Erik Norling
La idea de que pueda existir un nacionalismo revolucionario de izquierdas no deja de levantar ampollas. Para ciertos sectores patrióticos la simple palabra "izquierda" es ya piedra de escándalo. Dispuestos están a reconocerse socialistas, pero algunos razonan de la siguiente manera: "tal organización no puede considerarse de izquierdas porque era socialista", frase ininteligible donde las haya, pero que a fuerza de adoctrinamiento ha pasado a ser considerada comprensible de suyo entre aquellos que aceptan con más naturalidad, por ejemplo, que el nacionalsocialismo es un movimiento de "extrema derecha". El discurso del sistema oligárquico ha calado tan hondo, que los propios "socialpatriotas" asumieron ya que el "fascismo" no puede ser de izquierdas. Ni de derechas, ni de izquierdas, o sea, en la práctica: de ultraderecha. Estos patriotas, habitualmente católicos y conservadores en lo social, deberían preguntarse por el insistente interés de la oligarquía, el poder al que dicen rechazar, en identificar el fascismo, el nacionalsocialismo y el nacionalsindicalismo con la extrema derecha; cuál es el motivo del temor a que la gente relacione dichos movimientos con ideologías populares que, como poco en sus inicios, fueron todas ellas no ya de izquierda, sino en algunos casos de extrema izquierda. Entendiendo por tal la izquierda revolucionaria, aquella que quiere derribar mediante la violencia el orden liberal-burgués establecido. No pretendemos a juzgar aquí otros aspectos de los fascismos, como los relativos a temas de derechos humanos, que ya hemos abordado en otras entradas. Dado que la extrema izquierda marxista-leninista ha cometido crímenes comparables o mayores en gravedad que los del nazismo, el término izquierda debe ser entendido aquí como valorativamente neutro desde dicho punto de vista. Sólo nos preocupa el dato objetivo que ya planteamos en Madrid en la conferencia de noviembre de 2007: nacional-revolucionarios, ¿una opción de izquierdas?
Pero no repetiremos tampoco ideas expuestas en otras entradas y textos de dominio público. Aquí nos limitaremos a recabar el testimonio del historiador Erik Norling, autor de varios libros sobre la materia. Vaya por delante, pues, la siguiente ficha bibliográfica y profesional de Norling:
Parece que se celebran los libros de Norling, pero, por otro lado, el extremado cerrilismo de ciertos socialpatriotas sólo resulta comprensible si caemos en la cuenta de que no conocen la obra de este autor de reconocido prestigio. Quisiera hacer referencia a algunos de sus trabajos más importantes y significativos en la caracterización de "la izquierda fascista", título de una conferencia impartida por Norling el 21 de noviembre de 2009 en la Librería Europa:
Los hermanos Strasser y el Frente Negro, Barcelona, ENR, 2004.
Las JONS revolucionarias, Barcelona, ENR, 2008.
Fascismo revolucionario, Barcelona, 2ª Ed., ENR, 2000.
La Falange obrera, Barcelona, ENR, 2009.
La encomiable labor de Ediciones Nueva República en este esfuerzo de publicación debe ser recordado al margen de otras discrepancias. Libros que el propio Norling recomienda en lo que concierne al concepto de una izquierda fascista son los siguientes:
Konservative Revolution. Introducción al nacionalismo radical alemán, 1918-1932, Locchi, G. / Steuckers, R., Valencia, Acebo Dorado, 1990.
Sobre la Konservative Revolution, VV. AA., Barcelona, ENR, 2000.
Corrientes políticas e ideológicas del nacionalismo alemán, 1918-1932, Adriano Romualdi, Barcelona, ENR, 2002.
Todas estas obras, de alguna manera, avalarían según Norling la tesis de un nacionalismo revolucionario de izquierdas. Cito literalmente una referencia al partido nacionalsocialista alemán:
Con respecto al nacionalsocialismo, una realidad sobresalía: el NSDAP había sido -fundamentalmente entre 1925 y 1930- un partido de izquierdas; nacionalista sí, pero ante todo socialista (Norling. E., Los hermanos Strasser..., op. cit., p. 20).
En cuanto al desarrollo de este enfoque por otros autores a otros movimientos "fascistas", véase op. cit., pp. 21-29, con las correspondientes referencias bibliográficas.
¿Una simple reflexión teórica o una cuestión vital?
Vivimos hoy años decisivos (Spengler): la metástasis del capitalismo financiero mundial, el descaro racista del sionismo, la impunidad del imperialismo estadounidense y el ruinoso escenario europeo de regresión al liberalismo salvaje decimonónico, convalidan las ideas de los nacionalistas revolucionarios. El marxismo ya no representa ninguna alternativa al sistema democrático en crisis. Los últimos países comunistas ortodoxos, como China, se aprestan a pasarse, con armas y bagajes, al capitalismo más obsceno. El comunismo que todavía resiste, por ejemplo en Corea del Norte o Cuba, es un espantajo. Ni capitalismo, ni comunismo: hete aquí el lema NR, que hace sólo quince años antojábase "pasado de moda". La presunta antigualla está empero corporeizándose ante nuestros ojos; sólo la impotencia ideológica nos impide acudir a esta obligada cita con la historia.
Estoy proponiendo a todas las fuerzas patrióticas que olviden sus rencores y cuestiones personales para unirse en un proyecto común. Sin embargo, esta propuesta no debe confundirse con la invitación al potpurrí ideológico. La cancelación de las rencillas afecta a la cuestión personal: la unidad NR ha de respetar de forma estricta el imperativo de ruptura con la extrema derecha. Cómo se las arreglarán algunos para no convertir esa insoslayable directriz en un asunto de ofensa privada y egos heridos, es cuestión de disciplina ética, formación doctrinal y madurez política.
La oligarquía sólo puede ser combatida desde posiciones a la vez nacionalistas y revolucionarias. Pero los NR, en estos momentos, somos incapaces de conectar con el pueblo trabajador de la nación. Los propios patriotas nos lo ponen harto difícil con los muros mentales que ellos mismos se han construido siguiendo las consignas oligárquicas que identifican fascismo y extrema derecha. La evidencia es, empero, casi escandalosa: allí donde avanzan las posiciones patrióticas es entre los segmentos sociales obreros expoliados por el capital financiero sionista. Y si dichas opciones patrióticas no avanzan todavía más, es porque la mayoría de los obreros, digamos el 70%, sigue sin aceptar que deban entregar su voto y apoyo político a un facherío reaccionario de tres al cuarto. La experiencia de los Auténticos Finlandeses fue, en este sentido, significativa: presentaron un programa explícitamente izquierdista y rompieron, con el simple uso de esta "palabra mágica", el techo electoral ultraderechista, situado en el 15%.
Así pues, los nacional-revolucionarios tenemos al enemigo en casa. Los propios "camaradas" (y no hablo en términos "personales") que se oponen, como si de una cuestión demonológica se tratara, a utilizar sin escrúpulos teológicos el vocablo "izquierda", son el primer obstáculo que, nos guste o no, estamos forzados a allanar en el camino hacia la victoria. Estos "camaradas" reproducen el discurso sistémico (fascismo=extrema derecha) pero con el signo valorativo invertido (derecha=bueno, izquierda=malo), lo que les convierte de forma inmediata en un "polo social repulsivo" situado en las antípodas de todo vínculo espontáneo con las masas pisoteadas, saqueadas y humilladas por el poder oligárquico. Se trata de viejos y jóvenes militantes que tienen la cabeza repleta de cachivaches evolianos, medievalistas, cristianos, clasistas, derechistas, sexistas, racistas... Una vez suprimidos todos estos elementos de un programa político, ya no saben qué podría motivarles a ejercer la militancia. Ignoran el significado de ser NR. No tienen ni la más remota noción de la ideología nacionalista revolucionaria. Su "ideología" incluye cosas como la "sociedad de castas", la prepotencia del aristócrata, la idealización del señor feudal, etc., y desde luego no saben explicarte cómo podría proyectarse eso sobre una masa de trabajadores indignados si no es a guisa de puñetazo en la cara. Sería como espetarles a las víctimas de Lehman Brothers: "el capitalismo os ha convertido en explotados sin casa ni trabajo, nosotros os convertiremos en siervos de la gleba". Pero todavía esta "propuesta electoral" resultaría demasiado progresista para tales cruzados del hidalgo ideal: "os convertiremos en esclavos", según manda la "revuelta contra el mundo moderno". Good bye a la educación y la sanidad gratuitas, a la igualdad de oportunidades para ricos y pobres, hombres y mujeres..., al derecho democrático de votar a una opción política o removerla del poder en unas elecciones libres, a la técnica, la ciencia, el pensamiento racional, la filosofía incluso..., todo esto es "izquierdista", decadente, racionalista, moderno..., hay que retornar cuanto antes a la cueva, repartir unos cuantos mamporrazos y ponerse a las órdenes del chamán. Pero únicamente un auténtico cretino integral aceptaría a Evola como ideólogo sin apercibirse al mismo tiempo de que semejante operación de adoctrinamiento equivale, ipso facto, a un acto de autocastración mental, estratégica, técnica y organizativa de primera magnitud.
La inoperancia política de los "socialpatriotas" es, pues, la consecuencia de su bajísimo nivel ideológico. Las suyas son ideas que el sistema oligárquico introdujo, a través de Evola y sus cómplices de los servicios de información, en las mentes de las juventudes fascistas que sobrevivieron a la guerra y que durante la República de Salò habían mostrado inclinaciones peligrosas en cuanto a la recuperación de sus raíces izquierdistas revolucionarias. La oligarquía supo dónde tenía que poner el escalpelo, dónde extirpar todo futuro para el nacionalismo revolucionario: lo derechizó hasta extremos que van mucho más allá de la derechización burguesa del Ventennio. A los ojos de Evola, incluso el Ventennio era demasiado izquierdista: el trote del "caballero reaccionario" sólo se detiene al avistar las pirámides egipcias.
Desde esta página (y también en otros lugares) estamos luchando sin tregua para alzar la bandera de una izquierda nacional y demoler todos los techos electorales autoimpuestos a golpe de ignorancia y mezquindad racista, sexista, elitista... La simple lectura de los comentarios a nuestros posts pone de manifiesto que demasiados de los denominados socialpatriotas no sólo son incapaces de leer a Heidegger (algo que ya sabíamos), sino que ni siquiera se han molestado en ojear las obras de Norling y otros autores fundamentales.
Conclusión (que deberá ser algún día universalmente reconocida si pretendemos escapar del gueto ultraderechista): las políticas interclasistas o de "tercera vía" podían sostenerse cuando en occidente todavía se detectaban presuntas burguesías patrióticas, pero en la actualidad y desde 1945 todas las burguesías son apátridas y sionistas, sin excepción. El único sector social potencialmente patriótico es el pueblo trabajador. Der Arbeiter. Adiós al ninismo (ni derechas, ni izquierdas). El NR es de izquierdas o no es nada.
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
1º de diciembre de 2013