LA FE, LA DROGA Y LA VERDAD. ANTES DROGODEPENDIENTE QUE CREYENTE. La religión es el instrumento con que los débiles, es decir, quienes no pueden soportar la verdad de la existencia, logran cierta estabilidad psicológica a efectos de continuar sobreviviendo como sea. Más o menos igual que los drogadictos: su esencia es la mentira en cuanto forma de vida. Sin embargo, prefiero al drogadicto que al creyente y os diré por qué. El drogodependiente se mancilla a sí mismo, y lo sabe, y sufre por ello, pero continúa siendo un hombre, porque reconoce la misma verdad que quiere olvidar o minimizar, y no aspira a convertir su ignominia personal en una causa universal de salvación. En cambio, el creyente salpica con su cobardía a la humanidad toda al comprar el bienestar al precio de la verdad y al intentar extender el fraude con la pretensión de imponerlo como un dogma incluso a los valientes que no necesitan de las mentiras religiosas para existir con dignidad.
Creedme: antes un drogodependiente que un creyente. Y frente a ambos, el héroe, solitario, conmovedor, valeroso, en medio de la tempestad.
Creedme: antes un drogodependiente que un creyente. Y frente a ambos, el héroe, solitario, conmovedor, valeroso, en medio de la tempestad.
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