"Algo igualmente, de mayor trascendencia, si cabe, y posiblemente más desastroso por sus consecuencias a lo largo de la historia occidental, es la idea de la guerra santa. La idea de un dios que lucha en favor de su pueblo contra sus enemigos proviene del período más primitivo de la historia de Israel, y ha dado pie con su influencia sobre judíos, cristianos y musulmanes para legitimar diversos movimientos de violencia internacional, intercultural e interreligiosa hasta la actualidad". (Trevor Ling, Las grandes religiones de oriente y occidente, t. I., Madrid, Itsmo, p. 46).
Hasta aquí hemos desarrollado tres argumentos para demostrar la inexistencia del dios cristiano, judío y musulmán -religión de Abraham- qua ente presuntamente "omnipotente". Los hemos denominado argumentos lógico (primer argumento), espistemológico (segundo argumento) y ontológico (tercer argumento). A continuación añadiremos un cuarto y último argumento, a saber, el ético, antes de dar por definitivamente muerto a Yahvé-Cristo-Alá desde el punto de vista conceptual.
Si dios existe, ha de ser "más ético" que el hombre (en el mismo sentido en que decimos que un voluntario de la Cruz Roja como tal ostenta una superioridad moral respecto de un usurero, un pornógrafo, el director de un gulag o un pederasta). Para realizar un acto ético es menester sacrificar algo, lo que implica que hay que ser finito, pues sólo un ser finito sería capaz de sacrificio, pérdida o dación voluntaria. Dios se presenta como infinito, por lo tanto no puede sacrificar nada. Si Dios no puede sacrificar nada, no puede realizar acto ético alguno. Si Dios no puede realizar acto ético alguno, tampoco puede ser "más ético" que el hombre. Luego dios no es más ético que el hombre. De manera que ese ente omnipotente, caso de existir (ya hemos demostrado que no puede existir), tampoco es dios. En consecuencia, si un ente omnipotente existiera vulnerando evidencias lógicas, epistemológicas y ontológicas (ver argumentos 1º, 2º y 3º), ni siquiera sería dios. Luego, en cualquier caso, dios no existe.
El acto de caridad de un multimillonario vale menos éticamente hablando que el de un obrero en paro aunque aquél done al pobre una cantidad mil veces mayor de dinero que éste. Imaginemos un ser cuya bolsa fuera infinita y por mucho que salieran monedas de ella, nunca disminuyera su riqueza inagotable. Divino pero amoral. Los actos de caridad de semejante ente carecerían de valor ético, aunque resolviera la crisis económica. En todo acto ético un ser finito da algo de sí: tiempo, atención, bienes materiales, emocionales, etc. Los mortales realizamos "actos éticos" y lo que nos define es la capacidad de forjar nuestra vida en función de tales sacrificios. Esta donación es "ética" en tanto que supone una pérdida para un ser que, en última instancia, perecerá (todos nosotros). Consecuentemente, el acto ético como tal está marcado por la finitud, como cualquier otro ente. Lo finito es su condición de posibilidad. El caso extremo del acto ético es el del héroe, que entrega su vida entera a cambio de nada. De nada. Un ser destinado a la vida eterna no puede vivir ninguna forma de heroísmo. No existen héroes cristianos, judíos o musulmanes, porque, en primer lugar, sus actos responden siempre a un afán de compensación (salvación en el más allá, resurrección, paraíso); en segundo lugar, porque la vida eterna y el sacrificio heroico se excluyen entre sí. Los fieles calculan siempre y en su alma se cuece la matriz cultural del capitalismo liberal. Lo más alto, el sistema de valores heroico, reclama la muerte. La muerte debe existir para que exista, con ella, la posibilidad más alta, el valor supremo. ÉSE ES SU SENTIDO. El sentido de la muerte. El motivo por el cual la muerte debería existir y no sólo "existe" de facto.
Véanse argumentos anteriores:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com/2009/04/tercer-argumento-contra-la-existencia.html
Con este post y los otros tres argumentos doy por demostrada la inexistencia de Dios. La filosofía, la inteligencia, le vencen; el fanatismo y el infantilismo lo promueven. Dedico este esfuerzo y esta victoria de la razón a los que han sido asesinados en nombre del gran déspota (millones de personas). Ahora sólo es cuestión de tiempo que estas refutaciones ateológicas del delirio creyente lleguen a todo el mundo.
¿Será dios el primer genocida de la historia?
Sobre la eticidad de Dios hay, empero, mucho de qué hablar. Lo contrario del acto heroico, del acto ético supremo, es justamente aquéllo que prescribe el dios de Abraham. Yahvé no sólo no podría ser "más ético" que un simple mortal, y ello por definición, sino que la tradición bíblica le imputa al presunto ente omnipotente unas actuaciones que, lejos de constituir un modelo moral, hacen dudar sobre el hecho de que Dios sea, en realidad, el mismísimo diablo o, cuando menos, un genocida, digno inspirador de la política sionista del actual Estado de Israel.
Quizá el caso más conocido sea el de la conquista de Jericó: “la ciudad será consagrada como anatema a Yahvé con todo lo que haya en ella: únicamente Rajab, la prostituta, quedará con vida (…) Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada” (Jos 6, 17-20); “prendieron fuego a la ciudad con todo lo que contenía. Sólo la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro los depositaron en el tesoro de la casa de Yahvé” (Jos 6, 24).
El exterminio de masas es una práctica habitual que muéstrase como modelo en las Sagradas Escrituras: “pasaron a cuchillo a todo ser humano hasta acabar con todos. No dejaron ninguno con vida” (Jos 11, 14-15); “cuando Israel acabó de matar a todos los habitantes de Ay en el campo y en el desierto, hasta donde habían salido en su persecución, y todos cayeron a filo de espada hasta no quedar uno, todo Israel volvió a Ay y pasó a su población a filo de espada. El total de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue 12.000, todos los habitantes de Ay” (Jos 8, 24-25); “Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y la atacaron. La tomaron y la pasaron a cuchillo, con su rey, todas sus ciudades y todos los seres vivientes que había en ella. No dejó ni un superviviente, igual que había hecho con Eglón” (Jos 10, 36-37).
Recordemos que es Yahvé “personalmente” quien da las órdenes y legitima, no sólo el genocidio, sino el racismo y el sexismo más vergonzantes: “porque de Yahvé provenía el endurecer su corazón para combatir a Israel, para ser así consagradas al anatema sin remisión y para ser exterminadas, como había mandado Yahvé a Moisés” (Jos 11, 20-21); “pasarás a cuchillo a todos los habitantes de aquella ciudad” (Dt 13, 13-19); “no dejarás a nadie con vida en las ciudades que Yahvé te da en herencia” (Dt 20, 10-18); “tampoco el mestizo será admitido en la asamblea de Yahvé, ni aun en la décima generación” (Dt 23, 3).
Las mujeres y los niños no se salvan de los abusos y de las masacres sistemáticas e indiscriminadas:
“tomaré a tus mujeres ante tus propios ojos y se las daré a tu prójimo que se acostará con ellas a plena luz del sol” (2 Sm 12, 11); “Haré que se junten todas las naciones para atacar a Jerusalén. Se apoderarán de la ciudad, saquearán sus casas y violarán a sus mujeres” (Zac 14, 2).
Las mujeres y los niños no se salvan de los abusos y de las masacres sistemáticas e indiscriminadas:
“!Vayan y pasen a cuchillo a los habitantes de Yabés en Galaad como también a las mujeres y a los niños (…)! (Jue 21, 9-14);
“tomaré a tus mujeres ante tus propios ojos y se las daré a tu prójimo que se acostará con ellas a plena luz del sol” (2 Sm 12, 11); “Haré que se junten todas las naciones para atacar a Jerusalén. Se apoderarán de la ciudad, saquearán sus casas y violarán a sus mujeres” (Zac 14, 2).
Los motivos de dios son triviales, por ejemplo, su deseo de hacerse famoso y que todos se humillen ante él: “así podrás contar a tus hijos y a tus nietos cuántas veces he destrozado a los egipcios y cuántos prodigios he obrado contra ellos” (Ex 10, 1-23); “mientras los egipcios trataban de huir, Yahvé arrojó a los egipcios en el mar (…) no escapó ni uno solo” (Ex 14, 1-28); “me haré famoso a costa del faraón y de todo su ejército” (Ex 14, 4). Etc. No se trata de frases anecdóticas sacadas de contexto. Tal y como acredita el investigador Pepe Rodríguez, autor de Los pésimos ejemplos de Dios. Según la Biblia (2008), en el Antiguo Testamento se detectan 506 incitaciones y mandatos divinos al exterminio masivo, que incluyen 224 mandatos o actos de exterminio sin dejar supervivientes, 18 hechos o instigaciones a aniquilar y 264 órdenes o prácticas de destruir tierras o vidas (op. cit., p. 30). En el Nuevo Testamento, la "buena nueva" del "amor", este tipo de actuaciones se reducen a 9, pero todas ellas comportan el anatema (exterminio) de personas. En el Antiguo Testamento las menciones explícitas de asesinar niños y mujeres son 18, y ninguna en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento encontramos 11 hechos o mandatos a la violación de mujeres, 39 hechos o mandatos de reducción de mujeres a concubinas y 19 actos o compulsiones a la prostitución (op. cit., p. 31). Los sentimientos que imperan en las actuaciones de Yahvé/Dios son la venganza, el desprecio, el odio, la cólera y la enemistad, predominando ésta ultima en 325 ocasiones (AT) y 39 ocasiones (NT). Todos estos datos demuestran, a mi entender, que no estamos ante meras circunstancias periféricas en una torrencial riada de ternura humana, sino que el carácter criminal de Yahvé, incluso comparado con otros dioses de la antigüedad pagana (que no eran precisamente hermanitas de la caridad, pero tampoco unos sádicos), en una época, en fin, en que no existían los famosísimos "derechos humanos", parece singularmente acentuado. No hay que fiarse de Yahvé: cuando los meapilas hablan de Dios y de su "amor", es mejor asegurarnos de tener una pistola en el bolsillo, porque quizá sólo quieren acortar distancias para apuñalarnos; pensemos, por poner un ejemplo, en lo que les sucedió a los sajones con el cristianísimo y amorosísimo Carlomagno; o en los bolcheviques que, inspirados por la tradición judeocristiana (justicia, fraternidad, bla, bla, bla), prometían a los tontos el paraíso social y fabricaron, no obstante, el peor infierno que la historia registra (100 millones de víctimas).
La "justicia infinita" del antifascismo
en Abu Grahib.
en Abu Grahib.
El punto de partida de la filosofía es la muerte de dios (!ojo! No de la muerte de lo sagrado, que es harina de otro costal). Sólo desde el momento en que hayamos entendido qué significa la frase de Nietzsche "Dios ha muerto", podremos ser realmente libres, luego filósofos; o filósofos, luego libres. Por este motivo me detengo en la cuestión (a)teológica previa que debe preceder al curso on line de introducción a la filosofía que se inaugurará el próximo mes de septiembre en esta página. Por fin, el otro lado habla. Lo que la palabra "fascismo" y "fascista" mientan aquí es aquéllo que queda por resolver, pero contamos con indicios esclarecedores. En realidad, veremos que liberarnos de "dios" (del dios abrahamánico) y liberarnos de la narración histórica contemporánea son dos aspectos de "lo mismo" que definen la tarea de la filosofía, hoy. La última versión de Yahvé es una historiografía elevada al nivel de dogma religioso. Los "fascistas" representan, en esta historia, el sobado papel de Satanás, es decir, de aquéllos a los que se puede exterminar impunemente. Incluso, como luce el israelí en su camiseta, refiriéndose a una embarazada musulmana: 1 shot 2 kills (un disparo, dos muertos, a saber, la madre y el bebé). La "ética" del dios monoteísta siempre termina por mostrar su verdadero rostro.
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
La Marca Hispànica
25 de julio de 2010