Este mes de abril se cumplen 40 años de la derrota oligárquica frente a las fuerzas nacional-revolucionarias en la guerra del Vietnam.
En abril de 1975 las fuerzas nacional-revolucionarias vietnamitas (formadas por el Vietcong y el ejército regular de Vietnam del Norte), iniciaron su ofensiva final contra los restos humillados y derrotados de las tropas oligárquicas (estadounidenses y mercenarios) hasta conseguir el triunfo final del pueblo trabajador de Vietnam. El dispositivo militar más poderoso del mundo había sido así vencido por la "nación proletaria" (la comunidad del pueblo, el Dasein de Heidegger) en armas. Los hechos constituyen la mayor gloria del nacionalismo revolucionario, si no la única, después de la Segunda Guerra Mundial. No fue jamás, en efecto, la guerra del Vietnam, una vana pugna periférica entre las "democracias" (capitalistas) y el las "tiranías" (comunistas), según difundiera a la sazón la propaganda oligárquica occidental, por mucho que el conflicto muestre, como no podía ser de otra manera, una inevitable relación con el contexto general de la Guerra Fría. Para quienes pretenden desconocer, por incognoscible o banal, aquéllo que signifique el concepto de lo NR, o aquéllos otros, ideólogos de extrema derecha, que confúndenlo con abyecciones como la obra del escritor reaccionario Julius Evola,Vietnam tiene mucho, por motivos obvios, que enseñarles.
Dentro de nuestro programa teórico de definir el nacionalismo revolucionario en dos niveles, a saber, como pensamiento e ideología, por una parte, y como método para la interpretación de la historia y de los fenómenos políticos, por otra, es también la guerra del Vietnam un tema privilegiado de reflexión y una fuente inagotable de energías morales e intelectuales. Urge hoy repensar Vietnam, porque los EEUU han conseguido, una vez más y como ya lo hicieran en el caso del exterminio de los indios nativos norteamericanos, la esclavitud negra, la anexión de México y el uso de la bomba atómica contra civiles (entre otras decenas de crímenes de lesa humanidad), eludir sus inmensas responsabilidades políticas, de manera que, después de 1975, esta máquina de exterminio que es el complejo Washington/Wall Street/Hollywood/Israel, ha podido seguir presentándose ante la opinión pública como guardián mundial de los derechos humanos y las libertades democráticas. Emprendiendo de tal suerte, los EEUU, nuevas actuaciones genocidas en todo el planeta hasta la actualidad. La más reciente masacre yanqui de grandes dimensiones ha sido la guerra de Irak y, de nuevo, contra un adversario nacional-revolucionario (aunque, en este caso, hay que admitirlo sin empacho, derrotado como consecuencia de la propia corrupción del régimen, que no fue capaz de recabar apoyo alguno entre la población trabajadora).
El punto de partida de todo verdadero pensamiento crítico, disidente o alternativo es un factum que conviene elevar a concepto y hacer transparente en el marco de la pública racionalidad científica y filosófica: los adversarios reales que, más allá de la retórica periodística, se enfrentan en el mundo contemporáneo son, de un lado, la oligarquía (occidental: EEUU/Israel/GB) y, de otro, los pueblos, las naciones, ya se trate de los nacionalismos negros en EEUU (Malcolm X), ya de los nacionalismos árabes (baasismo, naserismo...), asiáticos (Vietnam, Corea, China), sudamericanos (peronismo, chavismo) o europeos (comunismos o fascismos en mayor o menor medida). Es menester elegir bando. No existen terceras vías ni izquierdas "no revolucionarias". Unas tales "izquierdas" se resuelven a la postre como derechas encubiertas o disfrazadas; y toda derecha, a su vez, excepto una, la sionista, ha devenido apátrida e inexorablemente traidora a su propio pueblo. En otros términos: sólo aquellas naciones y nacionalismos vinculados a una resistencia contra los grandes poderes económicos capitalistas, a saber, los nacionalismos revolucionarios que rechazan someterse a los dictados de la alta finanza internacional, y no los "nacionalismos" sin más (véase el "nacionalismo" catalán de Jordi Pujol como ejemplo palmario), pueden considerarse antagónicas al "modelo occidental" oligárquico. Otro tanto cabe afirmar con respecto al comunismo. Tanto los fascismos derechizados por exceso del componente meramente nacionalista (liberal-burgués, racista, xenófobo), cuanto los comunismos de estricta observancia marxista-leninista dogmática por exceso del componente utópico-profético, cosmopolita, "internacionalista" o "mundialista" (en el fondo también burgués y religioso-secularizado), terminan agrediendo al pueblo de la nación (el propio o el ajeno) y abortando, por ende, la revolución misma en un auténtico baño de sangre ("Auschwitz", gulag). Únicamente si podemos aislar el elemento "nacional-revolucionario" estricto, que incluye su propio e insoslayable factor democrático, en el seno de cada revolución nacional, estaremos en condiciones de comprender las causas de los éxitos y de los fracasos en las luchas de liberación de los pueblos contra el enemigo común de la humanidad, a saber, contra la oligarquía sionista.
Continuación de:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2014/05/que-piensa-la-oligarquia.html
http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2015/03/que-piensa-la-oligarquia-2_24.html
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(Esta entrada se encuentra en proceso de redacción. Continuará).
Jaume Farrerons
La Marca Hispánica, 8 de abril de 2015
DOCUMENTACIÓN ANEXA
http://www.periodistadigital.com/ciencia/educacion/2012/02/16/cuando-los-soldados-americanos-matan-a-sus-oficiales-ineptos.shtml
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