La Oceanía de Orwell es un Estado multirracial y antifascista: en su escudo, como en la sigla de UGT, un blanco y un negro se dan la mano. La película volverá del revés el sentido original de la novela y convertirá Oceanía en un Estado fascista.
El primero en llegar al fondo de la cuestión, planteada por Nietzsche y Sorel -y que en este blog hemos reiterado una y otra vez-, de cómo las doctrinas de la paz se convierten en prácticas de guerra, los ideales de libertad en realidades de esclavitud y el amor en odio, fue Orwell. La consigna del Estado totalitario del socialismo inglés (Ingsoc) no disimula: "la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza". Pero el odio, la raíz del tronco del que florecen el resto de los antivalores totalitarios, permitiría añadir: "el amor es el odio". Judeocristianismo secularizado (a Nietzsche me remito):
A mí me parece que Dante cometió un grosero error al poner, con horrorosa ingenuidad, sobre la puerta de su infierno la inscripción 'también a mí me creó el amor eterno': -sobre la puerta del paraíso cristiano y de su 'bienaventuranza eterna' podría estar en todo caso, con mejor derecho, la inscripción 'también a mi me creó el odio eterno'-, !presuponiendo que a una verdad le sea lícito estar colocada sobre la puerta que lleva a una mentira! Pues ¿qué es la bienaventuranza de aquél paraíso? ... Quizá nosotros mismos lo adivinaríamos; pero es mejor que nos lo atestigüe una autoridad muy relevante en estas cosas, Tomás de Aquino. 'Beati in regno coelesti', dice con la mansedumbre de un cordero, 'videbunt poenas damnatorum, ut beatitudo illis magis complaceat' [Los bienaventurados verán en el reino celestial las penas de los condenados, para que su bienaventuranza les satisfaga más] (Nietzsche, Friedrich, La genealogía de la moral, Madrid, Alianza, 1986, p. 56).
El primero en llegar al fondo de la cuestión, planteada por Nietzsche y Sorel -y que en este blog hemos reiterado una y otra vez-, de cómo las doctrinas de la paz se convierten en prácticas de guerra, los ideales de libertad en realidades de esclavitud y el amor en odio, fue Orwell. La consigna del Estado totalitario del socialismo inglés (Ingsoc) no disimula: "la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza". Pero el odio, la raíz del tronco del que florecen el resto de los antivalores totalitarios, permitiría añadir: "el amor es el odio". Judeocristianismo secularizado (a Nietzsche me remito):
A mí me parece que Dante cometió un grosero error al poner, con horrorosa ingenuidad, sobre la puerta de su infierno la inscripción 'también a mí me creó el amor eterno': -sobre la puerta del paraíso cristiano y de su 'bienaventuranza eterna' podría estar en todo caso, con mejor derecho, la inscripción 'también a mi me creó el odio eterno'-, !presuponiendo que a una verdad le sea lícito estar colocada sobre la puerta que lleva a una mentira! Pues ¿qué es la bienaventuranza de aquél paraíso? ... Quizá nosotros mismos lo adivinaríamos; pero es mejor que nos lo atestigüe una autoridad muy relevante en estas cosas, Tomás de Aquino. 'Beati in regno coelesti', dice con la mansedumbre de un cordero, 'videbunt poenas damnatorum, ut beatitudo illis magis complaceat' [Los bienaventurados verán en el reino celestial las penas de los condenados, para que su bienaventuranza les satisfaga más] (Nietzsche, Friedrich, La genealogía de la moral, Madrid, Alianza, 1986, p. 56).
En Oceanía (que así se llama el Estado totalitario donde malvive el protagonista de la novela) se celebran diariamente los llamados "dos minutos de odio"; se corresponden éstos, más o menos, con la película o documental de "nazis" que, cada día, casi sin excepción, arroja nuestra telepantalla a las mentes de los ciudadanos-súbditos, entrenados para el monotema de la "cultura" contemporánea: no olvidar nunca cómo "olfatear" al enemigo, al mal absoluto; dondequiera que alguno de los referentes intelectuales o políticos o mediáticos de la sociedad biempensante señale acusadoramente con el dedo y grite !"fascistas"!, allí acudirán las masas histéricas a linchar a la víctima o, en su defecto, le harán el vacío, tendrá el desgraciado pequeños problemas, perderá el trabajo, se pondrá enfermo, se divorciará, se quedará solo, morirá en un rincón, alcohólico, o se suicidará... !Pero nadie le habrá exterminado en una sociedad, la nuestra, "plenamente democrática"! Otra cosa es que, como sucedía hasta hace bien poco, interviniera ETA para acelerar el proceso de liquidación civil de la persona "conflictiva" (Yo soy "conflictivo", sí, sin duda, ¿cómo si no podría publicar este blog? Pero lo que me parece vergonzante es que alguien que se considera NR utilice la palabra "conflictivo" en términos de menosprecio personal: ¿es que no son o deben ser, los NR, visceralmente "conflictivos", toda vez que pretenden plantarle cara al sistema oligárquico corrupto? ¿Y no será inevitablemente "conflictivo", en una sociedad podrida como la nuestra, aquél que se yerga orgullosamente, desenfundando su espada en gesto de desafío, contra la putrefacción, la mentira y el crimen imperantes?).
En el Ministerio del Amor (o la Fiscalía contra el Odio)
En el Ministerio del Amor (o la Fiscalía contra el Odio)
Uno de los fragmentos de 1984 narra las liturgias de los minutos de odio; de la descripción que da de Emmanuel Goldstein se desprende que la figura literaria está tomando a Trotsky y, por tanto, al régimen de Stalin, como modelo para interpretar el hipotético Estado totalitario anglo-americano. Y no olvidemos que el lenguaje antifascista, de procedencia estaliniana, ha sido asumido como propio por los regímenes oligárquicos occidentales actuales. Véase:
Subrepticiamete, la película basada en el libro ha convertido
al Gran Hermano, Stalin, en Adolf Hitler.
La obra cinematográfica sobre el libro 1984 es ella misma
un ejemplo de lo que Orwell denunciaba.
Subrepticiamete, la película basada en el libro ha convertido
al Gran Hermano, Stalin, en Adolf Hitler.
La obra cinematográfica sobre el libro 1984 es ella misma
un ejemplo de lo que Orwell denunciaba.
En su segundo minuto, el odio llegó al frenesí. Los espectadores saltaban y gritaban enfurecidos tratando de apagar con sus gritos la perforante voz que salía de la pantalla. La mujer del cabello color arena se había puesto al rojo vivo y abría y cerraba la boca como un pez al que acaban de dejar en tierra. Incluso O'Brien tenía la cara congestionada. Estaba sentado muy rígido y respiraba con su poderoso pecho como si estuviera resistiendo la presión de una gigantesca ola. La joven sentada exactamente detrás de Winston, aquella morena, había empezado a gritar: «¡Cerdo! ¡Cerdo! ¡Cerdo!», y, de pronto, cogiendo un pesado diccionario de neolengua, lo arrojó a la pantalla. El diccionario le dio a Goldstein en la nariz y rebotó. Pero la voz continuó inexorable. En un momento de lucidez descubrió Winston que estaba chillando histéricamente como los demás y dando fuertes patadas con los talones contra los palos de su propia silla. Lo horrible de los Dos Minutos de Odio no era el que cada uno tuviera que desempeñar allí un papel sino, al contrario, que era absolutamente imposible evitar la participación porque era uno arrastrado irremisiblemente. A los treinta segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, parecían recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica convirtiéndole a uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador y vociferante.
Contrástese este fragmento de 1984 con el transcrito en la entrada de este blog "Retrato del antifascista en Orwell (1)". Dicha descripción orwelliana de la figura del antifascista y su odio esencial ha sido ilustrada con fotografías de los actos perpetrados efectivamente por los antifascistas en los Países Bálticos, fechorías que incluyen el aplastamiento de los rostros de "fascistas" y de personas acusadas de tales. El Ministerio de Justicia se corresponde en Oceanía con el Ministerio del Amor o, lo que es lo mismo, siguiendo los esquemas del doblepensar antifascista, con el Ministerio del Odio y su fiscalía correspondiente. La tarea del amor es... la tortura; ésta se perpetra en una inmensa prisión de la que el protagonista es también el carcelero uniformado, aunque en el caso concreto de Winston Smith trabaje en el Ministerio de la Verdad como periodista dedicado a difundir mentiras o a silenciar, precisamente, las informaciones que molestan al poder.
Skin-heads, plaga diseñada por el sistema
para retro-alimentar el ciclo simbólico
fascismo-antifascismo.
para retro-alimentar el ciclo simbólico
fascismo-antifascismo.
Se decía que el Ministerio de la Verdad tenía tres mil habitaciones sobre el nivel del suelo y las correspondientes ramificaciones en el subsuelo. En Londres sólo había otros tres edificios del mismo aspecto y tamaño. Éstos aplastaban de tal manera la arquitectura de los alrededores que desde el techo de las Casas de la Victoria se podían distinguir, a la vez, los cuatro edificios. En ellos estaban instalados los cuatro Ministerios entre los cuales se dividía todo el sistema gubernamental. El Ministerio de la Verdad, que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos económicos. Sus nombres, en neolengua: Miniver, Minipax, Minimor y Minindantia. El Ministerio del Amor era terrorífico. No tenía ventanas en absoluto. Winston nunca había estado dentro del Minimor, ni siquiera se había acercado a medio kilómetro de él. Era imposible entrar allí a no ser por un asunto oficial y en ese caso había que pasar por un laberinto de caminos rodeados de alambre espinoso, puertas de acero y ocultos nidos de ametralladoras. Incluso las calles que conducían a sus salidas extremas, estaban muy vigiladas por guardias, con caras de gorila y uniformes negros, armados con porras.
Terrorífica, como veremos, fue la actuación de los Mossos d'Esquadra y de la fiscalía "contra el Odio" del amorosísimo Aguilar. Varias familias perseguidas y destrozadas. Sólo porque su ideología no era la que el sistema ha establecido, obligatoria, por ley: el antifascismo. Estamos hablando de auténtico maltrato psicológico ejercido contra ciudadanos inocentes de manera consciente, deliberada. Ocho años de persecución por haber cometido el delito de crimpensar:
Obsérvese cómo la forma de la sombra bajo la nariz del GH
debe convertir el bigote ordinario de Stalin en el bigote de mosca de Hitler.
debe convertir el bigote ordinario de Stalin en el bigote de mosca de Hitler.
El hecho de escribir ABAJO EL GRAN HERMANO o no escribirlo, era completamente igual. Seguir con el diario o renunciar a escribirlo, venía a ser lo mismo. La Policía del Pensamiento lo descubriría de todas maneras. Winston había cometido -seguiría habiendo cometido aunque no hubiera llegado a posar la pluma sobre el papel- el crimen esencial que contenía en sí todos los demás. El crimental (crimen mental), como lo llamaban. El crimental no podía ocultarse durante mucho tiempo. En ocasiones, se podía llegar a tenerlo oculto años enteros, pero antes o después lo descubrían a uno.
El crimen esencial es aquí, en la Oceanía del fiscal Aguilar, no aceptar la narración autolegitimadora de la oligarquía filosionista mundial y atreverse a cuestionar todo lo relativo a la misma, en especial aquello concerniente al holocausto. Pero quizá lo más importante del libro de Orwell es que en él se nos ofrece la explicación de las claves filosóficas del antifascismo por boca de O'Brien, uno de los altos funcionarios del régimen que se dedica a torturar y "reeducar" al protagonista Winston Smith:
Somos los sacerdotes del poder -dijo-. El poder es Dios. Pero ahora el poder es sólo una palabra en lo que a ti respecta. Y ya es hora de que tengas una idea de lo que el poder significa. Primero debes darte cuenta de que el poder es colectivo. El individuo sólo detenta poder en tanto que deja de ser individuo. Ya conoces la consigna del partido: "La libertad es la esclavitud". ¿Se te ha ocurrido pensar que esta frase es reversible? Sí, la esclavitud es la libertad. El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es libre. Ha de ser así porque el ser humano está condenado a morir irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos; pero si el hombre logra someterse plenamente, si puede escapar de su propia identidad, si es capaz de fundirse con el Partido de modo que él es el Partido, entonces será todopoderoso e inmortal. (Orwell, G., 1984, Barcelona, Destino, 1980, pp. 278-279).
Las tropas neocomunistas del Gran Hermano
súbitamente transmutadas en soldados alemanes.
Otra descarada manipulación de la versión cinematográfica.
Una vez más, la huida ante la muerte, el religioso deseo de inmortalidad aquí secularizado, madre de todos los totalitarismos. Para los lectores habituales de este blog, el fragmento citado debe resultarles asaz iluminador, a estas alturas. Hemos dicho lo suficiente como para empezar a pensar de verdad. Estamos ya en el terreno del pensamiento filosófico genuino, que nunca es meramente abstracto, sino interpretación radical del presente. Los burócratas de la dictadura del mundo de la felicidad temen la muerte. A la muerte no han podido derrotarla. Su odio es, en última instancia, odio a la muerte. Llaman a la muerte "fascismo", Auschwitz, y este mito representa, para ellos, el infierno secular al igual que la "sociedad de consumo" encarna el añejo paraíso teológico devenido obra terrestre humana. Pero el invento hedofaciente fracasa. La muerte, en forma de escasez (crisis económica), hace acto de presencia. Es entonces cuando el régimen descubre que su auténtica motivación última es el poder como tal. El poder representa la máxima felicidad concebible, a saber, el placer de sentirse superior, de dominar, de humillar al otro:
El Gran Hermano (Stalin) es ahora,
por la gracia de Hollywood,
una variante de Hitler bien
reconocible para el espectador.
Y el poder sólo existe en la medida en que se le ofrece una resistencia, que hay que crear, fabricar incluso, a fin de dar al torturador la satisfacción de aplastarla. Los "fascistas" somos los saboteadores de este mundo feliz cuya felicidad compulsiva se parece cada vez más al horror; un mundo que, al final, ha mostrado su auténtica faz: el poder, el deseo sin límites reacio a aceptar un "no" y, mucho menos, el no absoluto de la muerte que niega el deseo como tal y no éste o aquél deseo en particular. El sistema produce los fascistas que necesita de manera deliberada a través de determinados circuitos simbólicos que funcionan en los medios de comunicación y la "cultura". Ya veremos cómo. Los necesita, a los supuestos "fascistas" de cartón piedra, para definir su propia identidad antifascista qua "mejor de los mundos posibles" . !Aquí cabe empezar a rastrear el significado real, oculto, solapado, de la palabra "fascismo" en el discurso y la psique antifascista! Lo dicho vale para nuestras democracias occidentales de la abundancia cada vez más pobres, más parecidas a Oceanía. En otro post explicaré de qué manera construye el poder a los "fascistas" y cómo éstos aceptan estúpidamente su papel, tratando incluso con la policía, para garantizar que el "fascismo" siga existiendo y el antifascismo aparezca ante la opinión pública como cosa legitimada ante la amenaza permanente del retorno a ese "infierno" que fue "el Holocausto".
Las raíces de la gran opresión se encuentran en la negación de la muerte, que la oligarquía identifica con el infierno, el "fascismo". Sólo en ese sentido, puede afirmarse que "fascismo" -ojo, no confundir con la extrema derecha, fascista o no fascista- equivale a libertad. Pensar la muerte se convierte, dadas las circunstancias, en una tarea filosófica y política esencial.
Jaume Farrerons
2 de septiembre de 2011
Prosigue aquí:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com/2012/02/retrato-del-antifascista-en-orwell-6.html
Somos los sacerdotes del poder -dijo-. El poder es Dios. Pero ahora el poder es sólo una palabra en lo que a ti respecta. Y ya es hora de que tengas una idea de lo que el poder significa. Primero debes darte cuenta de que el poder es colectivo. El individuo sólo detenta poder en tanto que deja de ser individuo. Ya conoces la consigna del partido: "La libertad es la esclavitud". ¿Se te ha ocurrido pensar que esta frase es reversible? Sí, la esclavitud es la libertad. El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es libre. Ha de ser así porque el ser humano está condenado a morir irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos; pero si el hombre logra someterse plenamente, si puede escapar de su propia identidad, si es capaz de fundirse con el Partido de modo que él es el Partido, entonces será todopoderoso e inmortal. (Orwell, G., 1984, Barcelona, Destino, 1980, pp. 278-279).
Las tropas neocomunistas del Gran Hermano
súbitamente transmutadas en soldados alemanes.
Otra descarada manipulación de la versión cinematográfica.
Una vez más, la huida ante la muerte, el religioso deseo de inmortalidad aquí secularizado, madre de todos los totalitarismos. Para los lectores habituales de este blog, el fragmento citado debe resultarles asaz iluminador, a estas alturas. Hemos dicho lo suficiente como para empezar a pensar de verdad. Estamos ya en el terreno del pensamiento filosófico genuino, que nunca es meramente abstracto, sino interpretación radical del presente. Los burócratas de la dictadura del mundo de la felicidad temen la muerte. A la muerte no han podido derrotarla. Su odio es, en última instancia, odio a la muerte. Llaman a la muerte "fascismo", Auschwitz, y este mito representa, para ellos, el infierno secular al igual que la "sociedad de consumo" encarna el añejo paraíso teológico devenido obra terrestre humana. Pero el invento hedofaciente fracasa. La muerte, en forma de escasez (crisis económica), hace acto de presencia. Es entonces cuando el régimen descubre que su auténtica motivación última es el poder como tal. El poder representa la máxima felicidad concebible, a saber, el placer de sentirse superior, de dominar, de humillar al otro:
Vamos a ver, Winston, ¿cómo afirma un hombre su poder sobre otro?
Winston pensó un poco y respondió:
-Haciéndole sufrir.
-Exactamente. Hacíéndole sufrir. No basta con la obediencia. Si no sufre, ¿cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia? (op. cit., p. 281).
El Gran Hermano (Stalin) es ahora,
por la gracia de Hollywood,
una variante de Hitler bien
reconocible para el espectador.
Y el poder sólo existe en la medida en que se le ofrece una resistencia, que hay que crear, fabricar incluso, a fin de dar al torturador la satisfacción de aplastarla. Los "fascistas" somos los saboteadores de este mundo feliz cuya felicidad compulsiva se parece cada vez más al horror; un mundo que, al final, ha mostrado su auténtica faz: el poder, el deseo sin límites reacio a aceptar un "no" y, mucho menos, el no absoluto de la muerte que niega el deseo como tal y no éste o aquél deseo en particular. El sistema produce los fascistas que necesita de manera deliberada a través de determinados circuitos simbólicos que funcionan en los medios de comunicación y la "cultura". Ya veremos cómo. Los necesita, a los supuestos "fascistas" de cartón piedra, para definir su propia identidad antifascista qua "mejor de los mundos posibles" . !Aquí cabe empezar a rastrear el significado real, oculto, solapado, de la palabra "fascismo" en el discurso y la psique antifascista! Lo dicho vale para nuestras democracias occidentales de la abundancia cada vez más pobres, más parecidas a Oceanía. En otro post explicaré de qué manera construye el poder a los "fascistas" y cómo éstos aceptan estúpidamente su papel, tratando incluso con la policía, para garantizar que el "fascismo" siga existiendo y el antifascismo aparezca ante la opinión pública como cosa legitimada ante la amenaza permanente del retorno a ese "infierno" que fue "el Holocausto".
Martin Heidegger
Las raíces de la gran opresión se encuentran en la negación de la muerte, que la oligarquía identifica con el infierno, el "fascismo". Sólo en ese sentido, puede afirmarse que "fascismo" -ojo, no confundir con la extrema derecha, fascista o no fascista- equivale a libertad. Pensar la muerte se convierte, dadas las circunstancias, en una tarea filosófica y política esencial.
Jaume Farrerons
2 de septiembre de 2011
Prosigue aquí:
http://nacional-revolucionario.blogspot.com/2012/02/retrato-del-antifascista-en-orwell-6.html
Felicidades otra vez. Magnífico post. Yo descubrí "1984" siendo un adolescente, y se trata de una novela que me marcó mucho. De hecho, desde que la leí ya no volví a pensar igual. Ese libro y "Rebelión en la Granja" son imprescindibles. El problema radica en la interpretación de los mismos, claro. Porque cada uno barre para su casa.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu trabajo,
Gracias Nacho. !Seguiremos en la trinchera! Hasta que se nos acabe la munición, entonces a esos canallas oligárquicos les tiraré los casquillos vacíos de la munición, la gorra, el casco agujereado ya, las cáscaras de pipas, la cantimplora, todo lo que tenga a mano, antes de rendirme. Mi infinito desprecio hacia ellos es inagotable. !Luchemos!
ResponderEliminarEl libro 1984 lo leí en mi época de estudiante en la enseñanza media, Orwell hace una precisa descripción de lo que es el totalitarismo antifascista, aunque muchos no lo perciban es así,la crítica es al totalitarismo político pero centrado como referencia en el estalinismo, la policía del pensamiento se aplica desde hace algunas décadas pero sobre todo en la actualidad de forma más disimulada en las llamadas democracias occidentales. De esto ya conocemos numerosos casos como el que comenta el autor de la entrada, simplemente por discernir del pensamiento único.
ResponderEliminarEn algunos aspectos el libro de Orwell ha quedado anticuado. Es necesario renovar la crítica del sistema porque quienes mandan ya no son un partido, sino una oligarquía, y el centro de poder es invisible, lo que hace que sea más poderoso todavía.
ResponderEliminarSin embargo, en otros aspectos, como el antifascismo, la neolengua, los cinco minutos de odio (la película de nazis de todos los días), la telepantalla, etc., todo esto está vigente. Y la inminente pobreza hará que, cada día, Occidente se parezca más y más a la "Oceanía" de Orwell.
Sr. Farrerons
ResponderEliminarVeo que habla en el artículo del fenómeno skin head, ¿tiene algún escrito en el que aborde ese tema de forma más extensa?
No. Mi intención es dedicar una entrada de este blog a explicar las raíces y la función del fenómeno skin-head como instrumento para la reactivación periódica (mediática) del antifascismo.
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