domingo, noviembre 22, 2009

El mayor genocidio de la historia (2). La autoría ideológica del plan de exterminio

Theodore N. Kaufman


















EL MAYOR GENOCIDIO DE LA HISTORIA (2). Nos referíamos en otro post a la creciente conciencia de los genocidios perpetrados y silenciados por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Gracias a Le livre noir du communisme (1998), de Stéphane Courtois et alii, sabemos que por cada víctima del nazismo se detectan 10 del comunismo y que cuando Churchill se alía con Stalin (1941) para derrotar al régimen nazi, el holocausto no ha empezado todavía, pero Moscú ha exterminado ya a 13 millones de ciudadanos soviéticos. No importa: el liberalismo cristiano y burgués hará causa común con el comunismo y contra el fascismo, sin enrojecer de vergüenza, en nombre de los derechos humanos. La obra de James Bacque Other Losses. An Investigation into the Mass Deaths of German Prisoners at the Hands of the French and Americans After World War II (1999) nos permitió descubrir la realidad de los campos de concentración americanos y franceses para prisioneros militares alemanes, con más de un millón de víctimas.  Así, a los soldados que no pudieron abatir en los campos de batalla, los aliados occidentales los asesinaron una vez desarmados. Pero a Bacque se le ha intentado desacreditar como historiador; es, por lo demás, la maniobra habitual en estos casos. Bacque escribió otro libro, a saber, Crimes and Mercies. The Fate of German Civilians under Allied Occupation, 1944-1950 (1997), donde explicaba los efectos de la aplicación parcial del plan Morgenthau en la Alemania ocupada. Fue ignorado.

La publicación de After the Reich. The brutal history of de allied occupation (2007), del prestigioso historiógrafo británico Giles MacDonogh, pone en evidencia que Bacque no mintió, que no manipuló los hechos, como se pretendía, sino que simplemente se limitó a mostrar una verdad incómoda, le guste o no esa verdad a Wikipedia (donde Bacque fue censurado, como se sabe) y, en definitiva, a la oligarquía genocida. El libro de MacDonogh no deja de ser, empero, un intento de reducir al máximo la magnitud del escándalo, como en su día lo fue El libro negro del comunismo, donde se hablaba de la fantástica cifra de 25 millones de víctimas del nazismo para hacerse perdonar de alguna manera el atrevimiento de tener que reconocer que el comunismo fue mucho más carnicero en términos cuantitativos que todos los regímenes fascistas juntos. MacDonogh habla de 2,25 millones de civiles alemanes víctimas de la hambruna planificada por los ocupantes aliados. Sabemos que fueron muchos más, y hasta cerca de 6 millones, por la simple comparación entre los censos de posguerra y la resta aritmética de los contingentes de los refugiados del Este y de Centroeuropa. Debemos acostumbrarnos, en la fase histórica actual, a reconocimientos “parciales” de los hechos, que deben abrir paso a nuevos estudios y que, aunque en pequeñas dosis de objetividad, permitan desmontar la narración oficial de los vencedores y rescatar la verdad.  Nuestra tarea es acelerar dicho proceso de comprensión pública, puesto que los asesinos que nos gobiernan tienen previsto congelar todo el tiempo posible el desvelamiento de su monstruoso pasado. Para cuando eso ocurra, puede que Europa y la democracia, tal como la conocemos, haya desaparecido y dicha “verdad” ya no resulte “peligrosa” para la oligarquía genocida.

El exterminio de Prusia como meta consciente de los aliados

No se han hallado nunca documentos que acrediten un plan estatal de exterminio nazi de los judíos, pero sí tenemos los que prueban la existencia de un plan de exterminio aliado que contaría, ocioso es decirlo, con el beneplácito de Moscú. La obra se titula Germany must perish y fue publicada en el año 1941 por el judío norteamericano Theodore N. Kaufman. Varios periódicos estadounidenses harto influyentes se hicieron eco de ella y la valoraron de forma muy positiva (otros la criticaron). La noticia llegó, por supuesto, a Alemania, donde los medios de comunicación y la autoridad, con una finalidad claramente propagandística pero creyendo de buena fe en la realidad de la amenaza, informaron al pueblo alemán del futuro que le esperaba si era derrotado: la extinción por esterilización forzada de toda la población. No cabe duda de que la obra de Kaufman es un antecedente del plan Morgenthau, acuñado por el banquero judío estadounidense, muy próximo al presidente Roosevelt, Henry Morgenthau. Pero el método Morgenthau iba a ser la hambruna, aunque combinada también con la esterilización. Se ha sostenido que el plan Morgenthau, en su forma original, no se aplicó, siendo así que hubiera supuesto el exterminio de 25 millones de alemanes. Véase la versión inglesa de Wikipedia:

http://en.wikipedia.org/wiki/Morgenthau_Plan

En la española brillan por su ausencia los aspectos criminales del plan Morgenthau. Pero el plan como tal es sólo una expresión de la orientación estratégica enderezada no sólo a derrotar al nazismo, sino a destruir Alemania. Y sí tuvo consecuencias, siendo así que se encuentra detrás de la política de racionamiento a la que Pat Buchanan responsabiliza de la muerte por inanición de 750.000 civiles (en realidad, como sabemos por los censos, fueron muchos más). Cuando hablamos del plan Kaufman-Morgenthau, nos referimos menos a la articulación expresa de dicha voluntad que a la voluntad misma, subyacente a la determinación política del bando aliado.

La aplicación del plan Kaufmann-Morgenthau

En este sentido, se puede afirmar que la aplicación del plan de exterminio fue inmediata por parte británica, que diseñó un proyecto estratégico de bombardeo "moral" de las ciudades alemanas concebido para quemar viva a la población civil, con 15 millones de víctimas calculadas en risueñas conversaciones a la hora del té. A tal efecto, los ingleses diseñaron una tecnología cada vez más sofisticada de bombas incendiarias y, a finales de 1941, es decir, dos años antes de que se desencadenara el holocausto según la propia narración oficial del mismo, empezaron a masacrar a mujeres, ancianos y niños alemanes. La defensa alemana impidió que el número de asesinados alcanzara los niveles anhelados por los genocidas, pero con todo, se calcula que alrededor de 1.100.000 de personas encontraron la espantosa muerte que los dirigentes democráticos y progresistas habían diseñado para ellas. Sobre las características de los bombardeos aliados contra la población civil alemana tenemos la obra de Jörg Friedrich Der Brand. Deutschland im Bombenkrieg, 1940-1945 (2002) traducida al español (El incendio. Alemania bajo los bombardeos, 1940-1945; Madrid, Taurus, 2003). Nuestra intención no es, empero, explicar aquí lo que ya relata este libro con todo lujo de detalles, sino ir juntando las piezas del puzle que hasta ahora Hollywood, el mundo de la cultura y la prensa ha ocultado a la mayoría de la opinión pública.

El libro "!Alemania debe perecer!" concibe la Segunda Guerra Mundial como una lucha contra el pueblo alemán. Los alemanes son, dice Kaufman, bestias, y como tales hay que tratarlos. Admite que haya quizá unos 15 millones de alemanes "inocentes" (el resto serían culpables), sobre todo los niños, pero razona que conviene sacrificarlos en aras del bienestar de  los pueblos de la tierra. Hitler tradujo un millón de ejemplares de esta lamentable "obra" y la distribuyó entre sus soldados. Los efectos psicológicos de la misma no debieron de hacerse esperar en el trato dado a los judíos (Kaufman era judío), máxime cuando se comprobó que los bombardeos ingleses no tenían objetivos militares, sino que buscaban sin embozo el asesinato en masa de la población civil alemana. Con ello, puede añadirse, buscaban también aquello que luego se denominaría "el Holocausto". Los rastros de esta evidencia pueden detectarse en las declaraciones y testimonios de los Einsatzgruppen encargados de exterminar a los judíos en el frente del Este.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
20 de noviembre de 2009

Texto del plan de exterminio traducido al castellano:

http://www.adecaf.com/geno/dresde/dresde/alemania%20debe/alemania%20debe%20perecer.html

Fuente: Blog !Te Maldigo!

Otras informaciones accesibles en la red:

http://historia.mforos.com/1314198/8542827-alemania-debe-perecer-germany-must-perish/

Rogamos que cualquier información sobre esta obra y sus efectos se comunique al titular del blog.

AVISO LEGAL

http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2013/11/aviso-legal-20-xi-2013.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente post y excelente blog. Espero que tenga continuidad.

RR dijo...

Es mas bien redundante entrar en quien mato a mas gente, si los comunistas, los nazi-fascistas, o los USA, porque tanto monta monta tanto unos como los otros, y tambien porque en estos temas los aspectos cualitatitvos (porque, a quin) importa mas que el cuantos, al menos desde un punto vista moral ("el daño que haceis al menor de mis hermanos me lo haceis a mi mismo", dijo Jesus). Quiza tendria mas sentido ver que los regimenes con ideologias totalitarias (comunistas y fascistas) tienden a sentirse con derecho a definir el bien y el mal y a actuar en consecuencia erradicando el mal segun su mejor (o peor) saber y entender y sin necesidad de que las vicitmas se hayan revelado necesariamente como enemigos activos de los verdugos: mueren porque son asi o asa, porque son hijos de sus padres, o porque tiene determinado gen, no porque hayan hecho tal o cual cosa. Bajo estos regimenes evidentemente cabe la liquidacion de cualquier persona o comunidad simplemente porque sus caracteristicas estan mal vistas segun el Libro Sagrado (El Capital o Mein Kampf) o el mandamas de la secta totalitaria, y aqui entrarian la matanza de judios a cargo de los nazis, o la de kulaks (pequeños propietarios rurales o, mas comunmente campesinos autonomos) a cargo de los comunistas. Lo de los USA, en mi opinion, es otra historia, porque aunque indiscutiblemente mataron a troche y moche (recordemos Dresde, Hiroshima o los campos de presos de la postguerra) lo cierto es que al menos todas las muertes se produjeron en el marco de la guerra propiamente dicha o de la postguerra, que suele ser igual o peor, pero no por motivos ideologicos o raciales. Sus victimas lo fueron en el contexto de una lucha, no por llamarse Nathan en vez de Hermann. No estoy sosteniendo que matar porque "toca" (como sucede en una guerra) sea moralmente superior (o inferior) a matar por ideologia, pero desde luego no es lo mismo.

Anónimo dijo...

Cada vez que sale a la luz el número de víctimas por los crímenes de los vencedores, se nos viene con el cuento de que no importa quién mató más, no obstante el sistema sigue aferrado a la cifra mítica de los 6 millones de judíos gaseados. Las cifras importan o no según quiénes sean las víctimas. Si las víctimas son "gentiles", importan muy poco. Ya nos conocemos la canción, pero no nos la vamos a tragar.