Eric Hobsbawm
Al hilo de los crímenes contra la paz perpetrados supuestamente por Alemania y así juzgados y condenados en Nüremberg, convendría, en primer lugar, plantear la siguiente pregunta: ¿quién desencadenó el conflicto? Para el gran público es evidente que fue Adolf Hitler. Él ordenó, en efecto, la invasión de Polonia en coherencia con un diabólico plan expansionista de alcances mundiales. Sin embargo, los hechos no concuerdan con esta visión popular inducida por Hollywood, el "mundo de la cultura" y los medios de comunicación. Me basaré para sostener semejante afirmación en el relato de Eric Hobsbawm, un historiador antifascista que, no obstante, debe reconocer lo siguiente:
Por su parte, los políticos realistas, partidarios del apaciguamiento, mostraban una falta total de realismo al evaluar la situación, incluso en 1938-1939, cuando cualquier observador atento comprendía ya que era imposible alcanzar un acuerdo negociado con Hitler. Eso explica la tragicomedia que se vivió durante los meses de marzo-septiembre de 1939, que desembocó en una guerra que nadie deseaba, en un momento y un lugar que nadie (ni siquiera Alemania) quería y que dejó a Francia y Gran Bretaña sin saber qué era lo que, como beligerantes, debían hacer, hasta que fueron barridas por la Blitzkrieg (Hobsbawm, E., Historia del Siglo XX, Barcelona, Crítica, 1995, p. 160).
Si nadie quería la guerra, ¿cómo pudo estallar? Más concretamente, si no la quería "ni siquiera Alemania", ¿en qué se basan las acusaciones de la página 44 de la misma obra, donde Hobsbawm, contradictoriamente con lo dicho en la página 160, sostiene lo siguiente?:
Si se pregunta quién o qué causó la Segunda Guerra Mundial, se debe responder, con toda contundencia: Adolf Hitler.
"Contundencia", pero añadiendo a continuación:
Ahora bien, las respuestas a los interrogantes históricos no son tan sencillas.
Está claro que Hobsbawm "torea" aquí con un dogma político: no puede negar la "fe moderna", pero en tanto que historiador es perfectamente consciente de que se trata de eso, de un "postulado" preteórico compartido "con raras excepciones" por todo "historiador sensato". ¿Sensato con respecto a qué, a su carrera profesional, quizá? Ya conocemos cuál ha sido el destino de Pío Moa como consecuencia de cuestionar ciertos dogmas sobre la Guerra Civil Española, en los que algún día entraremos. Para cualquier persona "sensata", precisamente, la afirmación de que Hitler fue el causante de la guerra y de que Hitler no quería la guerra cuando ésta se desató (y fue declarada, pero no por Alemania, sino por Francia e Inglaterra) son contradictorias y forman parte del mismo tipo de misterios que la famosa "singularidad de Auschwitz".
Para salir del apuro, Hobsbawm sostiene que Hitler "se equivocó en sus cálculos" y "los estados occidentales le declararon la guerra" (p. 160). Así, Hitler provocó la guerra aunque no la quería, y las potencias occidentales "declararon la guerra" pero no la provocaron. El historiador se ve forzado a hacer equilibrismos dignos del doblepensar de Orwell. La "explicación" de Hobsbawm concluye así:
La ocupación alemana de Checoslovaquia en marzo de 1939 fue el episodio que decidió a la opinión pública de Gran Bretaña a resistir al fascismo.
!La opinión pública de Gran Bretaña decidió resistir al fascismo! No suena muy convincente esta narración de los hechos cuando incluso el propio Churchill, el más belicista de los líderes ingleses (y debía de serlo más que, como poco, las amas de casa de la isla) consideró que el fascismo representaba un baluarte contra el comunismo y había elogiado al régimen de Mussolini en abundantísimas ocasiones. La motivación de "resistir al fascismo" resultaría aceptable atribuírsela a un antifascista de extrema izquierda, pero no a la prudente y conservadora "opinión pública" de un país mercantil como la Gran Bretaña, patria del comfort. En suma, de acuerdo con la fábula de Hobsbawm, el belicismo inglés obligó al gobierno de Londres y éste arrastró al de Paris:
A su vez, ello forzó la decisión del gobierno británico, hasta entonces remiso, y éste forzó a su vez al gobierno francés, al que no le quedó otra opción que alinearse junto a su único aliado efectivo. Por primera vez, la lucha contra la Alemania de Hitler no dividió, sino que unió a los británicos, aunque todavía sin consecuencias.
!Sin consecuencias nada menos que el desencadenamiento de una guerra mundial! Una guerra no querida por nadie, sólo por masas inglesas convertidas de repente al antifascismo (discurso staliniano) de las Brigadas Internacionales! Quisiera saber cómo se documenta, cómo se demuestra que el pueblo británico quiso la guerra contra Alemania para "resistir al fascismo". Sólo pido alguna prueba de semejante pretensión. ¿De qué manera, además, "lo supo" el gobierno británico? ¿Acaso encargó una encuesta? ¿Se guió por los titulares de los periódicos? ¿Vamos a confundir la opinión pública con la "opinión publicada"? Se nos han contado siempre historietas ejemplarizantes con papeles bien repartidos de "buenos" y "malos", pero ya no estamos de humor para la habitual tomadura de pelo de los "intelectuales".
No se puede negar que en la doctrina política de Hitler detectábase nítidamente el proyecto de invadir Rusia y erradicar el comunismo, pero Inglaterra era precisamente el primer país que podía contemplar semejante ideario como una garantía de que los bolcheviques no extenderían por toda Europa sus atroces y, estos sí, declarados planes de exterminio, ya suficientemente acreditados, con 13 millones de víctimas, por las mismas fechas en que Alemania se anexiona Checoslovaquia e invade Polonia. Sobre el imperialismo y colonialismo alemán conviene añadir que tampoco eran potencias coloniales como Inglaterrra y Francia las instancias más apropiadas para crititar a Hitler por su aspiración de aplicar al Este de Europa aquello que los ingleses y los franceses llevaban siglos practicando en Africa, la India y el mundo entero. Y era el racismo contra los pueblos de color y la explotación económica más descarada de los países coloniales, y no los "derechos humanos", aquello que sustentaba los imperios británico y francés. Unos imperios conquistados, conviene, en fin, recordalo también, a cañonazo limpio y no a base de repartir confetti entre los indígenas. ¿Había algo que reprocharle a Alemania -país harto retrasado en el reparto de la tarta planetaria- que esta castigada nación no hubiese aprendido, con sangre o sin ella, de Gran Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos? ¿O es que el imperialismo y el racismo sólo son "perversos" cuando ostentan signo germánico y amenazan los intereses hegemónicos racistas e imperialistas de Londres, París y Washington?
Por tanto, con respecto a la ideología geopolítica de Hitler, cabe afirmar de forma contundente que no se diferenciaba, en lo fundamental, del imperialismo occidental, y que no pudo ser la "causa" unilateral de la Segunda Guerra Mundial porque, compartida por todos los países europeos, incluida la pequeña y genocida Bélgica, estaba bien lejos de caracterizar a Alemania. ¿Dónde ha sido demostrado que la invasión de Polonia pueda definirse como el primer paso hacia una guerra mundial planeada por Hitler, máxime cuando los objetivos ideológicos del Führer habíanse fijado en el Este y, precisamente, resulta que Hitler era, a la sazón, aliado de la Unión Soviética? Por mucho que la doctrina geopolítica nazi incluyera la Ucrania anexionada funcionando como granero de una Gran Alemania (al igual que la concepción inglesa incluía la esclavitud del subcontinente indio), esto era ideología y no "explica" sin más el factum concreto de la invasión alemana de Polonia el 1º septiembre de 1939. En cambio, tenemos por incontestablemente cierto que fueron Gran Bretaña y Francia quienes declararon la guerra a Alemania alegando los derechos de la Polonia invadida, cuando, sorprendentemente, no declararon la guerra a la URSS a pesar de que, en cumplimiento del pacto Molotov-Ribbentrop, ésta también invadió Polonia y luego se anexionó Lituania, Letonia y Estonia. Por si fuera poco, la URSS invadió además Finlandia, pero los adalides de la "democracia" jamás movieron un dedo para preservar la independencia de dichos países. De tales evidencias sólo cabe concluir que la "defensa" occidental de Polonia se esgrimió como una típica coartada humanitaria de los fariseos de siempre, esta vez para desencadenar una guerra de exterminio contra Alemania. Insistamos: no contra el "fascismo" per se, sino contra una Alemania a la que el fascismo había vuelto más poderosa. !El problema era Alemania (entiéndase: una Alemania fascista y no una Alemania fascista)! La pregunta: ¿quién quiso esa guerra en Inglaterra si no la quería el pueblo británico ni tampoco buena parte del estamento político londinense?
Me parece que el ataque norteamericano a España (con el fraudulento autohundimiento del acorazado "Maine"), que provocara la denominada guerra de Cuba, o la reciente guerra de agresión aliada contra Iraq, ilustran a satisfacción sobre el tipo de mecanismos que pueden llevar a las potencias capitalistas occidentales a desencadenar un conflicto bélico. Sostengo que el análisis comparado permite comprender la Segunda Guerra Mundial como una guerra de agresión del mismo tipo que las provocadas por ciertos "poderes económicos" de occidente contra potencias que podían resultar molestas para sus designios de hegemonía mundial. La cruzada "democrática" (!ja, ja, ja!) de 1939-1945 equivale, en los hechos, a un anticipo de cosas tan "humanitarias" como la guerra de Iraq (2003). Ahora ya no pueden engañarnos los oligarcas occidentales con su cómic del soldado Ryan ("un hombre decente"), conocemos perfectamente su catadura moral: hémosla visto actuar ante nuestros propios ojos a lo largo de décadas, la gente común sufre ya a estos criminales y experimenta las consecuencias del "antifascismo" en sus propias carnes y en la miseria de familias que son nuestros vecinos... Somos conscientes de que el 11-S constituye sólo el montaje de un casus belli de parecidas características al invento de las "armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein o el "programa nuclear" iraní. La invasión de Polonia por Hitler, inevitable a tenor de los abusos perpetrados por occidente contra Alemania en el Tratado de Versalles, juega el mismo rol propagandístico que la "amenaza" iraquí o "islamofascista", y "el Holocausto" que los crímenes de Saddam Hussein en Kurdistán y Bashar el-Assad en Siria, legitimación a posteriori de la "guerra justa" esgrimida siempre por los "santurrones" judeocristianos (mientras Blackwater cuenta las monedas). Los genocidios sólo pasan a ser importantes cuando conviene a la banca y según quien los cometa o cuáles sean las víctimas; "amenazas" o "agresiones" son siempre las acciones militares del enemigo, pero del enemigo... de los "inversores" (para decirlo suavemente). Nos hemos aprendido de memoria las fórmulas exoneradoras de la farsa humanista, y si no creemos a Rajoy cuando explica sus relaciones con Bárcenas, o la versión oficial del 11-M, ¿por qué habríamos de creernos las mentiras sobre las causas de la Segunda Guerra Mundial? ¿Acaso un límite sagrado o una mágica solución de continuidad separa ambas series de hechos? ¿Es que el cuestionamiento del pueril imaginario de Hollywood hace tambalearse el equilibrio psicológico y hasta la identidad personal de analistas por lo demás honestos y críticos con los EEUU o Israel?
Lo dicho no abona, conviene subrayarlo, a Hitler, ni convierte a los nazis en hermanitas de la caridad por el simple hecho de haber combatido con singular y heroica determinación el canallesco poder mundial de la oligarquía financiera, pero la patencia de los hechos nos fuerza a retomar, como siempre, el fenómeno del antifascismo, la barrera simbólica invisible que protege a los eternos criminales impunes y distorsiona el sentido mismo de la narración histórica hasta hacerla literalmente incomprensible, mítica (=no científica).
Lo dicho no abona, conviene subrayarlo, a Hitler, ni convierte a los nazis en hermanitas de la caridad por el simple hecho de haber combatido con singular y heroica determinación el canallesco poder mundial de la oligarquía financiera, pero la patencia de los hechos nos fuerza a retomar, como siempre, el fenómeno del antifascismo, la barrera simbólica invisible que protege a los eternos criminales impunes y distorsiona el sentido mismo de la narración histórica hasta hacerla literalmente incomprensible, mítica (=no científica).
La respuesta a la pregunta que plantea esta entrada del blog es que hubo intereses ocultos y bastardos en la declaración de guerra a Alemania. Son esos "intereses", y no la maldad hollywoodiense de "los nazis", un cuento para esos niños adultos que son los ciudadanos occidentales acunados entre los algodones de la sociedad de consumo, los causantes de la Segunda Guerra Mundial. Ésta no la provocó Hitler. Es un hecho: Hitler no quería una guerra mundial ni pretendió -y existen razones y fundamentos adicionales, que ahora no desarrollaré, para sostener esta afirmación- agredir a Francia e Inglaterra. ¿Por qué Londres desencadenó y promovió entonces esa guerra mundial contra Alemania en nombre de las consabidas paparruchas humanitarias? Un auténtico historiador debería poder responder a esta pregunta de forma convincente. Pero la política, la misma política que "quiso" el desastre, impide a los historiadores occidentales reconocer la verdad cuando la tienen ante sus mismísimas narices. Y hasta que los ciudadanos no comprendan la relación existente entre estos hechos aparentemente tan alejados de sus vidas cotidianas y las atrocidades que la oligarquía está perpetrando en perjuicio de los trabajadores de la nación, toda "lucha social de izquierdas" será corta de miras, e incluso ciega, por lo que respecta al verdadero enemigo político, aquello que todos los pueblos del mundo deben combatir sin piedad. El capitalismo, empero, ya envenenó a la izquierda tiempo ha con los "valores burgueses", de ahí la impotencia de las fuerzas políticas socialistas, si es que queda algo de ellas en la hedionda realidad de los parlamentos "democráticos" de occidente, a la hora de plantarle cara a esa bestia asesina denominada Gran Capital.
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
1º de enero de 2013
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
1º de enero de 2013
Enhorabuena. Excelente e interesantísimo artículo. Siempre estoy muy atento al blog. Saludos
ResponderEliminarGracias, Nacho.
ResponderEliminarBuen texto, muy bien redactado.
ResponderEliminarReflexión fundamental:
"Haber combatido con singular y heroica determinación el canallesco poder mundial de la oligarquía financiera".
Este fue el verdadero motivo del conflicto bélico.
Gracias Frel.
ResponderEliminarExcelente articulo de lo que realmente sucedió en la Segunda Guerra Mundial, la historia es muy diferente de la que nos han contado, y al final los beneficiarios fueron los mismos que luego se beneficiaron de Vitnam o Iraq (banqueros, finanza internacional, magnates).
ResponderEliminarMuy buen apunte Jaume, dentro de tu linea habitual... Sabes q tengo el corazón partido entre la honestidad intelectual q requiere el rigor histórico y los grandes e innegables beneficios q ha aportado el sistema capitalista a nuestra civilización. Llevo años compartiendo amores y todavía no me he decidido, corazón loco....
ResponderEliminarPues decídete y elige bando de una vez, Jackobs. Aquí a los usureros les cortamos las pelotas tras un juicio sumarísimo de 10 segundos de duración. Y tú ya has confesado.
ResponderEliminarComentarios del fiscal: Los beneficios a la civilización vienen de la ciencia y del pensamiento racional, no del capitalismo. El capitalismo se ha apropiado de la ciencia para hacer negocio y nos conduce al desastre social, ético, cultural, nacional y ecológico.
Sentencia: tienes 24 horas para retractarte, fíjate que somos generosos, o serás condenado a la ignominia ideológica perpetua. Te advierto que esto es peor que una "fatwa".
Todavía hay mucha gente que cree que la guerra fue desencadenada por Hitler, gente que no sabe siquiera que la guerra fue declarada a la Alemania nacionalsociallista por las potencias democráticas; pero la mayoría de la gente que sí lo sabe, así como la que no lo sabía pero lo acaba reconociendo, justifica esa declaración de guerra principalmente en dos puntos: la persecución contra los judíos y la invasión de Polonia.
ResponderEliminarRespecto al segundo, la invasión de Polonia, el artículo de Jaume Farrerons ya lo refuta con creces, por lo que poco o nada podría añadir yo.
Pero respecto al primero, la persecución contra los judíos, sorprende cómo los países que supuestamente defendían a los judíos (Inglaterra y Francia sobre todo), pusieron muchas trabas para acoger a aquellos que huían de las persecuciones "nazis", de manera que en la práctica sólo eran acogidos aquellos que tenían recursos económicos. Tengo entendido que, sorprendentemente, aparte de Suecia --representada por el controvertido diplomático Raoul Wallenberg, que acabó mal en manos soviéticas--, el país que más acogió a los judíos perseguidos fue --agárrense-- España; sí, señor, el país aliado --aunque "no beligerante"-- de las potencias del Eje... Se dice que, por eso, cada 20 de noviembre --fecha en que falleció Franco--, las comunidades judías de Occidente hacen un acto de recuerdo hacia el Generalísimo...
En mi opinión, la verdadera causa por la que los poderes fácticos --el Gran Capital-- declararon la guerra a la Alemania nacionalsocialista fue económica: no podían dejar pasar que Hitler substituyera el patrón oro por el patrón trabajo, haciendo que, de esta manera, Alemania fuera un país económicamente independiente, autosuficiente y al margen de crisis financieras, algo que, inevitablemente, nos pone en relación con la situación actual. Es decir, que, en el fondo, los judíos y los polacos les importaban un comino a las potencias democráticas: eran sólo un falso casus belli.
Y ahí siguen y siguen en televisión esos pseudorreportajes y esos pseudodocumentales sobre el holocausto y sobre lo malísimos que eran los "nazis" para tapar la que --repito: en mi opinión-- fue el verdadero casus belli.
¡Ah!, y muy buena la tira de viñetas cómicas (por el concepto, ya que la factura del dibujo deja que desear) que se ha puesto al final del artículo a última hora. Por desgracia, la propia realidad ha superado el chiste o la situación humorística...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con lo que dices, Vailos Laros.
ResponderEliminarUna gran mayoría los judíos antes y durante la guerra huyeron a la antigua URRS y los EE.UU., dos de los países donde más judíos habitan.
ResponderEliminarEs paradójico que Francia e Inglaterra pusieran muchas trabas para aceptar a judíos que huían de Alemania, cuando en realidad fue la alta finanza internacional quien provocó la guerra por los motivos ya conocidos, una oligarquía finaciera precisamente dominada por judíos.
A la oligarquía financiera es obvio que le importara bien poco los polacos tal como afima Laros,de hecho conocía(y creo yo promovió) el tratado de no agresión entre la URSS y Alemania, que contemplaba la invasión del territorio polaco por ambos países, la trampa tendida a Alemania para iniciar así la guerra, silenciando y minimizando durante décadas la invasión por el este de los soviéticos.
Según algunas fuentes sobre historia el número de judíos que acogió el franquismo no llegó a 2.000, por lo tanto fue una minoría en relación a los que supuestamente huyeron, que la mayoría vuelvo a repetir fueron a los EE.UU. y a la antigua URSS poco antes de iniciarse la guerra y durante su desarrollo. Siempre claro que las cifras sobre los judíos que se marcharon sean veraces, porque está demostrado que en Alemania,Polonia y centro-europa no había más de 3 millones, en cuestión de cifras la manipulación es algo muy común.
ResponderEliminarCuando se habla de persecuciones habría que analizar la situación de cada caso en la historia y relativizar la importancia de los acontecimientos.
Sobre las viñetas incluidas al final del texto, muy significativas, aunque parezca humor la realidad no está muy alejada, yo diría que está bien cerca. Destacar también el fenotipo del "apuntador", muy real también.
ResponderEliminarA Frel: tienes razón, la antigua URSS y los EE. UU. fueron los países que más acogieron a judíos perseguidos por los "nazis" antes y durante la II Guerra Mundial.
ResponderEliminarEn realidad, lo que yo quería poner de relieve, y también como algo paradójico, es el hecho de que, dentro de la Europa occidental, la España franquista, aliado "ideológico" de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini, acogiera a judíos mientras que los muy democráticos Inglaterra, Francia y otros pusieran trabas para acogerlos.
Sí es paradójico, tal como afirmas,además teniendo en cuenta que una gran mayoría de judíos gozaban de una buena posición económica, por otro lado hay un aspecto desconocido para una gran mayoría, hay historiadores que afirman que el gobierno de Hitler negoció con numerosos países fuera de Europa para el envío de judíos y la inmensa mayoría se negó, sólo algunos estaban dispuestos pero a cambio de mucho dinero.
ResponderEliminarUn saludo al blog.
Siempre es un gozo leer tus publicaciones en ese estilo tan propio, compartir y coincidir en ideas y conclusiones.
ResponderEliminarGracias: !te maldigo! Un abrazo.
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