El genocida Winston Churchill.
Se ha
difundido el mito de que los alemanes “bombardearon Londres” y sólo el
contraataque británico arrasó las ciudades alemanas. El contexto general interpretativo de la culpabilidad alemana considérase poco menos que un postulado indiscutible. Sobre esto conviene
aclarar: 1/ los ingleses bombardearon Berlín y decenas de ciudades alemanas antes de que los alemanes bombardearan
Londres o Coventry en represalia, y éstos son hechos completamente probados que
ni siquiera los historiadores ingleses niegan, aunque la prensa, la
literatura y el cine acostumbren a reproducir las habituales fábulas
exoneradoras para el consumo de masas; 2/ los ingleses no se limitaron a bombardear ciudades, sino que,
de acuerdo con un plan concebido ya entreguerras, pretendían el exterminio
masivo de civiles y diseñaron sus actuaciones, incluso por lo que respecta a la
ingeniería del armamento, con este fin, mientras que los alemanes, cuando en
1940 y 1941 actuaron en respuesta a los ataques ingleses, se sirvieron de
armamento convencional para destruir instalaciones, no para quemar vivos en sus
casas a millones de civiles. Respecto a la primera cuestión, apelamos a las
obras de Nicholson Baker Humo Humano. Los orígenes de la Segunda Guerra Mundial y el fin de la civilización (2009) y Geoffrey Regan Guerras, políticos y mentiras (2006). Baker cita a James Spaight, secretario
del Ministerio del aire y teórico del bombardeo estratégico (Baker, 165):
"Empezamos a bombardear objetivos en tierra alemana
antes de que los alemanes empezaran a bombardear objetivos en tierra británica."
Se puede
incluso fijar la fecha exacta en que los ingleses decidieron iniciar ataques
aéreos sistemáticos a ciudades: el 15 de
mayo de 1940. Las dudas sobre la posible respuesta alemana se consideraron
de manera expresa (Baker, p. 169):
Hugh Dowding, jefe del Mando de Caza, dijo que
Inglaterra no debía desistir de su propósito por temor a sufrir ataques de
represalia. Estos ataques “forzosamente se producirán tarde o temprano”.
Churchill se mostró de acuerdo. “Debemos contar con que este país será atacado
como respuesta”, dijo.
Hasta el 29 de septiembre de 1941, estos ataques no se articularon en forma de un verdadero plan de exterminio. Baker describe, empero, los tempranos métodos de terror de la aviación británica ya en junio de 1940:
Arrojaron bombas sobre Düsseldorf cuando la gente
salía de los refugios para sofocar los incendios. En Münster y Wertheim la RAF
iluminó partes de la ciudad y luego voló bajo y ametralló a los bomberos. “Un
odio intenso a Inglaterra se está concentrando –informó el servicio de sondeos
de opinión de Ohlendorf- y pide venganza una y otra vez”.
En un
memorándum a Max Beaverbrook con fecha de 8 de junio de 1940, Churchill expone
sus planes para vencer a Hitler en términos que despiertan una duda razonable
sobre quién es quién en esta manoseada película de “el bien contra el mal” que
estamos tan acostumbrados a contemplar desde la comodidad del más repugnante
fariseísmo moral:
“Pero hay una cosa que le hará volver y provocará su
caída –escribió Churchill-, y esa cosa es un ataque absolutamente devastador y
exterminador contra la patria nazi a cargo de bombarderos muy pesados (…).”
El 19 de
julio de 1940, Hitler presentó una propuesta de paz a Inglaterra, país al que no
consideraba un enemigo político ni militar, siendo así que el objetivo de Hitler
era la expansión hacia el Este. Los ingleses habían sido derrotados en tierra y
Francia yacía ocupada. La respuesta inglesa fue plantear un ataque aéreo a
Berlín; así, el reconocido sádico Charles Portal escribe (Baker, p. 198):
“El primer ministro preguntó qué se podía hacer en
relación con bombardear Berlín, y le di la fecha del 1 de septiembre”.
Portal, uno
de los máximos responsables del bombardeo estratégico, había sido descrito como
una personalidad “cruel” en la propia prensa inglesa incluso antes de ocupar el
cargo de carnicero aéreo que le haría tristemente famoso. En agosto de 1940, la
RAF bombardeó Hamburgo, Hannover, Münich… La prensa alemana, por ejemplo el “Zeitung”
de Bremen, clamaba que “Gran Bretaña pierde su honor”. De hecho, Churchill
estaba “provocando” desesperadamente a los nazis, siendo así que las ofertas de
paz de Hitler habían encontrado mucho eco entre la población inglesa. Churchill
estaba preocupado porque el pueblo inglés no odiaba a los alemanes todo lo que él
deseaba y parecía necesaria una “buena” masacre de ingleses para convertir a
las gentes en cómplices vocacionales del plan de exterminio del pueblo alemán.
Así que Churchill anhelaba una respuesta alemana que, de paso, indignara a los
Estados Unidos y motivara a Washington para entrar en la guerra (Baker, p. 204):
Charles de Gaulle se encontraba en Chequers. Era
agosto de 1940. Churchill estaba esperando el ataque aéreo de los alemanes y,
según recordó De Gaulle más tarde, le resultaba difícil soportar la espera.
Alzó los puños hacia el cielo. “¡No vienen!”, exclamó. “¿Tanta prisa tiene por
ver sus ciudades reducidas a escombros?”, preguntó De Gaulle. “Verá usted, el
bombardeo de Oxford, Coventry, Canterbury, provocará una oleada de indignación
tan grande en Estados Unidos ¡que entrará en la guerra!”, repuso Churchill.
Ese hombre malvado, depositario y encarnación de
muchas formas de odios desmoralizadores, este fruto monstruoso de viejas
injusticias y vergüenzas, ha decidió ahora tratar de acabar con la famosa raza
de nuestra isla mediante un proceso de matanza y destrucción indiscriminada.
Mientras Churchill deseaba y planeaba la matanza, acusaba a Hitler de provocarla. El estadista inglés actuaba como un psicópata. Los historiadores han demostrado y es en la actualidad una evidencia totalmente indiscutida, que Inglaterra se preparaba para este tipo de enfoque genocida de las acciones bélicas ya desde antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, la aviación alemana, según Reagan, no estaba concebida para exterminar poblaciones en masa, sino para el mero apoyo táctico a las fuerzas terrestres (Regan, p. 36):
¿Tenían los alemanes una extensa flota de bombarderos
de largo alcance? No, no disponían de ningún bombardero cuatrimotor ni
planeaban construirlos. Su fuerza estaba en la aviación de apoyo a las fuerzas
de tierra –los Stuka- y en los rápidos y modernos cazas Me-109, con los que
contaba enfrentarse a los bombarderos británicos.
Esta
información ha sido confirmada por diversas fuentes; citaremos aquí el
exhaustivo ensayo de Jörg Friedrich El incendio, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones en este blog (Friedrich, p. 66):
La doctrina de Trenchard se inspiraba en la estrategia
de minar la moral del enemigo a base de borrar sus ciudades. Las fuerzas aéreas
alemanas no estaban adaptadas a este tipo de operaciones, más bien constituían
un apoyo táctico: despejaban el camino a otras unidades y mantenían viva la
ofensiva terrestre.
Conclusión de Friedrich (p. 63):
El giro que se produjo en 1940 no pretendía luchar
contra un ejército enemigo, sino contra sus poblaciones civiles, contra sus
ciudades. A diferencia de lo que había sucedido en Varsovia y Rotterdam, no se
trataba de una medida tomada en la guerra, sino de la llave de todo el
conflicto, la estrategia.
Los alemanes
podían bombardear los emplazamientos militares e industriales de las ciudades
enemigas, en ocasiones con dureza y absoluta falta de escrúpulos, pero no concebían dichos bombardeos aéreos como un medio
para asesinar en masa a 15 millones de civiles dentro de un plan general de exterminio de la población. Véase, según Wikipedia, el caso de Rotterdam, en
mayo de 1940:
El General Schmidt ordenó un atraso del ataque a las
16:20 y solicitó al Jefe de la Guarnición de Róterdam el Coronel Scharroo
iniciar las negociaciones para rendir a la ciudad antes del ataque que
inicialmente iba a empezar a las 13:20. Scharroo rehusó negociar y envió a un
mensajero a dar la noticia a Schmidt, el mensajero no había llegado todavía
cuando se inició el bombardeo a la hora originalmente planificada. Unos 90
bombarderos arrojaron su mortal carga, de los cuales 57 arrojaron todas su
bombas sobre la ciudad. Se desconoce por qué se ignoró la orden de Schmidt de
atrasar el ataque. Se estima que unas mil personas murieron, otras 70 mil se
quedaron sin hogar. Casi 25.000 casas, 2.320 tiendas, 775 galpones, 63 escuelas
y 24 iglesias fueron destruidas. El antiguo centro de la ciudad fue barrido por
el fuego. Inmediatamente, el gobierno holandés se rindió para evitar que se
bombardearan más ciudades holandesas.
Hoy sabemos que el bombardeo se debió a un problema de coordinación logística entre
quienes estaban negociando la rendición y el mando alemán.[1] En
consecuencia, puede afirmarse que, a diferencia de los alemanes, los dirigentes
británicos contaban desde el principio con derrotar a Alemania cometiendo no
sólo ocasionales “excesos”, sino recurriendo a los crímenes de guerra de manera
sistemática. Inglaterra nunca esperó vencer al ejército alemán en un
enfrentamiento tradicional entre militares en un campo de batalla , algo que –quizá no erróneamente- consideraban
imposible a tenor de la probada eficiencia y elevada motivación moral del
adversario. El proyecto estratégico de
Londres no fue otro que el crimen de guerra (Regan,
pp. 33-43). Dicha atrocidad previamente planificada se consumó en 1940-1945 y
la pretensión de que “los alemanes empezaron” debe ser desestimada (Regan, p. 38):
El supuesto objetivo británico de liberar a los
pueblos oprimidos de Europa era absolutamente loable, pero ¿acaso la estrategia
de bombardeos civiles –que apuntaba expresamente contra las vidas y la propiedad del pueblo
alemán, más que contra el potencial militar de la Alemania nazi- quedó muy
alejado del genocidio?
El criminal de guerra Arthur Harris,
a las órdenes de Charles Portal.
Inglaterra
declaró la guerra a Alemania en 1939 y acto seguido diseñó un plan de
exterminio del pueblo alemán que había sido rumiado a lo largo de décadas de
germanofobia y que el propio Churchill ya había ensayado con el bloqueo naval
durante y después de la Gran Guerra
(1914-1919). Una verdad difícil de digerir pero tan cierta como los hechos
científicamente verificables a pesar de todos los cuentos infantiles evacuados
regularmente por Hollywood. Por otro
lado, nadie ha dudado nunca de la sinceridad de las propuestas de paz de
Hitler a Inglaterra. Tanto es así, que el principal problema de Churchill fue,
como hemos visto, indignar a los
alemanes para que respondieran con una virulenta represalia aérea antes de que
el pueblo británico forzara a sus dirigentes a aceptar dichas iniciativas (que
explican el famoso vuelo de Hess). El propio Hitler se refiere a esas
provocaciones en su discurso de Munich del 8 de noviembre de 1940 (Baker, p. 227): "Esperé ocho días. Arrojaron bombas sobre la gente del
Rin. Arrojaron bombas sobre la gente de Westfalia. Esperé otros catorce días.
Pensé que ese hombre estaba loco. Estaba haciendo una guerra que sólo podía
destruir a Inglaterra. Esperé más de tres meses, pero luego di la orden.
Presentaré batalla". La respuesta británica a este discurso de Hitler fue atacar Munich. Así pues, los nazis estuvieron tres meses soportando los ataques aéreos ingleses a la población civil alemana mientras presentaban propuestas de paz a Londres. Intentos que Churchill arrojaba inmediatamente a la papelera ignorando la voluntad pacífica del pueblo británico; todo ello con el fin de que los alemanes, indignados, arrasaran alguna ciudad inglesa en venganza por las premeditadas fechorías de la RAF. Cuando esto sucediera, Churchill podría poner en marcha aquello que más anhelaba su “humanitario” corazón de demócrata: el plan de exterminio contra los “hunos” (ancianos, mujeres y niños no combatientes), aunque, por supuesto, no solo, sino contando siempre con la inestimable ayuda de Washington. De ahí que, cuando finalmente los alemanes arrasaron Coventry el 14 de noviembre de 1940, Churchill, a pesar de disponer de información suficiente para evacuar a la población, no lo hizo, siendo así que, como él mismo había confesado ante De Gaulle, necesitaba material de propaganda antinazi con que incitar a los americanos a apoyar la causa genocida de la oligarquía trasnacional a la cual ya entonces servía el criminal mandatario británico: "Nadie llamó a Coventry para avisar a sus habitantes de
que en cuestión de unas horas sufrirían un ataque a gran escala a cargo de
centenares de aviones. No se dio parte al Cuerpo de Bomberos; no se dio parte
al alcalde; no se dio parte al servicio de ambulancias. Veinte minutos antes de
que cayeran las bombas, un equipo antiaéreo de la ciudad recibió un mensaje:
“Se espera un gran ataque a Coventry esta noche”". El gobierno
de Londres conocía la existencia del ataque desde hacía dos días. En suma: el repugnante
sádico Churchill, y sus no menos
sádicos ayudantes Portal, Harris, Trenchard y demás “demócratas”, no sólo
sacrificaron a millones de civiles alemanes inocentes, sino también a su propio
pueblo, al que Churchill engañó y manipuló para abusar de su “indignación” en
la perpetración de un crimen de masas racista contra los “hunos”; genocidio
premeditado que en Londres muchos habían acariciado desde finales del siglo XIX
como la gran oportunidad para poner fuera de combate, de una vez por todas, a
un rival económico y político temible: Alemania. El ataque británico a las
ciudades alemanas respondía también, por tanto, a un imperativo político:
evitar la paz a cualquier precio. ¡Qué
extraña sonará esta verdad a los oídos de los ciudadanos occidentales
lobotomizados a lo largo de décadas! Churchill quiso la guerra para poder aplicar en Alemania un plan de
exterminio de población civil con la ayuda de los Estados Unidos y Stalin. Las
élites inglesas temían desde hacía décadas el desarrollo industrial y
científico alemán, que amenazaba la hegemonía comercial de un ya declinante
imperio británico. En Francia el desarrollo alemán despertaba una mezcla de
envidia y pavor. La destrucción de Alemania era una de las obsesiones de
Londres y París, como la destrucción de Iraq (o Irán) una de las manías paranoico-talmúdicas
de Tel Aviv. Había que exterminar a los
alemanes, a la población alemana, cuya pujanza demográfica constituía uno de
los factores explicativos del creciente poderío del Estado alemán unificado por
Bismarck.
Miente
Sebald cuando equipara los ataques aéreos alemanes a Rotterdam, Varsovia,
Belgrado y otras localidades (actuaciones por lo demás brutales y que no
pretendemos justificar) con bombardeos cuya finalidad expresa es exterminar al
máximo número de civiles quemándolos vivos en el contexto de un plan genocida. Para el gobierno de Londres, las
ciudades alemanas no eran objetivos militares, sino terroristas. Con dichos
ataques se pretendía, sobre el papel, que la población así castigada por la
guerra se alzara contra Hitler, sin embargo, los bombardeos no cesaron al
comprobar el alto mando inglés que el efecto era exactamente el
contrario al supuestamente esperado.
Y los ataques continuaron, con mayor virulencia si cabe, cuando
Alemania había sido ya vencida. ¿Por qué prosiguieron los bombardeos
en la primavera de 1945? Porque el objeto
de esos ataques no era militar y ni siquiera político, sino que, desde el
principio, se trataba de "matar al máximo número de alemanes".
No es menester buscar nada más complicado que este elemental afán
basado en el odio racial contra los “hunos”. En consecuencia, estamos ante un
plan de exterminio y un genocidio en toda regla. Y, por si quedaban dudas,
éste se consumó (plan Morgenthau, expulsión y masacre de los alemanes
del Este, asesinato de 1 millón de prisioneros desarmados, etc.) después del
cese de las hostilidades, como el libro de Macdonough ilustra a pesar de
sus paños calientes pro-occidentales.
El genocidio alemán como causa del nazismo y del holocausto
Pero además, conviene consignar aquí un hecho que se sitúa antes de cualquier secuencia cronológica de la Segunda Guerra Mundial y que explica tanto el nacimiento del nazismo como la reacción de los alemanes, especialmente los de ideología nazi, ante la amenaza de genocidio formulada por Theodore N. Kaufman y puesta en práctica inmediatamente por los aliados, y es el bloqueo marítimo de la Primera Guerra Mundial, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones pero del que ahora conviene extraer las últimas consecuencias. La obra más conocida que se ocupa del caso es The Politics of Hunger (1985), de C. Paul Vincent. A este libro se refiere Geoffrey Regan en su Guerras, políticos y mentiras. Cómo nos engañan manipulando el pasado y el presente (2004) (Regan, p. 29): "La deliberada y calculada “política de hambre” que empleó el gobierno británico durante la primera guerra mundial apuntaba directamente contra los civiles de las Potencias Centrales. Entre 1914 y 1929 el bloqueo naval fue la estrategia preferida de la Marina Real británica. (…) El primer lord del almirantazgo Winston Churchill admitió de buen grado que la marina británica aspiraba a “matar de hambre a toda a población alemana –hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, heridos y sanos- hasta la rendición”. / El bloqueo naval fue un crimen de guerra que violaba la convención de La Haya de 1907, que solamente consideraba como “contrabando” inaceptable el transporte de alimentos cuando este iba dirigido al personal militar enemigo, no a los civiles". Como es sabido, Alemania recurrió a la guerra submarina para responder al bloqueo ilegal de su país, hecho por el cual Alemania ha sido acusada de perversidad a pesar de que en varias ocasiones ofreció renunciar a dicha arma siempre que Inglaterra levantara el criminal bloqueo. La respuesta de Estados Unidos a las actuaciones británicas sería acusar a los alemanes por su crueldad y, en cambio, justificar un bloqueo ilegal (Regan, p. 29):
El genocidio alemán como causa del nazismo y del holocausto
Pero además, conviene consignar aquí un hecho que se sitúa antes de cualquier secuencia cronológica de la Segunda Guerra Mundial y que explica tanto el nacimiento del nazismo como la reacción de los alemanes, especialmente los de ideología nazi, ante la amenaza de genocidio formulada por Theodore N. Kaufman y puesta en práctica inmediatamente por los aliados, y es el bloqueo marítimo de la Primera Guerra Mundial, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones pero del que ahora conviene extraer las últimas consecuencias. La obra más conocida que se ocupa del caso es The Politics of Hunger (1985), de C. Paul Vincent. A este libro se refiere Geoffrey Regan en su Guerras, políticos y mentiras. Cómo nos engañan manipulando el pasado y el presente (2004) (Regan, p. 29): "La deliberada y calculada “política de hambre” que empleó el gobierno británico durante la primera guerra mundial apuntaba directamente contra los civiles de las Potencias Centrales. Entre 1914 y 1929 el bloqueo naval fue la estrategia preferida de la Marina Real británica. (…) El primer lord del almirantazgo Winston Churchill admitió de buen grado que la marina británica aspiraba a “matar de hambre a toda a población alemana –hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, heridos y sanos- hasta la rendición”. / El bloqueo naval fue un crimen de guerra que violaba la convención de La Haya de 1907, que solamente consideraba como “contrabando” inaceptable el transporte de alimentos cuando este iba dirigido al personal militar enemigo, no a los civiles". Como es sabido, Alemania recurrió a la guerra submarina para responder al bloqueo ilegal de su país, hecho por el cual Alemania ha sido acusada de perversidad a pesar de que en varias ocasiones ofreció renunciar a dicha arma siempre que Inglaterra levantara el criminal bloqueo. La respuesta de Estados Unidos a las actuaciones británicas sería acusar a los alemanes por su crueldad y, en cambio, justificar un bloqueo ilegal (Regan, p. 29):
Cuando Alemania contraatacó enfrentándose a Gran
Bretaña con la campaña submarina, alegó ante los países neutrales más
importantes –sobre todo Estados Unidos- que la Marina Real estaba estrangulando
progresivamente la población civil. Sin embargo, las quejas alemanas fueron
barridas del escenario por el coronel House –el consejero del presidente
Woodrow Wilson- con el curioso razonamiento de que “Inglaterra no está
ejerciendo su poder de ninguna forma censurable, ya que está dirigida por una
democracia”.
Con ello quedaba quizá consagrado el principio, hoy indiscutible ya al parecer, de que las “democracias” pueden perpetrar genocidios y, por ende, que no se distinguen moralmente de las dictaduras, aldabonazo que debió de resonar muy hondo en el subconsciente de los alemanes. Sin embargo, las fechorías de la "democracia" más antigua del mundo (excepción hecha de Cataluña) no concluyeron con el bloqueo, sino que pasaron de crimen de guerra a genocidio cuando Alemania se rindió y, sin embargo, el bloqueo fue mantenido por las autoridades aliadas, sobre todo a instigación de Francia (Regan, p. 31):
Cientos de millares de civiles alemanes estaban siendo
asesinados por los hombres de Estado del bando aliado, a pesar de que la guerra
ya había concluido.
Las víctimas
del bloqueo ascienden a 800.000 personas, pero además abortó un millón de
nacimientos, algo que sólo podía ser deliberadamente buscado por una política
que pretendía asesinar al máximo número de “teutones” posible. Dichas cifras
han quedado convalidadas por la investigación histórica (Regan, p. 31): "Con posterioridad a la guerra se ha calculado que el
bloqueo naval británico se cobró un coste de por lo menos ochocientas mil vidas
civiles, y frustró más de un millón de nacimientos. Además, el número de
alemanes hambrientos que murió durante la epidemia de gripe fue un 250 por 100
superior al de británicos. (…) Se multiplicaron los suicidios entre la
población femenina e infantil, y en todas partes se respiraba el olor de la
carne podrida de cuerpos aún vivos, como consecuencia de la desnutrición". La pretensión
de que “los alemanes empezaron” (Arendt, Sebald, Macdonough, Goldhagen y demás)
queda literalmente pulverizada por la atroz evidencia de las actuaciones
de los presuntos demócratas (!ya hemos tenido el "gusto" de conocer, en nuestra profesión, a estos demócratas!). El bloqueo naval mató la democracia en Alemania y,
según Paul C. Vincent, explica la aparición de una generación de jóvenes que
habrían roto con toda creencia en la validez de los valores “humanitarios” y
“democráticos”, cuya “verdad” sufrieron en carne propia. Dichos jóvenes fueron,
según C. Paul Vincent, los que se alistaron luego a las unidades de asalto de
las organizaciones políticas nazis (Vincent, p. 162):
Whether
one espouses the psychoanalytical argument that childhood deprivation fostered
irrational behavior in adulthood or the physiological assertion that widespread
malnutrition in childhood led to an impaired ability to think rationally in
adulthood, the conclusion remains the same: the victimized youth of 1915-1920
were to become the most radical adherents of National Socialism.
La pregunta
que podemos hacernos ahora es: ¿qué efecto psicológico y moral tuvo la amenaza
de genocidio publicada en Estados Unidos el 28 de febrero de 1941, y puesta
inmediatamente en práctica con los bombardeos terroristas contra civiles, para
aquellos que ya habían conocido el bloqueo británico y se habían alistado en
las SA como consecuencia de las
atrocidades aliadas y del abusivo Tratado de Versalles? ¿Cómo se esperaba que
iban a tratar a los prisioneros de los campos de concentración los “niños del
hambre” de 1919 puestos otra vez en la situación de rememorar aquél horror
gracias a las perversas acciones genocidas de gentes como Stalin, Kaufman, Morgenthau, Portal,
Harris, Trenchard y Churchill?
Aviador alemán: héroe, no asesino.
El misterio
de la Shoah queda, a mi entender, aclarado con ello en su sentido
fundamental. Quienes afirman que el holocausto resulta, a la
postre, un hecho incomprensible que nos muestra la evidencia del mal
absoluto en los abismos del corazón humano (y otras
monsergas), no son más que pseudo intelectuales falsarios haciendo méritos ante la opulenta oligarquía
transnacional. La explicación de Auschwitz carece
de misterios, excepto los que se hayan fabricado a base de suprimir incómodos elementos causales que
estaban bien a la vista de los contemporáneos pero que, en la actualidad, es
necesario reconstruir porque ponen en evidencia la incómoda verdad de las
responsabilidades aliadas. Para decirlo con Sebald, pero invirtiendo los
términos, los aliados, al final de la guerra, provocaron ese pogromo
contra los judíos que fue Auschwitz. La necesidad de producir odio entre los
“consumidores”, de generar el combustible psicológico de masas para la política
“humanitaria” de exterminio, una disposición de ánimo poco coherente con el
talante cotidiano de las sociedades de mercado, pasa de forma necesaria por
diabolizar al adversario. Tanto mejor si éste comete atrocidades. Y si no las
comete, habrá que provocarlo para que las cometa o inventarlas o exagerarlas
con fines propagandísticos. Por lo que respecta a la
mafia sionista, ocioso es subrayar que la intención
de negociar con los muertos y construir un muro de victimización e
impunidad entorno a esa ciudadela sitiada que habría de ser un día el
Estado de Israel, convertía el holocausto en un negocio muy rentable. El
antisemitismo ha sido siempre el revulsivo de la extrema derecha judía. Pero
con Auschwitz dicho revulsivo alcanzaba el clímax de su expresión histórica. La
responsabilidad de Londres, Moscú y Washington en los hechos, por activa y
por pasiva, resulta así inmensa. ¿Esperaban los plutócratas y los comisarios
bolcheviques que Hitler respetaría los derechos humanos de los presos en campos
de concentración del Reich mientras los
representantes de una lloriqueante “humanidad” de cocodrilos puritanos o
brutales aparatchik vulneraban todas
las normas de la sociedad civilizada? ¿Tenían que actuar los guardianes de los Konzentrationsläger
como virtuosos de la ética kantiana después
de contemplar los cadáveres incinerados de sus esposas y niños de pecho?
¿Se detuvieron canallas como Churchill a pensar en algún momento que las SS
darían quizá a los judíos el mismo trato que sus aviadores daban a los civiles
alemanes? ¿No era Alemania una “horrible dictadura”? ¿O acaso esperaban que
Alemania respetase, haciendo honor al carácter de esa “horrible dictadura”,
aquello que la propia Inglaterra no respetaba pretendiéndose una democracia harto
pagada de sí misma? En el caso de los crímenes contra el pueblo alemán, el
asesino afán occidental de "matar teutones" (o “hunos”), cuantos
más mejor, cuanto más inocentes e indefensos, tanto mejor, una pulsión
abominable que ya se detecta en la prolongación del bloqueo marítimo contra
Alemania después del fin de la Primera Guerra Mundial, pertenece al orden,
si no de los misterios, sí de la vergüenza ajena que en ocasiones produce el
género humano. Pero en tanto no quepa separar la hambruna provocada por el
mantenimiento genocida de dicho
bloqueo una vez ya firmado el
Tratado de Versalles y el estado de ánimo popular que alimentó, entre la gente alemana
común, el ascenso del nazismo, entonces el argumento habitual de que “sí, pero
los alemanes empezaron”, tendrá que ser desechado. Pues Hitler personificaba ya
a la sazón una consecuencia y no una
mera causa. Y, claro, en 1942, la fatal respuesta nazi a Theodore N.
Kaufman y sus secuaces del Bomber Command no podía ser otra que el
holocausto. Esperar algo distinto resultaba cosa de ingenuos, pero Churchill y
Roosevelt no eran precisamente ingenuos, luego quisieron el holocausto, y lo tuvieron. Ahora ya conocemos el
porqué: su irreemplazable utilidad política al servicio de la oligarquía. Quisiera
concluir este post con el testimonio de nada menos que Bertrand Russell, quien
el 19 de octubre de 1945, una vez concluida la guerra, publicaba en el “Times”
la siguiente protesta: "En la Europa del Este nuestros aliados están llevando
a cabo deportaciones masivas sin precedentes, y se está perpetrando lo que al
parecer es el intento deliberado de exterminar a muchos millones de alemanes,
no en la cámara de gas, sino por la privación de sus hogares y alimentos,
dejándolos morir en una hambruna creciente y agónica. Esto no se realiza como
un acto de guerra, sino como una meditada política de “paz”". En consecuencia, el
proyecto de exterminio de Theodore N. Kaufman fue real y conocido desde el
principio por los alemanes. Se concretó luego en el diseño técnico infernal del
Bomber Command y finalmente en el
plan Morgenthau. El nombre de dicho plan (Kaufman, Morgenthau) resulta irrelevante,
pues la idea en sí ya se detecta de alguna manera esbozada en los anales de una
germanofobia franco-británica que se condensa en el referido bloqueo naval y
resultaría, en consecuencia, muy anterior al nazismo. La pregunta: ¿hasta qué
punto determinaron este plan Kaufman de exterminio de 1941, el plan del Bomber Command (29/9/1941), la
bestialidad del bolchevismo y la experiencia de la hambruna genocida de 1919 el
desencadenamiento final del
holocausto en el país más civilizado del planeta? Esta sería, en suma, la
pregunta a que una historiografía verdaderamente científica debería responder
en los inicios del tercer milenio.
Jaume Farrerons
20 de mayo de 2012
[1]
Cfr. Paz, Fernando, Europa bajo los
bombardeos. Los bombardeos aéreos en la Segunda Guerra Mundial, Barcelona,
Altera, 2005.
Las revelaciones sobre el g enocidio antialemán deberían ser conocidas pot toda la población europea. Ello sería una forma de justicia histórica para tratar de reparar tantos años de calumnias y de odio antialemán perpetrado por quienes pretenden denunciar lo que llaman "ideologias de odio". Por otra parte la difamación de la nacion alemana ha revertido en autodescrédito de todas las naciones europeas, pues lo que se desarrollado en el mundo entero es un sentimiento de culpa colectiva de los europeos como "imperialistas" y "genocidas", cuando en realidad somos los europeos los que estamos siendo vituperados e incluso invadidos y destruidos por nuestros enemigos racisales.
ResponderEliminarY con todo esto, lo más penoso es que muchos europeos son inconscientemente enemigos de Europa y por tanto de sí mismos.
Si no actuamos rápido Europa tiene los días contados. Sin embargo, incluso entre los que se llaman patriotas cuenta muchas veces más el ego que la voluntad de luchar contra el enemigo. Es tremendo lo que está pasando, vivimos tiempos decisivos, pero cada cual sigue aferrado a su chiringuito.
ResponderEliminarAl margen del texto de la entrada que explica claramente como se desarrollaron los acontecimientos, los vencedores de la segunda guerra mundial nos han ofrecido más de 60 guerras desde 1945 con más de 50 millones de muertos, hambrunas masivas, epidemias, etc...Así se demuestra que ellos son los mayores genocidas de la historia.
ResponderEliminarJaume, éste me parece uno de tus mejores posts. Extraordinaria síntesis de la naturaleza criminal de los aliados. Voy a releer de nuevo todo el artículo.
ResponderEliminarfelicidades. Y a todos los camaradas nacional-revolucionarios, tanto de izquierdas como de derechas, visitad el punto de reunión:
www.ordenycultura.es
saludos
Una de las imágenes en cuestión,W.Churchill un personaje de la más siniestro, no sólo por ser el principal responsable del genocidio de los bombardeos de Dresde y otras ciudades alemanas, también porque presionó e instigó al gobierno polaco a perseguir y discriminar(asesinatos incluidos)a los alemanes que vivían en Polonia(en los territorios que habían pertenecido a Alemania)para que Hitler tuviera que entrar a socorrerlos y de esta forma encontrar una burda excusa para declararle la guerra. Esto nunca lo explicará la historia oficial, el texto de este excepcional post tampoco.
ResponderEliminarEl mismo W.Churchill lo reconoció poco antes de morir ante un grupo íntimo de su círculo personal, que Hitler le hizo varias ofertas de paz para evitar la guerra y para pararla una vez que había comenzado, se supone que aquí la oligarquía financiera internacional jugó un papel importante para que los ingleses no aceptaran las diversas ofertas de paz. El tratado que Alemania e Inglaterra firmaron años antes de que empezara la guerra para que los ingleses tuvieran predominio en las aguas continentales y la forma de actuar de los alemanes en Dunkerque(dejando en libertad a más de 300.000 marines ingleses y franceses, cuando en realidad los podía haber apresado y masacrado)son ejemplos claros de los ofrecimientos de paz que Alemania ofreció a Inglaterra. Ocurrió algo similar con Francia cuando Alemania no quiso recuperar las regiones de Alsacia y Lorena, dejando que estas regiones pertenecieran a Francia como un ofrecimiento de paz hacia el país galo.
ResponderEliminar"Vamos a forzar a Hitler a ir a la guerra, quiera o no lo quiera". - Winston Churchill (1936 broadcast)
ResponderEliminar"Alemania puede llegar a ser demasiado poderosa. No podemos permitirlo." - Winston Churchill (noviembre de 1936 hablando a EE.UU. - el general Robert E. Wood)
"Esta guerra es una guerra Británica y su objetivo es la destrucción de Alemania." - Winston Churchill (- Otoño de 1939 de emisión)
"La guerra no era sólo de abolir el fascismo, sino también para conquistar los mercados de venta. Podríamos haber evitado que esta guerra estallase, sin hacer un solo disparo, pero no quería hacerlo." - Winston Churchill para Truman (Fultun, EE.UU. marzo de 1946)
"El crimen imperdonable de Alemania antes de 2 ª Guerra Mundial fue su intento de crear una economía fuera del sistema financiero mundial y crear un sistema de intercambio independiente de que el mundo financiero no podrían beneficiarse más .... Hemos matado al cerdo que tenía la enfermedad". - Winston Churchill (La Segunda Guerra Mundial - Berna, 1960)
"Hemos hecho un monstruo, un demonio de Hitler, de manera que ya no pudimos cambiar esa propaganda al finalizar la guerra. Después de todo, hemos movilizado a las masas contra el mismísimo diablo. Así que nos vimos obligados a seguir con ese mensaje después de la guerra . Nuestra gente ya no hubiese podido entender, aunque se lo explicásemos, que la guerra se hizo sólo como medida preventiva de unos interes económicos". - EE.UU. ministro de Relaciones Exteriores, James Baker (1992)
"No es la doctrina política de Hitler lo que nos ha lanzado a esta guerra. La razón fue el el inesperado éxito de su proyecto económico. Las raíces de la guerra eran la envidia, la codicia y el miedo." - Mayor General JFC Fuller, historiador, Inglaterra
"Nosotros no fuimos a la guerra en 1939 para salvar a Alemania de Hitler ... o el continente del fascismo. Al igual que en el año 1914, nos fuimos a la guerra por la causa no menos noble que no podíamos aceptar una hegemonía alemana en Europa. " - Sunday Correspondent, Londres (09/17/1989)
"El enemigo es el imperio alemán y no el nazismo, y los que aún no han comprendido esto, no han entendido nada." - El jefe de Churchill consejero Robert Vansittart Señor (septiembre de 1940 y ministro de Relaciones Exteriores Lord Halifax)
Has expuesto bastante bien el tema. Como ya es costumbre en ti se trata de un artículo de gran calidad y profundamente esclarecedor cuyo esfuerzo todos te agradecemos. Ciertamente es un placer seguir tu blog.
ResponderEliminarCabe señalar sólo algunas minucias, pequeñas pinceladas q corren a mi cuenta…
Las políticas genocidas habían venido siendo aplicadas de forma habitual y generalizada por esos bastardos a lo largo de la historia, si bien siempre fuera de un contexto europeo. Ese es quizás el elemento q llama más poderosamente la atención en el caso de la lucha contra D, el q por vez primera se siga una política genocida q como es natural habida cuenta nuestro desarrollo cultural e intelectual no quedará en el anonimato como si es costumbre generalizada en el caso de los desmanes y atropellos hacia los pueblos primitivos de sus respectivas colonias.
Sobre el tema del diseño táctico de la Lw tienes toda la razón, el único bombardero estratégico operativo fue desarrollado durante la misma guerra, el He-177 y precisamente como consecuencia de su deficiente desarrollo de pruebas siempre se vio aquejado de problemas en el sobrecalentamiento de los dos motores gemelos BMW. La carga explosiva de una V1 no llegaba a la media tonelada contra las 6-8 toneladas de explosivos q era capaz de transportar un bombardero B17-B24.
Reteniendo hasta aquí lo dicho, más q buscar una maldad intrínseca, una mala fe manifiesta en el desarrollo del mando aéreo estratégico (Bomber Command, 8ª y 15 ª USAF), su concepción responde a las necesidades estratégicas de UK, siempre dispuesta a luchar hasta el último soldado francés y preservando su aislacionismo hasta q la situación de agotamiento del enemigo permita el envío de un ejército expedicionario con cierta garantía de éxito. La estrategia británica no es continental, se basa en el dominio de los mares y océanos. En la famosa batalla de Waterloo pej el contingente británico no llegaba a ¼ parte del despliegue aliado. El tratado naval anglo-alemán de 1935 será el sellará la suerte estratégica de D y en mi opinión incluso el resultado de la guerra al impedir su firma la construcción de una flota de superficie en condiciones. Te recuerdo además q las doctrinas originarias del bombardeo estratégico no son desarrolladas por ningún anglosajón sino por el italiano Dohuet. Obviamente los bombardeos contra las grandes urbes inglesas buscan una venganza simbólica q no efectiva dada la economía de fuerzas, ante el terror aéreo aliado, el mismo nombre de los misiles robot es suficientemente esclarecedor de esta voluntad. Con ello damos cancha a la interpretación de Nolte y demás en el sentido de q la política del III Reich fue en todo momento puramente reactiva, consecuencia y jamás causa de los atropellos causados por los poderes aliados.
Una vez señalado esto debemos estudiar el pq de la guerra. Conoces de sobras mi opinión, dejando de lado las interpretaciones conspirativas pienso q fue la política useña la q arrastró al mundo contra H. Obviamente ese cambio se traduce en Europa con la llegada al poder de WC en UK y su explícita política de agresión hacia D, el gesto más conocido es el pacto de ayuda mutua a Polonia q per se era inviable y únicamente perseguía envalentonarlos, aunque antes ya habían intentado montar otros pollos q fueron abortados, recuerdo el incidente de Tilea/Gafencu en Rumanía o incluso cuando intentaron meter al Duce en el tema de frenar a H a raíz de problemas fronterizos menores con Ausria. De todas formas la clave está en estudiar el pq de ese cambio en la política inglesa, del pq UK decide ponerse debajo el paraguas de USA olvidando q quien busca protectores sólo encuentra amos. Pienso q el momento crucial se da a partir de la Noche de los cristales rotos pues como recientemente se ha demostrado fue un tema trabajado casi por entero por la inteligencia useña. Sin embargo insisto, por bien q la política de Roosevelt fue anti-D ab initio, la de UK no. Más bien todo lo contrario hasta existen un par de citas de WC a favor de H q se pueden rescatar a modo de prueba.
Tal como se expone en el penúltimo mensaje la guerra fue provocada para elimnar el régimen NS,el modelo económico impulsado por Hitler y su gobierno no gustó a la alta finanza internacional, puesto que combatió a la usura del dinero y el ejemplo se podía extender a los demás países del entorno europeo, con lo cual todo el sistema financiero mundial que ganaba dinero a espuertas veía peligrar su negocio.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=7Cb0XDwrKuw&feature=related
ResponderEliminarSeñor Farrerons, según creo, iba a publicar en este blog un artículo sobre la tribu urbana de los skin heads, ¿puedo preguntarle si tiene pensado publicarlo en fechas próximas?
ResponderEliminarUn saludo.
El vídeo que expone Jackobs no está mal, aconsejo escuchar la tertulia de los participantes, salvo algunas lagunas en las cuales se puede estar de acuerdo o no y salvo profundizar un poco más en algunos temas, el vídeo en sí desafía a la historia oficial.
ResponderEliminarRespecto al artículo sobre los skin-heads, le hemos preguntado a Farrerons y la cosa tardará, todavía está revisando la bibliografía sobre el tema.
ResponderEliminarJakobs, citas unas frases muy interesantes, ¿podrías indicar las fuentes?
ResponderEliminarGracias Frel, aquí te dejo otra perla para q la disfrutes. http://www.youtube.com/watch?v=U-VYyMgOkLY&feature=fvwrel
ResponderEliminarRAO, al respecto de mis aportaciones puedes contactar directamente con JF él me conoce personalmente.
Gracias Jackobs por el vídeo, pero lo cierto es que conozco el vídeo porque he leído los dos libros Manuel Galiana sobre la crisis global y he visualizado varios vídeos de este interesate autor, gracias igualmente.
ResponderEliminarPor cierto M.Galiana acaba de publicar un nuevo libro: "La derrota de la globalización" que seguro es muy interesante, tengo intención de comprarlo muy pronto.
como siempre, los comentarios siguen la línea de la calidad de este blog. gracias x los videos. hay que comentarlos con conocidos siempre que sea pertinente.
ResponderEliminarel blog citado está muy bien armado, la entrada de discusion al foro es una muy buena idea. saludos.
Para q cada uno se haga una ligera idea de la catadura moral de WC aquí os invito a leer un breve art. http://www.ordenycultura.es/2012/01/13/winston-churchill-el-gran-genocida/
ResponderEliminarCiertamente este blog es de una gran calidad en sus contenidos, todos debemos agradecer el trabajo de JF, su capacidad de pensamiento abstracto al sintetizar los conceptos y en especial esa facilidad q tiene de relacionar los acontecimientos con las ideas filosóficas. JF es un DOCTOR en mayúsculas.
Apreciado Frel, no se si también conocerás a Rafapal http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=egPGbB173bg
Siguiendo con el tema de los videos me gustaría compartir con vosotros una película q considero una obra maestra del cine, su nivel se encuentra perfectamente a la altura de “ 1984 “ de Orwell. Consta de 9 partes, aquí os facilito el link de la primera ya doblada al español http://www.youtube.com/watch?v=YrE-8mE70Zw&feature=relmfu
ResponderEliminarEl resto de entregas las podéis encontrar fácilmente clicando a continuación. La película debe ser visionada varias veces pues se encuentra repleta de alegorías poéticas e interpretaciones metafóricas, soy consciente q muchas de ellas deben haber escapado mi corta inteligencia… Pej recuerdo q existe una escena de lucha entre los dos protagonistas donde uno obliga al otro a ponerse las gafas de sol (otra metáfora), la primera vez me resultó demasiado extensa y aburrida, no fui capaz de comprender q se refiere al inmenso esfuerzo q es necesario realizar para hacer cambiar de opinión a alguien q ha estado sometido de por vida a un lavado de cerebro. Bueno, no os aburro más… buscad un Whisky de malta, un buen habano y disfrutad de esta obra de arte!!!
Siguiendo con el tema de los videos me gustaría compartir con vosotros una película q considero una obra maestra del cine, su nivel se encuentra perfectamente a la altura de “ 1984 “ de Orwell. Consta de 9 partes, aquí os facilito el link de la primera ya doblada al español http://www.youtube.com/watch?v=YrE-8mE70Zw&feature=relmfu
ResponderEliminarEl resto de las entradas las podéis encontrar fácilmente clicando a continuación de la primera.
La película debe ser visionada varias veces pues se encuentra repleta de alegorías poéticas e interpretaciones metafóricas, soy consciente q muchas de ellas deben haber escapado mi corta inteligencia… Pej recuerdo q existe una escena de lucha entre los dos protagonistas donde uno obliga al otro a ponerse las gafas de sol (otra metáfora), la primera vez me resultó demasiado extensa y aburrida, no fui capaz de comprender q se refiere al inmenso esfuerzo q es necesario realizar para hacer cambiar de opinión a alguien q ha estado sometido de por vida a un lavado de cerebro. Bueno, no os aburro más… buscad un Whisky de malta, un buen habano y disfrutad de esta obra de arte!!!
Sí Jackobs conozco el blog de Rafael Palacios y he visionado algunos de sus vídeos, son interesantes y seguro que los que escribimos en este blog coincidimos con la opinión de RafaPal, aunque en otros temas yo personalmente no coincido, básicamente en cuestiones históricas ya que el autor desconoce los hechos acontecidos. Pero igualmente tiene un blog con numerosos temas que en realidad son un desafío al sistema porque profundizan en su significado y si buscas el origen lo encuentras.
ResponderEliminarHace poco ha publicado un libro que ha levantado al parecer bastantes ampollas, lo cual no es de extrañar: "La conspiración del movimiento Gay". En Lleida intentarón boicotear su presentación, bueno en la web hay un vídeo de dicha presentación, supongo que lo habrás visto.