domingo, marzo 10, 2013

Tribunal de Estrasburgo: España pisoteó los derechos fundamentales de Pedro Varela (2)

Benny Morris, historiador israelí: "había que aniquilarlos".



 
 
 
 
 
 
 
 





Reproducimos aquí un artículo del diario "La Razón" que minimiza la sentencia de Estrasburgo reduciéndola a materia de un mero "error procesal". Desde luego, el autor del artículo podrá hablar de impericia si le place, faltaría más, pero la historia que describe es la de una auténtica persecución donde ha habido de todo, y en especial ganas de hacer daño, pero no "errores". A fin de cuentas, una indemnización de 13.000 euros no compensa el calvario de Varela, así que el perjuicio ya ha sido producido y los torturadores con corbata -políticos que invaden países y cometen o convalidan genocidios- pueden darse por satisfechos. Además, esa multa se abonará con dinero del erario público (nuestros impuestos) y en nada afectará a quienes realmente han gozado con las fechorías descritas y las no descritas, que incluyen el saqueo de la librería Europa por las hordas de antifascistas ante la mirada impasible de la policía. Barcelona, la ciudad de la paz. Conozco esa paz... ¿Es que alguien puede creerse que en Cataluña algo funciona normalmente y que ciertas escenas, como el presunto estacionamiento del director general de los Mossos d'Esquadra ante la sede del nido de espías Método 3 (tanto si mienten los Mossos como si miente el CNP), son simples disfunciones administrativas sin importancia?
 
Un error es un problema de competencia, pero, por mucho que intenten disfrazar la cosa, el tribunal habla de "vulneración de derechos fundamentales". Con el código penal en la mano, habría que añadir: un proceso de acoso institucional, abuso de poder, omisión del deber de perseguir delitos, discriminación por motivos ideológicos y prevaricación sistemática de las respectivas agencias implicadas en cada caso. En suma, una cheká refinada propia de los corruptos y criminales banqueados, técnicos del fraude, la manipulación, el "asesinato selectivo" y el exterminio en masa, que nos gobiernan desde hace décadas. La actuación de la fiscalía y de los magistrados españoles ha sido deliberada, perversa, inquisitorial. Se trataba de "machacar" a un "nazi", de hundirle psicológicamente, de arruinarle la vida... ¿Se puede calificar de "fallo" semejante tropelía, perfectamente organizada a efectos de erradicar un comercio de libros "molesto" para la ultraderecha filosionista?

El periodista es muy indulgente, al parecer debe serlo, no en vano trabaja a las órdenes del sistema oligárquico y todos sabemos que "los profesionales de la información" practican la autocensura, no pueden "decir lo que piensan", ni reflejar nítidamente la noticia o "lo evidente", sino sólo aquello que "se espera" que digan; y si "meten la pata", entonces pierden su puesto de trabajo. En el opresivo capitalismo de los países oligárquicos centrales sólo rara vez utiliza el poder la policía y la cheká (o los "asesinatos selectivos"), éstos quedan reservados para los nazis (o "islamofascistas") como Varela. Pero existen otras formas de "presión", de tácita extorsión: el paro, el fracaso profesional, la ruina económica, social, familiar, psicológica... Con tales amenazas ya se disuade a la mayoría, moralmente muy débil: cuando en una sociedad imperan los valores hedonistas, la capacidad de sufrimiento de la gente es mínima, así que no resulta necesario utilizar la prisión sino con unos pocos recalcitrantes. En la mayor parte de los casos, tenemos a diarios (que son empresas privadas capitalistas) "informando" en función de los intereses de la marca (a eso se le denomina "línea editorial", de hecho, la ideología). No cabe, empero, concebir otro escenario posible en un modelo de sociedad donde el mercado lo domina todo, incluido aquello que deberá ser considerado "la verdad". Ahora bien, sea cual fuere la famosa "línea editorial", cuyo sesgo haría subir los colores a cualquier persona que se lave todos los días, ¿puede una empresa capitalista dejar de ser, en última instancia, "doctrinalmente capitalista", ergo filosionista, ergo "racista" de la ultra hebrea que corta el bacalao en Washington? ¿Y qué pasa entonces con la objetividad -léase: la validez- de la información? Hete aquí lo que sostiene este periodista sin enrojecer de vergüenza:
 
Estrasburgo, en éste y otros tantos casos, sigue las máximas de Voltaire con la legislación en la mano (aunque, repetimos, éste no ha sido el caso que nos ocupa): «No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Etarras, negacionistas del Holocausto, pro-bolcheviques... ¿seguirán teniendo un «bono gratis-legal» para expresar lo que les venga en gana? Y, ¿puede modularse la libertad de conciencia, ideológica y de expresión sobre determinados hechos históricos? ¿O no hay forma legal de regularlo?

Valga lo dicho para los bolcheviques, mas no por pura casualidad, pero los etarras y negacionistas no tienen un "bono gratis-legal" para expresar lo que les venga en gana, los etarras entran en la cárcel bajo la acusación de apología del terrorismo, y existen tipos penales como la instigación al odio racial por los que muchos ultraderechistas han sido también encarcelados. El problema es que dichos tipos no se aplican más que cuando las víctimas o los victimarios pertenecen presuntamente a determinadas ideologías o en circunstancias especiales que el poder considera de su interés (caso de ETA, acusada de "fascista" por "los medios de comunicación" y los propios voceros de las víctimas). Por ejemplo, en la actualidad se puede adquirir el libro del judío norteamericano Theodore N. Kaufman Germany must perish (1941), un plan detallado, puesto además en práctica, de exterminar al pueblo alemán, todo ello sin ningún problema legal. Yo mismo compré dicha joya literaria en la red. Los jueces no requieren que esa "obra" vaya ni siquiera precedida de un prólogo explicativo que condene su bochornoso contenido. Y tenemos casos como el del historiador israelí Benny Morris justificando el exterminio de los indígenas norteamericanos y la expulsión de los palestinos en nombre del "buen fin general":
El Estado judío no habría nacido sin la expulsión de 700.000 palestinos. Así pues, había que expulsarlos. No había otra opción que expulsar a la población. (...) Tampoco la gran democracia estadounidense se podría haber creado sin la aniquilación de los indios. Hay casos en que el buen fin general justifica los actos implacables y crueles que se cometen en el curso de la historia.
O a Sir Artur Harris sosteniendo que volvería a cometer los mismos actos (crímenes de guerra según la "legislación humanitaria" aplicada sólo al enemigo) y justificándolos:
 
 
 
 
Me parece que ningún juez español procesaría a un librero por vender Germany must perish o a Benny Morris por su pública legitimación de la "limpieza étnica". ¿Alguien reprochará su indignidad a Harris tras abonar los bombardeos terroristas contra Alemania? No sólo no se le reprochará nada, antes bien, a Churchill, el jefe de Harris, le erigirán un monumento en Barcelona¿Cómo quieren que los nazis, los "skin-heads", los fascistas y demás "infrahombres" (entre los que me incluyo, por supuesto) se tomen en serio la "legislación humanitaria"? Habría que ser un rematado imbécil para hacerlo.
 
Tampoco publicará el diario "La Razón" un artículo denunciando la impunidad, no ya de los genocidios perpetrados por el lado capitalista del mundo, sino como poco su expresa justificación en aras de las "ideas modernas" (=racismo de la extrema derecha judía). De ahí que tengamos el deber moral de rechazar todo este putrefacto dispositivo de represión legal de la opinión, esa inquisición hipócrita que persigue a los nazis y sólo a los nazis (cuando conviene, claro), mientras tolera conductas idénticas o peores de quienes mandan en el hemisferio occidental y de aquellos otros a los que los amos sionistas, por el motivo que sea (casi siempre hediondo), han decidido otorgar el beneficio de la eterna exoneración. Así que nosotros no compartimos las opiniones de Pedro Varela, pero sí su derecho a expresar cualquier idea, incluso la más absurda y reaccionaria. O eso o promúlguese una ley realmente "igual" para todos, una ley que no permita la justificación de ningún genocidio y que para empezar reconozca la existencia de los crímenes de lesa humanidad que se han perpetrado bajo las banderas del "humanitarismo" y no sólo el genocidio del (presunto) "pueblo escogido".
 
La Marca Hispánica
10 de marzo de 2013
 
 
http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/1416926/la-razon-del-domingo/un-paraiso-de-la-literatura-nazi#.UTze-tajOSq

Pedro Varela, en la Librería Europa, tenía 20.900 libros revisionistas del Holocausto. Ahora, Estrasburgo ha condenado al Estado español a indemnizarle con 13.000 euros. En realidad, el Alto Tribunal no ha estudiado la presunta «violación del derecho a la libertad de conciencia» ni «el derecho a la libertad de expresión» –recogidos respectivamente en sus artículos 9 y 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos–, sino que condena a España por un error procesal: «En tanto que el acusado no ha tenido oportunidad de defenderse ante un cambio de calificación del delito», resume Cristina Gortázar, profesora de Derecho Internacional de la cátedra Jean Monet de la Universidad de Comillas, y añade: «La Audiencia Provincial de Barcelona no podía condenar a una persona por algo que no estaba en la causa y al Sr. Varela, el 5 de marzo del 2008, se lo hicieron».
Centro de apología nazi
El caso ha llegado al Alto Tribunal de Derechos Humanos, que ha dado carpetazo esta semana a un periplo judicial que arrancó en 1996 y que le costó al librero Varela siete meses de prisión. «La Librería Europa fue intervenida por orden del fiscal jefe de Cataluña al considerar que era un centro de apología nazi; en el registro, los Mossos d´Esquadra intervinieron el archivo de la organización Cedade (Círculo Español de Amigos de Europa) así como 20.900 libros con contenido fundamentalmente revisionista. Se detuvo al dueño por negación de genocidio y en 1998 fue condenado por el Juzgado de lo Penal nº 3 de Barcelona a cinco años de prisión por dos delitos: el de negación del genocidio y el de provocación al odio racial», dice su letrado, José María Ruiz Puerta.
Fue el principio de una batalla legal que ha ganado el dueño de la Librería Europa. Se interpuso un recurso en el que los abogados del encausado argumentaban que era inocente del delito de provocación al odio racial y que, además, el delito de negación del genocidio era inconstitucional. En 2007 el TC les dio la razón: sentenció que negar el Holocausto entraba dentro de la libertad de expresión. «Así –prosigue el abogado Ruiz Puerta–, la Audiencia Provincial, en una última vista para revocar la anterior, declaraba a Varela inocente del delito de provocación al odio racial y rebajaba la condena a siete meses de prisión, pero lo hizo por un delito distinto al de negación de genocidio. Le condenaba por justificar el genocidio a través de la multitud de libros neonazis que vende en su Librería Europa».
Aquí llegó el error por el que la defensa del librero pudo interponer (agotada la jurisdicción nacional) ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Ha sido éste el que ha condenado a nuestro país por vulneración al impedir una defensa adecuada, debido a un cambio de calificación del delito. Como la profesora Gortázar resume: «La Audiencia Provincial de Barcelona le ha servido en bandeja su sentencia a Estrasburgo».
Aun así, el abogado de Varela, que se ha salido con la suya, muestra un cierto amargor: «Pese a ser favorable, ha sido una pena que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no se pronunciara sobre la vulneración de los derechos a la libertad ideológica y de expresión, para crear una jurisprudencia que dé seguridad jurídica a los ciudadanos europeos», pero, continúa, «el éxito de la sentencia ha sido notable pues se concluye que los que están obligados a proteger los derechos humanos, los jueces, han sido los que han violado el derecho fundamental a la defensa; una paradoja que exige una profunda reflexión».
El delito o no de vender libros
Si el juicio está mal sustentado, el TEDH sólo puede fallar de la forma que lo he hecho con Varela. Porque «en Estrasburgo, los límites a la libertad de expresión son bastante tímidos», relata la profesora de Derecho Internacional de la Universidad de Comillas. Basta referirse al caso que citan los abogados del librero en sus alegaciones: un periodista danés contra su país, que también llegó al Alto Tribunal. Su programa de televisión emitió opiniones de un «skin» expresando que los negros eran animales. La Corte le absolvió alegando que el periodista sólo reflejaba una realidad. Los letrados españoles invocaron a esa sentencia para reflejar que su defendido sólo vendía libros y que la maldad está en quien saca sus propias conclusiones.
Estrasburgo, en éste y otros tantos casos, sigue las máximas de Voltaire con la legislación en la mano (aunque, repetimos, éste no ha sido el caso que nos ocupa): «No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Etarras, negacionistas del Holocausto, pro-bolcheviques... ¿seguirán teniendo un «bono gratis-legal» para expresar lo que les venga en gana? Y, ¿puede modularse la libertad de conciencia, ideológica y de expresión sobre determinados hechos históricos? ¿O no hay forma legal de regularlo?
Según argumenta el doctor en Derecho Internacional José Ángel López Jiménez, autor del libro «Conflictos congelados en la ex Unión Soviética», «en Alemania habrían condenado a Pedro Varela. Posiblemente –y según interpretación–, también en Francia, Suiza o Austria. En el Reino Unido no se ha abierto nunca un proceso por tener la opinión de negar la veracidad un hecho histórico, sea cual fuere y, según las legislaciones de Italia o Polonia, lo más probable es que no se persiguiera». En Francia la «Loi Gayssot», que «prohíbe la expresión racista, antisemita o xenófoba», contempla al menos tres años de cárcel a los negacionistas o personas que expresan dudas sobre el exterminio judío. En Alemania, están penalizadas las dudas sobre el Holocausto en público según el artículo 130 y se considera como «incitación al odio». Mucho estados (Suiza, Eslovaquia, República Checa) tipifican esta conducta como delito.



Un centenar de jóvenes aprovecha la huelga para saquear la Librería Europa

Los manifestantes han destrozado el local y han lanzado el material a la calle.

Luis Garrido | Xiana Siccardi | Barcelona

Actualizado miércoles 29/09/2010 13:01 horas.

Un centenar de jóvenes encapuchados han aprovechado la agitación que vive el centro de Barcelona por la huelga general para provocar graves incidentes en una jornada que, hasta mediodía, se había vivido en relativa calma.

Ha sido hacia las 12.00 cuando un centenar de jóvenes, acompañados por banderas negras, han forzado la entrada de la polémica Librería Europa, conocida por la distribución y venta de material vinculado con el nazismo, saqueándola posteriormente y destrozando su interior.

Situada en la calle Séneca, muy cerca de la Diagonal, la librería ha sufrido un ataque que ha finalizado con la destrucción y abandono en plena calle de parte del material con el que trabajan entre libros, efigies, banderas e incluso algún electrodoméstico.

Los manifestantes han abandonado después el lugar en dirección a Rambla Catalunya sin que nadie se lo impidiera y ante la mirada estupefacta de los vecinos. Antes de irse han dejado varias pintadas en la puerta del establecimiento que rezaban 'fora feixistas' (fuera fascistas) e 'hijos de puta'.

Destrozos en tiendas de Rambla Catalunya

Un grupo de unos 40 encapuchados, por otro lado, han protagonizado varios incidentes durante su recorrido por Rambla Catalunya. Allí se han dedicado a destrozar escaparates de las tiendas que seguían abiertas, así como a volcar contenedores de basura, informa Xiana Siccardi.

Uno de los negocios que peor parado ha salido en los ataques vandálicos ha sido un establecimiento de la cadena de hamburgueserías Burger King, cuyo escaparate ha acabado completamente destrozado.

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/29/barcelona/1285755654.html


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