UN ENCLAVE DE LIBREPENSAMIENTO PARA EL ANÁLISIS DE LA IDEOLOGÍA OLIGÁRQUICA. Ilustración nacional-revolucionaria y políticas de izquierda patriótica. La fundamentación de las alternativas socialistas a la modernidad burguesa.
miércoles, diciembre 06, 2023
martes, octubre 31, 2023
martes, agosto 29, 2023
GLOSAS A "JUDEO-CRISTIANISMO" DE RAMÓN BAU (1)
UN ESCRITO IMPORTANTE. Ramón Bau no necesita presentación: es el máximo exponente del nacionalsocialismo español actual. Le he propuesto ---repetidas veces--- que reeditara su opúsculo Judeo-cristianismo, también titulado Nacionalsocialismo y religión judeo-cristiana. La incompatibilidad entre ambas doctrinas, pero, por cuestiones personales, es muy reacio a hacerlo. Insistí en que sería una oportunidad para ampliar, depurar y mejorar el texto, eliminando quizá expresiones jocosas o de burla que, sin haber caído nunca en la grosería, en la actualidad el autor ya no utilizaría. Pero ni así. Las razones de Bau son, repito, personales y no voy a comentarlas por respeto a su privacidad. Sin embargo, el texto se puede encontrar en la red (Scribd) y supongo que cualquiera, abonando a esa empresa los diez euros que reclama en pago (no sabemos con qué derecho), puede leerlo. Y, acto seguido, podrá también compartirlo, cuestionarlo ---si es el caso--- y sacar sus propias conclusiones, reflejadas por escrito si le parece oportuno.
Véase aquí el documento: https://es.scribd.com/document/132072692/69340502-Bau-Ramon-Nacionalsocialismo-y-Religion-Judeo-Cristiana-Incompatibilidad-Entre-Ambas-Doctrinas#
Hecha esta obligada aclaración sobre la postura actual de Bau, el autor, respecto del texto de su propiedad, añado que, a mi juicio, éste conserva toda su validez y vigencia. Nada se ha publicado que desacredite las fuentes de Bau. Antes bien, a medida que el nacionalsocialismo es investigado, nuevas evidencias confirman la incompatibilidad entre cristianismo y NS, tesis central de Bau. De hecho, que Bau no quiera reeditar el opúsculo tampoco puede interpretarse en el sentido de que, para él, las informaciones contenidas en el escrito se hayan convertido de repente en falsedades. Se trata, en la mayor parte de los casos, de hechos objetivos cuya verdad o falsedad no depende de la opinión de nadie. No es ése por tanto, puedo asegurárselo, el motivo de Bau. Otra cosa son las valoraciones o prioridades del autor, que con los años pueden haber cambiado. En mi caso, como saben, la crítica del judeocristianismo ha sido siempre un imperativo perentorio por razones que ahora, con la creciente implantación del sionismo cristiano en Occidente, se empiezan a comprender.
Así que dedicaré algunas entradas a comentar el texto de Bau; en algunas ocasiones, pocas, de forma crítica, pero siempre razonada. A tales efectos, reproduciré aquí el texto en su integridad en tipo de letra Arial (negra), con mis glosas en otro tipo (Georgia) y color diferentes (rojo) para que quede claro, sin confusión posible, lo que es Bau y lo que es Farrerons. Mis glosas podrán tener dos partes: la primera, A, confirma y desarrolla la argumentación ideológica de Bau en su mismo sentido; la segunda, B, si aparece, cuestiona la conclusión o planteamiento de Bau.
Respecto al redactado en cuanto tal, no introduciré más cambios que la eliminación de errores tipográficos que aparecen en el pdf, así como correcciones ortográficas y algún cambio en el vocabulario por motivos legales. Porque la ley represiva del sistema ya no es la misma que cuando se publicó el escrito y podríamos incurrir en un delito de edición. Así que, en lugar de raza, racial o racista trascribiré Volk, volkisch, un término mucho más concordante con los usos lingüísticos del nacionalsocialismo a medio camino entre raza (Rasse, en alemán) y nación/pueblo, donde lo étnico y lo cultural resultan, para los alemanes, conceptos indistinguibles, sin esa connotación peyorativa -cuando no peligrosa- del vocablo "racismo". Y pocos cambios más que, en todo caso, se indicarán siempre expresamente con asterisco incluso si no se introducen bajo ninguno de los criterios o rúbricas mencionadas. En general, se mantendrá en un 99% el tipo de redacción campechano y despreocupado característico y propio de Ramón Bau excepto si induce a confusión. Las notas a pie de página, cuando las haya, se limitarán a ampliar o matizar, sin argumentación ideológica, alguna información de Bau sobre un hecho concreto. Un escrito claro y comprensible es aquello que Bau ha qurerido y nosotros, si es menester, contribuiremos a este propósito. Además, estamos abiertos a cualquier sugerencia o cambio que él mismo nos proponga.
Nacionalsocialismo y religión judeo-cristiana. La incompatibilidad entre ambas doctrinas
Por Ramón Bau
MUNDO NS Nº 40- Diciembre 89
PRÓLOGO
Estas páginas son una pequeña introducción para la comprensión del absurdo cristiano, sobre la esencia cristiana ante una concepción del mundo volkisch*, radicalmente nacionalsocialista, en defensa del Volk* y la mentalidad NS.
Es un resumen detallando los principales puntos de enfrentamiento entre el NS y el cristianismo, concretándolos, planteando una base lógica para abordar este tema, superando así tanto las utopías biempensantes* como el odio ciego anticlerical, ambos errores producto de una mentalidad infantil, irreal, ceñida a un mundo fantasioso subjetivo.
Glosa 1. A. De hecho, como acreditaremos, Hitler se propone erradicar el judeocristianismo sin atacarlo frontal o violentamente ---es decir, pretende hacerlo privándole del control de la educación reglada que garantiza la perpetuación de su ideología--- y poniendo en manos del Estado la educación integral de dos generaciones de alemanes, desde su infancia, en la religión civil y política laica del nacionalsocialismo. De tal suerte que el judeocristianismo fallezca "de muerte natural". Sin embargo, hay otros pasajes y testimonios de Hitler donde se lamenta por el hecho de que los republicanos españoles no hubieran podido concluir su tarea de quemar las iglesias católicas y acabar con el régimen clerical que dominaba la sociedad. Véase: https://nacional-revolucionario.blogspot.com/2017/09/opiniones-de-hitler-sobre-el-franquismo.html
Este estudio no tendrá sentido en otro país que no fuera España. Los NS de todo el mundo han superado totalmente los conceptos religiosos y cristianos para centrarse en la lucha volkisch*. Sólo en España se han publicado algunos libros cristiano-nacionalsocialistas nacidos de la influencia nefasta del régimen reaccionario y clerical de Franco con su histérico nacionalcatolicismo.
Tratamos en estas líneas de delimitar claramente esta tendencia mística, poniéndola en evidencia en sus contradicciones.
Es lamentable tener que perder el tiempo en tratar este tema, que está totalmente superado por el 95% de los nacionalsocialistas del mundo, pero dado que estamos circunscritos a España, donde el espíritu clerical y reaccionario del franquismo aún impregna una parte de la llamada "conciencia nacional", creo que no deja de tener cierta importancia en nuestra lucha revolucionaria y volkisch* establecer las bases contra esa mentalidad derechista.
Glosa 2. A. Las manifestaciones de Hitler al respecto con abrumadoras, pero han sido ignoradas durante décadas por la extrema derecha española. Véase al respecto: "En abril de 1938, Hitler comentó distraído ante Reinhard Spitzy, el secretario personal de Ribbentrop: 'Nos hemos equivocado de bando en España. Habríamos hecho mejor apoyando a los republicanos. Ellos representan al pueblo. Siempre se hubiera podido convertir a estos socialistas en buenos nacionalsocialistas. Franco está rodeado de clérigos reaccionarios, aristócratas y ricachones, gente que no tiene nada que ver con nosotros los nazis'". David Irving: El camino de la guerra, Barcelona, Planeta, 1990, p. 89. En sus "Consideraciones finales", que han sido publicadas como Hitler's politisches Testament (el testamento político de Hitler): "Außerdem hätten wir uns auf Leben und Tod mit einem Regime verbunden, das weniger als je meinige Simpathie genießt, einem Regime plutokratischer Ausbeuter am Gängelband per Pfaffen! Es ist ein unverzeilicher Fehler Francos, daß er es nach Beendigung des Bürgerkrieges nicht verstanden hat, das spanische Volk auszusöhnen, daß er die Falangisten, denen Spanien ja die von uns geleistete Hilfe verdankt, kaltstelle, und daß er ehemalige Gegner, welche durchaus nicht alle echte Rote waren, wie Banditen behandelt hat. Es ist keine Lösung, die Hälfte eines Landes außer Recht und Gesetz zu stellen, während eine Minderheit von Ausbeutern sich zum Schaden aller bereichert - mit dem Segen der Pfaffen. Ich bin sicher, daß es unter den sogennanten Roten in Spanien sehr wenige Kommunisten gab. Man hat uns getäuscht, denn niemals hätte ich mich in Kenntnis des wahren Sachverhaltes damit einverstanden erklärt, daß unserve Flugzeuge dazu dienten, Hungernde zu vernichten un die spanischen Adeligen und Schwarzröcke wieder in ihre mittelalterlichen Vorrechte einzusetzen" (Hitler politisches Testament, Hamburg, Albert Knaus Verlag, 1981, pp. 60-61). Traducción: "¡Además, nos habíamos comprometido a vida o muerte con un régimen por el que siento menos simpatía que nunca, un régimen de explotadores plutocráticos, dirigidos por curas! Es un error imperdonable por parte de Franco que, tras el fin de la guerra civil, no entendiera que para reconciliar al pueblo español, neutralizara a los falangistas, a quienes España debe la ayuda que le hemos dado, y tratara a sus antiguos oponentes, que no eran todos auténticos rojos, como bandidos. No era una solución poner a medio país fuera de la ley mientras una minoría de explotadores se enriquecía a costa de todos -- con la bendición de los curas. Estoy seguro de que entre los llamados rojos en España había muy pocos comunistas. Fuimos engañados, porque yo nunca habría aceptado, sabiendo de lo que se trataba realmente, que nuestros aviones fueran utilizados para destruir a los hambrientos y para restaurar a los nobles y sotanas negras españoles a sus privilegios medievales".
B. No estoy de acuerdo con Bau en que el asunto esté superado por los nacionalsocialistas. A mi juicio, se trata de una prioridad ideológica, aunque, ciertamente, con graves complicaciones tácticas precisamente por la enorme cantidad de cristianos que se detectan los grupos autodenominados "nacionalsocialistas".
Los puntos de incompatibilidad están referidos al cristianismo tal y como lo definió su fundador y "Dios", Jesús, hijo de María, nacido en Belén,* Judea.
Glosa 3. B. Jesús no definió el cristianismo. En este punto hay un error grave de planteamiento, porque el cristianismo es una creación ex novo de Saulo de Tarso (san Pablo). Lo que científicamente podemos saber del Jesús de la historia no tiene nada que ver con el Cristo de la fe en que se funda el cristianismo paulino. Y las leyendas que precedieron a las cartas paulinas como tradición oral de la secta nazarena pertecenen más a sus seguidores que al propio Jesús. De hecho, lo único que históricamente se puede acreditar de Jesús es que fue un nacionalista e independentista judío juzgado y ejecutado por sedición. Después de su muerte, los apóstoles y otros seguidores le atribuyeron la condición de profeta y, quizá una generación más tarde, la de mesías de los judíos (rey de los judíos). Pero el cristianismo de Pablo va mucho más allá y considera a ese mesías (cristo, en griego) la condición de hijo de Dios, algo inaceptable para las otras sectas judías. El cristianismo añade a este elemento doctrinal, a saber, la condición de hijo de Yahvé encarnado en hombre, la predicación entre los gentiles, verdadera trampa de este judaísmo para no judíos descubierta y denunciada en su momento, como veremos, por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche.
Estos puntos no han sido nunca contestados y muchos de ellos ni siquiera mencionados de una forma concreta. En su mayor parte son ignorados por los cristianos que se autoproclaman nacionalsocialistas (y lo peor es que esta ignorancia es real, no es fingida o acomodaticia, es puro producto de la ignorancia y falta de estudio de las fuentes reales existentes); la ignorancia es el peor enemigo, es la base del judeocristianismo. Una ignorancia culpable puesto que está basada en no querer estudiar, profundizar, no querer asumir datos mediante esta postura ignorante.
Contestar racionalmente a los puntos planteados sería sin duda un paso importante para la clarificación de esa incompatibilidad entre cristianismo y NS en el camino hacia lograr un entendimiento nuevo, basado en principios indiscutiblemente NS que pudieran ser superadores de esta situación. Creemos tácticamente necesaria una solución que permita absorver a los cristianos dentro de la dinámica volkisch* y revolucionaria NS en las primeras etapas de la lucha, hasta lograr un Estado* NS donde estos problemas podrían ser tratados ya totalmente dentro de una renovación radical del sentimiento religioso ario sin influencia alguna de la mentalidad y cultura judías*.
Glosa 4. A. Muy importante es aquí la palabra "tácticamente". Se trata de una cuestión táctica, no ideológica, circunstancia que reconozco completamente.
B. Pero en una situación donde carecemos de organizaciones políticas y nos hemos replegado a asociaciones meramente testimoniales y memorialísticas, la ideología está por encima de la táctica y no puede sacrificarse la ideología a la táctica.
He insistido siempre en referirme al cristianismo originario, o sea, al definido en el Nuevo Testamento, considerado oficialmente por los cristianos como "inspirado" por Dios, palabra de fe: Evangelios, Epístolas, Hechos de los Apóstoles y Apocalipsis (llamado de San Juan).
Es preciso aclarar esto, referirse al cristianismo de Jesús, puesto que el cristianismo "real" ha pasado por todas las etapas posibles de imaginar: el judaísmo radical de su inicio, el cristianismo hippy bajo el Imperio Romano, el cristianismo teológico, sumido en herejías y luchas intestinas de los llamados "Padres de la Iglesia", el cristianismo arianizado de la Edad Media (que por supuesto mantiene valores positivos, heroicos, junto a otros totalmente negativos como, por ejemplo, la destrucción sistemática de toda obra cultural y artística del mundo grecorromano, acusada de ser "pagana", la persecución de todo lo científico, la tiranía dogmática llevada hasta el ridículo, etc.),
Glosa 5. B. Es menester, por lo que respecta a supuesto cristianismo arianizado de la Edad Media, separar al menos el grano de la paja, porque, como conviene recordar aquí, el cristianismo eclesiástico también incluirá en su canon escriturístico el Antiguo Testamento, con abundantes figuras y episodios guerreros de carácter racista y genocida que quedaron reflejados más tarde, por ejemplo, en las grandes matanzas perpetradas por los cruzados. Estas carnicerías absurdas y locas nada tienen que ver con la tradición aria y sí mucho con la tradición judía del anatema, el cual envenenará el colonialismo europeo fundando algo que no había existido en la Antigüedad, a saber, la esclavitud por motivo de raza, una institución de procedencia bíblica basada en el concepto teológico de "pueblo elegido" y en la adopción de los dogmas veterotestamentarios por naciones arias que se conciben a sí mismas en términos delirantes de New Israel (Nuevo Israel).
el cristianismo eclesiástico y corrupto de la alta Edad Media que termina con el pasotismo religioso del Renacimiento, cuando los papas son paganos (y es entonces precisamente cuando mayor realce artístico tiene el cristianismo... curioso). Fueron papas y cardenales que no creían en nada los se que convirtieron en mecenas de los artistas. Y fue la Reforma protestante puritana y la Contrarreforma jesuítica la que acabó con este despertar artístico para volver a la Inquisición, al oscurantismo anticientífico. El papa guerrero Sixto era un perfecto pagano que sólo creía en su poder y en el dominio terrenal, se burlaba de los dogmas y perseguía a los puritanos que proclamaban la necesidad de una vida de dolor y renuncia, pero fue el mecenas de los mejores artistas renacentistas. Y como Sixto hubieron muchos otros. Luego vino el cristianismo reaccionario, carca y opulento del siglo XVIII y XIX, el cristianismo fascista (pues el fascismo sí tuvo una cierta base cristiana, al no tener una orientación volkisch* y vitalista, radicalmente anti-sionista*) de los años 30
Glosa 6. B. El fascismo revolucionario nunca tuvo una "base" cristiana porque Mussolini fue ateo desde su misma infancia, a diferencia de Hitler, que empieza su carrera política como católico sociológico (no practicante), pero católico a fin de cuentas, y atraviesa una fase intermedia muy clara de antisemitismo cristiano bajo la influencia de Dietrich Eckart. Mussolini tuvo las ideas muy claras al respecto mucho antes que Hitler y éste se inspiró seguramente en su ejemplo, no a la inversa. Otra cosa es el fascismo del Ventennio, cuando Mussolini pacta con el gran capital, la Iglesia y la monarquía italianos, pero aquí no estamos ya ante una cuestión ideológica, sino ante una decisión estratégica y táctica para acceder al poder mediante un pacto con la derecha. En cuanto al vitalismo, el elemento racial es en este punto irrelevante porque ninguna reflexión filosófica vitalista seria apela a la raza, al menos en primera instancia, de manera que se puede ser vitalista sin necesidad de fundamentar valores raciales: el vitalismo corresponde a "la vida" tanto si a ésta se la interpreta en términos biológicos cuanto si se interpreta en términos fenomenológicos, existenciales o biográficos.
para seguir con el cristianismo democrático actual (ya existente en sus bases durante la Revolución Francesa con sus curas constitucionales) y el ya existente y futuro cristianismo comunista (que tiene también su precedente en las comunidades comunistas cristianas del siglo I d. C., leed si no los "Hechos de los Apóstoles", versículo 5).
Glosa 7. A. Respecto al comunismo cristiano, conviene también leer el ensayo de Alain de Benoist "Cristianismo: el comunismo de la Antigüedad", que enlazamos aquí: https://carrer-la-marca.eu/cristianismo-el-comunismo-de-la-antiguedad-alain-de-benoist/ (1)
En fin, podríamos seguir detallando y quizás en otra obra más completa daremos una indicación de las facetas teológicas por las que ha pasado el cristianismo desde su fundación, viendo con más detalle cómo han nacido los dogmas actuales, que no tienen nada que ver con lo dicho en el evangelio. La mayoría de los ritos son de orígen judío, copiados de la religión judía, y los dogmas han nacido casi todos de las luchas temporales para asegurarse el papel del Papado y la Iglesia frente a las disidencias.
Y sólo Dios sabe cuántas facetas más tomará esa secta cristiana mientras dure la superstición en la tierra.
Ante la variedad radicalmente diferente de creencias, formas y contenidos de todos los que se han llamdo cristianos, debemos ceñirnos a Jesús,
Glosa 8. B. Véase glosa 3.
único punto de referencia cristiano. Y para ello sólo tenemos los libros del Nuevo Testamento y, si se es católico, los dogmas de fe conciliares de la Iglesia, sin ninguna base evangélica en la mayoría de los casos. Pues no recuerdo que Jesús dijera nada de confesarse, que jamás bautizara a nadie, ni que se llamara Dios y menos partícipe de la Trinidad, nada de la infalibilidad del Papa ni de Roma como centro de una sucesión de papas, en fin... (dejemos todo ello para una visión más completa del problema teológico). Pero es que aún dejando de lado las locuras histéricas que la Iglesia ha ido entronizando a través de los siglos por motivos políticos como dogmas de fe, la contradicción*, lo anti-NS está en la misma base evangélica, en la persona de Jesús, en su palabra y entorno.
(Continuará).
Figueres, la Marca Hispànica, 29 de agosto de 2023.
NOTAS
(1) El filón de la relación entre las ideas comunista/anarquista y el cristianismo es abrumador. Véase, entre otras muchas obras, Norman Cohn En pos del milenio. Revolucionarios, milenaristas y anarquistas místicos en la Edad Media, Barcelona, Barral, 1971; así como también Los enemigos del comercio (tres tomos), Barcelona, Planeta, 2008, de Antonio Escohotado.
ADOLF HITLER SOBRE EL CRISTIANISMO (1). LA MENTIRA DELIBERADA EN MATERIA RELIGIOSA
ADOLF HITLER SOBRE EL CRISTIANISMO (2). EL FÜHRER ILUSTRADO
AUTENTICIDAD DE LAS "CONVERSACIONES DE SOBREMESA" (TISCHGESPRÄCHE, BORMANN-VERMERKE O MONOLOGUE) DE ADOLF HITLER (1)
CONSECUENCIAS DE LAS TISCHGESPRÄCHE PARA LA DETERMINACIÓN DE LA "FILOSOFÍA" DE ADOLF HITLER (2)
AUTENTICIDAD
DE LAS "CONVERSACIONES DE SOBREMESA" (TISCHGESPRÄCHE, BORMANN-VERMERKE O
MONOLOGUE) DE ADOLF HITLER (2). DAVID IRVING CONVALIDA EL DOCUMENTO
CONSECUENCIAS DE LAS TISCHGESPRÄCHE PARA LA DETERMINACIÓN DE LA "FILOSOFÍA" DE ADOLF HITLER (2)
AUTENTICIDAD
DE LAS "CONVERSACIONES DE SOBREMESA" (TISCHGESPRÄCHE, BORMANN-VERMERKE O
MONOLOGUE) DE ADOLF HITLER (3). JULIUS EVOLA CONVALIDÓ LA AUTENTICIDAD
DEL DOCUMENTO
OPINIONES DE HITLER SOBRE EL FRANQUISMO Y LA EXTREMA DERECHA ESPAÑOLA (1). EXTERMINAR A LOS CURAS
AUTENTICIDAD DE LAS CONVERSACIONES DE SOBREMESA (TISCHGESPRÄCHE) DE HITLER (4). RAMÓN BAU, HENRY PICKER Y LA LEALTAD DE BORMANN
jueves, mayo 18, 2023
29 DE ABRIL DE 1975 O EL DÍA QUE VIETNAM DERROTÓ A LA OLIGARQUÍA
LOS SICARIOS DE YAHVÉ HUYERON DESPUÉS DE ARRASAR EL PAÍS Y EXTERMINAR A 2 MILLONES DE CIVILES. [Foto masacre estadounidense de civiles vietnamitas en My Lai.] «Pueden matar a diez de mis hombres por cada uno de los suyos que matemos nosotros. Pero, incluso así, ustedes perderán y nosotros ganaremos« (Ho Chi Minh). Los vietnamitas no vencieron a la primera potencia militar mundial practicando valores progres, anarquistas o comunistas, eso que en Occidente se entiende por izquierda, sino por su nacionalismo radical, heroísmo fascista y despiadada resolución —«ser-para-la-muerte» (Heidegger)— de expulsar a los inmundos invasores bíblicos occidentales. Son los verdaderos nazis, frente a los cuales empalidece el nazifascismo de una Europa ya completamente debilitada tras mil años de aculturación individualista judeo-cristiana. El presidente de Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem, títere criminal de los EEUU, era católico. Más creyente que patriota vietnamita, se negó a convocar las elecciones democráticas pactadas en Ginebra —que debían posibilitar la unificación del país— porque el triunfo comunista era poco menos que seguro (1955). Cuando, en un postrero amago de nacionalismo, se negó a continuar obedeciendo ciegamente las instrucciones del poder ocupante, era ya demasiado tarde: fue objeto de golpe de Estado y asesinado por sicarios del Pentágono (1963).
LOS VALORES ÉTICOS DE LA VICTORIA REVOLUCIONARIA
Nos interesa hoy sólo este aspecto de la cuestión. Poco importan aquí las teorías marxista-leninistas o las retóricas formales —quizá antifas oficiales— del Partido Comunista de Vietnam, antes bien, lo que cuenta es el factum axiológico nacionalista, singularmente los valores anti-individualistas y heroicos que le son inherentes; esgrimidos o no de forma explícita pero, en cualquier caso, verdadero sujeto ético nacional-comunitario de la victoria vietnamita.
¿Por qué EEUU perdió el conflicto pese a su contundente superioridad militar?
Otros clásicos del periodismo sobre la humillación estadounidense: medios de derecha liberal (los subrayados en negrita son del original):
Una derrota ‘imposible’ a 40 años del fracaso de EEUU en Vietnam.
Las imágenes conmocionaron a todos. Eran fotografías del último helicóptero que se elevaba del techo de la embajada estadounidense en Saigón. Había personas que en su desesperación se aferraban al helicóptero. La humillación de una potencia mundial quedó a la vista de todos. Vietnam derrotó a Estados Unidos, David venció a Goliat. Lo que ocurrió aquel 30 de abril de 1975 en Saigón era considerado imposible. Y la conmoción duró décadas, perdura hasta hoy.
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2015/04/29/5540647b22601dd6648b4571.html
Y en TeleSur, una página comunista:
Hay postales inolvidables de los que fue la derrota definitiva por parte del pueblo vietnamita en armas, sobre ese imperio brutal que tanto mal había producido en un territorio que tan lejos quedaba del propio. La irrupción el 30 de abril de 1975 de un tanque norvietnamita al palacio presidencial de Saigón, o la imagen de los uniformados estadounidenses despojándose de sus ropas para cambiarlas por otras que no los delataran, o esos mismos soldados arrojando al mar sus poderosos helicópteros para que no caigan en manos de los vencedores, o la foto histórica de funcionarios y oficiales del ejército invasor trepándose desesperadamente a la última nave que los podría sacar de ese “infierno” al que ellos tanto habían colaborado en generar. Todo ello simboliza la caída del Ejército estadounidense en la Guerra de Vietnam, y sirvió para mostrar al mundo que cuando un pueblo tienen conciencia de lo que representa y un liderazgo revolucionario como el que representó Ho Chi Minh puede organizarse, resistir y vencer.
Fuente: https://www.telesurtv.net/blog/vietnam-anos-victoria-20210430-0024.html
El título del artículo de la BBC antójase, empero, harto inexacto. La ventaja de EEUU fue ante todo de índole tecnológica y económica (recursos materiales, armas, número de hombres), pero en la guerra no cuenta sólo la tecnología, la financiación y la logística. La moral es también un factor decisivo. Vietnam demostró una inesperada superioridad militar respecto de EEUU a despecho de su tecnología y su economía —cuya diferencia de rango, indudable, no era tanta como pudiera parecer, siendo así que los resistentes Vietcong y los regulares norvietnamitas recibían armamento de la URSS y China. Fue la moral vietnamita la que venció a la oligarquía y pisoteó así el rostro de Dios (el detestable dios judío occidental que nos conduce a la ruina). Y debemos tener en cuenta ese ejemplo, Vietnam, para el gran día de nuestra revolución nacional.
En La guerra de Asia (1972) [original inglés At War With Asia, algo así como «en guerra con Asia», New York, 1970], el judío Noam Chomsky, poco sospechoso de inclinaciones nazifascistas, deja muy claro (pp. 254 y ss., p. 309) que el rasgo fundamental de los combatientes vietnamitas es su nacionalismo, fenómeno que un estudiante vietnamita certificaba así:
A mi país se le respeta o bien se le destruye; no hay término medio. Hasta ahora, nadie ha sido capaz de destruirlo (op. cit., p. 85).
Aquéllo que más detestaban los vietnamitas de los invasores estadounidenses era la anihilación sistemática y planificada de los vínculos comunitarios, la desmoralización, que la política de ocupación —liberalismo, society— propiciaba entre sus jóvenes compatriotas (p. 81). Pero son precisamente esos vínculos primarios, pre-societales, los que explican la victoria del Vietnam contra los EEUU. Una disposición existencial básica que detéctase también en otros pueblos de Indochina, por ejemplo en Laos (vid. op. cit., p. 254). La disciplina de los soldados de la resistencia supera con mucho las capacidades morales del combatiente estadounidense (todos drogados). Hacia el final de la guerra, los ideólogos del Pentágono y sus intelectuales se preguntaron si las causas de la inminente derrota yanqui había que buscarlas, precisamente, en la imperturbable moral vietnamita. Con el racismo típico del pueblo escogido, estos analistas miran de reojo y por encima del hombro el presunto desprecio asiático por la vida, su inaccesibilidad al discurso cristiano de la felicidad y otras zarandajas individualistas que han resultado muy útiles a Sion para corroer desde dentro los vínculos comunitarios de otros pueblos (empezando por los europeos). Así se expresa Townsend Hoopes al reflexionar sobre el «método» estadounidense consistente en matar a tantos vietnamitas cuantos fuera posible hasta conseguir que fueran ellos mismos quienes reconsideraran el coste humano (¡¡¡coste, sí, farfullan estos negociantes!!!) de su intolerable resistencia a la oligarquía:
Hasta otoño de 1966… cierta aura de optimismo rodeaba esta estrategia. Algunos estaban dispuestos a creer que, con una movilidad sin precedentes y una potencia de fuego masiva, las fuerzas norteamericanas habían hallado la respuesta militar a la inagotable abundancia demográfica de los asiáticos y a la indiferencia oriental hacia la muerte (op. cit., p. 344).
Puntualicemos que la población de Vietnam era entonces de 37 millones de habitantes, a la sazón más o menos como la de España. Chomsky responde a Hoopes con su habitual ironía:
Pero esa esperanza gloriosa resultó defraudada. La inagotable abundancia demográfica de Vietnam, las hordas asiáticas con su indiferencia oriental hacia la muerte, confundieron nuestra estrategia. Y nuestros bombardeos de Vietnam del Norte tampoco nos sirvieron de mucho, dada la naturaleza del enemigo. Como dice Hoopes, citando a un oficial veterano del ejército de los Estados Unidos, «los caucasianos no pueden realmente imaginarse lo que puede un trabajo de hormiguita». En suma, nuestra estrategia era racional, pero presuponía la existencia de valores occidentales civilizados: (op. cit., ibídem).
¡Civilizados, rebuzna el bestial canalla genocida! Con lo dicho queda claro, por ende, que la resistencia vietnamita no puede asimilarse a ninguna forma concebible de valores o mentalidad propia de la izquierda occidental, menos todavía al tipo de izquierda progre, anarco-liberal, de un Chomsky, que es el arquetipo de izquierda que prolifera hoy en Europa y el Occidente en general. Pero la moral de combate vietnamita nada tiene de específicamente «oriental». El propio Hoopes, quien no en vano ha mencionado el cristianismo (una religión oriental), lo explica con la claridad y la necedad propias del estómago agradecido estadounidense:
Creemos que al enemigo se le puede forzar a ser «razonable», es decir, a hacer compromisos e incluso a capitular, porque suponemos que desea evitar el dolor, la muerte y la destrucción material. Suponemos que si estos males le son infligidos con una severidad creciente, se llegará a algún punto del proceso en que querrá detener el sufrimiento. Nuestra estrategia es plausible; lo es para quienes son ricos, aman la vida y temen el dolor. Pero la felicidad, la riqueza y el poder son expectativas que constituyen una dimensión situada mucho más allá de la experiencia —y probablemente más allá de la percepción emocional— del asiático pobre (op. cit., pp. 344-345).
Este análisis retrata sobre todo la mentalidad del analista, porque la pobreza extrema, en otros lugares del mundo devastados por los EEUU, no ha suscitado formas radicales de resistencia equiparables a las de los vietnamitas. Y a la inversa: el Japón imperial, que no era una sociedad pobre, sino comunitaria, ofreció formas de resistencia muy similares a las de los vietnamitas, lo que determinó el uso de la bomba atómica por parte de la oligarquía. Podemos preguntarnos así qué hubiera sucedido si, después de Nagasaki, los japoneses no se hubieran rendido… Japón no llegó tan lejos como los vietnamitas, ciertamente, pero cerca anduvo. En realidad, la cuestión rebasa con mucho los parámetros sociológicos (pobreza) o geográficos (asiáticos, raza amarilla…) en los que el ceporro racista yanqui-cristiano-occidental intenta circunscribirla. Tiene que ver más con el hecho de que Vietnam es todavía una comunidad nacional libre de judeo-cristianismo y, por tanto, de individualismo moral. De hecho, fuera del Occidente capitalista, liberal y burgués, eso no existe. Todas las comunidades nacionales no-occidentales del mundo fueron sociedades holistas, en las antípodas morales del individualismo. Y si Chomsky no lleva la discusión a ese terreno, es porque la cuestión afectaría a sus propios supuestos ideológicos anarquistas, que son tan individualistas (¡y tan judeo-cristianos, aunque secularizados!) como los de la derecha fundamentalista evangélica y judía del Pentágono. Hablamos, por tanto, del Occidente cristiano, no del Occidente o la Europa pre-cristiana, época/lugar de donde el nazifascismo bebió sus doctrinas y proyectos de restauración de la comunidad nacional holista, pagana europea.
Entre los verdaderos nacionalsocialistas, todo este asunto constituyó el meollo moral de la revolución alemana, como queda reflejado en su reflexión entorno al realismo heroico, concepto anti-cristiano central de la Konservative Revolution según Armin Mohler, el mayor experto en el tema. Véase:
https://nacional-revolucionario.blogspot.com/2022/12/realismo-heroico-o-el-meollo-de-la.html
Véase también:
Sólo una vez dado ese paso en el terreno de la moralidad y del sentido existencial fundamental de la comunidad nacional, puede hablarse de socialismo en el nacionalsocialismo y entenderse que la revolución nacional vietnamita es, en este sentido concreto, esencialmente fascista. Algo que un liberal como Hayek percibe con claridad:
https://nacional-revolucionario.blogspot.com/2022/12/las-raices-socialistas-del-nazismo.html
Mientras tanto, el anarco-liberal de izquierdas Noam Chomsky es incapaz de captar la naturaleza del asunto y prefiere repetir como un lorito el relato capitalista y oligárquico sobre la maldad absoluta del fascismo:
Así pues, no se puede comparar la actuación norteamericana con la de la Alemania nazi. Sería más difícil sostener que la política norteamericana no es comparable con la del Japón fascista o con la de la Alemania anterior a la «solución final». Puede haber quienes estén dispuestos a tolerar cualquier política que no alcance el grado de horror de los hornos crematorios y de los campos de la muerte y a reservar su capacidad de estremecimiento a las formas particulares de demencia criminal perfeccionadas por los especialistas nazis (op. cit., p. 355).
Pero no explica el «pensador» por qué una cámara de gas está más próxima a esa demencia criminal que, por ejemplo, la bomba atómica sobre civiles. Aquí la capacidad crítica de Chomsky se ha esfumado y, lo peor, le impide entender el sentido revolucionario de la victoria vietnamita y la naturaleza tanto del fascismo cuanto del denominado «Holocausto». Podría interrogarse, por ejemplo, si los bombardeos terroristas de los aliados occidentales contra los civiles alemanes formaban parte del mismo tipo de estrategia que la utilizada contra los vietnamitas, la cual tenía que adoptar forzosamente, tarde o temprano, la forma de un genocidio en toda regla (las citas de Chomsky, en azul, reproducen el texto de Hoopes):
Su estrategia consiste en convertir «la capacidad asiática de resistencia al sufrimiento en instrumento para explotar una vulnerabilidad básica del Occidente cristiano». Proceden así invitando al Occidente «a llevar su lógica estratégica hasta su conclusión final, el genocidio». Los asiáticos, por tanto, «nos retan mediante una disponibilidad para luchar, sufrir y morir en una escala que nos parece rebasar los límites de la humanidad… Al llegar a este punto tenemos dudas, ya que, al acordarnos de Hitler y de Hiroshima y Nagasaki, nos damos cuenta de nuevo de que el genocidio es una carga muy pesada de llevar». / Así, por su predisposición a morir, las hordas asiáticas, que no aman la vida, que no temen el dolor y que no son capaces de concebir la felicidad, explotan nuestra debilidad básica, nuestros valores cristianos, aprovechándose del hecho de que promueven en nosotros cierta reticencia en cargar con el peso del genocidio, conclusión final de nuestra lógica estratégica (op. cit., pp. 345-346).
Ahora bien, el texto citado de Hoopes no establece diferencia alguna entre Hiroshima y Nagasaki, por un lado, y Hitler, por otro. Para ambos utiliza Hoopes, al menos en este contexto, la palabra «genocidio» a secas. Y en boca de terceros, quizá como miguita de pan para el buen entendedor, depone Chomsky la siguiente sugerencia:
En otra parte Orwille Schnell cita a un corresponsal de «Newsweek» de vuelta de la provincia de Quang Ngai: «Había conocido Europa durante la segunda guerra mundial, y dijo que lo que había visto era «mucho peor que lo que los nazis habían hecho a Europa»». Schnell añade: «¿Hubiera escrito esto en tales términos? No.« (op. cit., p. 338).
¿Y por qué no? Prefiere Chomsky evitar asomarse a ese abismo. Si añadimos que quizá entre las cosas que el corresponsal «vio» se incluye la inexistente cámara de gas homicida de Dachau, intúyese el alcance de osar «escribir en tales términos». Chomsky, al parecer, se ahorra el durísimo precio de la honestidad intelectual y pretende que EEUU no ha rebasado los límites de criminalidad que lo equipararían a la Alemania nazi. Pero esta presunción es pura ideología sionista que implica en primer lugar, para un sedicente «revolucionario» (¡de pacotilla»!), hacer suyo el tipo de relato liberal-capitalista repudiado como «propaganda» en todos los demás capítulos, materias y temáticas de su obra. Y olvida, precisamente, la evidencia del Vietnam, objeto del libro citado. Sí. Vietnam fue un genocidio. ¿Qué habría sucedido si los vietnamitas hubiesen tenido en su poder a millones de civiles occidentales prisioneros? ¿Qué sentido moral cristiano, liberal, occidental, se desprendería entonces para Chomsky del hecho de que Vietnam exterminase a esos prisioneros con la misma crueldad con que los aviones estadounidenses exterminaban a la población civil vietnamita? Más todavía: ¿qué valoración moral le corresponde al «Holocausto», para un liberal-progresista como Chomsky, una vez hemos insinuado que los bombardeos terroristas aliados contra la población civil alemana fueron equiparables, en su criminalidad genocida, con los bombardeos terroristas estadounidenses contra la población civil vietnamita y, por si fuera poco, anteriores al «Holocausto»? Todas estas cuestiones escapan a la reflexión de Noam Chomsky, intelectual del sistema oligárquico ubicable en posiciones políticas próximas a las de un Bernie Sanders (ala izquierda del Partido Demócrata, o sea, de Hillary Clinton) o de un Jeremy Corbyn (ala izquierda del Partido Laborista británico). Omitimos nuestras propias conclusiones y respuestas a tales preguntas por razones legales, es decir, para no cometer un delito (el pensamiento libre está prohibido en Europa). En todo caso, tales sanciones no rigen en los EEUU y que la izquierda liberal europea actual ostente a Chomsky como referente filosófico pone en evidencia que esa izquierda no puede ser revolucionaria, que la izquierda actual constituye, en última instancia, pura propaganda del sistema oligárquico para consumidores progres y… poco más.
Si ciertos actos y violaciones de los tratados son crímenes, se trata de crímenes, sin importar que los cometan Estados Unidos o Alemania. No estamos preparados para estipular una norma de conducta criminal contra otros que no estemos dispuestos a invocar contra nosotros.
Robert H. Jackson, Fiscal Jefe durante los Juicios de Núremberg
EL GENOCIDIO ESTADOUNIDENSE EN VIETNAM
Sobre la existencia y realidad del genocidio no queda ya ningún género de dudas. El Tribunal Russell documentó los hechos y, excepto la propaganda del Pentágono, la oficial o la de sus presstitutas a sueldo, nadie los ha cuestionado seriamente.
El Tribunal declaró las siguientes conclusiones:
¿Cometió el Gobierno de los Estados Unidos (y los Gobiernos de Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur) actos de agresión de acuerdo al derecho internacional? Sí (unánimemente).
¿Hubo –y en caso afirmativo, a qué escala– bombardeos a objetivos de carácter exclusivamente civil, como por ejemplo, hospitales, colegios, sanatorios, embalses, etc.? Sí (unánimemente). Declaramos culpable al Gobierno y ejército de los Estados Unidos por bombardear objetivos civiles de forma deliberada, sistemática y a gran escala. Como ataques a poblaciones civiles, viviendas, pueblos, embalses, diques, establecimientos médicos, colonias de leprosos, colegios, iglesias, pagodas y monumentos históricos y culturales. Asimismo, declaramos culpable de forma unánime, con una abstención, al Gobierno de los Estados Unidos por violaciones repetidas a la soberanía, neutralidad e integridad territorial de Camboya; ya que es el responsable de ataques contra la población civil camboyana en algunas ciudades y pueblos.
¿Fueron Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur cómplices de los Estados Unidos en la agresión contra Vietnam violando el derecho internacional? Sí (unánimemente). Esta pregunta también atañe a los Gobiernos de Tailandia y otros países pero no se ha podido estudiar durante las sesiones de este Tribunal. En las siguientes sesiones, tenemos la intención de examinar los aspectos legales del problema y buscar pruebas de hechos incriminatorios.
¿Es culpable el Gobierno de Tailandia de complicidad en las agresiones que Estados Unidos cometió contra Vietnam? Sí (unánimemente).
¿Es culpable el Gobierno de Filipinas de complicidad en las agresiones que Estados Unidos cometió contra Vietnam? Sí (unánimemente).
¿Es culpable el Gobierno de Japón de complicidad en las agresiones que Estados Unidos cometió contra Vietnam? Sí (por 8 a 3 votos). Los tres miembros del Tribunal que votaron en contra estaban de acuerdo en que el Gobierno de Japón ayuda considerablemente a Estados Unidos pero no creen que fuese cómplice del delito de agresión.
¿Ha cometido el Gobierno de Estados Unidos agresión contra el pueblo de Laos de acuerdo a la definición que ofrece el derecho internacional? Sí (unánimemente).
¿Usó o experimentó el ejército estadounidense con nuevos tipos de armas o armas prohibidas por el derecho de la guerra? Sí (unánimemente).
¿Fueron los prisioneros capturados por el ejército estadounidense víctimas de un trato prohibido por el derecho de la guerra? Sí (unánimemente).
¿Sometió el ejército estadounidense a la población civil a tratos inhumanos prohibidos en el derecho internacional? Sí (unánimemente).
¿Es culpable Estados Unidos de genocidio contra el pueblo vietnamita? Sí (unánimemente).
En 1969, la Fundación para la Paz Bertrand Russell creó, en parte como respuesta a la matanza de My Lai, una comisión ciudadana de investigación (Citizens Commissions of Inquiry, CCI) para llevar a cabo juicios que documentasen los crímenes de guerra en Indochina. Las audiencias tuvieron lugar en varias ciudades de Estados Unidos y con el tiempo dieron origen a dos investigaciones de ámbito nacional: National Veterans Inquiry (investigación nacional de los veteranos de guerra), patrocinada por CCI y Winter Soldier Investigation (investigación de los soldados de invierno), patrocinada por Veteranos de Vietnam contra la guerra (VVAW por sus siglas en inglés).
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Tribunal_Russell#cite_note-:0-3
Para los lectores que quieran profundizar en los argumentos del veredicto, técnica procesal, pruebas presentadas, etcétera, enlazamos la siguiente fuente:
Los comentarios cáusticos del editor no son necesariamente compartidos por CARRER LA MARCA, pero el enlace tiene la ventaja de su formato on line, el cual permite aplicar el traductor de Google Chrome. El texto original puede contrastarse: https://archive.org/details/againstcrimeofsi0000unse En todo caso, conviene trascribir aquí los siguientes fragmentos del sumario (para consultar las fuentes hay que recurrir al texto original):
SEGUNDO, sobre el uso de armas y productos prohibidos: El Tribunal quiere recordar los principios indiscutidos del derecho de gentes, así como los que fueron establecidos en La Haya en 1907, y respecto de los cuales debe apreciarse la legalidad de un arma: el principio de la inmunidad de los civiles población, la prohibición del uso de productos tóxicos, la prohibición de armas que puedan causar daños superfluos. Ha concedido especial importancia a la cláusula Martens, que figura en el preámbulo de los Convenios de La Haya de 1907, y según la cual el derecho de la guerra depende de los principios del derecho de gentes resultantes de los usos establecidos entre las naciones civilizadas, las leyes de la humanidad y las exigencias de la conciencia humana. Es en la aplicación de estos principios que el manual oficial del ejército americano (Department of the Army field manual) titulado La Ley de Guerra Terrestre, publicada en julio de 1956 con la referencia FM 27-10, por el Departamento del Ejército, obliga a los ejércitos en campaña a no utilizar ningún tipo y grado de violencia que no sea realmente necesario para los objetivos y fines militares.
El Tribunal ya condenó en Estocolmo el uso de bombas de fragmentación (bombas CBU y bombas de perdigones), que por definición están destinadas a atacar a la población civil, siendo inoperantes contra instalaciones o militares protegidos. Se ha informado que se ha intensificado el uso de estas armas {345} y que se han perfeccionado en forma de bombas de acción retardada.
El Tribunal quiere hoy condenar:
El uso al por mayor e indiscriminado de napalm, que ha sido ampliamente demostrado ante el Tribunal.
El uso de fósforo, cuyas quemaduras son aún más dolorosas y prolongadas y tienen, además, los efectos de un veneno en el organismo.
En cuanto al uso de gases, el Tribunal considera que la falta de ratificación por parte de los Estados Unidos del Protocolo de Ginebra del 17 de junio de 1925, relativo a la prohibición del uso en la guerra de gases tóxicos o similares asfixiantes, queda sin efecto, como resultado de la votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas (votación a la que se unieron los Estados Unidos) sobre la resolución del 5 de diciembre de 1966, invitando a todos los Estados a ajustarse a los principios y objetivos de dicho Protocolo, y condenando todos los actos contrarios a estos objetivos
Los informes científicos de los expertos más calificados, que se han presentado al Tribunal, demuestran que los gases utilizados en Vietnam, en particular CS, CN y DM, se utilizan en condiciones que los hacen siempre tóxicos y, a menudo, mortales, especialmente cuando son gaseados los escondites, refugios y túneles subterráneos donde una gran parte de la población vietnamita se ve obligada a vivir. Es imposible clasificarlos como simples gases incapacitantes; deben clasificarse como gases de combate.
El Tribunal ha estudiado la práctica actual del ejército estadounidense consistente en rociar productos exfoliantes o herbicidas sobre regiones enteras de Vietnam. Ha tomado nota de que el manual estadounidense sobre el derecho de la guerra ya citado prohíbe destruir, en particular mediante agentes químicos, incluso los teóricamente inocuos para el hombre, cualquier cultivo que no esté destinado a ser utilizado exclusivamente para la alimentación de las fuerzas armadas.
Ha encontrado que los informes de las comisiones de investigación confirmaron la información, tanto de fuentes vietnamitas como estadounidenses, según la cual áreas considerables de tierra cultivada son rociadas con estos productos exfoliantes y herbicidas. Al menos 700.000 hectáreas [alrededor de 1.750.000 acres] de terreno fueron afectadas en 1966.
TERCERO, sobre el trato a los prisioneros de guerra: El Tribunal recuerda que los prisioneros de guerra deben recibir un trato humano, en las condiciones definidas por los Convenios de Ginebra de 1949, que Estados Unidos ha firmado, y cuyos términos ha incorporado en su propio manual de derecho de guerra. Las torturas, las mutilaciones y las coacciones físicas y psíquicas graves no sólo están prohibidas sino que deben ser sancionadas. El reo tiene derecho a la vida ya la asistencia médica que requiera su estado.
Se escucharon numerosos testimonios, tanto vietnamitas como estadounidenses (entre los testigos estadounidenses se encontraba un ex soldado cuya función durante diez meses había sido interrogar a los prisioneros desde el momento de su captura), y se estableció que estos principios son letra muerta para el estadounidenses en Vietnam. Son frecuentes los remates de heridos en el campo de batalla y las ejecuciones sumarias. Los prisioneros son lanzados al aire desde helicópteros. La tortura en todas sus formas, con electricidad, agua, quemaduras y golpes, se practica a diario. Todos los testigos han confirmado que estas prácticas ocurren siempre en presencia y bajo la dirección de soldados estadounidenses, incluso cuando ellos mismos no participan. Estas torturas tienen como objetivo obtener información o confesiones. Se niega sistemáticamente la atención médica a los heridos y enfermos que se niegan a hablar.
Finalmente, en desacato a las disposiciones de la Convención de Ginebra, los prisioneros retenidos por los Estados Unidos, que es la potencia detenedora en el sentido de esta Convención, son entregados a las autoridades del llamado gobierno de Saigón, que se dedica a una represión espantosa acompañada de actos de tortura, de los cuales se han dado numerosos ejemplos, incluidos aquellos en los que se tortura espantosamente a las mujeres.
CUARTO, sobre el trato a la población civil: La Convención de La Haya de 1907, las sentencias de Nuremberg y Tokio, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la IV Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949, establecen el principio innegable de la protección de las personas civiles en tiempo de guerra. El manual de derecho de guerra del ejército americano incluye como una de sus partes la totalidad de la IV Convención de Ginebra, cuyo carácter vinculante es innegable.
El Tribunal escuchó: el testimonio de tres veteranos estadounidenses, el informe de los interrogatorios realizados por su misión investigadora en los Estados Unidos, algunas víctimas vietnamitas, el informe de la misión investigadora del Tribunal en las zonas controladas por el NLF (que ha recopilado 317 declaraciones, cuyas actas se han incorporado a sus archivos) y un testigo importante, un ciudadano de la República Federal Alemana, que ha vivido varios años en Vietnam del Sur. Considera establecidos los siguientes hechos:
En primer lugar, en el curso de operaciones de incursión que tienen lugar de manera sistemática y permanente, miles de habitantes son masacrados. Según serias informaciones de fuentes estadounidenses, 250.000 niños han sido asesinados desde el comienzo de esta guerra, y 750.000 heridos y mutilados de por vida. El informe del Senador [Edward] Kennedy, del 31 de octubre de 1967, señala que cada mes se producen 150.000 heridos. Las aldeas están completamente arrasadas, los campos están devastados, el ganado destruido; en particular, el testimonio del periodista estadounidense Jonathan Schell describe de manera sorprendente el exterminio por parte de las fuerzas estadounidenses de la población del pueblo vietnamita de Ben Suc y su completa destrucción. Precisos testimonios y documentos que se han presentado ante el Tribunal han informado de la existencia de zonas de fuego libre.
En segundo lugar, un tercio de la población de Vietnam ha sido desplazada según los propios términos del discurso del Senador Kennedy en el Comité Internacional de Rescate, y encerrada en las aldeas estratégicas que ahora se bautizan como aldeas de nueva vida. Las condiciones de vida, según los informes publicados que se han señalado a la atención del Tribunal, se asemejan a las de la vida en un campo de concentración. Los internos -mujeres y niños en la mayoría de los casos- han sido estacionados como ganado detrás de cercas de alambre de púas. Faltan casi por completo alimentos e higiene, lo que a menudo hace imposible la supervivencia. Las estructuras sociales y las estructuras tradicionales de las familias vietnamitas quedan así destruidas. También hay que tener en cuenta el hecho de la impresionante cantidad de prisioneros recluidos en las cárceles de Vietnam del Sur: 400, 000 según estimaciones que son dignas de atención. Detenciones arbitrarias, parodias de justicia, interrogatorios acompañados de abominables torturas son práctica corriente. Todos los testimonios concuerdan en establecer que métodos inhumanos e ilegales están siendo utilizados diariamente por las fuerzas armadas estadounidenses y sus satélites contra la población civil, a la que amenazan de exterminio.
No se entiende por qué motivo el uso de zyklon B habría de ser más «horroroso» que el napalm o el fósforo, productos éstos concebidos precisamente por vindicativas mentes bíblicas para prolongar y agravar el sufrimiento de las víctimas. El Tribunal Russell emitió sentencia antes de la conclusión del genocidio, pero en la actualidad ya cabe ponderar las cifras de un balance final y afirmar que tres millones de vietnamitas fueron exterminados utilizando unos métodos que según Chomsky… no habrían superado los umbrales de malignidad inherentes a «el Holocausto«. Circunstancia que tal vez hubiera consolado a las víctimas vietnamitas mientras el Tío Sam —siempre más simpático que un prusiano con monóculo— las quemaba vivas alargando todo lo posible su agonía (algo que, como sabemos, es mucho más humano y cristiano que la asfixia por gas).
Algunos datos abrumadores ayudan a entender las dimensiones del heroísmo vietnamita y la nauseabunda bajeza e inferioridad moral del matón cristiano-estadounidense explícitamente reivindicado en cuanto tal por los teóricos del genocidio oligárquico:
(…) el desembarco en Normandía durante la segunda guerra mundial supuso el transporte de 325.000 combatientes aliados, mientras que en Vietnam los norteamericanos llegaron a tener casi 600.000 soldados, además de los más de 60.000 militares australianos, surcoreanos, filipinos y tailandeses: el imperio americano forzaba a sus satélites y aliados a implicarse en las matanzas del Vietnam. Casi tres millones y medio de soldados yanquis pasaron por Vietnam. Durante todas las operaciones llevadas a cabo en la segunda guerra mundial en todos los frentes de batalla, los norteamericanos tuvieron un total de trescientos mil muertos; en la guerra de Indochina los vietnamitas padecieron un horror sin precedentes con los bombardeos sistemáticos, las matanzas planificadas y las tácticas de tierra quemada: tres millones de muertos vietnamitas atestiguan el genocidio llevado a cabo por los norteamericanos (Higinio Polo: USA el Estado delincuente, Barcelona, El Viejo Topo, 2004, p. 16).
Pero la cosa no termina aquí:
En los últimos diez años de guerra, más de dos millones de personas se vieron afectadas por las armas químicas utilizadas por el Pentágono: Estados Unidos arrojó sobre Vietnam unos 72 millones de litros de compuestos químicos. Las consecuencias para la población y para el medio ambiente son fáciles de imaginar, y continúan siendo una pesada hipoteca sobre el futuro. Uno de los productos lanzados sobre Vietnam fue el agente naranja, un herbicida que además de destruir los bosques causó miles de muertos, dejó paralíticos y ciegos a otros muchos, y provocó numerosas deformaciones físicas. (…) Los Estados Unidos no quieren recordarlo, pero hoy, veinticinco años después del final de la guerra, en las provincias centrales del país unos 50.000 niños nacidos después de la guerra padecen aún las consecuencias de la brutalidad norteamericana: en esas provincias sus aviones utilizaron más armas químicas que en ningún territorio del país (op. cit., pp. 16-17).
Esperemos que Chomsky nos explique algún día por qué el límite del horror se fijó en la demarcación de la demencia criminal de los especialistas nazis, pero no en la de los especialistas estadounidenses en materia de genocidio, siendo así que éste del Vietnam no era, ni mucho menos, el primero:
La política de exterminio que lanzaron en Vietnam tenía al fin y al cabo una larga tradición en las academias militares norteamericanas: aún enseñan en Fort Leavenworth, un centro militar en las afueras de Kansas City, las glorias de los compañeros del séptimo de Caballería del general Custer en las campañas contra los indios norteamericanos: tal vez sea el genocidio contemporáneo más radical que se ha cometido en el mundo. Al igual que enseñan también el retrato gigante del general MacArthur, un duro patriota que quería lanzar bombas atómicas sobre China tras la revolución comunista. O como ocultan los preparativos actuales en el Pentágono para las operaciones militares en las ciudades: la MOUT, Military Operations in Urban Terrain. Saben que esas operaciones especiales fueron necesarias en el pasado: ahí están Hiroshima y Nagasaki para recordarlo. En sus academias militares conocen bien sus técnicas de contrainsurgencia guerrillera, los métodos de limpieza étnica que utilizaron en Asia, las campañas para aterrorizar a la población, violando a las mujeres y asesinando incluso a los niños. Todo está documentado. Pero entre sus glorias no hay referencias a Vietnam. Un cuarto de siglo después de la huida, todavía el orgullo norteamericano acusa la vergüenza: no por las matanzas perpetradas, sino por la derrota (op. cit., p. 17).
En efecto, la derrota incide de lleno en el meollo bíblico-profético de la ideología y la política estadounidenses. Si el crimen conduce a la victoria, está justificado, es decir, resulta a la postre sancionado por Yahvé (el sanguinario dios veterotestamentario). Pero si al crimen le sigue la derrota, no. O, en otros términos: el crimen sólo se convierte en jurídica y moralmente reprochable si va seguido de la derrota y en calidad de acto puramente humano sin contenido sacrificial (anatema); el genocidio, consecuentemente, no comporta en Nüremberg un reproche penal o moral ni una defensa de la dignidad de las víctimas en el marco de la doctrina universal de los derechos humanos o, mejor dicho, este discurso forma parte de la apariencia y la propaganda, de cara el gran público. Porque entre las bambalinas de la logia cruel trataríase —en realidad— de una cuestión profética y teológica. Circunstancia que, en definitiva, ante los ojos del crítico y del revolucionario, pone sólo en evidencia la banalidad del bien (la banalidad de Dios).
Aquéllo que Norman G. Finkelstein denomina «la ideología del Holocausto» se sustenta, pues, no tanto del delito mismo cuanto en el hecho que Alemania fuera derrotada y sus crímenes se mostraran ayunos de justificación profética. Pero nuestro enfoque permite clarificar también otras circunstancias relacionadas con la condición cristiana de la sociedad alemana y su actitud ante el genocidio aliado o la posterior ocupación del país por parte de los vencedores. Cristianos fueron los bombardeos terroristas aliados contra la población civil alemana —Sodoma y Gomorra en el relato delirante del bomber command— y la venganza bíblica, fundada en el discurso neotestamentario, de los cristianos alemanes antisemitas contra los prisioneros judíos. Cristiano fue el hecho de que los alemanes, una vez derrotados en el campo de batalla convencional, no resistieran ya más al invasor. El Werwolf no funcionó porque los alemanes eran, a fin de cuentas y excepción hecha de los pocos ideólogos nazis «fanáticos», cristianos occidentales, es decir, ovejas de un rebaño apátrida con su correspondiente pastor (=rabino judío para amaestrar gentiles). El Werwolf debería haber encarnado algo así como el Vietcong alemán, pero un alemán-cristiano-medio, por muy alemán que fuera, no podía soportar los niveles de sufrimiento exigidos a la resistencia vietnamita. Y, evidentemente, el Werwolf tampoco podía operar de manera efectiva sólo a base de encuadrar a nazis fanáticos (que sí eran capaces de ese tipo de disciplina) sin el soporte logístico y moral, como en toda guerrilla, de la población civil alemana; la cual, evidentemente, en tanto que cristiana, no compartía los valores nacionalistas radicales y heroicos (paganos) de los verdaderos nazis —como el propio Hitler reconoció en sus Tischgespräche (conversaciones de sobremesa). El pueblo alemán, a diferencia del pueblo vietnamita con el Vietcong, le hizo el vacío al Werwolf. De manera que, si la barbarie (la «civilización» según Hoopes y… Chomsky) de los bombardeos terroristas aliados (y de la difusa reacción vindicativa contra los judíos según la teoría funcionalista) remite íntegramente a la matriz cultural del judeo-cristianismo, también es cristiana la incapacidad alemana de enfrentarse hasta las últimas consecuencias con el poder ocupante. Hechos, ambos, inseparables, que constituyen la verdadera ruina del nacionalsocialismo y nos enseñan mucho sobre el significado ético y los valores fascistas de una futura revolución nacional.
Jaume Farrerons PhD
Figueres, la Marca Hispànica, 10 de mayo de 2023.
Fuente: https://carrer-la-marca.eu/29-de-abril-de-1975-o-el-dia-que-vietnam-derroto-a-la-oligarquia/