Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.
Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan una razón detrás de las estrellas, sino que se sacrifican a la tierra para que ésta llegue alguna vez a ser del superhombre.
(Friedrich Nietzche)
El destino del fascismo español. Primer giro a la derecha: José Antonio; segundo giro a la derecha: Franco; tercer giro a la derecha: Evola. Hoy ya no sabemos en qué consiste eso de "ser" nacional-revolucionario. !Por supuesto que no, pero semejante bochorno tampoco debería extrañarnos tanto! Borrádose han las huellas de los orígenes izquierdistas del fascismo, y algunos de los que protestan por el misterio NR (tan profundo como la pregunta que interroga por el Ser en Heidegger) han provocado malévolamente la confusión que denuncian trabajando a sueldo del enemigo. Ni siquiera los "líderes" de los partidos presuntamente "nacional-revolucionarios" conocen en realidad su propia su ideología, aunque quieran aparentar lo contrario a base de fraudes, usurpaciones, plagios y frasecitas ambigüas que, a la postre, les delatan como los "fachas" empetrecidos que siempre fueron. Tiene razón Evola cuando sostiene que la doctrina nacional-revolucionaria entraña unos supuestos axiológicos (valores) y metafísicos. Pero, ¿cuáles? El proyecto NR no es, en efecto, sólo un programa político, ni siquiera una ideología relativa al Estado, la economía y la sociedad, al menos no únicamente. El "fascismo" implica, en primerísimo lugar, unas opciones existenciales básicas, sin las cuales "no se entiende" la cosa. Todas las doctrinas y programas políticos nacional-revolucionarios fueron concebidos como meros instrumentos contingentes para conquistar el predominio histórico-social de los valores que sustentaban dichas decisiones antropológicas radicales.
De ahí que el nacionalismo revolucionario "fascista" entrañe una "concepción del hombre" conducente a un "nuevo hombre", a un "ultra-hombre" (Übermensch): "especie" física y espiritualmente más desarrollada y civilizada que la humana (por ende: que cualesquiera de las razas o etnias conocidas); apelando el "fascismo", con este fin, al proceso evolutivo, genético, biológico, descubierto por Darwin, en calidad de antecedente empírico objetivamente verificable de los conceptos de "obsolescencia vital" (=extinción) y de "superación vital" (=potencial adaptativo). En otros términos: la evolución biológica deviene autoconsciente. Y es esa concretísima "conciencia cultural" -acontencida en el seno de la izquierda- aquello que, de puro terror "humanista", se estigmatizará como "fascismo".
El "hombre superior" es aquel que "acepta su propio ocaso" y avanza hacia su destrucción ("ser-para-la-muerte") a fin de que el Übermensch advenga a la tierra:
Sólo un nuevo hombre,
creará una nueva tierra.
El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, ---una cuerda sobre el abismo. (...) La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso (Nietzsche, F., Así hablaba Zaratustra, Prólogo de Zaratustra, 4).
El verdadero problema no es técnico: la ingeniería genética y la eugenesia permitirían alcanzar en poco tiempo metas que harían empalidecer la "sede ártica" de los evolianos y la totalidad de sus pretensiones delirantes entorno a la magia, pero falta concebir el tipo de sociedad que posibilitase institucionalmente semejante salto histórico-evolutivo sobrehumanista. No a otra cuestión quiere responder el "fascismo": la pregunta por la correspondencia entre la técnica y el hombre moderno (Heidegger) representa su hilo conductor. O también: el lugar institucional de los valores, aquella entidad potenciadora que nadie comprendió y que, ahora resulta evidente, estaba más allá de todo lo "pensable" por los tristes meapilas ultraderechistas. Dicha entidad, "hiper-moderna" a los ojos de los "tradicionalistas", pero que tiene su equivalente evoliano invertido -la Orden-, debería dar libertad a la ciencia de manera que ésta no viera interferidos sus procesos de investigación y aplicación tecnológica del conocimiento en función de intereses económicos o políticos considerados "más importantes" que la verdad racional (=fundamentada). De ahí que la esencia misma del Estado (=poder político) habría de autolimitarse frente a aquella autoridad espiritual e indentificarse con una verdad que no es sólo científica, sino, ante todo, un principio ético existencial, tanto individual como colectivo. Únicamente una sociedad socialista nacional-europea fundada en valores heroicos veristas -un Edipo Rey comunitario- podría responder así al impulso de la flecha que va del animal al hombre y de éste al ultrahombre.
¿Magia o tecnología?
Cohete nazi.
Esa realidad "material" -la Naturaleza- desde la cual nuestra especie irrumpiera violentamente en la Historia cuando, gracias al lenguaje simbólico, la organización social y al trabajo productivo, escindióse a sangre y fuego de lo animal, y no paraíso metafísico o "trascendente" alguno, constituye nuestra herencia "sapiencial" irrenunciable. La filosofía elévala a categoría intelectual en la antigua Grecia, que forja la complejísima noción de phýsis, negada por Platón. Verdadera tradición occidental, la razón, la tragedia y la democracia griegas -y a los hechos me remito- apuntan trunfantes hacia el futuro, no hacia el pasado como pretenden los evolianos. Ciertamente, el paso del orden natural al orden cultural civilizado comporta criterios y normas de valoración propios, complementarios, añadidos a (que no excluyentes de) los meramente biológicos, de ahí que -so pena de recaer en la animalidad- deban rechazarse determinadas formas de materialismo biologista, sin que ello nos obligue a aceptar, según quiere Evola, esa mercancía pseudo filosófica averiada, fruto de una mente reaccionaria hasta la mezquindad, que es el "idealismo mágico".
En efecto, tanto los valores cuanto la metafísica propuestas por Evola (una simple repetición barata y extemporánea de Platón) hállanse en las antípodas del nacionalismo revolucionario. Evola opone el Ser al Devenir, lo estático y eterno a lo finito y temporal; el nacionalismo revolucionario identifica, en cambio, el Devenir con el Ser. Sostiene Heráclito, nuestro primer metafísico, que no hay otro Ser que el Devenir mismo, sólo el "cambio" como tal "permanece", sólo el tiempo ("el pasar" mismo) no "pasa", de suerte que el mundo finito "es" la realidad, la única realidad acreditable y sagrada: aquello que denominamos, en términos no filosóficos, la Vida. En esto los nazis vieron claro y las rabiosas críticas de Evola -método infalible para detectar lo esencial del fascismo- no hacen sino confirmar el acierto de aquéllos.
Vida que no es, empero, en primera instancia fenomenológica, y aquí los nazis sí se equivocaron, un "hecho" biológico, sino fenómeno biográfico, experiencia de lo inmediato. Así describe el heideggeriano Ramiro Ledesma Ramos, en uno de sus primeros escritos literarios, el fenómeno de la "vida":
Día claro, día de primavera hermoso y nítido aparece uno de Mayo alegrando la vida de los terrenales; en la ciudad, todo movimiento, todo actividad y desgaste, cumpliendo ambiciones o buscando coto a sufrimientos hórridos. !Qué vida ésta! !Qué vida! / Salimos a la calle anchurosa y viviente; la bella flor de la mañana nos acaricia el rostro con suaves brisas que contrastan con el saturamiento de nuestro cuerpo, todavía conservando un mal oliente efluvio del lecho, abandonado ha poco; suenan en balumba incoherente los diversos sonidos de los "autos", los tranvías y los vendedores de periódicos cual orquesta en la que reina el desconcierto; los cuadros típicos resultan de un sorprendente realismo: oficinistas anémicos y recosidos a sus mesas cubiertas de papeles; dependientes de las tiendas, ávidos de engañar clientes; obreros manuales dirigiéndose a su taller; algún que otro viajero buscando un coche que lo transporte a la estación rugidora; modistillas vivarachas; fámulas turgentes y encarnadas; golfillos fugaces; un bohemio con melenas, que va al campo buscando tema a su alma artista; a todos los sumerge una corriente intensa de indiferencia, ante mí pasan en extraña procesión apocalíptica, sus miradas son cortantes y frías; los más y los menos caminan en pos de un deseo incumplido, de un ideal hiriente o de una necesidad sentida; mientras más trabajan aparece el final más deslumbrador, pero más lejano; la solución de lo ígnoto más atrayente, pero más erizada y difícil; el anhelo más vibrante, pero chocando con la muralla del sentimentalismo (Ledesma Ramos, R., Obras Completas, I, Escritos de Juventud, Molins de Rei, Barcelona, Ediciones Nueva República, 2004, p. 61).
Esta vida, la "realidad radical" que decía Ortega, el Dasein de Heidegger, es ontológicamente anterior a la vida que analiza la biología y por ende cualquier ciencia positiva. Pero una y otra "vida" son "inmanentes", no "trascendentes". La verdad de la biología, es decir, de la ciencia institucionalizada, tiene que descubrir su camino hacia la verdad existencial y lo hace a través del científico, el cual, antes que científico, es ciudadano de un Estado y, antes todavía, existente que despierta cada mañana y encuentra, como Ramiro Ledesma Ramos, la realidad ante sí. Sin rencor, libre de ese odio contra lo inmediato que caracteriza al enfermo reaccionario Julius Evola, Ramiro Ledesma "ama la vida". En el fragmento transcrito descubrimos el amanecer juvenil del fascismo español, y no hay en él más que un rotundo anhelo de modernidad, de futurición: no en vano, la vida que pinta Ledesma con poéticos trazos es la de una ciudad, la vida moderna por excelencia. Pero la novela en cuestión se titula, y esto no puede ser casualidad en un heideggeriano como Ledesma, El sello de la muerte (1924). Pregúntense los nacional-revolucionarios el porqué.
Quien no aprecie la Vida tal como "es", quien haya menester de consumir drogas o bebidas espirituosas o sexo compulsivo o creencias religiosas salvíficas o amor psicodependiente o violencia estética en un rincón oscuro del barrio marginal, para consolarse y soportar los horrores del mundo, que no pretenda ostentarse encima a sí mismo como héroe (un "guerrero") mientras adormece su psique respecto de la cuestión espiritual crucial, la única que importa realmente: la verdad de la existencia. El "fascismo" proclama la autoafirmación de la vida finita en su inmanencia (irrebasable) y la asunción de las consecuencias políticas y sociales inherentes a la deslegitimación científico-racional de la moral cristiana. El heroísmo legítimo no consiste en otra cosa que en afirmar esta inmanencia incluso en la muerte; sobre todo, subrayémoslo para mayor escándalo, en la lealtad a la muerte como verdad absoluta de la vida y, en consecuencia, como fidelidad a la vida misma. La muerte, fundamento ontológico-existencial de la experiencia de la finitud, erígese así en condición de posibilidad del heroísmo radical, el cual, en primer lugar, habrá de acreditar un carácter espiritual. El héroe no lo es por su condición de guerrero (diferencia entre la orden y la entidad), sino que el guerrero puede devenir héroe en la medida en que haya sido capaz de afrontar la espantosa verdad trágica y se sostenga sobre sus piernas sin muletas transmundanas en sordo combate contra la termitera (el "último hombre" de Nietzsche). Frente a los productos manufacturados de un sistema demoliberal capitalista y hedonista que, a conciencia, fabrica repulsivos subhombres, postreros descendientes del creyente cristiano tradicional, yérguese orgullosamente ese "héroe" potencialista, sin mentiras, ni narcóticos químicos o delirantes compensaciones ultraterrenas; capaz de soportar, en todo caso, la soledad reservada a los creadores. La espiritualidad suprema es así la verdad racional, un evanescente sentido directriz que no se puede tocar, ver, ni oler, un ente que "no es material", sin duda alguna, pero sí una entidad potenciadora de "lo superior INMANENTE". "Metafísico" o "espiritual" si se quiere, mas no por ello deudor o adscrito a "trascendencia" alguna entendida como "más allá" indoloro y "feliz" opuesto a la desgarradora vida fenoménica.
El "fascismo" se define, en definitiva, como confluencia entre el desarrollo científico-tecnológico de la modernidad y la ética existencial radical de la verdad (Heidegger) que erige la finitud como fundamento de un proyecto trágico-heroico colectivo. Futurismo fáustico, prometeico, jamás nostalgia de tradiciones caducas, hete aquí el nacionalismo revolucionario en tanto que alternativa de izquierdas a los poderes capitalistas de las sociedades liberales de mercado. El "heroísmo guerrero" per se, despojado de la dimensión trágica y de la vinculación existencial con la verdad originaria (por ejemplo, el caballero cristiano medieval), no es fascismo. Un sobrehumanismo cientificista, materialista y hedonista ayuno de heroísmo trágico, como el que encontramos en Trotsky (Cfr. Trotsky, L., Literatura y revolución. Otros escritos sobre literatura y arte, Ruedio Ibérico, Francia, 1969, pp. 174-175) tampoco es fascismo.
Vida que no es, empero, en primera instancia fenomenológica, y aquí los nazis sí se equivocaron, un "hecho" biológico, sino fenómeno biográfico, experiencia de lo inmediato. Así describe el heideggeriano Ramiro Ledesma Ramos, en uno de sus primeros escritos literarios, el fenómeno de la "vida":
Día claro, día de primavera hermoso y nítido aparece uno de Mayo alegrando la vida de los terrenales; en la ciudad, todo movimiento, todo actividad y desgaste, cumpliendo ambiciones o buscando coto a sufrimientos hórridos. !Qué vida ésta! !Qué vida! / Salimos a la calle anchurosa y viviente; la bella flor de la mañana nos acaricia el rostro con suaves brisas que contrastan con el saturamiento de nuestro cuerpo, todavía conservando un mal oliente efluvio del lecho, abandonado ha poco; suenan en balumba incoherente los diversos sonidos de los "autos", los tranvías y los vendedores de periódicos cual orquesta en la que reina el desconcierto; los cuadros típicos resultan de un sorprendente realismo: oficinistas anémicos y recosidos a sus mesas cubiertas de papeles; dependientes de las tiendas, ávidos de engañar clientes; obreros manuales dirigiéndose a su taller; algún que otro viajero buscando un coche que lo transporte a la estación rugidora; modistillas vivarachas; fámulas turgentes y encarnadas; golfillos fugaces; un bohemio con melenas, que va al campo buscando tema a su alma artista; a todos los sumerge una corriente intensa de indiferencia, ante mí pasan en extraña procesión apocalíptica, sus miradas son cortantes y frías; los más y los menos caminan en pos de un deseo incumplido, de un ideal hiriente o de una necesidad sentida; mientras más trabajan aparece el final más deslumbrador, pero más lejano; la solución de lo ígnoto más atrayente, pero más erizada y difícil; el anhelo más vibrante, pero chocando con la muralla del sentimentalismo (Ledesma Ramos, R., Obras Completas, I, Escritos de Juventud, Molins de Rei, Barcelona, Ediciones Nueva República, 2004, p. 61).
Esta vida, la "realidad radical" que decía Ortega, el Dasein de Heidegger, es ontológicamente anterior a la vida que analiza la biología y por ende cualquier ciencia positiva. Pero una y otra "vida" son "inmanentes", no "trascendentes". La verdad de la biología, es decir, de la ciencia institucionalizada, tiene que descubrir su camino hacia la verdad existencial y lo hace a través del científico, el cual, antes que científico, es ciudadano de un Estado y, antes todavía, existente que despierta cada mañana y encuentra, como Ramiro Ledesma Ramos, la realidad ante sí. Sin rencor, libre de ese odio contra lo inmediato que caracteriza al enfermo reaccionario Julius Evola, Ramiro Ledesma "ama la vida". En el fragmento transcrito descubrimos el amanecer juvenil del fascismo español, y no hay en él más que un rotundo anhelo de modernidad, de futurición: no en vano, la vida que pinta Ledesma con poéticos trazos es la de una ciudad, la vida moderna por excelencia. Pero la novela en cuestión se titula, y esto no puede ser casualidad en un heideggeriano como Ledesma, El sello de la muerte (1924). Pregúntense los nacional-revolucionarios el porqué.
Quien no aprecie la Vida tal como "es", quien haya menester de consumir drogas o bebidas espirituosas o sexo compulsivo o creencias religiosas salvíficas o amor psicodependiente o violencia estética en un rincón oscuro del barrio marginal, para consolarse y soportar los horrores del mundo, que no pretenda ostentarse encima a sí mismo como héroe (un "guerrero") mientras adormece su psique respecto de la cuestión espiritual crucial, la única que importa realmente: la verdad de la existencia. El "fascismo" proclama la autoafirmación de la vida finita en su inmanencia (irrebasable) y la asunción de las consecuencias políticas y sociales inherentes a la deslegitimación científico-racional de la moral cristiana. El heroísmo legítimo no consiste en otra cosa que en afirmar esta inmanencia incluso en la muerte; sobre todo, subrayémoslo para mayor escándalo, en la lealtad a la muerte como verdad absoluta de la vida y, en consecuencia, como fidelidad a la vida misma. La muerte, fundamento ontológico-existencial de la experiencia de la finitud, erígese así en condición de posibilidad del heroísmo radical, el cual, en primer lugar, habrá de acreditar un carácter espiritual. El héroe no lo es por su condición de guerrero (diferencia entre la orden y la entidad), sino que el guerrero puede devenir héroe en la medida en que haya sido capaz de afrontar la espantosa verdad trágica y se sostenga sobre sus piernas sin muletas transmundanas en sordo combate contra la termitera (el "último hombre" de Nietzsche). Frente a los productos manufacturados de un sistema demoliberal capitalista y hedonista que, a conciencia, fabrica repulsivos subhombres, postreros descendientes del creyente cristiano tradicional, yérguese orgullosamente ese "héroe" potencialista, sin mentiras, ni narcóticos químicos o delirantes compensaciones ultraterrenas; capaz de soportar, en todo caso, la soledad reservada a los creadores. La espiritualidad suprema es así la verdad racional, un evanescente sentido directriz que no se puede tocar, ver, ni oler, un ente que "no es material", sin duda alguna, pero sí una entidad potenciadora de "lo superior INMANENTE". "Metafísico" o "espiritual" si se quiere, mas no por ello deudor o adscrito a "trascendencia" alguna entendida como "más allá" indoloro y "feliz" opuesto a la desgarradora vida fenoménica.
El "fascismo" se define, en definitiva, como confluencia entre el desarrollo científico-tecnológico de la modernidad y la ética existencial radical de la verdad (Heidegger) que erige la finitud como fundamento de un proyecto trágico-heroico colectivo. Futurismo fáustico, prometeico, jamás nostalgia de tradiciones caducas, hete aquí el nacionalismo revolucionario en tanto que alternativa de izquierdas a los poderes capitalistas de las sociedades liberales de mercado. El "heroísmo guerrero" per se, despojado de la dimensión trágica y de la vinculación existencial con la verdad originaria (por ejemplo, el caballero cristiano medieval), no es fascismo. Un sobrehumanismo cientificista, materialista y hedonista ayuno de heroísmo trágico, como el que encontramos en Trotsky (Cfr. Trotsky, L., Literatura y revolución. Otros escritos sobre literatura y arte, Ruedio Ibérico, Francia, 1969, pp. 174-175) tampoco es fascismo.
Skin-heads, evolianos reaccionarios,
ultracatólicos: todos dan asco, ninguno es "fascista".
Acierta Evola cuando hace suya la tremenda, abismática exégesis del nihilismo (muerte de Dios, descomposición hedionda de los valores tradicionales) desarrollada por nuestro Friedrich Nietzsche, pero traiciona esa misma lectura al lloriquear como una ramera heroinómana por la debacle del platónico-cristiano "mundo de las ideas", el pálido y exangüe doble fantasmal edificado para escapar a la verdad despiadada del "mundo de la vida". Evola saca a la postre la nefasta conclusión de que hay que reconstruir tal metafísica ficción trans-mundana, actualmente hundida -!y con razón!- en las ruinas del descrédito. Confiesa Evola sus fines de forma expresa, como si el muy canalla reaccionario-drogadicto nos tomara por idiotas: !!!la meta del evolianismo consistiría en reemprender el largo camino hacia un supuesto paraíso original perdido, un lugar (la "sede ártica") estático, perenne, inmarcesible e impávido como una pirámide egipcia y, sobre todo -aviso para "guerreros"- rancio mausoleo de momias guenonianas exentas de conflicto!!! El inicio de ese "magico" sendero a "ninguna parte" implica apoyar todo lo que huela a "derecha", empezando por lo burgués frente a lo proletario, lo católico frente a lo ateo, lo irracional frente a lo científico... etc., para a la postre alcazar la "suprema cima" de la monarquía, el señorío feudal y la servidumbre de la gleba. Ya conocemos cuál fue, en cambio, la antitética postura de Nietzsche: aceptar el nihilismo hasta sus últimas consecuencias, asumir la verdad racional de la finitud como revulsivo para un nihilismo activo, destructor y creador. Según Nietzsche, todo lo que hay de rechazable en el mundo moderno son las putrefactas reminiscencias, máscaras, residuos y secularizaciones del orden premoderno, cristiano-platónico. Al contrario que en Evola, para el cual las lacras actuales resultarían ser consecuencias de haberse rebelado contra sus amos las castas inferiores de la "sede ártica" (de suerte que cada realidad moderna mostraría procesualmente el sello de lo nuevo-degenerado, ergo de lo malo, lo peor y lo paupérrimo), Nietzsche quiere abundar en la muerte de Dios liquidando las formas disfrazadas donde el mundo tradicional intenta perpetuarse, como un gusano corruptor, en el interior de la modernidad revolucionaria. El fascismo, futurista, reivindica una modernidad alternativa, no una tradición "pagana" fabricada en la biblioteca particular de un barón siciliano. Los intelectuales de izquierdas, orondos sacerdotes del sistema capitalista aterrados ante la opción "fascista", ante la mera posibilidad espiritual de una modernidad antiprofética, no han hecho más que elevar a la categoría de dogma una interpretación evoliana de la historia en la cual fascismo y extrema derecha se identificarían.
Para el nacionalismo revolucionario "fascista" -desde Sorel- la sociedad de consumo, como antaño lo fuera el "paraíso comunista" o la comuna anarquista, no es más que la versión política del reino de Dios cristiano-burgués. !Nada tenemos que ver nosotros con la extrema derecha porque al dios cristiano que sella los intereses de la reacción, los auténticos fascistas le escupimos, insultamos y vejamos cada día para desayunar! Jesús de Nazaret es para el fascista la versión religiosa de masas ("platonismo para el pueblo": Nietzsche dixit) de aquel mundo paralelo inmóvil, asegurado y pacifista -la huída ante el Ser- del que Evola se declara nostálgico restaurador. El programa "fascista" supone, así, lo siguiente: erradicar los desechos del mundo tradicional en el mundo moderno, es decir, la moral cristiana secularizada en las fórmulas político-ideológicas liberales, socialistas marxistas, anarquistas y comunistas, todo ello con el fin de desencadenar una "tercera revolución" cuyo significado, para un derechista, no puede ser otro que la subversión metafísica absoluta, el Anticristo. El programa reaccionario (Evola), convierte empero, !ay!, nuestra revolución en contrarrevolución, y propone desvergonzadamente, señalando en dirección diametralmente opuesta al "fascismo", resucitar las condiciones simbólicas, sociales, culturales y políticas -el Ancien Régime- que precedieron a la Revolución Francesa (1789) y a la Revolución Bolchevique (1917). Evola no es sólo un tergiversador de la ideología NR, sino su adversario más alevoso. Es el enemigo a exterminar dondequiera que topemos con él: la abyecta, despreciable extrema derecha, que mil veces nos ha apuñalado por la espalda amparándose en la excusa de la "lucha contra la subversión", cuando en realidad el derechista no dejaba nunca de temer más que por su abultada cuenta corriente y la "salvación del alma", de su alma (=amado ego), pero jamás por la nación. Con la derecha (evoliana, católica, liberal, judía o gentil) no se habla; se la combate sin piedad. Porque somos FASCISTAS. Nada más.
!Es muy difícil ser fascista! Quizá lo más difícil hoy, pues, ¿quién pronunciaría las palabras "soy fascista" sabiendo de qué habla y asumiendo las co-implicaciones -por no hablar de las consecuencias- de semejante afirmación?
Por qué los nacional-revolucionarios hispánicos debemos combatir a la extrema derecha
Para el nacionalismo revolucionario "fascista" -desde Sorel- la sociedad de consumo, como antaño lo fuera el "paraíso comunista" o la comuna anarquista, no es más que la versión política del reino de Dios cristiano-burgués. !Nada tenemos que ver nosotros con la extrema derecha porque al dios cristiano que sella los intereses de la reacción, los auténticos fascistas le escupimos, insultamos y vejamos cada día para desayunar! Jesús de Nazaret es para el fascista la versión religiosa de masas ("platonismo para el pueblo": Nietzsche dixit) de aquel mundo paralelo inmóvil, asegurado y pacifista -la huída ante el Ser- del que Evola se declara nostálgico restaurador. El programa "fascista" supone, así, lo siguiente: erradicar los desechos del mundo tradicional en el mundo moderno, es decir, la moral cristiana secularizada en las fórmulas político-ideológicas liberales, socialistas marxistas, anarquistas y comunistas, todo ello con el fin de desencadenar una "tercera revolución" cuyo significado, para un derechista, no puede ser otro que la subversión metafísica absoluta, el Anticristo. El programa reaccionario (Evola), convierte empero, !ay!, nuestra revolución en contrarrevolución, y propone desvergonzadamente, señalando en dirección diametralmente opuesta al "fascismo", resucitar las condiciones simbólicas, sociales, culturales y políticas -el Ancien Régime- que precedieron a la Revolución Francesa (1789) y a la Revolución Bolchevique (1917). Evola no es sólo un tergiversador de la ideología NR, sino su adversario más alevoso. Es el enemigo a exterminar dondequiera que topemos con él: la abyecta, despreciable extrema derecha, que mil veces nos ha apuñalado por la espalda amparándose en la excusa de la "lucha contra la subversión", cuando en realidad el derechista no dejaba nunca de temer más que por su abultada cuenta corriente y la "salvación del alma", de su alma (=amado ego), pero jamás por la nación. Con la derecha (evoliana, católica, liberal, judía o gentil) no se habla; se la combate sin piedad. Porque somos FASCISTAS. Nada más.
!Es muy difícil ser fascista! Quizá lo más difícil hoy, pues, ¿quién pronunciaría las palabras "soy fascista" sabiendo de qué habla y asumiendo las co-implicaciones -por no hablar de las consecuencias- de semejante afirmación?
Por qué los nacional-revolucionarios hispánicos debemos combatir a la extrema derecha
Antes de continuar, quizá convenga refrescar algunas afirmaciones que ya hiciera en esta bitácora:
El caso extremo del acto ético es el del héroe, que entrega su vida entera a cambio de nada. De nada. (...) Lo más alto, el sistema de valores heroico, reclama la muerte. La muerte debe existir para que exista, con ella, la posibilidad más alta, el valor supremo. ÉSE ES SU SENTIDO. El sentido de la muerte. El motivo por el cual la muerte debe existir. El "fascismo".
Rememoremos por un instante el destino del fascismo español y sus nefastas relaciones con la extrema derecha. La historia se resume así: de Ramiro Ledesma (filósofo heideggeriano y fascista genuino) al manicomio chamánico de Julius Evola.
Hitler ante la estatua de Nietzsche, autor de El Anticristo.
El fascismo español será fundado por Ramiro Ledesma Ramos, filósofo de talla, primer traductor de Heidegger en España y dirigente de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS). Ledesma es un trabajador, funcionario de Correos. Nada tiene que ver, desde el punto de vista sociológico, con la derecha. Dos años después de la fundación de las JONS, y tras varios intentos derechistas fallidos para promover en España un partido que funcione como sucursal del ya derechizado fascismo italiano del Ventennio, es decir, como "partida de la porra" del capital, aparece Falange Española (FE). Su máximo dirigente, José Antonio Primo de Rivera, es un católico practicante, hijo del dictador del mismo nombre, abogado y profundamente enraizado en la oligarquía española que sufre en aquel momento, ante todo, por los avances del marxismo y del anarquismo en territorio nacional.
Primer giro a la derecha: José Antonio. Esa derecha que le había hecho "el vacío" al "proletario" Ledesma, confiará en cambio en uno de los "suyos", José Antonio: ¿para qué? Pues para utilizarlo, poniéndolo al servicio de los intereses oligárquicos como jefe del batallón de choque callejero contra la subversión roja. Por este motivo, la confluencia de las JONS y FE será ya un giro a la derecha, justificado por la amenaza guerracivilista y el pavor al contagio español de la criminal brutalidad bolchevique. Ya sabemos cómo terminó la relación de Ledesma con Falange: abandonó el partido e intentó recuperar las raíces izquierdistas de las JONS, en vano. Así, a pesar de ser el verdadero ideólogo del nacional-sindicalismo, la derechización joseantoniana empujará a Ramiro Ledesma fuera de la organización, la cual, como represalia, le calumniará gravemente (nos ocuparemos de este tema en una entrada posterior donde se analizará con más detalle el proceso que ahora estamos sólo esbozando). Conviene añadir, para ser justos, que tras la marcha de Ledesma intentará José Antonio, al parecer sinceramente, acentuar los elementos nacional-revolucionarios (!!!izquierdistas!!!) de la Falange, respondiendo así a los reproches del ideólogo escindido. Falange podrá considerarse, por tanto, un partido fascista en el mismo sentido en que lo fuera el fascismo italiano posterior a 1922 y hasta la República de Salò.
Franco rodeado de sacerdotes católicos.
Segundo giro a la derecha: Franco. El siguiente giro a la derecha del proyecto nacional-revolucionario español se produce con el franquismo y el "segundo" decreto de unificación. Ahí puede decirse que el "fascismo" jonsista extínguese definitivamente en España, la Falange es ya una institución de derecha católica plena y el Movimiento Nacional un bloque con esos "evolianos" rudimentarios denominados "carlistas". Los intentos "hedillistas" de recuperar las fuentes nacional-revolucionarias de izquierdas topan con la realidad de un régimen cuyo anhelo más ardiente después de Stalingrado es integrarse sin complejos en el atlantismo conservador. Finalizado el franquismo, se legaliza la Falange Española de las JONS (Auténtica), pero la principal preocupación de este partido joseantoniano (que no jonsista) será borrar toda vinculación simbólica con el fascismo histórico. El proyecto nace así viciado de raíz y el desconocimiento filosófico de las fuentes ideológicas ramirianas aborta una opción que no apela ya a los valores, sino precisamente a los símbolos, programas políticos y documentos caducos del nacional-sindicalismo de los años 30. No puede hablarse de giro de izquierdas, aunque éste se intente formalmente, porque tal presunto giro es puro mimetismo táctico antifascista y no retorno a las raíces axiológicas (nivel A del discurso) del proyecto nacional-revolucionario. Quien suscrible, militante de FE de las JONS (A) en su juventud, pudo conocer el proceso por experiencia directa (1976-1977), aunque no fue hasta mucho más tarde (1984-1988) que comprendió las causas de este fracaso "neohedillista" acontecido en la transición española.
Creo que la pregunta "¿por qué debemos los nacional-revolucionarios combatir a la extrema derecha?" va encontrando, poco a poco, el marco en el que sea posible dar una respuesta que justifique clamorosamente los ataques de Filosofía Crítica al evolianismo subterráneo del MSR actual.
Franco rodeado de sacerdotes católicos.
Segundo giro a la derecha: Franco. El siguiente giro a la derecha del proyecto nacional-revolucionario español se produce con el franquismo y el "segundo" decreto de unificación. Ahí puede decirse que el "fascismo" jonsista extínguese definitivamente en España, la Falange es ya una institución de derecha católica plena y el Movimiento Nacional un bloque con esos "evolianos" rudimentarios denominados "carlistas". Los intentos "hedillistas" de recuperar las fuentes nacional-revolucionarias de izquierdas topan con la realidad de un régimen cuyo anhelo más ardiente después de Stalingrado es integrarse sin complejos en el atlantismo conservador. Finalizado el franquismo, se legaliza la Falange Española de las JONS (Auténtica), pero la principal preocupación de este partido joseantoniano (que no jonsista) será borrar toda vinculación simbólica con el fascismo histórico. El proyecto nace así viciado de raíz y el desconocimiento filosófico de las fuentes ideológicas ramirianas aborta una opción que no apela ya a los valores, sino precisamente a los símbolos, programas políticos y documentos caducos del nacional-sindicalismo de los años 30. No puede hablarse de giro de izquierdas, aunque éste se intente formalmente, porque tal presunto giro es puro mimetismo táctico antifascista y no retorno a las raíces axiológicas (nivel A del discurso) del proyecto nacional-revolucionario. Quien suscrible, militante de FE de las JONS (A) en su juventud, pudo conocer el proceso por experiencia directa (1976-1977), aunque no fue hasta mucho más tarde (1984-1988) que comprendió las causas de este fracaso "neohedillista" acontecido en la transición española.
Chamán: el final de un
proceso de idiotización.
Tercer giro a la derecha: Evola. Se ha pasado así de las JONS a un derechismo católico conservador que marca para siempre el destino del primer fascismo español. Pero todavía faltaba una última vuelta de tuerca. Afectó a todos aquellos grupos presuntamente nacional-revolucionarios que, durante los años setenta y ochenta [del siglo XX], podrían haber buscado en España una refundación del proyecto fascista a partir de los valores, renunciando a la quincalla emblemática o ideológica, ya definitivamente periclitada, del falangismo joseantoniano. Evola en Italia y Ernesto Milá como evoliano español no sólo impedirán que el nacionalismo revolucionario se libere del catolicismo falangista que había sido su Talón de Aquiles frente a la derecha conservadora, sino que convertirán el "momento anticristiano" inevitable de esa posibilidad abierta (por un fugaz instante) en un retroceso, todavía más abismático, de la derecha cristiana a la derecha chamánica. Promovida por la red Gladio para impedir en Italia que los fascistas revolucionarios de Salò pudieran inquietar al ocupante americano, esta operación hunde al fascismo español en el descrédito intelectual y político más absoluto (terrorismo, delincuencia, violencia, consumo de drogas, chivatismo policial, esoterismo, magia, irracionalismo...). La versión española del ultraderechismo "NR" sólo será contestada por las Bases Autónomas de Juan Antonio Aguilar, en Madrid, y por la asociación cultural ENSPO, de quien suscribe, en Barcelona. El resto de la historia, que culmina con el programa político de Alternativa Europea (1997), redactado por Farrerons, ya la conocen quienes hayan seguido hasta aquí las entradas de la serie "Usurpación, amputación y tergiversación de la doctrina nacional-revolucionaria", así como los posts "El programa político del MSR (1997)" y "Llopart plagia a Farrerons". Creo que la pregunta "¿por qué debemos los nacional-revolucionarios combatir a la extrema derecha?" va encontrando, poco a poco, el marco en el que sea posible dar una respuesta que justifique clamorosamente los ataques de Filosofía Crítica al evolianismo subterráneo del MSR actual.
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica, 3 de junio de 2012
Editado el 24 de junio de 2022.
25 comentarios:
Sobre el tema de la salida de Ledesma de la Falange, el historiador Ferran Gallego afirma en su obra "Ramiro Ledesma y el Fascismo Español" que no se debió tanto a diferencias ideológicas -que las había- como a lo que el zamorano consideraba graves errores tácticos de José Antonio en la dirección del partido.
http://www.casadellibro.com/libro-ramiro-ledesma-ramos-y-el-fascismo-espanol/9788497563130/1031863
En opinión de Gallego, la idea de que la ruptura se debió a motivos ideológicos fue creada posteriormente por el Franquismo para cimentar la imagen de un José Antonio no fascista, e incluso antifascista, que tendría su contraste en un Ledesma claramente radical y fascista.
Lamento no dar más detalles, pero leí el libro en cuestión hace cinco o seis años, por lo que no recuerdo todos los pormenores de la argumentación. De todas formas, fue una tesis que me resultó sorprendente.
Conocemos el libro que citas, Miguel. Lamentablemente, es una obra escrita por un autor del sistema, que se dedica a lanzar cargas de profundidad a lo largo de las 431 páginas del texto.
Las consideraciones tácticas no estuvieron excluidas del motivo de la ruptura, pero no eran las únicas. De hecho, iban desde la composición sociológica de la Falange, nutrida por hombres de derecha e incluso por marqueses, hasta aspectos ideológicos, como el escaso radicalismo de las consignas falangistas (coherente con la procedencia de sus cuadros). A ello hay que añadir consideraciones personales innegables, como que Ramiro se viera desplazado del liderazgo por José Antonio, una persona más carismática, sin duda, pero también una persona mucho menos "NR".
Cuando Matías Montero expuso sus razones para NO unirse a Falange, Ledesma no le hizo caso, y se trataba de consideraciones ideológicas. Ledesma le da la razón a Montero después de su escisión y se arrepiente de no haber hecho suya su prudente desconfianza. Que Ledesma es honesto (todo lo que se lo puede ser en política) queda probado cuando, después de la mencionada escisión, y espoleado por ella, José Antonio dará un giro "más" radical a su discurso. Es el José Antonio de 1935, que sigue siendo un derechista respecto de las JONS. La pregunta de si José Antonio fue alguna vez fascista hay que replantearla: ¿qué tipo de fascismo? Si se habla del fascismo originario genuino, el de 1919, no lo fue nunca. Pero sí lo fue quizá, en 1935, del fascismo del Ventennio mussoliniano, del que Ledesma en cambio se desmarca en su famoso ensayo "¿Fascismo en España?".
Saludos.
Bueno este autor y su libro en cuestión no se hasta que punto puede ser fiable y creíble, yo me acuerdo en su día que leí la contraportada del libro y dicho autor identificaba el fascismo de Ledesma Ramos con la extrema derecha, lo llamaba de las dos formas. Por eso no tuve intención de comprar el libro, ví claramente cuales eran las intenciones del autor,un libro más del sistema.
Además hay que darse cuenta de la ideología creada por Ledesma Ramos, el nacional-sindicalismo, una ideología que sirvió de soporte ideológico tanto a José Antonio(al cual la manipulación e ignorancia histórica le atribuye el redactado de los 26 puntos jonsistas) y al mismo Franco, que utilizó dicha doctrina para dar cuerpo ideológico a su régimen, dos personajes que en vida despreciaron e ignoraron a Ledesma Ramos.
Seamos realistas, al margen del texto de la entrada y de las opiniones que podamos expresar sobre el tema hay algo que es indiscutible y es que José Antonio en vida fue temido, odiado y ridicularizado por su misma clase social(la aristocracia) y fue marginado por la derecha, a pesar de las contradicciones de José Antonio en su actuación política la Falange recibió el plomo de las izquierdas en los combates callejeros pero la derecha le hizo la guerra sucia.
En los años 30 podía estar justificado un pacto táctico con la derecha en la medida en que el bolchevismo era una amenaza para la civilización, pero en la actualidad la amenaza contra los pueblos y naciones no procede de la izquierda,sino de la derecha capitalista internacional y del sionismo, que es extrema derecha.
También el islamismo es "derecha", en el sentido de reaccionarismo puro, aunque proceda de una civiliación distinta a la nuestra. Es obvio que en Europa el islam inmigrado, por los valores que defiende, es "extrema derecha".
Y las extremas derechas europeas terminan teniendo que elegir entre el sionismo y el islamismo.
Ya no hay excusa para no ocupar el espacio de izquierdas, o sea, de izquierda nacional. El enemigo, más que nunca, es la derecha. Derecha liberal, sionista o islámica, tanto da. Estamos ante una regresión que afecta a la identidad cultural, axiológica e institucional de Europa y una "extrema derecha europea" no puede funcionar como línea de defensa, porque en el fondo está más próxima al enemigo que a lo que Europa representa como civilización.
La derecha es el enemigo ABSOLUTO. Ya lo fue antaño y, cabría añadir, desde el principio, como la historia demuestra hasta la saciedad.
José Antonio se quedó solo porque en 1935, impulsado por las críticas de Ledesma, adoptó posiciones que le granjearon la enemistad de la derecha sin conseguir con ello la credibilidad ante los trabajadores y, mucho menos,ante las organizaciones marxistas y anarquistas.
Cualquier dirigente de izquierda nacional tiene que estar dispuesto a afrontar valientemente una travesía del desierto hasta que consiga unir a los trabajadores y a los patriotas de la nación bajo una misma bandera.
Ese fue el problema que tuvo la Falange durante su existencia, que se oponía tanto a la derecha como a la izquierda, el nacional-sindicalismo desmontaba hábilmente la falacia dogmática de ambos términos, de hecho hubo un pacto tácito entre la derecha y la izquierda para combatir a la Falange. Hay numerosos hechos que así lo demuestran, pero el más notorio fue el fusilamiento de José Antonio, nadie movió un dedo por evitarlo, tanto de un lado como de otro, les estorbaba y por eso lo eliminaron.
Relacionar el capitalismo sólo con la derecha pienso que no tiene sentido, capitalismo hay gobierne la derecha o la izquierda, de hecho ambos conceptos ideológicos son un producto del capitalismo, insistir en relacionar la derecha con todos los males es ilógico, ya que la izquierda es tan perjudicial como la derecha, de eso aquí en España(y en toda Europa) tenemos sobrados ejemplos. Referente al islam que están imponiendo en Europa, son precisamente las corrientes fundamentalistas aliadas del sionismo, de países como los EE.UU. e Israel las que se están extendiendo por Europa(según algunos el islam tradicional es algo muy diferente, supongo que se referirán al islam moderado), claramente es una maniobra del sionismo para ir reduciendo cada vez más la identidad de los pueblos de Europa, de la civilización occidental.
Creo que cuando algunos emplean el término de "Izquierda nacional" se refieren a algo diferente a lo que conocemos por la izquierda política que todos conocemos, con raíces ideológicas de diferente procedencia como es obvio, aunque yo personalmente no logro asumirlo.
La izquierda de la que hablas, Frel, es precisamente una izquierda que se ha derechizado y que sólo conserva de la izquierda el nombre para mejor someter a los trabajadores a LA EXTREMA DERECHA QUE GOBIERNA OCCIDENTE, el sionismo.
!Este es el hecho, no sólo estamos bajo la bota de la derecha capitalista, sino de la cúspide de esa oligarquía, que es ULTRADERECHISTA JUDÍA! Los partidos social-patriotas todavía no han sido capaces de sacar las consecuencias de esta evidencia.
La "izquierda" de la que hablas es una "izquierda" que abandonó sus postuladores revolucionarios (revisionismos) para llegar a los mismos objetivos pero por vía reformista (socialdemocracia) y que, después de la caída del comunismo, dio un paso más y renunció también el reformismo (luego a los objetivos mismos, anticapitalistas) para cultivar una denominada "tercera vía" que ya no se sabía realmente lo que era (quizá un fuego fatuo).
En la actualidad, ni siquiera se habla ya de la tercera vía, un fraude derechista de Blair que murió con la foto de las Azores.
El problema, Frei, es que no hay izquiera, ni nacional ni tampoco de la otra, internacionalista (o mejor, de ésta quedan sólo residuos, muy útiles para mantener bloqueado ese espacio político).
Todo el enemigo está a la derecha e incluso a la extrema derecha. No se puede sostener que los partidos que actualmente se presentan como "izquierda" son otra cosa que derecha disfrazada para mejor engañar a los obreros y trabajadores. Diré más, el pilar del sistema es esa falsa izquierda y sus sindicatos, que permiten amarrar las masas a la argolla del sistema capitalista utilizando la vieja quincalla emblemática antifascista.
Por ese motivo hay que quitarles el espacio electoral a las izquierdas y eso sólo se puede conseguir dando un giro semántico al contenido de la palabra y actuando en consecuencia.
Entiendo q efectivamente la extrema derecha es en última instancia un camino equivocado, así como el lumpen reaccionario, curas, monárquicos y demás... Aunque me cuesta mucho no mirar en esa dirección con cierta condescendencia; tampoco nos engañemos, estos colectivos son hasta cierto punto compañeros de viaje q pueden compartir con nosotros algunas etapas del trayecto. Ante el terror rojo yo siempre me inclinaré por el terror blanco. Muchos de los libros ns q adornan mi biblioteca fueron editados durante la dictadura de Videla en Argentina, el mismo Degrelle o Skorzeny fueron protegidos por el nacional-catolicismo franquista.
Por otro lado tengo serias dudas también sobre la idea absoluta de finitud presentada a través de la muerte de todo proyecto... la pregunta q interroga el ser!!! Por mi formación de jurista/economista me cuesta mucho compartir esa visión tan humanista, tan limitada a la percepción humana de la realidad. El ser humano se encuentra inserido dentro de una comunidad popular q en esencia tiene voluntad de eternidad, así como las leyes científicas q regulan su existencia y a las q él necesariamente se somete también. Q me dices de las teorías científicas q defienden la infinidad del universo? Del mismo concepto matemático del número infinito? Está errada aquí esa ciencia q tu tanto defiendes? Q me dices de nuestra economía capitalista q, te guste o no, nos ha aportado hasta la fecha los más grandes hitos de riqueza y bienestar en base al crecimiento perpétuo del PIB anual?
La izquierda nunca ha defendido a los trabajadores, los conceptos derecha e izquierda son un producto de la revolución burguesa de 1789, la derecha solía estar representada por la aristocracia y la izquierda por la burguesía, es decir, los dueños de las fábricas donde se sobreexplotaban a los trbajadores de todas las edades(niños incluidos). El socialismo es una ideología totalmente ajena a la izquierda, de hecho el sistema lo que hizo en su día fue que la izquierda asumiera "falsamente" los postulados del socialismo hasta llevarnos a la situación en la cual nos encontramos, en la cual el llamarse socialista es compatible con el capitalismo más neoliberal, hasta los sindicatos politizados que ya conocemos son unos de los principales pilares del sistema, tal como afirmas RAO. Jamás un partido llamado comunista ha llevado a cabo un proceso transformador y revolucionario allá donde han gobernado, ha sido un instrumento más del sionismo y lo único que ha hecho es implantar otra forma de capitalismo(Ya sabemos quien financió la revolución bolchevique), el de estado(peor incluso que el liberal), por eso la caída "del comunismo" se llevó a cabo de la noche a la mañana y tan amigos.
La izquierda nunca ha defendido sinceramente postulados revolucionarios, solamente lo ha hecho para engañar a las masas, especialmente a las proletarias.
Confundes finitud y muerte. La muerte es sólo la experiencia de la finitud del extistente, que le revela la finitud en cuanto tal. Los entes todos, las comunidades históricas, la naturaleza entera es finita. La finitud entra en la de-finición, de-terminación misma del ente en cuanto tal, esto ya está explicado y es Heidegger. Nada humano, ontología. De la negativa, rechazo u hostilidad a aceptar esto vienen todas las construcciones transmundanas, los ídolos a los que adora el hombre-masa, empezando por la religión y terminando por las utopías.
Sí, pero eso significa que la izquierda ha traicionado su proyecto. Hay que preguntarse por qué. Y su usted admite que la izquierda tenía unos postulados revolucionarios y que no los ha cumplido, admite también que hay unos postulados revolucionarios DE IZQUIERDAS. Nosotros hemos entendido por qué la izquierda no cumplió sus propios postulados DE IZQUIERDA. Nuestra intención es cumplirlos, precisamente, o sea, ser IZQUIERDA. Hasta el final, es decir, hasta la MUERTE DE DIOS.
En todo caso, seguimos confundiendo la izquierda, que es un concepto tático-estratégico (en política)y sociológico con un concepto ídeológico. En realidad no hay ideologías "de izquierdas", sino ideologías (comunismo,anarquismo, socialdemocracia,liberalismo en su momento) que ocupan EL ESPACIO DE LA IZQUIERDA. Se trata de ocupar ese espacio o retirarse de la política. Nada más.
La izquierda no ha cumplido dichos postulados revolucionarios porque todo ha sido pura teoría y porque dicha opción política siempre ha servido a una serie de intereses con la intención de manipular y engañar a los mismos de siempre.
Sigo pensando que la dicotomía izquierda-derecha tiene el mismo origen y sólo fomenta división y enfrentamiento ante cualquier proyecto colectivo.
Decir que la izquierda no ha cumplido los postulados revolucionarios porque todo ha sido pura teoría es decir que no los ha cumplido porque no los ha cumplido, o sea, porque no han pasado nunca de la teoría a la práctica. Por otro lado, me parece mucho simplificar las cosas sostener que la izquierda sólo introduce "división". En el fondo se está apelando a la "unidad de clases" que ha sido siempre la excusa de la derecha.
Creo que este blog ha demostrado hasta la saciedad que no existe una ideología de izquierdas, las ideologías son comunista, anarquista, socialdemócrata, etc. Existe un CAMPO SOCIAL Y POLÍTICO DE IZQUIERDAS, que varía en función de las circunstancias sociales e históricas, y que en la actualidad se corresponde con los trabajadores, la mayoría del pueblo y el fundamento sociológico de la nación, pues el resto de los estratos sociales se han mundializado, no tienen patria, especialmente la burguesía (excepto la judía).
Confundir "izquierda" con un contenido ideológico concreto comporta un grave error de análisis. Nos remitimos a "Nacional-Revolucionarios, ¿una opción de izquierdas?", de Jaume Farrerons, publicado y ampliamente comentado en esta bitácora. Habría que refutar esos argumentos en lugar de seguir partiendo de postulados que ya se han demostrado erróneos para resolver el tema mediante frases sumarias como que la izquierda sólo introduce "división".
¿Por qué los postulados de izquierda son "pura teoría"? ¿De qué postulados se está hablando? No, desde luego, de los postulados NR de izquierdas, quizá del utopismo anarquista, pero en el fascismo de 1919 dichos postulados no son utópicos, sino justamente anti-utópicos. Meterlos en el mismo saco todo lo que huela a "izquierda" huele a derecha, ya sea cristiana, liberal o reaccionaria (evoliana). El problema es que la "destra" sí se considera a sí misma una ideología, por ejemplo en Italia, o en Francia, cuando se hablaba de "nueva derecha". El fracaso de estos planteamientos es obvio: nuca se ha conseguido salir del corralito ultra y llegar a los trabajadores. El pilar central del sistema sigue siendo que las masas trabajadoras vean las ideas social-patrióticas como cosa de la derecha, no de la izquierda,y siga apoyando a partidos que se presentan como "de izquierdas" pero en realidad defienden el capitalismo. El rechazo de en bloque del signo "izquierda" desde una destra, droite, derecha, recht no confesada pero IDEOLOGIZADA perpetúa esta situación.
Por ahora meter en el saco todo lo que signifique izquierda no es una invención y tampoco huela a derecha(no entiendo en que se basa usted para llegar a ese razonamiento), es la realidad. Es cierto lo que usted afirma sobre los planteamientos social-patriotas, el hecho de que sean vistos por las masas proletarias como algo reaccionario relacionado con la derecha más radical es producto obviamente de la propaganda del sistema, tanto de la izquierda, como de la derecha más liberal, hacen todo lo posible para que no haya una tercera vía que les arrebate el poder(la poltrona), para esto claramente se ponen de acuerdo.
El anarquismo no tiene nada que ver con la política, decir que es una forma de expresión de la izquierda no tiene sentido, puesto que la izquierda al igual que la derecha han perseguido y reprimido cualquier intento de autogobierno y de autogestión por parte de los trabajadores frente al estado y la burguesía. El anarquismo(en todas sus variantes) es una ideología, al igual que otras y no tiene nada que ver con ninguna opción política.
Meter en el mismo saco todo lo que huela a izquierda implica meter en el mismo saco el programa fascista de 1919 y el anarquismo o el comunismo.
Con esto ya queda demostrado, por REDUCTIO AD ABSURDUM, la insostenibilidad del razonamiento.
Pero es que no es un razonamiento, es una afirmación que usted no se molesta en fundamentar. Y una afirmación así vale tanto como su contraria.
Una afirmación del tipo que sea si no es razonada tiene poco sentido, es algo dogmático, por mi parte intento molestarme en razonar o fundamentar lo que expongo en los textos.
Frase literal suya:
"meter en el saco todo lo que signifique izquierda no es una invención y tampoco huela a derecha(no entiendo en que se basa usted para llegar a ese razonamiento), es la realidad".
Afirmar que una cosa "es la realidad" sin demostrarlo, simplemente confundiendo afirmación con demostración, es lo que ha hecho usted en este caso.
La izquierda no se puede meter en el mismo saco porque en el paso de la sociedad tradicional a la moderna, la izquierda era la burgúesía y el capitalismo, que luego pasó a ser derecha frente a las fuerzas políticas proletarias.
¿Se puede meter en el mismo saco todo eso?
¿Se puede meter en el mismo saco el programa fascista de 13 de mayo de 1919 y el liberalismo que fue la izquierda contra el Ancien Régime? ¿Se puede meter en el mismo saco la CNT, que según usted políticamente no existió nunca (en España, sí) y la socialdemocracia o el comunismo totalitario o el socialismo proudhoniano?
Las diferencias son tan enormes, que "meter en el mismo saco" todo esto sólo se puede hacer desde el evolianismo, que contempla la modernidad como decadencia y "mete en el mismo saco" cualquier cosa que no sea la servidumbre de la gleba, el feudalismo o la "sede ártica" donde todo era perfecto, inmóvil, congelado como un museo de cera...
Todo lo que se mueve "cae dentro del mismo saco".
Sólo la sede ártica es diferente, el problema es que NO EXISTE.
Esta expresión es suya y no mía, precisamente en contestación a los mensajes que yo he escrito, en clara referencia a mi opinión sobre el tema, lo cual para mí tiene poco sentido como ya he explicado, me parece absurdo:
"Meterlos en el mismo saco todo lo que huela a "izquierda" huele a derecha, ya sea cristiana, liberal o reaccionaria (evoliana)".
Obviamente no se mpuede meter en el mismo saco a la CNT junto a la socialdemocracia, el comunismo totalitario y otras ideologías simplemente porque son muy diferentes, la CNT nunca existió políticamente(no se en que se basa usted para afirmar lo contrario),primeramente porque fue y es un sindicato totalmente apolítico, que aborrece el corrupto sistema de partidos(tanto de derechas como de izquierdas)y rechaza todo tipo de subvenciones procedentes de cualquier gobierno, mientras que las otras opciones que usted expone son ideologías políticas muy alejadas de los objetivos primordiales del anarcosindicalismo, o sea, de la emancipación de los trabajadores. Yo nunca metería en el mismo saco a esas diversas ideologías(algunas de las cuales son derivadas de otras, como la social-democracia) auqnue tengan puntos en común y precisamente porque la izquierda es una opción política, ajena en sus orígenes a las ideologías.
Un saludo al blog.
Es cierto, le hemos criticado que meta en el mismo saco bajo el rótulo "izquierda" cosas muy distintas, y usted ha afirmado, literalmente:
"meter en el saco todo lo que signifique izquierda no es una invención... es la realidad".
Sostiene, pues, que no es absurdo hacerlo, sino que ese "meter en el mismo saco" se corresponde con la realidad, que es legítimo, pero no argumenta ni prueba lo que aquí dice.
Precisamente, esa no puede ser nuestra postura, pues para nosotros la izquierda no es una ideología, sino un espacio social y político que ha venido siendo ocupado por distintas ideologías.
Por tanto, nosotros no podemos sostener que se pueda hablar de una ideología de izquierdas, inexistente, metiendo en el mismo saco a cosas como el anarquismo, el comunismo, el liberalismo, la socialdemocracia.
Eso sólo se puede hacer desde una postura de derecha evoliana, que ha hipostasiado la "derecha" y construye su correlato "metiendo en el mismo saco" todo lo que se le opone y caracterizándolo como "decadencia" desde una imaginaria edad de oro original. El evolianismo es escoria intelectual, irracionalismo puro y duro. Nos sorprende, por tanto, que usted mantenga al parecer en este punto una postura que, a nuestro entender,resuma derechismo de la destra profunda, evoliana, reaccionaria hasta la médula. Una derecha que ve en la izquierda el mal absoluto y radicaliza, si cabe, el dicho clerical "el liberalismo es pecado" hasta extremos delirantes, como lo es la defensa de la magia y fenómenos similares.
Para nosotros las ideologías citadas sólo son condenables en la medida en que configuran SECULARIZACIONES DE LA RELIGIÓN CRISTIANA, o sea, en la medida en que no son todo lo revolucionarias que deberían ser. !Demasiado conservadoras! !Incapaces de romper con ciertos esquemas teológicos y morales!
En cuanto al anarquismo, su papel político es claro (insurrecciones, huelgas, terrorismo, chekas, milicias), a menos que confunda usted política con elecciones. Pero incluso en este caso,los anarquistas llegaron a tener ministros, como Federica Montseny, y a administrar las prisiones.
Son simples aclaraciones sin más ánimo que dejar clara nuestra postura.
Saludos, Frel.
Dado que en artículo se habla de la derechización de los fascismos, tal vez sea oportuno recordar la conclusión a la que llegó Drieu La Rochelle, uno de los más reputados intelectuales fascistas, en 1944:
"La causa de la derrota de la política alemana no estriba en su desmesura, sino en su falta de resolución. La revolución alemana no se llevó adelante en ninguno de sus campos... La revolución alemana se mostró muy prudente y cautelosa con los viejos personajes de la economía y la Reichswehr; respetó demasiado a la antigua burocracia. Ese doble error se pagó duramente el 20 de julio."
(citado en Nolte, Ernst, "El Fascismo de Mussolini a Hitler", Esplugas de Llobregat, Plaza & Janes, 1975, pág. 378)
Y las palabras de Drieu también se podrían aplicar a lo sucedido en Italia en 1943.
Y Nolte, en esencia, da la razón al novelista francés en su diagnóstico: el pacto con las fuerzas conservadoras supuso, a la larga, la sentencia de muerte de una corriente que se definía como revolucionaria. Una contradicción que acabó con la destrucción de los fascismos.
De forma sorprendente, quienes se proclaman como herederos de las movimientos fascistas no parecen haber extraído ninguna lección de esa experiencia histórica y mirán con simpatía, en mayor o menor grado, a formaciones políticas que se presentan como "derecha dura" (creo que no es necesario poner ejemplos).
En efecto, ésta es la situación, Celtix. El fascismo sería extrema derecha y en este punto los ultras y la extrema izquierda (por no hablar del sistema oligárquico) están de acuerdo, se dan la mano pisoteando la sangre de los caídos. Todos nuestros esfuerzos por refundar el fascismo se han topado con esos ex fascistas o falsos fascistas de Gladio y sus ramificacions ultraderechistas que, al servicio del poder ocupante, han hecho todo lo posible para impedir la restauración nacional-revolucionaria del espacio político fascista; o de lo que de él todavía pudiera sobrevivir a la represión. Así, mientras el sistema nos machacaba desde fuera, DENTRO del campo patriótico los canallas de siempre atizaban el fuego de las calumnias y las difamaciones, de las mentiras sistemáticas que ya duran treinta años, contra los verdaderos fascistas y contra la idea misma de que pueda existir un campo ideológico nacional-revolucionario o una izquierda nacional. Nosotros hemos cumplido con nuestro deber y nos hemos dejado la vida en ello. Este blog lo testimonia. Ahora tendrán que ser otros los que recojan el relevo, aunque mucho me temo que ya es demasiado tarde.
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