Jaume Farrerons que no se moleste si suprimimos su foto de FILOSOFÍA CRÍTICA.
Desde ENSPO han expresado su deseo de dialogar con los evolianos sobre las tesis del barón italiano. En ese sentido, tal vez les interese este libro
http://www.libreriaeuropa.es/ficha.php?codart=TE15
Debo confesar que no he leído la obra en cuestión, pero se presenta como una respuesta a los críticos con las concepciones tradicionalistas, y quizá por eso pueda ser del interés de los responsables de este blog.
Saludos cordiales.
Estamos dispuestos a entrar incluso en un debate público con el Sr. Alcántara. En cualquier caso, vamos a adquirir el libro.
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