viernes, enero 28, 2011

Impostores (2) R. J. B. Bosworth

El problema de los testaferros intelectuales de la oligarquía respecto de Mussolini es que el régimen fascista originario no puede catalogarse de genocida. Apelo al testimonio de nada menos que Ágnes Heller, discípula del filósofo marxista G. Lukács:

El fascismo italiano fue una dictadura brutal en el interior del país, y más todavía fuera de él (en Abisinia y en África en general, en Albania, en Grecia, en Yugoslavia), pero no fue nunca un régimen genocida, sino más bien una continuación de las construcciones imperiales de viejo cuño, con un toque de espectacularidad neorromana. Fue localmente nacionalista, pero no racista, por lo menos no más que ninguna otra potencia colonialista (Heller, Á./ Feher, F., Anatomía de la izquierda occidental, Barcelona, Península, 1985, p. 22, n. 6).

Muchos doctrinarios no descansan bien a causa de esta evidencia. Aunque pueda acreditarse alguna matanza de etíopes y cirenaicos, comparadas con las atrocidades de los regímenes coloniales inglés o belga en África, una mínima objetividad no hará más que abonar al Duce. La realidad resulta tozuda y pone en un compromiso el dogma políticamente correcto, siempre ansioso de nuevos crímenes que imputar a los "fascistas". En suma, los hechos no encajan una vez más con el ideario antifascista oficial; no ha habido tiempo, en el caso del fascismo, de fabricar alguna supuesta cámara de gas que satisfaga las necesidades de la fe progresista.

Tenido hase, en consecuencia, que recurrir a la chapuza. Había que asociar la figura de Mussolini a alguna cifra de víctimas seguida de muchos ceros para que todas las buenas gentes de corazón tierno reposasen tranquilas y en Europa pudieran seguir durmiendo el sueño del paraíso cloroformizado, mientras Israel construye, sin prisa pero sin pausa, su imperio racial en Oriente Medio con el beneplácito de los EEUU.

En este contexto -la demanda genera la oferta-  aparece R. J. B. Bosworth, el mercenario intelectual que ofrécese a realizar la tarea reclamada por la oligarquía, a saber, convertir a Mussolini en un genocida, como poco a efectos lúdico-propagandísticos de masas. Argumento: Mussolini es el responsable de la muerte de un millón de personas. Pero ¿qué significa aquí la palabra "responsable"? Pues más o menos algo parecido a decir que el inventor del coche es el responsable de los 50 millones de muertos en accidentes de tráfico que ha tenido como "consecuencia" la propagación de este artilugio.

!Adelante con la "ciencia" histórica!

Por cierto que Mussolini no exterminó ni por asomo a un millón de personas. Bajo su mandato se ejecutaron 22 condenas a muerte, la mayor parte de terroristas eslavos, después de un juicio cuyas garantías ya hubieran querido para sí las víctimas de los "tribunales populares" estalinistas o anarquistas. Mussolini declaró la guerra y ésta tuvo, es cierto, como siempre sucede, sus consecuencias. Pero no se puede confundir a los caídos en una guerra con las víctimas de un genocidio. Mussolini no es responsable penal de esas muertes, mientras que Eisenhower sí es, en cambio, responsable criminal del exterminio de 750.000 prisioneros alemanes, a los que negó las provisiones y condiciones de vida mínimas estipuladas por la Convención de Ginebra, todo ello con el fin de asesinarlos de manera consciente y deliberada. También es responsable de los 5 millones de civiles alemanes muertos de inanición a causa de la aplicación de las directivas del plan Morgenthau después de la derrota de Alemania. No veo a Bosworth,  hijo de la Gran Bretaña, demasiado preocupado por este tema. Pero en este caso se trata de un genuino genocidio. Winston Churchill es asimismo el responsable del millón de muertos, la mayor parte mujeres y niños, que provocó el bloqueo naval ilegal de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, un bloqueo que el "simpático" y sonriente hombre del puro se negó a levantar incluso después de la firma del Tratado de Versalles, es decir, una vez concluidas las hostilidades. A las canalladas racistas de Churchill habría que sumarle además el otro millón de víctimas civiles inocentes por los bombardeos crematorios sobre la población civil alemana de 1941-1945. Total, 2 millones, en este caso no combatientes, la mitad de ellos en tiempo de paz, es decir: no estamos hablando de caídos en combate o a efectos de daños colaterales, sino de personas ajenas al conflicto que han sido objeto de un asesinato de masas perfectamente planificado e impune. Los ejemplos podrían multiplicarse si ponemos la lupa en los regímenes coloniales de añejas y respetables "democracias" europeas, empezando por la propia Inglaperra. El genocidio es un concepto jurídico determinado: no se puede aplicar a cualquier "muerte". Mussolini podría ser responsable, en el mismo sentido en que lo son Aznar, Blair y Bush por haber provocado la guerra de Iraq, en lo que respecta a Libia y Etiopía, pero existe una diferencia entre esta responsabilidad y los efectos del Plan Dalet en Palestina o el Plan Morgenthau en Alemania. Si Mussolini es el "responsable" de un millón de muertes, Marx debería ser entonces el responsable intelectual de los 100 millones de víctimas del comunismo, Jesucristo el responsable espiritual de la matanza de los cátaros a manos de los cruzados papales de Inocencio III, etcétera. Todos somos "responsables" de algo, por acción u omisión, en un sentido moral, amplio, de la palabra. Por ejemplo, ¿somos "responsables" los consumidores de occidente de los millones de niños muertos por hambre y enfermedades que llenan las fosas del Tercer Mundo desde el final de la gran "cruzada antifascista"? Pero, ¿no se ufanaban la mayor parte de esos consumidores, precisamente, de actuar como celosas encarnaciones humanas del bien, aplaudiendo en el cine las bajas de soldados alemanes ametrallados por sus héroes yanquees mascadores el chicle? ¿Dónde detectar su tan celebrado humanismo, excepto en ese afán de considerarse moralmente superiores a los "fascistas", mientras gastan en unas vacaciones lo mismo o más que una familia sudanesa gastará en un año para comprar la harina con que elabora a mano el pan de sus hijos? No se puede, empero, meter en el mismo saco una responsabilidad moral o política de ese tipo y la voluntad deliberada de exterminar a un millones de personas (genocidio, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad). Hay que llegar a ser un cretino o un sinvergüenza para pretenderlo. Mas dicho tipo de personajes brotan como hongos cuando se trata de injuriar al "fascismo". Aquí los conceptos sobran. Luego todo serán excusas exquisitas y torticeramente matizadas para justificar o minimizar los genocidios progresistas, estos de verdad, sobre los que nada tienen que decir los divulgadores docentes y profesionales del victimismo antifascista. 

Los antifascistas nunca han sido muy duchos en las distinciones conceptuales a la hora de confeccionar los expedientes policiales que preceden al tiro en la nuca o, en su defecto, a la muerte civil de sus víctimas "fascistas". Pero nosotros podemos hilar un poco más fino en sus imposturas. Los "intelectuales" y políticos "progresistas", con sus crímenes, espirituales y políticos, provocaron el fascismo: una respuesta a las atrocidades perpetradas en Rusia en nombre del bienestar futuro de la humanidad. Contra tales monstruosos horrores -la cheka- se levantó, en sus inicios, el fascismo. Han leído bien. El fascismo contra la barbarie encarnada por "intelectuales" como Trotsky, forjador del ejército rojo y continuador de las guerras humanitarias de exterminio emprendidas con alegría por los revolucionarios franceses de 1789. El humanismo asesina en masa y con buena conciencia: es el agente histórico que genera, en el fondo, el fascismo, a saber: una reacción de asco ante los corazones tiernos con las manos manchadas de sangre, ante las "bellas almas" con derecho a matar. Pero no nos detengamos demasiado pronto en la búsqueda de "responsabilidades". Los liberales provocaron a su vez el comunismo con los abusos de la industrialización y la salvaje explotación de los obreros inventada en la Inglaterra decimonónica y muy bien descrita por Friedrich Engels. Así, remontándonos hacia atrás en la cadena causal, los liberales son los "responsables" del comunismo y los comunistas los "responsables" del fascismo, luego, en estricta lógica, el liberalismo es el responsable último del fascismo, eslabón terminal de la cadena, el más inocente, porque viene sobredeterminado por los otros dos. Bosworth mismo encarna así sólo un descendiente liberal y olvidadizo de esos intelectuales que justificaron el violento acceso al poder de la burguesía y la liquidación sin compasión de los "enemigos de la humanidad", es decir, de segmentos enteros de la sociedad, desde la toma de la Bastilla a la del Palacio de Invierno, pasando por la Comuna de París. Bosworth escritor prosigue la tarea que siempre ha caracterizado a estos hipócritas plumíferos de la indignación selectiva: definir los conceptos que luego usarán los policías del régimen para encarcelar a determinadas personas, por ejemplo, a Pedro Varela, Ramón Bau u otros, por mencionar casos bien recientes. Los adversarios del progreso son siempre, normalmente, humanos a los que se ha privado de su condición, y de eso se trata también, en último término, con la acuñación y aplicación represiva del vocablo "fascista". Pero, aunque antifascista, el primer deber de un historiador debería ser analizar cómo se define a sí mismo, qué quiere o adónde pretende llegar el fenómeno que aspira a comprender:
Responsable de un régimen
que llevó a la tumba a un millón de personas

Siendo anti individualista, el sistema de vida fascista pone de relieve la importancia del Estado y reconoce al individuo solo en la medida en que sus intereses coincidan con los del Estado. Se opone al liberalismo clásico que surgió como reacción al absolutismo y agotó su función histórica cuando el Estado se convirtió en la expresión de la conciencia y la voluntad del pueblo. El liberalismo negó al Estado en nombre del individuo; el fascismo reafirma los derechos del Estado como la expresión de la verdadera esencia de lo individual. La concepción fascista del Estado lo abarca todo; fuera de él no pueden existir, y menos aún servir, valores humanos y espirituales. Entendido de esta manera, el fascismo es totalitarismo, y el Estado fascista, como síntesis y unidad que incluye todos los valores, interpreta, desarrolla y otorga poder adicional a la vida entera de un pueblo. No hay individuos ni grupos (partidos políticos, asociaciones culturales, coaliciones económicas, clases sociales) fuera del Estado. Así pues, el fascismo se opone al socialismo para el que la unidad dentro del estado (que amalgama las clases en una única realidad económica y étnica) es desconocida, y que no ve en la historia otra cosa que la lucha de clases. Del mismo modo, el fascismo se opone al sindicalismo como arma de clase. Pero cuando se crea dentro de la órbita del Estado, el fascismo reconoce las necesidades reales que hacen surgir el socialismo y el sindicalismo, otorgándoles el peso debido en el gremio o sistema corporativo en el que se coordinan y armonizan intereses divergentes en la unidad del Estado. Agrupados de acuerdo con sus intereses diversos, los individuos forman clases; forman sindicatos cuando se organizan con arreglo a sus actividades económicas diversas; pero primero y sobre todo forman el Estado, que no es un mero asunto de número, la suma de los individuos que forman la mayoría. Por lo tanto, el fascismo se opone a esa forma de democracia que equipara una nación con la mayoría, rebajándola al nivel del número mayor; pero es la forma más pura de democracia si la nación se considera –como debe hacerse- desde el punto de vista de la calidad y no la cantidad, como una idea, la más poderosa por ser la más ética, la más coherente, la más verdadera, expresándose en un pueblo como la conciencia y la voluntad de unos pocos, cuando no, en efecto, de uno solo, y tendente a expresarse en la conciencia y la voluntad de la masa, de todo el grupo moldeado éticamente por las condiciones naturales e históricas en una nación, avanzado, como una conciencia y una voluntad, a lo largo de una idéntica línea de desarrollo y formación espiritual. No una raza ni una región definida geográficamente, sino un pueblo, perpetuándose en la historia; una multitud unificada por una idea imbuida de la voluntad de vivir, la voluntad de poder y la conciencia de la propia identidad y personalidad. (Benito Mussolini (1935), «Fascism: doctrine and institutions», en C. F. Delzell (ed.) (1971), Mediterranean Fascism 1919-1945, Londres, Macmillan, pág. 93-95. [La doctrina del fascismo, Florencia, Vallecchi Editore, 1938].)

Nada hay, en esta doctrina, que conduzca necesariamente al genocidio. Ni siquiera es racista o antisemita. Se limita a partir, para llegar a ciertas conclusiones, de premisas hegelianas (alemanas) opuestas a las del liberalismo individualista. Una ideología cuya única ventaja respecto del fascismo sería la "democracia" si no fuera porque, bajo la realidad oligárquica, ya conocemos el fraude que encubre la reivindicación de esta desacreditada palabra. El propio Bosworth, con su manera de proceder, ilustra las causas del declive democrático-liberal y la génesis de un nuevo totalitarismo "provocado" por abusos espantosos que, en primer lugar, afectan a los intereses del espíritu y que, poco a poco, van empapando la totalidad del tejido social. Nosotros -conviene subrayarlo- rechazamos el fascismo (del Ventenniotal como se define a sí mismo en el pasaje citado, pero no por ello le imputamos supuestos crímenes de genocidio de los que, en realidad, quienes deben responder son el comunismo y el liberalismo.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
28 de enero de 2011

AVISO LEGAL

http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2013/11/aviso-legal-20-xi-2013.html

 

jueves, enero 27, 2011

La narración de la tribu occidental

¿Quieres conocer la verdad oh ciudadano europeo que devoras pipas apoltronado en la butaca de un cine de barrio?












Los antropólogos descubrieron hace ya algunas décadas que todas las colectividades históricas, desde las tribus más primitivas hasta sociedades complejas como la medieval europea, han construido una narración con el fin de legitimarse a sí mismas, a sus instituciones y a las personas o grupos que las gobiernan. Podríamos pensar que dichos “cuentos” son tanto más ingenuos cuanto más nos remontamos hacia atrás en la historia y que la llamada civilización occidental, ilustrada y democrática, habría superado tales apologías, colocando en su lugar el pensamiento crítico del que nuestros intelectuales progresistas se enorgullecen cada vez que hablan con desprecio, por ejemplo, del “fascismo”.

Sin embargo, no es así. La realidad es que occidente ha elaborado su propia narración legitimadora, cuya desvergüenza e indecencia es directamente proporcional, precisamente, a las pretensiones modernas de haber “superado” dicha "barbarie" conceptual. Nada más brutal que la narración de la tribu occidental, pocas la superan en lo que respecta a falsía, simplismo y afán tergiversador, además de suicida. En efecto, mientras las tribus llamadas "primitivas" crearon construcciones poéticas de un tiempo y un lugar en los que no se les podría reprochar la total ausencia de criticismo y cientificidad, la fábula de la tribu occidental cae deliberadamente por debajo de la ciencia, despójase a propósito de cualquier resquicio de veracidad y valores estéticos, configúrase sólo como una mera pieza de propaganda totalitaria, película de serie B, auténtica escoria moral e intelectual brotada de cerebros indignos de existir. En suma, pura propaganda barata, que encima pagamos por visionar para, en nombre de los "derechos humanos", sufragar no obstante el racismo de la ultraderecha hebrea.

La narración contemporánea vigente en occidente empezó a fraguarse durante la Primera Guerra Mundial. El filósofo judeo-norteamericano de fama mundial Noam Chomsky avala estos orígenes:

Empecemos con la primera operación moderna de propaganda llevada a cabo por un gobierno. Ocurrió bajo el mandado de Woodrow Wilson. Éste fue elegido presidente en 1916 como líder de la plataforma Paz sin Victoria, cuando se cruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial. La población era muy pacifista y no veía ninguna razón para involucrarse en una guerra europea; sin embargo, la administración Wilson había decidido que el país tomaría parte en el conflicto. Había por tanto que hacer algo para inducir a la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Y se creó una comisión gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel, que, en seis meses, logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes, y salvar así al mundo (Chomsky, N., Cómo nos venden la moto, Barcelona, Icaria, 2001, pp. 8-9).

¿Cómo lo consiguieron?

El poder financiero y empresarial y los medios de comunicación fomentaron y prestaron un gran apoyo a esta operación, de la que, a su vez, obtuvieron todo tipo de provechos.  (...) Los medios utilizados fueron muy amplios. Por ejemplo, se fabricaron montones de atrocidades supuestamente cometidas por los alemanes, en las que se incluían niños belgas con miembros arrancados y todo tipo de cosas horribles que todavía se pueden leer en los libros de historia, buena parte de lo cual fue inventado por el Ministerio británico de propaganda, cuyo auténtico propósito en aquel momento -tal como queda reflejado en sus deliberaciones secretas- era el de dirigir el pensamiento de la mayor parte del mundo. Pero la cuestión clave era la de controlar el pensamiento de los miembros más inteligentes de la sociedad americana, quienes, a su vez, diseminarían la propaganda que estaba siendo elaborada y llevarían al pacífico país  a la histeria propia de los tiempos de guerra (op. cit., pp. 9-10).

Si lo hicieron durante la Primera Guerra Mundial, ¿por qué no después? ¿Por qué no hasta hoy, como parece evidente? Y si es así, ¿cómo es posible que Chomsky dé por buena la narración de la Segunda Guerra Mundial? ¿La da? Se ha hablado mucho de los contactos de Chomsky con los revisionistas:

http://revista.libertaddigital.com/chomsky-defensor-del-nazismo-1276229172.html

Sin embargo, ni siquiera Chomsky parece atreverse a dar el paso definitivo y negar el dogma. O sea que en su celebérrimo ensayo Cómo nos venden la moto (1993) sigue utilizando los nombres de conocidos dirigentes nacionalsocialistas como ejemplos palmarios de la maldad absoluta, sin detenerse a pensar que cuestionarlo todo excepto la "almendra esencial" de la ideología sistémica equivale a no cuestionar nada y a reforzar, en cambio, el dispositivo propagandístico de manipulación. Con ello contradice sus propios presupuestos, pero no debe extrañarnos habida cuenta del auténtico linchamiento mediático que ha sufrido por atreverse a escuchar y tener en cuenta los planteamientos revisionistas que, no obstante, se siguen con lógica fulminante de lo que él mismo afirma sobre el dominio fraudulento de los medios de comunicación en las pseudo democracias liberales actuales. Puede haber, no obstante, otras razones más oscuras que expliquen el comportamiento de Chomsky. Por ejemplo, si cruzamos los datos de su libro con los de otra obra escandalosa, a saber, Zionism in the Age of the Dictators (1983), del autor también judío de ideología trotskysta Lenni Brenner, descubrimos que en las tareas envenenadoras de la Comisión Creel jugó un papel decisivo la Organización Sionista Mundial:

La Declaración Balfour era el precio que Londres estaba dispuesto a pagar para que los judíos norteamericanos usaran su influencia para llevar a los Estados Unidos a la guerra (Brenner, L., Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores, Barcelona, Bósforo Libros, 2010, p. 26).

La Declaración Balfour fue el primer documento gubernamental oficial que abrió las puertas de Palestina a la emigración judía, cumpliendo con ello los sueños sionistas, los cuales quedaban así ligados al triunfo de la causa aliada. Ésta tenía entonces que ser legitimada criminalizando al adversario hasta convertirlo en "enemigo de la humanidad", como efectivamente sucedió. La narración de la tribu occidental fue entonces acuñada y regularmente evacuada por las terminales mediáticas y "culturales" del sistema oligárquico mundial.

Veamos ahora cuáles son los ingredientes básicos dicha fábula, con que se lavan los cerebros de millones de niños occidentales para que no vuelvan a pensar: 1/ los hombres que desembarcaron en Normandía en verano de 1944 representaban la civilización frente a la “barbarie nazi”; 2/ los angloamericanos y los soviéticos encarnaban la inteligencia, la cultura, la tolerancia; el nazismo fue simplemente idiota, carente de nivel filosófico como ideología; y 3/ el liberalismo y el comunismo eran moral y políticamente superiores al nacionalsocialismo y al fascismo; 4/ la lucha contra el "fascismo" representó una heroica cruzada de hombres “decentes” (los rusos, bonachones a la postre) contra un enemigo literalmente inhumano, el "mal absoluto", el demonio (!hete aquí la "ilustración"!). La película "Salvar al soldado Ryan" representa el compendio más reciente de esta manufactura doctrinal, que se resume en el siguiente precepto: estaba justificado ejecutar a los soldados alemanes prisioneros. Semejante sugerencia es el descarado mensaje del filme.  

Americanos se rinden a los alemanes.
Estos soldados desarmados salvaron sus vidas.

En las producciones de Hollywood todo esto aparece, empero, muy simplificado, en una versión literalmente mongoloide, al gusto de las masas “civilizadas” que encarnan el triunfo del “bien” y muestran la eficacia cretinizante de los mecanismos "educativos"  "democráticos". Los nazis son estúpidos y crueles; normalmente, además, muy feos. En la sala de cine contemplamos a los que les superarían de todo punto comiendo pipas y disfrutando de las carnicerías cómodamente apoltronados en sus butacas. ¿Quién no recuerda “El desafío de las Águilas”? Los alemanes suben las escaleras de la torre en forma de autómatas para a la postre ser abatidos como muñecos. !Bravo! Un "demócrata" de esos que votan cada cuatro años debe de sentirse muy orgulloso de sí mismo. Por otra parte, en la narrativa al uso el norteamericano se nos presenta como un soldado admirable, heroico, que derriba cientos de alemanes a la vez que masca chicle y se muestra, además, simpático, piadoso, campechano, preocupado por la suerte de los civiles... Los fascistas son simples fanáticos, matones con cicatriz, la cultura está de lado del maestro de escuela yanqui que lee a Homero en una edición de bolsillo y espera tranquilamente la avalancha de tanques germanos, a los que destruirá con unas pocas granadas mientras bromea y se fuma un pitillo… Etcétera. Todos han visto esas “obras” maestras de la extrema derecha judía que controla Hollywood, sede mundial del cine (=propaganda). Pero, ¿qué hay de realidad en ellas cuando esgrimen, sin enrojecer de vergüenza, la frase: “basada en hechos reales”? Muy poco.

Hoy sabemos que los angloamericanos cometieron todo tipo de crímenes de guerra. Sobre ellos recae la matanza de 1 millón de prisioneros alemanes desarmados, la hambruna planificada de posguerra en Alemania, con varios millones de civiles exterminados siguiendo el método soviético en Ucrania, las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki lanzadas sobre un Japón dispuesto ya a rendirse… Los británicos, con sus bombardeos incendiarios especialmente destinados a quemar vivos a los civiles alemanes, ancianos, mujeres y niños (tenían previsto aniquilar a 15 millones de personas, la Luftwaffe consiguió que sólo fueran 1 millón), provocaron el holocausto, una mezcla de venganza difusa y abandono institucional forzoso que se tradujo en epidemias y muertes masivas de prisioneros, judíos y no judíos, en los campos de concentración del Tercer Reich. No vamos a dedicar ni un minuto a hablar de los soviéticos, porque pretender que Moscú representaba la civilización y la moralidad humanista es algo que, a estas alturas, sólo puede provocar náuseas. Los 100 millones de víctimas del comunismo condensan en una simple cifra el fiasco de la presunta superioridad moral de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial.

Alemanes se rinden a los americanos.
Estos soldados desarmados no salvaron sus vidas.

¿Inteligencia? ¿Cultura? Hoy sabemos también que los pensadores más importantes del mundo occidental eran alemanes y que no pocos de ellos militaron en el partido nacionalsocialista. Más todavía: somos conscientes de que existe una relación intrínseca entre el pensamiento de Heidegger, cumbre de la filosofía del siglo XX, y la "ideología fascista", presunta bazofia iletrada. Compárese la profundidad de la ontología fundamental del filósofo de Messkirch con esa estupidez angloamericana denominada “filosofía analítica”, es decir, el proyecto de reducir la filosofía a trucaje gramatical, a un pseudo problema que se resuelve entendiendo que, en realidad, la filosofía nunca existió, que no era más que una interminable confusión de palabras. ¡No otro sería el resumen del famoso “pensamiento anglosajón”! El “materialismo dialéctico” comunista tampoco iba mucho más allá: abolir, disolver la filosofía, aunque esta vez en el magna de un sistema ideológico dictatorial que mataba la ciencia en su misma raíz precisamente porque se declaraba científico e imponía los dogmas del partido a los investigadores. ¿Y el arte? ¿Qué arte pueden oponer los liberal-comunistas a, por ejemplo, Wagner y el proyecto de ópera popular del nacionalsocialismo? ¿Quizá alguno de los cantantes que se ha dedicado a difundir el consumo de drogas entre los jóvenes europeos y americanos hasta convertirlos en una manada de salvajes mentalmente cloroformizados? ¿Es mejor el botellón que un desfile "borreguil" de las Juventudes Hitlerianas? Me parece, al menos, asaz discutible. Asístase a un concierto de rock y compáresele con una escenificación política nazi. La cosa da mucho que pensar.

¿Y la ciencia o la técnica? Alemania ha sido el último país de la historia que se enfrentó militarmente a EEUU desde una posición de superioridad tecnológica. Los científicos alemanes fueron, en la posguerra, la matriz humana de los programas espaciales americano y soviético. Los cohetes, tanques y aviones alemanes, la tecnología alemana en general, traducía la superioridad incuestionable de la ciencia alemana. Desde luego, la mayor parte de los valores culturales que Alemania podía presentar ante el mundo no eran obra de los nazis y éstos lo que hicieron más bien fue aprovecharse de una herencia que el sistema dictatorial hitleriano habría erosionado con el tiempo, pero no cabe duda de que la entidad “Alemania” nada tenía que envidiar culturalmente a sus adversarios.

En cuanto al supuesto heroísmo que ensalzan las narraciones hollywoodienses, el mito de la valía militar del soldado yanqui empieza a ser cuestionado por los propios historiadores norteamericanos. Así describen los testimonios la realidad en el campo de batalla:


Los yanquis se habían limitado a mirar con un batallón de infantería acompañado de carros de combate. En lugar de hostigar sin descanso al enemigo, daba la impresión de que se hubieran sentado frente a él para esperar a que se retirase. Se sirven de una gran cantidad de fuego de artillería y bombardeo aéreo para que al enemigo se le quiten las ganas de defender sus posiciones, y luego prosiguen en tierra (Hastings, Max, Armagedón. La derrota de Alemania 1944-1945, Barcelona, Memoria Crítica. 2005, pp. 232-233).
Abundemos hoy en este tema, sin olvidar sus implicaciones éticas.

Toda la verdad sobre el presunto héroe americano

Esta actitud era al parecer muy corriente entre los americanos. Eludían el enfrentamiento con los alemanes y confiaban en que la artillería y la aviación les resolvieran la papeleta. Normalmente, frente a ellos tenían ya sólo, al final de la guerra, un nido de ametralladoras y poco más. Pero, cuidado, eran alemanes.

Sobre los alemanes:
Soldados alemanes.

Hasta que la guerra hubo llegado a un estadio muy avanzado, quienes se encontraban al frente de las fuerzas terrestres británicas y estadounidenses fueron muy conscientes de que, de enfrentarse con las tropas alemanas en cualquier situación cercana a la igualdad de condiciones, era muy probable que sus propias tropas sufriesen una rotunda derrota. Ellos eran mejores que nosotros: nunca haremos demasiado hincapié en eso. Todo soldado aliado que se enfrentaba a ellos lo sabía, y no lo consideraba un hecho humillante. Nosotros no pasábamos de ser aficionados... luchando contra los mejores profesionales del ramo... (Howard, M., "Times Literary Supplement", 21 de abril de 1978, citado por Hastings, M, op. cit., p. 245).

Esta afirmación la hace un ciudadano norteamericano que no sólo es profesor de historia militar, sino alguien que conoció de primera mano la realidad bélica del frente occidental. Dim Robbins (capitán del ejército estadounidense):

Cuando uno veía un Tiger, no podía hacer otra cosa que detenerse. Manejaban aquellos carros de combate con tal destreza, con tanto talento, que resultaba fascinante observarlos. Había una gran diferencia entre su actuación y la nuestra (op. cit., pág. 245).

Para los que hayan leído mis posts sobre la religión germánica y el ocaso de los dioses, la siguiente constatación puede resultar iluminadora:

Pocos de ellos piensan que Alemania tenga alguna posibilidad de alcanzar la victoria final; la mayoría, de hecho, ha reconocido estar cansada de combatir y admite que es inútil proseguir la lucha. Sin embargo, todos han echado los hígados en el campo de batalla. Tal vez de aquí haya que deducir que, por baja que se encuentre la moral del soldado alemán, seguirá luchando mientras tenga superiores para darle órdenes y ocuparse de que las acate (Tipps, David, in op. cit., p. 245).

Patrick Hennessy, otro ex combatiente yanqui:

Teníamos la impresión de que eran más profesionales que nosotros (op. cit., p. 245).

Los testimonios podrían multiplicarse. Las conclusiones del autor del libro citado son las siguientes:

Los historiadores estadounidenses y británicos han invertido, durante los últimos años, un cúmulo nada despreciable de energías argumentando en torno a la cuestión de si el soldado alemán era superior al aliado. Y todos, a excepción de los más porfiados nacionalistas, han de reconocer que los ejércitos de Hitler actuaron de forma mucho más profesional y lucharon con mucha más determinación que las tropas de Eisenhower (op. cit., p. 162).

Otro historiador de prestigio, el marxista Eric Hobsbawn, confirma a su modo esta apreciación:

(...) la máquina militar alemana (...) tanto en la primera como en la segunda guerra mundial, era muy superior a todas las demás. La superioridad del ejército alemán como fuerza militar podía haber sido decisiva si los aliados no hubieran podido contar a partir de 1917 con los recursos prácticamente ilimitados de los Estados Unidos (Hobsbawn, E., Historia del siglo XX. 1914-1991, Barcelona, Crítica, 2005, p. 36).
Dresden: el otro crematorio.
Sin embargo, las conclusiones que Max Hastings saca de estos hechos son totalmente erróneas. En efecto, después de reconocer la realidad, Hastings empieza a moralizar de forma insoportable sobre la presunta superioridad moral del soldado americano:

Se impone un corolario de vital importancia: si los soldados angloestadounidenses se hubiesen imbuido del código de valores que permitió a los del Führer hacer lo que hicieron, el motivo que los llevó a luchar en aquella guerra habría quedado en nada (op. cit., p. 162).

Hastings da a entender, de forma inocente o cínica (no lo sabemos), que los motivos de EEUU para entrar en la guerra contra Alemania fueron de carácter moral. Y concluye:

(...) las tropas estadounidenses y británicas preservaron, durante la batalla, en un grado que no deja de maravillar, la ética, la cortesía y las inhibiciones propias de sus sociedades. Resulta oportuno que un historiador exprese su juicio entorno a los yerros y fracasos de que fueron protagonistas los aliados entre 1944 y 1945, que fueron muchos y de muy diversa índole. Pero también existen razones para apreciar y respetar los valores de que se imbuyeron los ejércitos de Eisenhower (op. cit., pp. 162-163).

Esta pretensión es simplemente un fraude porque los "ejércitos de Eisenhower" cometieron monstruosos crímenes de guerra con los prisioneros alemanes, un hecho ocultado hasta hace poco pero que ya se ha admitido "oficialmente" en obras como After the Reich. The brutal history of the allied occupation, de Giles Macdonogh (conviene subrayar que esto ya se "sabía" por el trabajo de investigación, que se intentó desprestigiar y se sigue intentando desprestigiar, de James Bacque). Nos hemos ocupado del tema en este blog:


No vamos a repetirnos. Aquéllo que ahora nos interesa es no sólo desmontar el argumento del humanismo, sino sugerir que es el propio "humanismo" el que genera necesariamente unas atrocidades que, en cambio, desde otra concepción ética, la alemana, no son posibles a menos que los alemanes vulneraran sus propios códigos normativos, como denunciaron Himmler y Goebbels:

Pero esa interpretación, en todo caso, puede hacer comprensible el aspecto "sionista" del nacionalsocialismo, o sea, el anhelo de "alejar" a los judíos una vez que, supuestamente, la convivencia había demostrado ser imposible. Pero no puede explicar ciertos hechos; por ejemplo, que el mismo Heinrich Himmler rechazara todavía en 1940 el exterminio de un pueblo como un acto "bolchevique" y "antigermánico", y que incluso Joseph Goebbels expresara gran sorpresa al enterarse por primera vez en marzo de 1942 de los métodos que se aplicaban en el Este contra la población judía (Nolte, Ernst, La guerra civil europea, 1917-1945, México, FCE, 2001, pp. 29-30, nota 63: "Memorándum de Himmler sobre el trato dado a los pueblos extranjeros en el Este", en "Cuadernos Trimestrales de Historia Contemporánea", año 5, 1957, p. 197. Diarios de Goebbels de los años 1942/43, editados por Louis P. Lochner, Zurich, 1948, pp. 142 y ss. asiento de 27 de marzo de 1942).

¿Eran superiores moralmente a los alemanes los aviadores ingleses que lanzaban bombas incendiarias contra civiles? ¿Fue ético persistir sádicamente en dichas pautas de conducta cuando, al final de la guerra, con Alemania ya derrotada y sin motivo lógico alguno que lo justificase, ni siquiera un motivo ilegal o inmoral, sólo podían generar auténticas masacres inútiles? ¿Eran "hombres decentes" quienes volatilizaron Hiroshima y Nagasaki para atemorizar a la URSS, es decir, en seguimiento de una pura táctica política maquiavélica de poder? No debe, empero, sorprendernos, siendo así que en esto consistiría precisamente el humanismo desde la Revolución Francesa, según declaraba la Convention en 1774:

L'humanité consiste à exterminer ses ennemis.

No se trata de una mera anécdota. La entera obra de Sartre está dedicada a justificar el crimen, siempre que se cometa en nombre de los ideales políticamente correctos, tal como, por ejemplo, lo expresa uno de sus personajes en las obra de teatro El diablo y el buen Dios (1951), es decir, en pleno estalinismo:
El reinado del hombre está comenzando. Un buen comienzo. Vamos, Nasty, mataré y ejecutaré... No tengas miedo, no flaquearé. Los llenaré de horror puesto que no tengo otro medio para amarlos, les daré órdenes puesto que no tengo otro modo de obedecer. Me quedaré solo con este cielo vacío encima de mí puesto que no tengo otro modo de estar con todo el mundo.
Si en lugar de literatura uno prefiere la legitimación teórica del crimen, existen decenas de ensayos de Sartre, a los que me referiré en otro post, pero también disponemos del ensayo de Maurice Merleau-Ponty, Humanismo y terror (1947), otra obscena e impune loa al estalinismo por parte de uno de los más señalados "intelectuales de izquierdas" de la Francia de posguerra:



Recomiendo la lectura de esta obra, una incitación directa al crimen que, sin embargo, no levanta las protestas de la progresía biempensante. Sólo una cita, de esas que se aguantan solas, como botón de muestra:

El marxismo se abre sobre un horizonte futuro donde el "hombre es para el hombre el ser supremo". (...) La tarea esencial del marxismo será pues buscar una violencia que se supere en el sentido del porvenir humano. (...) La astucia, la mentira, la sangre derramada, la dictadura, se justifican si hacen posible el poder del proletariado, y en esta medida solamente. La política marxista es, en su forma, dictatorial y totalitaria. Pero esta dictadura es la de los hombres más puramente hombres (...) (Merleau-Ponty, M., Humanismo y terror, Buenos Aires, Leviatán, 1956, p. 12).

La tropa roja: los hombres más puramente hombres. Torturar en nombre de la patria o de ideales "equivocados" que no satisfagan las necesidades sádico-escatológicas de bienestar de los "buenos" (exterminar a los "fascistas", "culpables" de la "muerte"), es perverso. Pero si la tortura, el asesinato y hasta el genocidio se practican para nutrir los anhelos de felicidad y esperanza del "hombre", entonces todo está justificado. El propio Hobsbawn reconoce subrepticiamente parte de la historia, pues el humanismo del siglo XX se bifurca en dos familias dominantes, la marxista soviética y la anglosajona cristiano-liberal:

A largo plazo, los gobiernos democráticos no pudieron resistir la tentación de salvar las vidas de sus ciudadanos mediante el desprecio absoluto de la vida de las personas de los países enemigos. La justificación del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945 no fue que era indispensable para conseguir la victoria, para entonces absolutamente segura, sino que era un medio de salvar vidas de soldados estadounidenses. Pero es posible que uno de los argumentos que indujo a los gobernantes de los Estados Unidos a adoptar la decisión fuese el deseo de impedir que su aliado, la Unión Soviética, reclamara un botín importante tras la derrota del Japón (Hobsbawn, op. cit., p. 35).

Y aunque los fascismos eran dictaduras, entre las bambalinas de esta narración falseada el agente que mueve los hilos de la intervención no es precisamente un heraldo de la "democracia", sino la oligarquía financiera que metió a Estados Unidos en la guerra. De este desastre moral, el mayor fraude de la historia, son responsables las élites económicas que estaban interesadas en determinar el resultado del conflicto; que utilizaron el humanismo como mera coartada ideológica para, siguiendo el ejemplo de los bolcheviques, masacrar sin norma ni límite, justificando el exterminio sistemático del adversario y luego, por si fuera poco, criminalizarlo basándose en las inevitables reacciones de venganza que tales fechorías tenían que generar:

Permítaseme empezar contraponiendo dos conceptos de democracia. Uno es el que nos lleva a afirmar que en una sociedad democrática, por un lado, la gente tiene a su alcance los recursos para participar de manera significativa en la gestión de sus asuntos particulares, y, por otro, los medios de información son libres e imparciales. Si se busca la palabra democracia en el diccionario se encuentra una definición bastante parecida a lo que acabo de formular. Una alternativa a la democracia es la de que no debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados. Quizás esto suene como una concepción anticuada de la democracia, pero es importante entender que, en todo caso, es la idea predominante (Chomsky, N., op. cit., pp. 7-8).

El control de la información por parte de la oligarquía sionista que organizó la Comisión Creel a fin de promover la entrada de EEUU en la Gran Guerra es el mismo que produce industrialmente ("industria cultural") la narración de la tribu occidental, es decir, el "cuento" que a la postre se ha podido contemplar cotidianamente en esos institutos (des)informativos que son pantallas de cine y de la televisión. Hemos considerado, a efectos de mera objetividad de la información, aquéllo que sostienen los especialistas del bando aliado en la materia sobre la realidad del frente bélico y las características éticas del soldado alemán. Casi nadie discute la evidencia. Pero es también un hecho que Hollywood nos cuenta otra cosa muy diferente. Por ejemplo, la película “Patton” nos coloca un marcador de bajas alemanas provocadas por la campaña de este famoso general americano desde el norte de África hasta Francia y, al final de la contienda, nos encontramos nada menos que con 3 millones de alemanes abatidos. Una auténtica mentira desvergonzada porque, a pesar de la superioridad numérica apabullante del material de guerra angloamericano (otra cosa era su calidad), las bajas alemanas en el frente occidental resultaron iguales a las aliadas (unos 200.000 hombres) y ello contando con que, en las últimas semanas de la guerra, Alemania ya no enviaba al frente hombres maduros, sino niños y viejos fácilmente neutralizados por el enemigo.



Los veteranos alemanes que combatieron en el frente occidental eran, cultural y moralmente, y hablando siempre en términos generales, mucho más cualificados que los americanos. Los prisioneros aliados occidentales de los alemanes fueron, con muy pocas excepciones, respetados y bien tratados. Se les aplicó la civilizada Convención de Ginebra, cosa que, como sabemos, no hicieron los angloamericanos con los alemanes una vez desarmados. Entre los soldados alemanes había poetas, filósofos, escritores... Y, desde luego, eran por lo general unos soldados muy competentes. Consecuentemente, a nuestro entender, los alemanes pudieron ser, al menos en muchísimos casos, "superiores" a sus adversarios desde el punto de vista estrictamente militar, pero también humano. ¿Heroísmo? Una vez más no vale la pena hacer este tipo de comparación con las tropas del Ejército Rojo, que superaban a los alemanes en una proporción de 4 a 1. En el frente del Este el entero escenario se redujo muy pronto a una mera cuestión de masa; los alemanes debían compensar con su eficiencia y valor el rodillo puramente numérico -financiado por la oligarquía- que abalanzábase sobre Europa desde Asia. Y los rusos no podían retroceder, un comisario político les esperaba tras las líneas para liquidar a los que pretendieran escabullirse. ¿Valor soviético? Un soldado que  sólo avanza por temor a ser ejecutado sobre el terreno difícilmente puede ser considerado un héroe.
Nada de eso se nos había contado. La narración de la tribu occidental judeocristiana, liberal-burguesa y progresista puede calificarse de fábula. Con todos los tremendos errores –y crímenes innegables- del nazismo, quienes desembarcaron en Normandía o avanzaban por el Este hacia Berlín eran unos auténticos bárbaros que luchaban con el fin de destruir la civilización. Una civilización, la nuestra, que ya no existe, siendo así que occidente, literalmente, se encuentra en vías de extinción. El nacionalsocialismo cometió atrocidades en la guerra, al igual que lo hicieron sus adversarios, pero nadie pretenderá que Hitler, por ejemplo, era un tipejo al que sólo interesaba enriquecerse: todo lo contrario que los vencedores, encarnados hoy por nuestros políticos actuales, quienes enarbolan la sola bandera del lucro y no dudan, empero, tampoco, en asesinar en masa y cometer toda suerte de delitos de lesa humanidad.

Y así andamos. A los hechos me remito. Occidente, el verdadero occidente en tanto que cultura (la cultura, corazón batiente de toda auténtica civilización) fue en esa guerra encarnado, no por el nazismo, sino por Alemania. Dice Heidegger:

El espíritu no es hueca sagacidad ni sutil juego de ingenio sin compromiso, ni tampoco desmesurado impulso de análisis intelectuales ni inclusive la razón universal, sino que consiste en la decisión, originalmente acordada, de estar abierto a sabiendas a la esencia del ser. El espíritu es la autorización concedida a los poderes del Ente como tal y en totalidad. Cuando domina el espíritu, el ente como tal siempre y en todos casos es más ente. Por eso, el preguntar por el ente como tal siempre y en su totalidad, el preguntar de la pregunta ontológica, constituye una de las condiciones esenciales y fundamentales para el despertar del espíritu y con ello del mundo originario de la existencia histórica, así como para refrenar el riesgo del oscurecimiento del cosmos y tomar posesión de la misión histórica de nuestro pueblo (Alemania) que se halla en el centro de occidente (Heidegger, M., Introducción a la metafísica, 1935).

Aniquilada la cultura alemana, extirpada Prusia, su alma, sólo nos quedó a los que nacimos después en Europa esa carcasa inerte denominada sociedad de consumo, que únicamente sobrevive por inercia pero que ya ha emprendido el camino hacia el ocaso, cumpliendo la predicción de Spengler con unos cuantos siglos de anticipación. El mundo decadente y nauseabundo en el que nos ha tocado vivir queda reflejado en ese cuento donde los bárbaros de Blackwater se han convertido en héroes.

Los bárbaros desembarcaron en Normandía

Algunos lectores considerarán una exageración esta afirmación, como la que se ha hecho más arriba de que los aliados eran unos cobardes asesinos. Pensemos que los soldados americanos eludían todo lo posible el combate directo con los alemanes por puro temor a luchar, una realidad probada y demostrada, pero cuando pudieron retener prisioneros a esos dignos militares que habían defendido la nación alemana hasta la última gota de su sangre, es decir, cuando dispusieron de ellos ya indefensos, jugaron al tiro al blanco o los mataron de hambre, sed y enfermedades. La cobardía sádica es esencial e inherente a una sociedad hedonista y antiheroica que esgrime el placer como valor supremo y odia el deber por el deber como odia la verdad por la verdad misma. La tortura es una forma de hedonismo, no debe extrañar que Prusia, la patria de Kant, fuera el segundo país del mundo en abolirla (después de Suecia). En suma, esta cobardía moral esencial que niega la muerte tiene como consecuencia necesaria la crueldad, puesto que el cobarde sólo puede descargar su miedo a la vida acumulado con la víctima inerme, sujeta a su poder. La teorización de la barbarie, la cobardía, el hedonismo y la negación de la muerte constituyen los pilares de la sociedad de consumo, que se han objetivado y se documentan en filósofos como Herbert Marcuse, un presunto ideólogo de los "estudiantes rebeldes" de mayo de 1968 que, sin embargo, trabajó para la CIA y firmaba sus libros "anticapitalistas" con frases de reconocimiento, por habérselos financiado, a la Fundación Rockefeller. Fijémonos en lo que afirma Marcuse y contrastémoslo con la cita de Heidegger:

Los vencedores exterminaron
a centenares de miles de niños alemanes.

La destrucción de la ideología de la muerte supondría una transvaloración explosiva de los conceptos sociales: la buena consciencia de ser un cobarde, la desglorificación y la desublimación; supondría un nuevo "principio de realidad" que liberaría el "principio del placer" en vez de reprimirlo. La mera formulación de estos principios indica por qué han sido convertidos tan rígidamente en tabús. Su realización equivaldría al derrumbamiento de la civilización establecida. Freud ha mostrado las consecuencias de una desintegración (hipotética) o incluso de una relajación esencial del "principio de realidad" predominante: la relación dinámica entre eros y el instinto de muerte es tal que una reducción del segundo por debajo del nivel en que funciona de un modo socialmente útil liberaría al primero más allá del nivel "tolerable". Ello supondría un grado de desublimación que arruinaría las conquistas más valiosas de la civilización (Marcuse, H., Ensayos sobre política y cultura, "La ideología de la muerte", Barcelona, Ariel, 1970, p. 198).

Marcuse resume el programa de destrucción de la civilización occidental que la oligarquía sionista puso en marcha con la Comisión Creel, la liquidación de Alemania en dos guerras mundiales, la posterior revolución sexual y promoción del consumo de drogas entre los jóvenes y, finalmente, el proyecto de suplantación étnica que la actual política neoliberal de inmigración comporta y que suprimirá, no sólo las instituciones y los valores, sino la propia matriz biológica de los pueblos indoeuropeos.


La suerte está echada. Europa perdió la guerra gracias a otros europeos, británicos y franceses, quienes prefirieron cavar su propia fosa. Europa es ahora un decrépito apéndice de los EEUU que se extinguirá físicamente, como pueblo, en los próximos treinta años. La narración de la tribu occidental (americanos buenos, guapos, simpáticos, inteligentes y valientes; alemanes crueles, idiotas, feos, estúpidos y cobardes) nos sigue, empero, engañando gracias a nuestra actitud complaciente, pasiva, egoísta y cómoda. Tenemos miedo a que nos califiquen de "fascistas". Parece que sólo despertaremos cuando el hacha del asesino sionista se cierna sobre nuestras cabezas; o sea, demasiado tarde. Auschwitz existió, sí, pero entre la fábula propagandística de una Comisión Creel cualquiera y la realidad histórica media un abismo. El holocausto, en sus dimensiones reales y no en las inventadas e hinchadas por la propaganda, no fue causa, sino consecuencia de los genocidios, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad de los vencedores "antifascistas". También existieron, por tanto, en cualquier caso, Dresde, Kolymá y Hiroshima, facta de los que poco tienen que decir los inquisidores de la fiscalía políticamente correcta al servicio de Sión. Por no hablar de Palestina, que pertenece a la más rabiosa actualidad y ha obligado ya a actuar incluso a algunos jueces del sistema, como poco hasta que éste ha modificado rápidamente las leyes para que magistrados despistados no puedan husmear en el etnocidio de Tierra Santa. Si tenemos que perecer, que sea al menos con la mente lúcida. Por mi parte, he invertido el sentido de una famosa frase de Sartre: no me apeo, no me apearé nunca: un anticomunista es un perro. Y quienes lloran por los judíos asesinados, pero ignoran los cadáveres de los niños alemanes quemados vivos que precedieron a aquéllos, sólo merecen mi desprecio.

Jaume Farrerons

jueves, enero 06, 2011

Anotaciones preliminares sobre las causas del holocausto (5)

Había prometido demostrar que la transformación del antisemitismo cristiano en racismo biológico, es decir, la secularización del fenómeno, no fue obra de los nacionalsocialistas alemanes, sino que emanó de la biologización del propio judaísmo religioso con la misma naturalidad que éste, en buena parte de sus versiones ultraortodoxas,  se convirtiera en sionismo "laico" (=nacionalismo hebreo de extrema derecha). Mi intención en el presente post es ilustrar esta pretensión con algunas referencias incontestables de tipo bibliográfico. Así, en Los orígenes del totalitarismo, t. I, Antisemitismo, de Hannah Arendt, leemos:

Históricamente, el hiato entre el último período de la Edad Media y la Edad Moderna, con respecto a las cuestiones judías resulta aún más marcado que el golfo -considerado frecuentemente como el punto decisivo de la Historia judía de la Diáspora- que separó las catástrofes de las primeras Cruzadas de los precedentes siglos medievales. Porque este hiato duró casi dos siglos, desde el XV a finales del XVI, durante los cuales las relaciones entre judíos y gentiles fueron siempre escasas, la 'indiferencia de los judíos a las condiciones y acontecimientos del mundo exterior' fue en todo momento considerable y el judaísmo llegó a ser 'más que nunca un sistema cerrado de pensamiento'. Fue entonces cuando los judíos, sin ninguna intervención exterior, empezaron a pensar 'que la diferencia entre la judería y las naciones no era fundamentalmente de credo y de fe, sino de naturaleza interna', y cuando la antigua dicotomía entre judíos y gentiles era 'más probable que fuese racial en su origen que no que se tratara de una cuestión de disensión doctrinal' (op. cit., p. 16 de la edición española de 1981, las citas entrecomilladas por la autora proceden de Jacob Katz, Exclusiveness and Tolerance, Jewish-Gentile Relations in Medieval and Modern Times, Nueva York, 1962, cap. 12).

En consecuencia, los cristianos ya no pueden acusar a los "nazis" de haber pervertido la idea religiosa medieval de antisemitismo hasta convertirla en un estigma que sólo podía resolverse mediante la eliminación física. Fueron los propios judíos quienes, reinterpretando una tradición ya harto proclive al concepto de descendencia carnal, biologizaron el significado originalmente cristiano de "antisemitismo" (=los judíos mataron a Cristo); los fascistas cristianos, en calidad de cristianos y no de fascistas (los fascistas nietzscheanos, ateos o paganos no fueron jamás antisemitas) se limitaron a "ejecutar" una sentencia evacuada hacía ya muchos siglos por los dicterios del Evangelio de San Juan. En suma, la verdad de la persecución nazi de los judíos, una vez puesta la lupa encima de la llaga, antójase bastante distinta de la expresada por la Iglesia Católica en el ya citado documento "Nosotros recordamos" (véase el post "Anotaciones preliminares sobre las causas del holocausto (4)").

Respecto de la hostilidad entre judíos y gentiles, Hannah Arendt es también muy clara:

La historia del antisemitismo, como la historia del odio a los judíos, es parte de una larga e intrincada historia de las relaciones entre judíos y gentiles bajo las condiciones de la dispersión judía. El interés por esta historia no existió prácticamente hasta mediados del siglo XIX en que coincidió con el desarrollo del antisemitismo y su furiosa reacción contra la judería emancipada y asimilada, evidentemente, el peor momento posible para establecer datos históricos fiables. Desde entonces ha sido falacia común a la historiografía judía y a la no judía -aunque generalmente por razones opuestas- aislar los elementos hostiles en las fuentes cristianas y judías y recalcar la serie de catástrofes, expulsiones y matanzas que han marcado la historia judía de la misma manera que los conflictos armados y no armados, la guerra, el hambre y las epidemias han marcado la historia de Europa. Resulta innecesario añadir que fue la historiografía judía con su fuerte predisposición polémica y apologética la que acometió la búsqueda de los rastros de odio a los judíos en la historia cristiana, mientras correspondía a los antisemitas buscar rasgos intelectualmente no muy diferentes en las antiguas fuentes judías. Cuando salió a la luz esta tradición judía de un antagonismo a menudo violento respecto de cristianos y gentiles, el 'público judío se sintió no sólo insultado, sino auténticamente sorprendido'. Hasta tal punto sus portavoces habían logrado convencerse a sí mismos y convencer a los demás del hecho inexistente de que el aislamiento judío era debido exclusivamente a la hostilidad de los gentiles y a su falta de ilustración (Arendt, H., op.cit., pp. 16-17; de la cita, nota 4, Katz, J., op. cit., p. 196).

En suma, que fueron los "pérfidos" antisemitas quienes sacaron a la luz la historia del odio judío a los gentiles, una historia que los hebreos modernos habían ignorado o querido ignorar, lo que no les impidió sentirse "insultados" cuando la luz de la verdad se proyectó sobre ella. Conviene subrayar, por otro lado, que Arendt, la sionista que fuera amante de Heidegger, no califica la historiografía judía de antigentil en justa simetría con la historiografía antisemita, sino que la caracteriza simplemente como "polémica" y "apologética". Ahora bien, ya sabemos lo que puede esto significar, como poco cuando se trata de la historiografía "políticamente correcta" actual, a saber: el ultranacionalismo judío más descarado, unilateral  e intelectualmente vergonzante.

Dicho esto, podemos empezar a preguntarnos si eran ciertos determinados pasajes de las escrituras religiosas judías cuyo carácter racista ha sido muchas veces recordado por la historiografía cristiana o gentil "más polémica y apologética" (para aplicar a los antisemitas los mismos livianos adjetivos que Arendt atribuye a los racistas antigentiles, de los que ella misma es heredera incluso en la elección de las palabras); dichos fragmentos del Talmud han sido calificados de puras invenciones antisemitas, pero, ¿lo eran? Veamos algunos de ellos, sacados de una página antisemita que no enlazaré, a modo de simple ilustración:

  • "Los judíos son llamados humanos de condición, pero los no judíos no son humanos. Ellos son bestias" (Baba Mezia, 114 b). 
  • "El no judío es una basura; un excremento" (Schulkman Arukh, con las palabras del rabino Josef Caro).
  • "Todos los niños gentiles son animales" (Yebamoth 98 a).
  • "Considera al goyim como un animal bestial y feroz, y trátalo como tal. Pon tu celo y tu ingenio en destruirle" (Tomo 3, Libro 2, cap. 4, art. 5).
  • "Los pueblos de gentiles constituyen el prepucio del género humano que debe ser cortado" (Libro del Ohar, s. n. con.).
  • "Se hizo la pregunta del rabino de que si el vino robado de Pumbeditha se puede usar o si se tira, debido al hecho de que los ladrones pueden haber sido gentiles. El rabino dice no preocuparse, porque el vino es factible de ser usado por los judíos, pues la mayoría de los ladrones en Pumbeditha, el lugar donde se robó el vino, son judíos" (Abodah Zarah 70 a. y Gemara Rosh Hashanah 25 b).
  • "Vosotros israelitas sois llamados hombres, mientras que las naciones del mundo no son de llamarse hombres, sino bestias" (Baba Mezia, 114 c. 1)  
  • "El akum es como un perro. Sí: la sagrada escritura enseña a honrar al perro más que a un no judío" (Ereget Raschi Erod. 22, 30). 
  • "Jehová creó al no judío en forma humana para que el judío no sea servido por bestias. Por lo tanto, el no judío es un animal en forma humana, condenado a servir al judío de dia y de noche" (Midrasch Talpioth, 255 1, Warsaw 1.855).
  • "Las almas de los no judíos provienen de espíritus impuros y se llaman cerdos" (Jalkut Rubeni Gadol, 12 b).
  • "Aunque el no judío tiene la misma estructura corporal del judío, ellos se comparan con el judío como un mono a un humano" (Schene luchoth haberith, p. 250 b).  
  • "Si tú comes con un gentil es lo mismo que si comes con un perro" (Tosapoth, Jebamoth 94 b).
  • "El mejor de los gentiles debe ser asesinado" (Tractates Minor, Soferim 15, Regla 10)
  • "Cuando el mesías hijo de David venga, exterminará a todos los enemigos" (Majene Jeshua fol. 76, c. 1).
  • "Si vemos que un idólatra (gentil) es arrastrado o se ahoga en el rio, no debemos ayudarlo. Si vemos que su vida está en peligro, no debemos ayudarle a él" (Maimonides, Mishnah Torah, p. 184).
  • "El que derrama sangre de los no judíos ofrece un sacrificio a Dios" (Jalkut Simeoni ad Pentateucum, s. n. con.)
  • "Al mejor de los no judíos, matadlo" (Abodah Zara, 26 b, Thosephoth, reeditando la enseñanza de Ben Yohai).
  • "Si un judío tiene un sirviente o criado no judío que muere, no se le debe dar el pésame al judío, sino que debe decírsele: 'Dios reemplazará tu pérdida como si uno de tus bueyes o asnos hubiese muerto' " (Jore dea 377, 1).
  • "Un gentil hereje puede ser asesinado de inmediato por tus propias manos" (Abodah Zara, 4 b) 
  • "No salves al goyim en peligro de muerte" (Hilkkoth Akum, z 1).
  • "Todo judío que derrame la sangre de los sin Dios, hace lo mismo que un sacrificio a Dios" (Bammidber raba c. 21 y Jalkut 722).
  • "El judío que derrame sangre de un goyim ofrece a Dios un sacrificio agradable" (Sepher Or Israel 177 b).
  • "Asesinar un goyim es lo mismo que matar a un animal salvaje" (Sanhedrín 59 a).
  • "Esta permitido tomar el cuerpo y la vida de un gentil" (Sepher ikkarim III, c. 25).
  • "Golpear a un judío es como abofetear la cara de Dios" (Sanhedrín 58 b).
  • "Establecemos que ningún rabino alguna vez pueda irse al infierno" (Hagigah 27 a).
  • "Cuando el mesías llegue, cada judío tendrá 2.800 esclavos" (Simeón Haddaesen, fol. 56 d).
  • "El Santísimo habló así a los israelitas: vosotros me habéis reconocido como el único dominador del mundo y, por eso, yo os haré los únicos dominadores del mundo" (Chaniga fol. 3 a y 3 b).
  • "Sólo Israel justifica la creación de la tierra" (Abramo Seba, Zeror Hammor, fol. 6, c. 4).
  • "Si se prueba que alguien le dió dinero de los israelitas a los goyims, de alguna manera debe ser encontrado, pues es razón suficiente para arrojarle fuera de la faz de la tierra" (Choschen Ham 388, 15).
  • "El mesías no vendrá mientras existe un judío que deba soportar el ser dominado por un no judío" (Shanhedrin 98 a).
  • "En tiempos del mesías, los judíos extirparán a todos los pueblos del mundo" (Bar Nachmani, "Bammidhar baba", fol. 172, c. 4 y 173, c. 1).
  • "El mesías dará al judío el dominio del mundo y todos los pueblos serán subyugados" (Sanhedrin fol. 88, c. 2, fol. 99 c. 1).
  • "Todas las propiedades de las otras naciones pertenecen a la nación judía, la cual, por consiguiente, tiene derecho a apoderarse de todo sin ningún escrúpulo" (Schulchan Aruch, Choszen Hamiszpat 348).
  • "¿Qué significa 'Har Sanai'? Significa monte desde el cual se ha irradiado Sina, es decir, el odio contra todos los pueblos del mundo" (Sabbath fol. 89, c. 1).
  • "Y el profeta Isaias anuncia que Dios le ha ungido a decir a los israelitas que a ellos serán entregados todos los pueblos del mundo y que los gentiles deberán trabajar de modo que los hijos de Israel no toquen ningún trabajo pesado y puedan servir a Dios, únicamente con la oración. Para poder tener tiempo para esta oración, deberán apropiarse de los bienes de los pueblos" (Mashmia jeshue fol. 89, c. 4).
  • "Informar a un goyim de algo relacionado con nuestra religión sería igual que matar a todos los judíos, pues si los goyims supieran lo que enseñamos acerca de ellos, nos matarían abiertamente" (Libro de David, 37).
  • "¿Qué cosa es una prostituta? Toda mujer no judía" (Eben ha Ezer, 6, 8).
  • "Relaciones sexuales entre gentiles (no judios), son como las relaciones entre animales" (Sanhedrín, 74 b).
  • "Las mujeres no judías son burras" (Berakoth 58 a).
  • "Se prohibe a los perros, mujeres o palmeras pasar entre dos hombres, ni pueden pasar andando los otros entre perros, mujeres o palmeras. Se corren peligros especiales si las mujeres están menstruando o están sentadas en un viaje" (Pesahim 111 a).
  • "Se obliga decir la oración siguiente a todo judío cada dia: Gracias Dios por no haberme hecho un gentil, una mujer o un esclavo" (Menahoth 43 b- 44 a).
  • "Una no judía preñada no es mejor que un animal preñado" (Coschen hamischpat 405).
  • "La tasa de nacimientos cristiana debe ser materialmente disminuida" (Zohar II, 64 b).
  • "Un judío puede hacerle a una mujer no judía lo que él quiera. Puede tratarla como trataría un trozo de carne" (Nadarine 20 b, Schulman Aruch, Choszen Hamiszpat 348).
  • "Las muchachas gentiles están en un estado de niddah ('suciedad') desde el nacimiento" (Abodah Zarah 36 b).
  • "Los gentiles prefieren el sexo con vacas" (Abodah Zarah 22 a - 22 b).
  • "Establecemos que Adán tenía contacto sexual con todos los animales del jardín del Edén" (Yebamoth 63 a).
  • "Está permitido mantener relaciones sexuales con una niña desde que ésta tenga tres años de edad" (Sanhedrín 54 b).
  • "Allí donde lleguen los judíos deberan convertirse en patrones, y hasta que no logremos el dominio absoluto, debemos considerarnos como exiliados y prisioneros; hasta que no nos hayamos apoderado de todo, no debemos cesar de gritar: !ay, que tormento!, !ay que humillación!" (Sanhedrín fol. 104, c. 1).
  • "Demandamos que cuatro mil millones de judíos fueron asesinados por los romanos en la ciudad de Bethar" (Gittin 57 b).
  • "Millones de niños judíos fueron envueltos en hojas de pergaminos y se les quemó vivos por los romanos" (Gittin 58 a).  
  • "Cuando Roma sea destruida, Israel será redimida" (Talmud Abadian, s. n. con.)
  • "Los judíos pueden usar mentiras para engañar a un gentil" (Babha Kamma, 113 a). "Proclamamos que es lícito hacer uso de la mentira y del perjurio si se requiere condenar en un juicio a un no judío" (Baba Kama, 113b).
  • "Es lícito matar a alguien que denuncie a un judío, en cualquier parte. Es lícito matarle incluso antes de que él lo denuncie" (Schulchan, Aruch Choszen Hamiszpat 388).
  • "Un no judío que estudie el Talmud o el judío que le ayude a hacerlo deben ser condenados a muerte" (Sanhedrín 59 a y Abohodan Zarah 8, 6).
  • "Un goyim que se ocupe de la Torah debe morir" (Schulkhan Arukh, palabras del rabino Josef Caro).
  • "Tan pronto como el mesías Rey se proclame a sí mismo, destruirá Roma y hará de ella un desierto. Espinas y rastrojos crecerán en el palacio del Papa. El empezará una guerra sin piedad a los no judíos y se les subyugará. Él los aniquilará en masa, matará sus reyes y asolará toda la tierra de los romanos. Él dirá a los judíos: 'Yo soy el Mesías Rey por quien habéis estado esperando. Tomad la plata y el oro de los goyims'" (Josiah 60, 6, rabino Abarbanel a Daniel 7, 13).
  • "Es la ley matar a quien reniegue de la Torah y los cristianos pertenecen a los detractores de la Torah" (Coschen hamischpat 425, Hagah 425, 5).
  • "Los judíos siempre deben tratar de engañar a los cristianos" (Zohar 1, 160 a).
  • "El nombre de Dios no es profanado si un judío engaña a un cristiano" (Babba Kama 113 b).
  • "Un judío que mata a un cristiano no comete pecado, sino que ofrece un sacrificio aceptable a Dios" (Abhdah Zarah 26 b, Tosephoth).
  • "La Virgen María es una prostituta. Ella, quien era descendiente de príncipes y gobernadores, jugó a la ramera con los carpinteros" (Sanhedrín 106 a).
  • "Si un judío mata a un cristiano no hay pecado" (Sepher or Israel, 177 b).
  • "Exterminar a los cristianos es algo necesario" (Zohar 11, 43 a).
  • "No hagas acuerdos ni muestres piedad a los cristianos" (Hilkhpth Akum x, 1).
  • "Es un deber religioso erradicar de cualquier modo a los judios traidores, minnim y apikorsim, y llevarlos a descender al hoyo de la destrucción, cuando causan dificultad a los judíos" (Maimonides, Mishnah Torah, c. 10, p 184).
  • "Aquellos judíos que hacen el bien a los cristianos nunca resucitarán cuando mueran" (Zohar 1, 25 b).
  • "Los judíos tienen que ocultar su odio por los cristianos" (Iore Dea 148, 12 h).
  • "Serás inocente de asesinato si intentas dar muerte a un cristiano" (Makkoth, 7 b). 
  • "Los judíos deben destruir los libros de los cristianos, como el Nuevo Testamento" (Shabbath 116 a).
  • "La propiedad cristiana pertenece al primer judío que la reclame" (Babba Bathra 54 b).
  • "La Virgen 'María la Peluquera', tenia sexo con muchos hombres" (Shabbath 104 b).
  • "El cautiverio de los judíos terminará cuando príncipes cristianos mueran" (Zohar 1 - 219 b).
  • "Jesús está en el infierno y está siendo castigado sumergiéndole en semen hirviente. Los cristianos son sumergidos en excrementos hirvientes" (Gittin 57 a).  
  • "Jesús fornicó con su asno" (Sanhedrin 105 a, b).
  • "Los cristianos y otros quienes desecharon el Talmud irán al infierno y se les castigará allí por todas las generaciones" (Rosh Hashanah 17 a).
  • "Está prohibido prestar a los no judíos sin usura" (Talmud Sanhedrin, fol. 76, c. 2).
  • "La hipocresía está permitida cuando el judío la necesite, o cuando tenga motivos por temor. Puede decir al no judío que le ama" (Schulkan Arukh, palabras del rabino Josef Caro).
  • "Los judíos pueden jurar falsamente por el medio del uso de palabras de subterfugio" (Schabouth Hag. 6 b).
  • "Si un gentil golpea a un judío, a ese gentil se le debe matar" (Sanhedrín 58 b).
  • "Dios ha ordenado practicar la usura con los no judíos y prestarles dinero sólamente cuando paguen intereses, de manera tal que nosotros jamás les demos ayuda, les crearemos más bien toda clase de dificultades, aún cuando nos sean útiles y nos presten favores..." (Maimónides, s. n. con).
  • "Un judío puede no pagar a un gentil los sueldos que se le deben por su trabajo" (Sanhedrín 57 a).
  • "Si un judío se tienta de hacer algo malo, debe ir a una cuidad donde no se le conozca y hacer el mal allí" (Moed Kattan 17 b).
  • "Si el buey de un israelita hiere al buey de un cananeo, no hay ninguna obligación, pero si el buey de un cananeo hiere al buey de un israelita, el pago ha de ser completo" (Baba Kamma 37 b).
  • "Si un judío halla un objeto perdido por un gentil no tiene que devolverlo" (Baba Mezia 24 a y Baba Kamma 113 b).
  • "Al que encuentre un objeto perdido por un gentil, le está prohibido devolverlo, debe quedarse con él" (Sanhedrin, s. n. con).
  • "Dios no será generoso con un judío que case su hija con un hombre viejo, o que tome a una esposa por su hijo infante, o que regrese un artículo perdido a un no judío" (Sanhedrin 76 a).
  • "Un judío puede quedarse algún bien perdido por un goyim y encontrado por un judío" (Choschen Ham 226, 1).
  • "Cuando un judío asesina a un gentil, no habrá penalidad para dicha muerte" (Sanhedrín 57 a).
  • "Un judío puede quedarse con algo que él encuentre que pertenece al akum. El que devuelve la propiedad perdida a los goyims peca contra la ley por incrementar el poder de los transgresores de la ley. Es digno de alabanza, sin embargo, si devolver la propiedad perdida se hace para honrar el nombre de Dios, principalmente haciendo que los cristianos alaben a los judíos y los miren como gente honorable" (Choschen Ham 266 1).
  • "¿Cómo interpretar la palabra 'robo'?... Para un goyim está prohibido robar, hurtar o hacer esclavas a mujeres, etc., de un goyim o de un judío. En cambio, para un judío nada de esto está prohibido si lo hace a un goyim" (Tosefta, Abhodat Zarah VIII, 5).
  • "Un judío pude perjurar él mismo con clara conciencia" (Kallah 1 b, p. 18).
  • "Los judíos pueden jurar fálsamente con palabras de subterfugio" (Schabbouth Hag. d).
  • "Los gentiles están fuera de la proteción de la ley y Dios tiene dispuestos sus dineros para Israel" (Baba Kamma 37 b).
De todos estos pasajes literalmente escandalosos es muy difícil verificar cuáles pertenecen a la propaganda antisemita y cuáles son fiel traducción del Talmud. El motivo de esta dificultad estriba en que no podemos ir simplemente a una biblioteca y cotejar uno por uno los textos. Algo muy parecido a lo que sucede con las Obras Completas de Sabino Arana, el racista vasco ideólogo del nacionalismo euskaldún,  de difícil acceso para todos aquéllos que puedan hacer "mal uso" de las mismas transcribiendo los fragmentos de racismo puro que ponen en evidencia el carácter cuestionable de dicha doctrina. Entre los supuestos pasajes del Talmud que hemos transcrito se encentran algunos que explican los motivos de su inaccesibilidad. De uno de ellos habla David Duke, quien -afirma- lo encontró citado en un libro harto elogioso con la "benéfica" causa de los judíos:

Un idólatra (gentil) que fisgonea en la Torah (y las otras escrituras judías) está condenado a muerte, porque está escrito que es nuestra herencia, no la suya (Sanhedrín, 59a).

Como puede verse, el fragmento consta entre los enumerados más arriba y, aunque la traducción es distinta, se corresponde con el sentido de Sanhedrín 59a. Este pasaje, según Duke, ilustraba un libro titulado La religión judía: su influencia hoy, escrito por Elizabeth Dulling. Transcribo los datos bibliográficos incluidos por Duke en su obra Supremacismo Judío. El poder judío en la sombra, Barcelona, Ojeda, 2007, p. 452, que son los siguientes: Dilling, E., The Jewish Religion, Los Ángeles, CDL Report, 1980 (no cita página). Aunque no comparto las ideas de Duke y su defensa a ultranza del cristianismo (Duke encarna la figura de un antisemita cristiano clásico), no creo que mienta sobre la fuente. En su búsqueda encontró Duke otros pasajes que confirman la veracidad de los fragmentos arriba citados, por ejemplo el de Gittin 57a:

Balaam (Jesús) es extraído de entre los muertos y sumergido en semen hirviente. Los que se burlan de las palabras de los sabios judíos y pecan contra Israel son sumergidos en excrementos hirviendo.

Según Duke, este pasaje se encuentra en la edición Soncino, Londres, 1936 (p. 261, de este libro del Talmud, es decir, el Gittin). No voy a cuestionarlo tampoco. Duke comprobó que cuando hablaban de Balaam, los sabios judíos se referían a Jesús, aunque algunos de sus amigos hebreos lo negaron cuando se lo preguntó. ¿Cómo lo comprobó? Consultando la Enciclopedia Judaica, donde se afirmaría literalmente: "under the heading 'Balaam' it says... the pseudonym 'Balaam' given to Jesus in Sanhedrin 106b and Gittin 57a" ("el pseudónimo 'Balaam' se aplica a Jesús en Sanhedrín 106b y Gittin 57a"), según Duke en Jewish Encyclopedia, 1907, p. 469 (Duke, op. cit., p. 81). La traducción inglesa del Talmud más popular, la Soncino, no ocultaría estos pasajes, aunque en muchos casos habría que descifrar el significado de las palabras con que ciertos rabinos judíos, para evitar la persecución, ocultaban el significado anticristiano o racista de sus propias doctrinas. Las notas a pie de página de la edición Soncino y la propia Jewish Encyclopedia (1907) reconocerían abiertamente tales estratagemas verbales:

En la literatura rabínica la distinción entre 'gentil' (goy, akkum) y 'cristiano' (nazerí) ha sido frecuentemente difuminada por alteraciones textuales necesarias por la vigilancia de los censores. Así, 'egipcio', 'amalaquita', 'zadoquita' ('saduceo') y 'kuti' ('samaritano') a menudo se usan en lugar del original 'nazerí', así como goy, akkum, etc. Probablemente cuando Resh Lakish dijo que un gentil (akkum, etc. en los textos existentes) que observara el Sabbath (ritos del sábado) era reo de muerte (Sanhedrín 58b) tenía en mente a los cristianos (...). Numerosos pasajes polémicos anticristianos sólo tienen sentido cuando 'nazerí' ha sido puesto en lugar del espúreo 'kuti' o 'zadokita'" (Jewish Encyclopedia, Jerusalén, Keter Publishing House, t. VII, 1907, p. 411, citado por Duke, D., op. cit., p. 81 y nota 109, p. 452).

Consultando la edición Soncino del Talmud, Duke encontró los siguientes fragmentos:

Solamente los judíos son humanos. (Los gentiles / no judíos) son animales (Baba Mezia 114a-114b).

Me preocupa que la palabra "gentiles" haya sido añadida entre comillas: ¿debo interpretar que no se encuentra literalmente en el texto? Duke no lo aclara. Otro fragmento:

Por el asesinato de un cúteo (gentil) por un cúteo, o de un israelita por un cúteo, se incurre en un castigo; pero de un cúteo por un israelita, no haya pena de muerte (Sanhedrín 57a).

Aquí hemos de entender que 'cúteo' significa 'gentil', aunque este término no se encuentre entre los que Duke cita como equivalentes basándose en la Jewish Encyclopedia. Podemos, empero, aceptárselo como expresión de racismo, sean quienes fueren los pobres cúteos.

Otra vez nos topamos semejantes inexactitudes y ambigüedades en el siguiente fragmento:

Incluso el mejor de los (gentiles) merece la muerte (Talmud de Babilonia).

Aquí no se dice en qué libro del Talmud y número se encuentra este pasaje y la palabra "gentiles" vuelve a aparecer entre comillas sin aclarar si ha sido añadida, tratándose así de una interpretación, o si traduce una de las palabras sustitutorias y cuál. Duke no es nada riguroso con las citas. Por ejemplo, en el supuesto fragmento del Baba Mezia 114a-114b, la nota a pie de página 110, p. 82, remite a la siguiente frase: "Talmud (1935) Edición Soncino". No indica la página, o sea que cita mal, de manera pre científica e ignorando la técnica más elemental del investigador que aspira a demostrar una tesis. Pese a ello, seguiremos con los fragmentos que transcribe por si nos aclaran algo. Así, en la página 82 de su obra, Duke sigue reproduciendo pasajes extraídos supuestamente del Soncino y anotando la referencia a esta edición inglesa del Talmud:

Si un judío siente la tentación de hacer el mal debe ir a una ciudad en la cual no es conocido y hacer allí el mal (Moed Kattan 17a).

Este pasaje se encontraría en la edición Soncino, pero en vez de indicar la página, la nota 113 de Duke dice lo siguiente: "Talmud (1935) Baba Mezia. Edición Soncino. 114a-114b", o sea que el fragmento pertenecería al Moed Kattan 17a, pero luego resulta que la nota hace referencia al Baba Mezia y no a la página del Soncino de donde (presuntamente) se ha extraído la cita. La chapuza no puede ser mayor. Sigamos con los fragmentos:

La carne de los gentiles es como la carne de los asnos y su prole no es mejor que la de los asnos.

Aquí Duke nos remite a la nota a pie de página 114 de su libro donde leemos: "Funk and Wagnalls Jewish Encyclopedia. (1907) Gentile. Nueva York. p. 621". Una cita caótica, pero vamos a darla por "buena" aunque no indique ni el libro ni el pasaje del Talmud donde se supone que podemos encontrarla, como sería su obligación si supiera citar. Más fragmentos (supuestos):

Si un pagano (gentil) hiere a un judío, el gentil debe ser muerto. Herir a un judío es herir a Dios (Sanhedrín 58b).

Duke remite en su nota 115 a la página 398 de la edición Soncino del Sanhedrín (uno de los libros del Talmud) del año 1935.

Si un buey de un israelita cornea a un buey de un canaanita no se incurre en ninguna responsabilidad; pero si un buey de un canaanita (gentil) cornea a un buey de un israelita... el pago deberá ser máximo (Baba Kamma 37b).

La nota 116 de Duke remite a la página 211 de la edición Soncino (1935) del libro Baba Kamma. Hemos de presumir que es cierta aunque, insistamos en ello, el sistema de citación de Duke deja mucho que desear.

Si un judío encuentra un objeto perdido por un pagano (gentil) no debe devolverlo (Baba Mezia 24a; Baba Kamma 113b).

Página 666 de la edición Soncino (1935) del Baba Kamma (no dice qué página de la edición Soncino del Baba Mezia, pero vamos a darlo también por bueno):

Dios no perdonará al judío que casa a su hija con un anciano o toma a una esposa para su hijo menor o devuelve un objeto perdido a un cúteo (Sanhedrín 76a).

Este fragmento procedería de la página 470 de la edición Soncino (1935) del Sanhedrín.

(Los gentiles) están fuera de la protección de la Ley, y Dios 'ha puesto su dinero a disposición de Israel' (Baba Kamma 37b).

Fragmento que podríamos cotejar en la edición Soncino, pero el chapucero de Duke o de su traductor al castellano no indica la página que debería aparecer en la nota 120. Tampoco aclara lo que significa el paréntesis.

Los judíos pueden mentir o usar subterfugios para engañar a (los gentiles) (Baba Kamma 113a).

Volvemos al problema de los paréntesis sin justificar, pero este fragmento se podría cotejar al menos en las páginas 664-665 de la edición Soncino (1935) del Baba Kamma.

Todos los niños (gentiles) son animales (Yebamoth 98a).

Duke no indica la página de la edición Soncino de este libro ni aclara el significado del paréntesis (por ejemplo citando la palabra sustitutoria, etc.).

(Los gentiles) prefieren el sexo con vacas (Abodah Zarah 22a-22b).

Tampoco indica página de la edición Soncino y otra vez queda el paréntesis sin aclarar. No vamos a continuar con Duke. El resultado del cotejo es asaz insatisfactorio, aunque al parecer algunos (pocos) de los pasajes racistas han quedado mínimamente verificados. El Talmud se está traduciendo al castellano:

http://www.casadejacob.com/es/dept_548.html

No sabemos hasta qué punto esta traducción "embellecerá" los supuestos pasajes racistas, pero el caso es que no se encuentra muy avanzada y, por el momento, no podemos utilizarla para cotejar las acusaciones (presuntamente) antisemitas. Un Talmud on line se encuentra aquí:

http://www.hebrewbooks.org/?gclid=CNjE3eOIpKcCFUYifAodyzauBA

Finalmente, tenemos la edición Soncino del Talmud en inglés on line:

http://www.come-and-hear.com/talmud/index.html

La única manera de conocer de verdad el judaísmo sería leerlo directamente. No me parece honesto basarse sólo en las fuentes antisemitas para denostarlo, aunque la propia Hannah Arendt reconozca que en su día dichas fuentes arrojaron mucha luz sobre aspectos de la herencia mosaica que los propios judíos habrían preferido olvidar. Proponemos a los interesados detectar los pasajes comprometedores, pero esto llevará tiempo y no va a resolverse en el presente post. Por mi parte, prometo ahondar abundando en las fuentes. Dependo empero de traducciones, siendo así que no tengo previsto estudiar hebreo en los próximos años. Ahora bien, el problema de las traducciones al inglés, según Shahak, es que están tan manipuladas de que se suprimen algunos de los mensajes racistas, cuyo conocimiento queda así reservado a quienes dominan el hebreo, es decir, a los propios judíos:

Los estudiosos del judaísmo no sólo han continuado con el engaño, sino que de hecho han superado los antiguos métodos rabínicos, tanto en descaro como en falsedad. Omito aquí las diversas historias del antisemitismo porque no merecen que se las tome en serio, y sólo daré tres ejemplos concretos y uno general de los engaños "eruditos" más modernos.

En 1962, una parte del mencionado Código de Maimónides, el llamado Libro de la Sabiduría, que contiene las reglas más básicas de la fe y la práctica judías, se publicó en Jerusalén en una edición bilingüe, con la traducción inglesa frente al texto hebreo. Éste aparece restituido a su pureza originaria y la orden de exterminar a los judíos infieles aparece en su totalidad: "Es un deber exterminarlos con las propias manos". En la traducción inglesa esto se suaviza a veces: "Es un deber tomar medidas activas para destruirlos". Pero a continuación el texto hebreo pasa a concretar los principales ejemplos de "infieles" que han de ser exterminados: "Como por ejemplo Jesús de Nazaret y sus discípulos, y Tzadoq y Baitos y sus discípulos; que el nombre de los malvados se pudra". Ni una palabra de esto aparece en el texto inglés en la página opuesta (78a). Y, aún más significativamente, a pesar de la amplia difusión de este libro entre los estudiosos de los países de habla inglesa, ni uno solo de ellos, por lo que yo sé, ha protestado contra este flagrante engaño (Shahak, I., Historia judía, religión judía, Madrid, Machado Libros, 2002, pp. 91-92).

Siguen los ejemplos, en esta ocasión palmariamente racistas, referidos a los negros y a los gentiles en general (véase pp. 92-95). Citaremos el caso de la obra The Joys of Yiddish (Las alegrías del yiddish), publicada en Estados Unidos por primera vez en 1968 y consistente en una suerte de glosario de palabras yiddish usadas por los judíos. En este libro no se traduce la palabra shaygest, entrada donde el autor se limita a señalar el "origen hebreo", es decir, a difuminar la huella "sin ofrecer ni la forma ni el significado de la palabra hebrea originaria" (Shahak, I., op. cit., p. 95).  Sin embargo,

(...) bajo la entrada shiksa -la forma femenina de shaygest- el autor sí que da la palabra hebrea originaria, sheqetz (o, según su transcripción, sheques), y define su significado hebreo como "mancha". Esto es una mentira descarada, como sabe todo hablante del hebreo. El Diccionario Moderno Megiddo Hebreo-Inglés, publicado en Israel, define correctamente sheqetz como sigue: "Animal impuro; criatura repugnante, abominación (coloquial; pronúnciese shaygest), sinvergüenza, joven rebelde; joven gentil (Shahak, I., op. cit., p. 95).

En consecuencia, para este judaísmo una joven gentil, es decir, una joven no judía, sería literalmente una criatura repugnante, un animal: estamos ante el racismo judío semánticamente empetrecido en el léxico coloquial de la lengua hebrea (también se encuentran equivalentes antisemitas en castellano o catalán). Los supuestos fragmentos del Talmud en los que las actitudes racistas de los judíos hacia los gentiles se convierten en deberes religiosos quizá no se reduzcan, pues, a meras difamaciones antisemitas.

Disponemos, en fin, de una técnica indirecta y más rápida de acreditar documentalmente aquéllo que nos interesa aquí, a saber, fundamentar si el sentido racista, supremacista y hasta genocida que transmiten dichos textos se corresponde realmente, o no, con el contenido de la tradición religiosa judía. Por una parte, el Antiguo Testamento, que ya hemos citado en otro post de esta misma serie, pone en evidencia el sesgo criminal del nacionalismo judío de la época mosaica. Ahí, en la Torah, no se detecta problema de ocultación ni de traducción como en el Talmud. Basta con leer y el significado del texto coincide con el (supuestamente) criminal o racista imputado al Talmud. Una segunda fórmula para verificar la fuente nos la ofrecen los propios judíos críticos, como Israel Shahak. Se puede encontrar el libro de Shahak Historia judía, religión judía en el siguiente enlace:


Para Shahak, incluso aquéllos pasajes de la Biblia que parecen tener un sentido universalista, son leídos o interpretados por los nacionalistas judíos con un sesgo racista:

El famoso versículo "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico, 19:18) es considerado por el judaísmo clásico (y por el ortodoxo actual) como una orden de amar al prójimo judío, no a cualquier prójimo humano (Shahak, I., op. cit., pp. 116-117).

Por nuestra parte, nos limitaremos a reproducir algunas de las reflexiones de Shahak, basadas en un conocimiento directo de las fuentes hebraicas. El libro comienza así:

Este libro, aunque escrito en inglés y dirigido a gente que vive fuera del Estado de Israel, es, en cierto modo, una continuación de mis actividades políticas como judío israelí. Estas actividades empezaron en 1965-66 con una protesta que en su momento causó un considerable escándalo: había presenciado personalmente cómo un judío ultrarreligioso se negaba a permitir que se usara su teléfono durante el Shabbat para pedirle una ambulancia a un no-judío que se había desmayado en un barrio de Jerusalén (Shahak, I., Historia judía, religión judía, Madrid, Machado Libros, 2002, pp. 43-44).

A quienes hayan leído los (presuntos) pasajes del Talmud transcritos más arriba les resultará familiar la actitud del "judío ultrarreligioso" descrito por Shahak. Éste añade:

A medida que, recurriendo a conocimientos adquiridos en mi juventud, empecé a estudiar las leyes talmúdicas que rigen las relaciones entre judíos y no-judíos, se me fue haciendo evidente que ni el sionismo, incluida su parte aparentemente secular, ni la política israelí desde el comienzo del Estado de Israel, ni, en especial, la política de los defensores judíos de Israel en la diáspora se podían entender sin tener en cuenta la profunda influencia de esas leyes y de la visión del mundo que a la vez crean y expresan. La línea política que de hecho siguió Israel tras la guerra de los Seis Días, y en particular el carácter de apartheid del régimen israelí en los Territorios Ocupados y la actitud de la mayoría de los judíos, incluso en abstracto, ante la cuestión de los derechos de los palestinos, no han hecho sino reforzar esta convicción (Shahak, I., op. cit., pp. 44-45).

Ya conocemos cuál es la política de Israel con los palestinos. Para los que no se hayan informado sobre el tema, les recomendamos los siguientes textos como aperitivo:



Shahak confirma en lo sustancial el contenido de lo que explican los enlaces:

(...) el Estado de Israel no es una democracia, debido a la aplicación de una ideología judía que va dirigida contra los no-judíos y contra aquellos judíos que se opongan a esta ideología (Shahak, I., op. cit., p. 47).

Idea fundamental de Shahak es que la liberación de los judíos vinculada a la modernidad les vino a éstos de fuera de la comunidad judía, porque los rabinos se aferraron con uñas y dientes a un modelo medieval que les permitía, en primer lugar, controlar a los propios judíos. Shahak critica a Hannah Arendt y la incluye en la nómina de una historiografía romántica y reaccionaria (judía y no judía) "de la que se han borrado todos los datos inconvenientes" (op. cit., p. 73). En efecto, dice Shahak:

Así que no se encontrará uno en los voluminosos escritos de Hannah Arendt, ya sean sobre el totalitarismo o sobre los judíos, o sobre ambas cuestiones, la menor pista respecto a cómo era realmente la sociedad judía en la Alemania del siglo XVIII: quema de libros, persecución de escritores, disputas sobre los poderes mágicos de los amuletos, prohibiciones a la educación no-judía más elemental como la enseñanza del alemán correcto o incluso del alemán escrito en alfabeto latino (op. cit., p. 73).

Y atención:

Tampoco se podrán encontrar en las numerosas 'historias judías' escritas en inglés los hechos elementales sobre la actitud el misticismo judío (tan de moda en la actualidad en ciertos sectores) hacia los no-judíos: que son considerados, literalmente, extremidades de Satán, y que los pocos individuos no satánicos que hay entre ellos (esto es, aquellos que se convierten al judaísmo) son en realidad 'almas judías' que se perdieron cuando Satán violó a la Dama Sagrada ... en su morada celestial (Shahak, I., op. cit., p. 74).

Parece evidente que nos han engañado. Es necesario empezar a pensarlo "todo" desde cero. !Tenemos derecho a dudar y a razonar con libertad! Las leyes represivas no podrán impedírnoslo.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica