Mi reflexión sobre Arcadi Espada empezó en FILOSOFÍA CRÍTICA con un análisis sobre el antifascismo en la prensa, que Espada criticaba en apariencia, por una parte, pero por otra terminaba convalidando con la afirmación de que "fascista" equivale a "criminal", hecho que acredité con una cita del interesado cuyo tenor literal pueden encontrar aquí:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2012/12/el-lenguaje-antifascista-en-la-prensa-1.html
La suerte vino en mi ayuda y el propio Espada escribió un libro cuyo meollo ético-político, acreditado por el sesgo de la polémica posterior, sería precisamente aquello mismo que Espada habría negado en primera instancia, a saber, que un "fascista" pueda actuar de forma humanitaria "como fascista". El tema me interesa porque, como todo el mundo sabe, yo siempre he sido un "cerdo fascista" y sin embargo no he dejado de hacer lo posible, en calidad de funcionario de prisiones de la Generalitat de Catalunya, para preservar los derechos fundamentales de los internos, hasta el punto de perder mi puesto de trabajo por esta causa (!que ha sido declarada, por sentencia judicial del TSJC, "actividad incompatible" con la función encomendada!). Contra mí no se alzó sólo la "extrema derecha" sindical carcelaria (eso pensaba yo ingenuamente al principio), sino el entero catalanismo institucionalizado, por activa o por pasiva, de Convergencia i Unió al independentismo radical.
El "fascista" Sanz Briz.
Arcadi Espada ha detectado, oh sorpresa, un fascista que no sólo no era un criminal, sino que ayudó a 3000 judíos a escapar de la Gestapo y, por ende, de una "muerte segura"(no entraremos aquí en las implicaciones de este punto, cuyo análisis crítico pertenece a otro capítulo de cuestiones). El caso de Ángel Sanz Briz era ya conocido, pero Espada se plantea si el protagonista de esta heroicidad actuó sólo a título individual (como yo lo hice, casi completamente solo, en las prisiones de la Generalitat) o a instancias del gobierno franquista, del propio Franco incluso y, consecuentemente, en calidad de funcionario fascista en el cumplimiento de su deber y como eslabón de una cadena de mando (en mi caso tenía yo que enfrentarme a la cadena de mando).
La finalidad aparente de Espada no es rehabilitar a Franco, mucho menos romper una lanza en favor de la objetividad histórica en la exégesis del fenómeno fascista, sino abofetear a los antifranquistas de profesión, sobre todo a los catalanistas de derecha, auténticos hipócritas salvados "de una muerte segura" (¿Cómo los judíos de Sanz Briz?) por el dictador Francisco Franco; a mi entender, tales canallas se merecían este libro por la parte que les toca. Son ellos quienes, como era de esperar, más han hecho para castigarme a consecuencia de mi labor en las prisiones (que la Universidad de Barcelona tuvo la honestidad de reconocer) y, así pues, existe una secreta correspondencia entre la figura del Pujol torturado por la policía franquista y el Pujol torturador en las cárceles catalanistas que yo he conocido. El hecho de que Pujol se presentara -en relación con el fascismo español- como un "judío" torturado y no como un "judío" salvado, constituye la clave del pestilente catalanismo de nuestros días.
Pero Arcadi Espada hace trampa. Espada mismo es todo él una trampa de pies a cabeza.
Para empezar, sostiene que Franco actuó únicamente por interés táctico en una operación cuya meta era ganarse el favor del lobby judío estadounidense. Así pues, cero de principios éticos. ¿Por qué hablar entonces de heroísmo en el subtítulo, señor Espada? ¿O conoce las intenciones de los funcionarios franquistas como conoce las de Franco, a pesar de que, en uno y otro caso, serían moralmente dispares y hasta opuestas? ¿Cómo se demuestra eso?
Una vez llegados a este punto, la pregunta pertinente concierne a la finalidad última del libro de Espada. En realidad, si los antifranquistas de Montserrat no fueran unos cretinos sectarios, encontrarían en dicha obra buenas razones para nutrir el antifascismo que configura un imaginario político compartido por tirios y troyanos biempensantes con simples diferencias de matiz. Sin embargo, es absolutamente falso que la España "fascista" actuara en este caso simplemente por cálculo. Y la prueba de ello la tenemos no sólo en la figura del cónsul Perlasca, bastante más conocida que la del propio Sanz Briz, sino en la actuación del régimen fascista italiano en el "espinoso" tema de la persecución judía.
¿El caso Lospinosa o el "caso Mussolini"?
Si nos remontásemos más atrás en la cadena de motivaciones de la Italia mussoliniana, nos toparíamos con verdaderas sorpresas, como la sobrerrepresentación porcentual de la etnia judía en los orígenes del fascismo italiano, el papel de un filósofo judío, Henri Bergson, en el nacimiento de la ideología fascista, la estrecha relación entre fascismo y sionismo... En suma, puede decirse que Arcadi Espada ni siquiera rasca en la superficie de un entero continente sumergido. Al contrario, con su tesis de la postura puramente maquiavélica de Franco, y pese a la polémica por haber abonado a un dictador "fascista", lo que hace el escritor es reforzar el dogma ideológico fundamental que identifica el fascismo con el mal absoluto.
Esta simple cita, que no dejaré de reproducir hasta la saciedad, pone en evidencia el fraude del libro de Espada:
Quedaba todavía un asilo inesperado. La Italia de Mussolini, que siempre se
había limitado a imitar con indiferencia los decretos de Nüremberg de 1938, asumió
la defensa activa de los refugiados judíos en la zona italiana de ocupación (…)
cuando las deportaciones desde la zona del litoral aumentaron a principios de 1943,
las autoridades italianas de ocupación las impidieron al este del Ródano, y
advirtieron al gobierno francés que si bien él podía hacer lo que se le antojara con los
judíos franceses, los judíos extranjeros en la zona ocupada por Italia eran
incumbencia exclusiva de las autoridades italianas. En marzo, éstas intervinieron
para impedir que los prefectos franceses de Valence, Chambéry y Annecy detuviesen
a judíos extranjeros en esta región. En junio de 1943, el prefecto de la policía
italiana, Lospinosa, evitó la detención por parte de los franceses de 7000 judíos
extranjeros en Mégève. El hecho de que un jefe fascista de la policía italiana tuviese
que indicar a Antignac, el hombre de confianza de Darquier de Pellepoix en el
Comisariado General de Asuntos Judíos, que Italia “respetaba los principios
elementales de humanidad”, permite hacerse una idea del antisemitismo de Vichy.
(Robert Paxton, La Francia de Vichy, Barcelona, Noguer, 1974, pp. 161-162).
Pero existen otras "piezas de convicción" que los lectores de esta bitácora ya conocen. Volveré a reproducirlas ahora para ilustración de quienes confían en Espada y que, quizá, después de leerlas comiencen a desconfiar de la supuesta honestidad del crítico (no del escritor, extremadamente riguroso dentro de los límites doctrinarios que se ha fijado para sobrevivir profesionalmente):
El fascismo italiano fue una dictadura brutal en el interior del país, y más todavía fuera de él (en Abisinia y en África en general, en Albania, en Grecia, en Yugoslavia), pero no fue nunca un régimen genocida, sino más bien una continuación de las construcciones imperiales de viejo cuño, con un toque de espectacularidad neorromana. Fue localmente nacionalista, pero no racista, por lo menos no más que ninguna otra potencia colonialista (Heller, Á./ Feher, F., Anatomía de la izquierda occidental, Barcelona, Península, 1985, p. 22, n. 6).
De los auténticos subversivos se ocupaba la OVRA y el tribunal especial, más que la policía regular y los tribunales. En comparación con la Alemania nazi o con la Unión Soviética en la época de Stalin, su número fue considerablemente pequeño y el trato que les dio relativamente humano. Entre 1926 y 1943 sólo fueron condenadas a muerte 25 personas, y esta cifra incluye a varios espías y extremistas eslavos (Tannenbaum, Edward, La experiencia fascista en Italia [1922-1945], Madrid, Alianza, 1972, p. 197).
España actuó influida por Italia, es decir, por la Italia fascista de Mussolini, porque el fascismo no fue racista ni antisemita. Quien quiere ganar puntos con el lobby es Espada, que proyecta sus propias maquinaciones comerciales sobre el perfil del dictador español.
Mussolini: el fascista
por antonomasia salvó
de la Gestapo a 20.000 judíos.
En definitiva, la tesis de Espada en la obra En nombre de Franco, cuya adquisición y lectura recomendamos empero, sigue siendo obsesivamente sectaria: el mundo en que vivimos no tolera otras opciones intelectuales para los que quieran ganarse la vida con la pluma. El libro es antifascismo puro con envoltorio crítico y pretensiones de soliviantar a los "antifascistas de resorte" mediante la explotación de un título "indignante". Sólo el título, por supuesto, a efectos de generar un poco de alboroto, el cual debe compensar las dificultades económicas de Espada después de que perdiera su plaza de profesor universitario por déficits de peloterismo institucional (una cuestión de pura arrogancia personal que no le impide postrarse ante la sinagoga). Espada quiere las dos cosas: primero, los beneficios de enfrentarse presuntamente con el dogma, pues sin escándalo no hay ventas y uno tiene que representar el papel de "maldito"; mas quiere también para sí Espada, en segundo lugar, los beneficios del más absoluto conformismo, siendo así que la genuina crítica condena a la marginalidad literaria y él lo sabe. Porque la crítica por excelencia se ejerce contra el "código simbólico antifascista" sin paliativos y, en este punto, como han podido experimentar los historiadores revisionistas, concluye el malditismo de salón y comienza la persecución real.
La estructura mental de Espada es la misma que la del antisistema catalán independentista, alguien que quiere sentirse "un rebelde" pero sin arriesgarse a nada. Constrúyese de esta suerte el niñato un mundo virtual-pueril en el que juega a maquisard o resistente, sí, pero contra el inexistente "fascismo" de Madrid, todo ello a sabiendas de que el poder es antifascista y, a la postre, va a contemplar su presunta rebeldía como una mera travesura muy útil para adornar los currículos profesionales de madurez. El señor Arcadi Espada, como todos los que forman el lobby sionista español, son antiguos progres e incluso marxistas-leninistas que han pasado de la extrema izquierda a la derecha liberal sin que sus espíritus padezcan excesivos traumas por la mutación. Los mecanismos fundamentales de su intelecto y de su motivación ética pertenecen a mayo del 68, aquella farsa de pseudo revolución que fuera la cantera de los políticos corruptos de nuestros días. Pues la putrefacción existente no es sólo económica, sino en primer lugar intelectual y moral. Aunque Espada no participe de cosas como Bankia, los ERES andaluces, el caso Palau o el caso Bárcenas, sin el desistimiento crítico que él y gentes como él representan en nuestra sociedad, la bancarrota actual de las instituciones democráticas habría resultado mucho más difícil, por no decir imposible.
Jaume Farrerons
16 de octubre de 2013
DOCUMENTACIÓN ANEXA
Aquí tienen ustedes algunos enlaces que ilustran la polémica generada por el libro de Arcadi Espada En nombre de Franco:
http://www.elconfidencial.com/cultura/2013/06/05/arcadi-espada-responde-punto-por-punto-a-rother-122378
http://www.elconfidencial.com/cultura/2013/06/03/tiene-arcadi-espada-algun-problema-con-la-verdad-122234
http://www.elconfidencial.com/cultura/2013/06/01/espada-se-equivoca-espana-salvo-judios-a-reganadientes--122103
La presente entrada de blog es la continuación de:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2013/10/el-silogismo-de-arcadi-espada-y-la.html