Capítulo XII
Las raíces socialistas del nazismo
Todas las fuerzas antiliberales se están combinando contra todo lo que es liberal.
A. Moeller Van Den Bruck[264]
Es
un error general considerar el nacionalsocialismo como una simple
revuelta contra la razón, como un movimiento irracional sin trasfondo
intelectual alguno. Si fuera así, el movimiento sería mucho menos
peligroso que lo que es. Pero nada más lejos de la verdad ni más
engañoso. Las doctrinas del nacionalsocialismo son la cima de una larga
evolución ideológica, de un proceso en el que han participado
pensadores que ejercieron una gran influencia mucho más allá de las
fronteras de Alemania. Se piense lo que se quiera sobre sus premisas de
partida, lo cierto es que los hombres que engendraron las nuevas
doctrinas, escritores vigorosos, han dejado la impronta de sus ideas
sobre el pensamiento europeo entero. Desarrollaron su sistema con
rigurosa consecuencia, y una vez que se aceptan las premisas iniciales
no es posible escapar a su lógica. Es, simplemente, el colectivismo,
libre de todas las huellas de una tradición individualista que pudiera
embarazar su realización.
Aunque
en este desarrollo llevaron la dirección los pensadores alemanes, no
estuvieron en modo alguno solos.Thomas Carlyle y Houston Stewart
Chamberlain, Auguste Comte y Georges Sorel han participado en esta
expansión continua tanto como cualesquier alemanes.[265]
El desarrollo de esta dirección intelectual dentro de Alemania lo ha
trazado con acierto, recientemente,Mr. R.D. Butler en su estudio sobre Las raíces del nacionalsocialismo.[266]
Pero aunque tiene algo de aterrador su permanencia a través de ciento
cincuenta años, en una forma casi inalterada y siempre recurrente, como
lo ha puesto de manifiesto dicho estudio, es fácil exagerar la
importancia que estas ideas ejercieron en Alemania antes de 1914. No
pasaron de ser una corriente intelectual en un pueblo que era entonces
más diverso, quizá, en sus opiniones que cualquier otro.Y en su
conjunto estuvieron representadas por una pequeña minoría y tenidas en
gran desprecio por la mayoría de los alemanes, como ocurrió en otros
países.
Entonces,
¿cómo es que estas opiniones, sostenidas por una minoría reaccionaria,
acabaron por ganar la asistencia de la gran mayoría de los alemanes y,
prácticamente, de toda su juventud? No fue sólo la derrota, el
sufrimiento y la ola de nacionalismo lo que trajo su triunfo.Todavía
menos fue su origen, como muchas gentes desean creer, una reacción
capitalista contra el avance del socialismo. Por el contrario, la ayuda
que dio el predominio a estas ideas vino precisamente del campo
socialista. En realidad, no fue la burguesía, sino más bien la ausencia
de una fuerte burguesía, lo que contribuyó a elevarlas al poder. Las
doctrinas que guiaron a los sectores dirigentes de Alemania en la
generación pasada no se oponían al socialismo en cuanto marxismo, sino a
los elementos liberales contenidos en aquél: su internacionalismo y a
su democracia. Y a medida que se hizo más claro que eran precisamente
estos elementos los obstáculos para la realización del socialismo, los
socialistas de la izquierda se aproximaron más y más a los de la
derecha. Fue la unión de las fuerzas anticapitalistas de la derecha y
la izquierda, la fusión del socialismo radical con el conservador, lo
que expulsó de Alemania a todo lo que era liberal.
En
Alemania, la conexión entre socialismo y nacionalismo fue estrecha
desde un principio. Es significativo que los más importantes antecesores
del nacionalsocialismo —Fichte, Rodbertus y Lassalle— fueron al mismo
tiempo padres reconocidos del socialismo.[267]
Mientras el socialismo teórico, en su forma marxista, dirigía el
movimiento obrero alemán, el elemento autoritario y nacionalista
retrocedía temporalmente a segundo plano. Pero no por mucho tiempo.[268]
A partir de 1914 surgen de las filas del socialismo marxista un
predicador tras otro que conducen al redil del nacionalsocialismo, no a
los conservadores y reaccionarios, sino a los trabajadores manuales y a
la juventud idealista. Sólo más tarde alcanzó la marea del socialismo
nacionalista considerable importancia y se transformó rápidamente en la
doctrina hitleriana. La histeria bélica de 1914, que, precisamente por
causa de la derrota alemana, no se curó jamás por completo, es el
comienzo del moderno desenvolvimiento que produjo el
nacionalsocialismo, el cual surgió durante este periodo gracias en
buena parte a la asistencia de viejos socialistas.
Quizá
el primer representante de esta orientación, y en muchos aspectos el
más característico, fue el difunto profesor Werner Sombart, cuya
conocida obra Händler und Helden (Mercaderes y Héroes) apareció en 1915.[269]
Sombart había comenzado como socialista marxista, y todavía en 1909
afirmaba con orgullo que había dedicado la mayor parte de su vida a
luchar por las ideas de Karl Marx. Sombart ha contribuido tanto como el
que más a difundir por toda Alemania las ideas socialistas y el
resentimiento anticapitalista de diversos matices; y si en el
pensamiento alemán penetraron elementos marxistas en una proporción no
superada por ningún otro país hasta la revolución rusa, ello se debió
en gran medida a Sombart. Durante un tiempo, fue considerado como el
representante más distinguido de la perseguida intelectualidad
socialista, incapacitada, por sus opiniones radicales, para obtener una
cátedra universitaria. Y aun después de la anterior guerra, la
influencia, dentro y fuera de Alemania, de su obra de historiador, que
enfocó como marxista después de dejar de serlo en política, alcanzó
extraordinaria difusión, la cual se advierte particularmente en las
obras de muchos de los planificadores ingleses y americanos.
En
su libro de guerra, este viejo socialista saludó la «guerra alemana»
como el conflicto inevitable entre la civilización comercial de
Inglaterra y la cultura heroica de Alemania. Su desprecio hacia los
criterios «comerciales» del pueblo inglés, que había perdido todos sus
instintos guerreros, no tiene límite. Nada es más despreciable a sus
ojos que el general afán por la felicidad individual. Y lo que él
presenta como la máxima orientadora de la moral inglesa, a saber: sé
justo, «para que puedas alcanzar el bienestar y prolongar tus días sobre
la tierra», es, para él, «la más infame sentencia que haya salido
jamás de una mente comercial».[270]
La «idea alemana del Estado», como la formularon Fichte, Lassalle y
Rodbertus, es que el Estado, ni lo fundan individuos, ni se forma de
individuos, ni es un agregado de individuos, ni su finalidad es la de
servir cualesquier intereses individuales.Es una Volksgemeinschaft, en la que el individuo no tiene derechos, sino tan sólo deberes.[271]
Las reclamaciones del individuo son siempre una consecuencia del
espíritu comercial. «Las ideas de 1789» —Libertad, Igualdad,
Fraternidad— son ideales típicamente comerciales, sin otro fin posible
que el de asegurar ciertas ventajas a los individuos.
Antes
de 1914, todos los verdaderos ideales alemanes de vida heroica
estuvieron en mortal peligro ante el continuo avance de los ideales
comerciales ingleses, el confort inglés y el sport
inglés. El pueblo inglés, no sólo se ha corrompido por completo a sí
mismo, pues todos los miembros de los sindicatos se están hundiendo en
la «ciénaga del confort», sino
que ha comenzado a infectar a los demás pueblos. Sólo la guerra ha
ayudado a los alemanes a recordar que eran realmente un pueblo de
soldados, un pueblo cuyas actividades todas, y particularmente las
económicas, estaban subordinadas a los fines militares. Sombart sabía
que otros pueblos desprecian a los alemanes porque éstos consideran la
guerra como sagrada, pero él les glorifica por eso. Considerar la guerra
como inhumana y sin sentido es un producto de los criterios
comerciales.Hay una vida superior a la vida individual, la vida del
pueblo y la vida del Estado, y el cometido del individuo consiste en
sacrificarse por esta vida superior. La guerra es, para Sombart, la
consumación del sentido heroico de la vida, y la guerra contra
Inglaterra es la guerra contra el ideal opuesto, el ideal comercial de
la libertad del individuo y del confort
inglés, que a sus ojos encuentra su más despreciable expresión en...
las máquinas de afeitar halladas en las trincheras inglesas.
Si
el exabrupto de Sombart fue en aquel tiempo excesivo, incluso para la
mayoría de los alemanes, otro profesor alemán llegaba, en lo esencial, a
las mismas ideas en una forma más moderada y más universitaria, pero
por esta razón aún más eficaz. El profesor Johann Plenge era una
autoridad sobre Marx tan grande como Sombart. Su libro Marx und Hegel marca
el comienzo del moderno renacimiento hegeliano entre los
universitarios marxistas; y no puede haber duda acerca de la naturaleza
genuinamente socialista de las convicciones de que partió. Entre sus
numerosas publicaciones de guerra, la más importante es un libro,
breve, pero muy discutido en su tiempo, que lleva este significativo
título: 1789 y 1914. Años simbólicos en la historia del pensamiento político.[272] Está dedicado al conflicto entre las «Ideas de 1789», el ideal de libertad, y las «Ideas de 1914», el ideal de organización.
La
organización es para él, como para todos los socialistas que extraen su
socialismo de una tosca aplicación de los ideales científicos a los
problemas de la sociedad, la esencia del socialismo. Ella fue, como
justamente destaca, la raíz del movimiento socialista al engendrarse en
Francia en los comienzos del siglo XIX. Marx y el marxismo han
traicionado esta idea fundamental del socialismo con su fanática, pero
utópica, adhesión a la idea abstracta de libertad. Ahora es cuando la
idea de organización vuelve a su lugar, en todas partes, como lo
muestra la obra de H.G.Wells (cuyo Future in America
influyó profundamente en el profesor Plenge, y a quien éste señala
como una de las figuras sobresalientes del socialismo moderno), pero
particularmente en Alemania, donde ha sido mejor entendida y más
plenamente realizada.[273]
La guerra entre Inglaterra y Alemania es, pues, realmente un conflicto
entre dos principios opuestos. La «guerra mundial económica» es la
tercera gran etapa de la lucha espiritual en la historia moderna. Es de
igual importancia que la Reforma y la revolución burguesa por la
libertad. Es la lucha por la victoria de las nuevas fuerzas nacidas de
la avanzada vida económica del siglo XIX: socialismo y organización.
«Porque,
en la esfera de las ideas, Alemania fue el más convencido exponente de
todos los sueños socialistas y, en la esfera de la realidad, el más
poderoso arquitecto del sistema económico más altamente organizado. —En
nosotros está el siglo XX. Cualquiera que sea el final de la guerra,
somos el pueblo ejemplar. Nuestras ideas determinarán los objetivos de
la vida de la Humanidad—. La Historia mundial vive al presente el
colosal espectáculo de un nuevo gran ideal de vida que con nosotros
gana su victoria final, mientras, a la vez, en Inglaterra se desploma
definitivamente uno de los principios históricos mundiales.»[274]
La
economía de guerra creada en Alemania en 1914 «es la primera
realización de una sociedad socialista, y su espíritu, la primera
aparición activa, y no sólo reivindicatoria, de un espíritu socialista.
Las necesidades de la guerra han establecido la idea socialista en la
vida económica alemana, y así la defensa de nuestra nación ha
proporcionado a la Humanidad la idea de 1914, la idea de la organización
alemana, de la comunidad popular (Volksgemeinschaft) del socialismo nacional...[275]
Sin advertirlo nosotros realmente, toda nuestra vida política, en el
Estado y en la economía, se ha elevado a un nivel superior. Estado y
vida económica forman una nueva unidad...[276]
El sentimiento de responsabilidad económica que caracteriza la labor
del funcionario público domina toda la actividad privada.»[277 ] La
nueva constitución corporativa alemana de la vida económica [que el
profesor Plenge admite no estar todavía madura o completa]... «es la
más alta forma de vida del Estado que jamás se haya conocido sobre la
tierra.»[278]
Al
principio, el profesor Plenge esperaba todavía conciliar el ideal de
libertad y el ideal de organización, aunque, en gran parte, a través de
la completa, pero voluntaria, sumisión del individuo al conjunto. Pero
pronto desaparecen de sus escritos estos residuos de las ideas
liberales. En 1918, la unión entre socialismo y política de poder
inexorable se ha completado ya en su mente. Poco antes del fin de la
guerra exhortó a sus compatriotas, desde la revista socialista Die Glocke, de la siguiente manera:
«Ha
llegado la hora de admitir que el socialismo debe ser una política de
poder, porque tiene que ser organización. El socialismo tiene que ganar
el Poder; no debe jamás destruirlo ciegamente. Y la más importante y
crítica cuestión para el socialismo, cuando los pueblos hacen la
guerra, es necesariamente ésta: ¿cuál es el pueblo llamado entre todos
al Poder, porque es el conductor ejemplar en la organización de los
pueblos?»[279]
Y
adelanta todas las ideas que servirán después para justificar el nuevo
orden de Hitler: «Precisamente desde el punto de vista del socialismo,
que es organización, el derecho absoluto de autodeterminación de los
pueblos, ¿no es el derecho a la anarquía económica individualista?
¿Estamos dispuestos a otorgar una completa autodeterminación al
individuo en la vida económica?Un
socialismo consecuente sólo puede conceder derecho de asociación
política a un pueblo si ello corresponde a la distribución real de las
fuerzas históricamente determinadas.»
Los
ideales que Plenge expresó con tanta claridad fueron especialmente
populares en ciertos círculos, de donde quizá derivaron, formados por
hombres de ciencia e ingenieros alemanes, los cuales clamaban,
precisamente como ahora lo hacen tan ruidosamente sus trasuntos
ingleses, por la organización planificada centralmente de todos los
aspectos de la vida. A la cabeza de ellos estaba el famoso químico
Wilhelm Ostwald, una de cuyas manifestaciones sobre este punto ha
alcanzado cierta celebridad. Según se dice, manifestó públicamente que
«Alemania tiene que organizar a Europa, que aún carece de organización.
Explicaré a usted ahora el gran secreto de Alemania: nosotros, o quizá
la raza alemana, hemos descubierto el significado de la organización.
Mientras las demás naciones viven todavía bajo el régimen del
individualismo, nosotros hemos ya alcanzado el de la organización».[280]
Ideas
muy semejantes a éstas fueron corrientes en las oficinas del dictador
alemán de las materias primas, Walter Rathenau, quien, aunque se habría
estremecido ante las consecuencias de su economía totalitaria, de
haberlas experimentado, merece un lugar importante en una historia
completa del desarrollo de las ideas nazis.[281]
A través de sus escritos ha determinado, probablemente más que
cualquier otro hombre, las opiniones económicas de la generación que
creció en Alemania durante la primera guerra mundial e inmediatamente
después; y algunos de sus colaboradores más íntimos formaron luego la
espina dorsal de la administración del Plan quinquenal de Goering. Muy
semejantes fueron también las enseñanzas de otro antiguo marxista,
Friedrich Naumann, cuya Mitteleuropa alcanzó probablemente en Alemania más circulación que ningún otro libro de guerra.[282]
Pero
correspondió a un activo político socialista, miembro del ala izquierda
del partido socialdemócrata en el Reichstag, el desarrollo más
completo de estas ideas y su extensa difusión. Paul Lensch había
definido ya en sus primeros libros la guerra como la «vía de escape de
la burguesía inglesa ante el avance del socialismo», y explicado cuán
diferentes eran el ideal socialista de libertad y la concepción
inglesa.[283] Sin embargo, sólo en su tercer libro de guerra, el de mayor éxito, en su Tres años de revolución mundial,[284]
lograron sus ideas características, bajo la influencia de Plenge, su
pleno desarrollo. Lensch basa su argumentación en un interesante y, en
muchos aspectos, puntual relato histórico de cómo la adopción del
proteccionismo por Bismarck permitió en Alemania una evolución hacia
formas de concentración industrial y cartelización que, desde su punto
de vista marxista, representaban una etapa más alta en el desarrollo
industrial.
«El
resultado de la decisión de Bismarck en el año 1879 fue que Alemania
asumió el papel de revolucionaria; es decir, de un Estado cuya posición
respecto al resto del mundo es la del representante de un sistema
económico más alto y avanzado. Comprendido esto, advertiremos que, en
la presente revolución mundial, Alemania representa el lado
revolucionario, y su mayor antagonista, Inglaterra, el
contrarrevolucionario. Este hecho prueba cuán escasamente afecta
la constitución de un país, sea liberal y republicana o monárquica y
autocrática, a la cuestión de saber si, desde el punto de vista del
desarrollo histórico, este país ha de considerarse o no como liberal.O,
para decirlo más llanamente, nuestras concepciones del liberalismo, la
democracia, etc., se derivaron de las ideas del individualismo inglés,
de acuerdo con las cuales un Estado con un gobierno débil es un Estado
liberal, y toda restricción impuesta a la libertad del individuo se
considera producto de la autocracia y el militarismo.»[285]
En
Alemania, «representante designada por la Historia» de esta forma
superior de vida económica, «la lucha en pro del socialismo se ha
simplificado extraordinariamente, porque todas las condiciones que el
socialismo requiere de antemano están ya establecidas.Y, por ende, para
todos los partidos socialistas era forzosamente de interés vital que
Alemania pudiera sostenerse triunfante contra sus enemigos y, con ello,
cumplir su histórica misión de revolucionar el mundo. Por tanto, la
guerra de la Entente contra Alemania recordaba la tentativa de la baja
burguesía de la edad precapitalista para evitar la ruina de su propia
clase.»[286]
Esta
organización del capital, prosigue Lensch, «que comenzó
inconscientemente antes de la guerra y que durante la guerra ha
continuado conscientemente, se mantendrá de modo sistemático después de
la lucha. No a causa de un gusto por los sistemas de organización, ni
aun porque el socialismo se haya reconocido como un principio superior
de desarrollo social. Las clases que son hoy día los verdaderos
introductores del socialismo son, en teoría, sus declarados adversarios
o, por lo menos, lo fueron hasta hace poco tiempo. El socialismo está
llegando, y de hecho ha llegado en cierto modo, porque no podemos ya
vivir sin él».[287]
Las
únicas gentes que todavía se oponen a esta marcha son los liberales.
«A esta clase de gente, que inconscientemente razona según patrones
ingleses, pertenece toda la burguesía culta alemana. Sus nociones
políticas de «libertad» y «derechos ciudadanos», de constitucionalismo y
parlamentarismo, se derivan de la concepción individualista del mundo,
cuya clásica encarnación es el liberalismo inglés, adoptada por los
portavoces de la burguesía alemana en las décadas sexta, séptima y
octava del siglo XIX. Pero estos patrones están pasados de moda y
descompuestos, de la misma manera que el liberalismo inglés, pasado de
moda, ha sido destrozado por esta guerra. Lo que ha de hacerse ahora es
saltar por encima de estas ideas políticas heredadas y contribuir al
nacimiento de un nuevo concepto del Estado y la sociedad.También en
esta esfera debe presentar el socialismo una consciente y decidida
oposición al individualismo.A este respecto es un hecho sorprendente
que en la supuesta reaccionaria Alemania las clases trabajadoras hayan
ganado para sí una posición mucho más sólida y poderosa en la vida del
Estado que lo logrado en Inglaterra o Francia.»[288]
Lensch continúa con unas consideraciones que, también, contienen mucha verdad y merecen ser examinadas:
«Cuando
los socialdemócratas, con la ayuda de este sufragio [universal],
ocuparon todos los puestos que pudieron obtener en el Reichstag, en los
Parlamentos de los estados, en los ayuntamientos, en los tribunales
laborales, en las Cajas de subsidio de enfermedad, etc., penetraron muy
profundamente en el organismo estatal; pero el precio que pagaron por
ello fue que el Estado, a su vez, ejerció una profunda influencia sobre
las clases trabajadoras. No hay duda que, como resultado de los duros
esfuerzos socialistas durante cincuenta años, el Estado no es ya el del
año 1867, cuando se adoptó el sufragio universal; pero la
Socialdemocracia, a su vez, no es ya la que era entonces. El Estado ha experimentado un proceso de socialización, y la Socialdemocracia ha experimentado un proceso de nacionalización.»[289]
A
su vez, Plenge y Lensch suministraron las ideas directoras a los
maestros inmediatos del nacionalsocialismo, particularmente Oswald
Spengler y A. Moeller van den Bruck, por mencionar sólo los dos nombres
más conocidos.[290] Cabe discutir hasta qué punto puede considerarse socialista al primero. Pero es ahora evidente que en su alegato sobre Prusianismo y Socialismo, aparecido en 1920, no hace sino dar expresión a ideas ampliamente sostenidas por los socialistas alemanes.[291]
Bastarán unas cuantas muestras de su argumentación. «El viejo espíritu
prusiano y el credo socialista, que hoy se odian entre sí con odio de
hermanos, son uno y el mismo.»[292]
Los representantes de la civilización occidental en Alemania, los
liberales alemanes, forman «el invisible ejército inglés que, después
de la batalla de Jena, dejó tras sí Napoleón sobre el suelo alemán».[293]
Para Spengler, hombres como Hardenberg y Humboldt y todos los demás
reformadores liberales eran «ingleses». Pero este espíritu «inglés»[294] será expulsado por la revolución alemana que comenzó en 1914.
«Las
tres últimas naciones de Occidente han aspirado a tres formas de
existencia que están representadas por las famosas consignas: Libertad,
Igualdad, Comunidad.Toman cuerpo en las formas políticas del
parlamentarismo liberal, la democracia social y el socialismo
autoritario...[295]
El instinto alemán, o, más correctamente, prusiano, dice: el poder
pertenece al conjunto... Cada uno recibe su puesto. Se manda o se
obedece. Esto es, desde el siglo XVIII, socialismo autoritario,
esencialmente antiliberal y antidemocrático, frente a lo que significan
el liberalismo inglés y la democracia francesa...[296]
Hay en Alemania muchos contrastes aborrecidos y mal vistos, pero
despreciable sobre el suelo alemán, sólo lo es el liberalismo.[297]
«La
estructura de la nación inglesa se basa sobre la distinción entre rico
y pobre; la de la prusiana, sobre la que hay entre mando y obediencia.
El significado de la distinción de clases es, con arreglo a esto,
fundamentalmente diferente en los dos países.»[298]
Después
de señalar la esencial diferencia entre el sistema inglés de libre
competencia y el sistema prusiano de «administración económica», y
después de mostrar (siguiendo expresamente a Lensch) cómo, desde
Bismarck, la deliberada organización de la actividad económica ha
asumido nuevas formas, cada vez más socialistas, Spengler continúa:
«En
Prusia existía un verdadero Estado, en el más ambicioso significado de
la palabra. No podían existir, estrictamente hablando, personas
privadas. Todo el que vivía dentro de un sistema que trabajaba con la
precisión de un aparato de relojería era en algún modo uno de sus
eslabones. La conducción de los negocios públicos no podía, por
consiguiente, estar en manos de los particulares, como supone el
Parlamentarismo. Era un Amt, y el político responsable era un funcionario público, un servidor de la comunidad.»[299]
La
«idea prusiana» exige que todo el mundo sea funcionario público, que
el Estado fije todos los salarios y sueldos. La administración de toda
la propiedad, especialmente, se convierte en una función asalariada. El
Estado del futuro será un Beamtenstaat. Pero «la cuestión decisiva, no sólo para Alemania, sino para el mundo, que tiene que ser resuelta por Alemania para
el mundo, es: en el futuro, ¿gobernará el comercio al Estado, o el
Estado gobernará al comercio? Frente a esta cuestión, el Prusianismo y
el Socialismo son iguales... Prusianismo y Socialismo combaten a
Inglaterra en nuestro mismo seno».300
De
aquí sólo faltaba un paso para que el santo patrono del
nacionalsocialismo, Moeller van den Bruck, proclamase que la guerra
mundial era la guerra entre liberalismo y socialismo: «Hemos perdido la
guerra contra el Occidente. El socialismo la ha perdido contra el
liberalismo.»[301]
Como para Spengler, el liberalismo es, pues, el enemigo a muerte.
Moeller van den Bruck celebra el hecho de que «no hay juventud liberal
en Alemania hoy día. Hay jóvenes revolucionarios; hay jóvenes
conservadores. Pero ¿quién querría ser liberal?... El liberalismo es
una filosofía de la vida a la que ahora la juventud alemana vuelve la
espalda con asco, con ira, con especial desprecio, porque no hay nada
más extranjero, más repugnante, más opuesto a su filosofía. La juventud
alemana de hoy reconoce en el liberal a su archienemigo».[302]
El Tercer Reich de Moeller van den Bruck pretendía dar a los alemanes
un socialismo adaptado a su naturaleza y no contaminado por las ideas
liberales del Occidente. Y así lo hizo.
Estos
escritores no representan, en modo alguno, un fenómeno aislado. Ya en
1922, un observador independiente pudo hablar de un «fenómeno peculiar
y, a primera vista, sorprendente» que era dable observar entonces en
Alemania: «La lucha contra el orden económico capitalista, según este
criterio, es una continuación de la guerra contra la Entente con las
armas del espíritu y la organización económica, el camino que conduce
al socialismo práctico, un retorno del pueblo alemán a sus mejores y
más nobles tradiciones.»[303]
La
lucha contra el liberalismo en todas sus formas, el liberalismo que
había derrotado a Alemania, fue la idea común que unió a socialistas y
conservadores en un frente único. Primero, fue principalmente en el
Movimiento Juvenil Alemán, casi por entero socialista en inspiración y
propósitos, donde estas ideas se aceptaron más fácilmente y donde se
completó la fusión del socialismo y el nacionalismo. Desde finales de
la década de los 20 y hasta la llegada de Hitler al poder, un círculo
de jóvenes congregados en tomo a la revista Die Tat y dirigidos por Ferdinand Fried fue, en la esfera intelectual el principal exponente de esta tradición.[304] El libro de Fried, Ende des Kapitalismus, es quizá el producto más característico de este grupo de Edelnazis,
como se les llamaba en Alemania, y es particularmente inquietante su
semejanza con tanta parte de la literatura que vemos en la Inglaterra
de hoy, donde podemos observar el mismo movimiento de aproximación
entre la derecha y los socialistas de la izquierda, y casi el mismo
desprecio por todo lo que es liberal en el viejo sentido. El
«socialismo conservador» (y, en otros círculos, el «socialismo
religioso») fue el slogan con el
que un gran número de escritores prepararon la atmósfera donde triunfó
el «nacionalsocialismo». El «socialismo conservador» es la tendencia
que domina ahora en Inglaterra. La guerra contra las potencias
occidentales «con las armas del espíritu y de la organización
económica», ¿no había casi triunfado antes de que la verdadera guerra
comenzara?
Notas al pie de página
[264] [Arthur Moeller van den Bruck, Das dritte Reich
(Hamburgo: Hanseatische Verlagsanstalt, 1931), p. 102. Una traducción
condensada autorizada apareció en 1934; véase Arthur Moeller van den
Bruck, Germany’s Third Empire, trad. E.O. Lorimer (Londres: G.Allen and Unwin, 1934; reedic. Nueva York: Fertig, 1971). —Ed.]
[265] [Para
más datos sobre Carlyle y Chamberlain, véase la introducción del autor,
nota 4. Sobre Comte y Sorel, véase el capítulo 1, nota 9, y el cap.
11, nota 4, respectivamente. —Ed.]
[266] [Hayek se refiere aquí a Rohan Butler, The Roots of National Socialism (Nueva York: E.P. Dutton, N. York 1942). —Ed.]
[267] [El
filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) enseñó en Jena,
Berlín, y Erlangen, y en 1810 fue el primer rector de la nueva
Universidad de Berlín. En 1807-08 publicó una serie de lecciones con la
intención de impulsar el nacionalismo alemán para oponerse a Napoleón;
sus categorías filosóficas anticiparon el concepto nazi de Herrenvolk.
El economista alemán Johann Karl Rodbertus (1805-1875) es conocido
como fundador del socialismo científico y propuso un programa que habría
conducido gradualmente a un estado socialista en el Imperio alemán. El
autor político y panfletista alemán Ferdinand Lassalle (1825-1864)
fundó la Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein (Asociación General de los Trabajadores Alemanes), precursora del Partido Socialdemócrata. —Ed.]
[268] Y
sólo parcialmente. En 1892, uno de los jefes del partido
socialdemócrata, August Bebel, fue capaz de decir a Bismarck: «el
Canciller del Reich puede estar tranquilo; la socialdemocracia alemana
es una especie de escuela preparatoria del militarismo.» [Ferdinand
August Bebel (1840-1913) fue un dirigente del movimiento
socialdemócrata alemán y uno de sus principales portavoces en el Reichstag. —Ed.]
[269] [Werner Sombart, Händler und Helden: patriotische Besinnungen (Munich y Leipzig: Duncker & Humblot, 1915). Más sobre Sombart en el capítulo 1, nota 13. —Ed.]
[270] [Sombart, Händler und Helden, cit., p. 19. —Ed.]
[271] [Volksgemeinschaft
podría traducirse como «comunidad del pueblo», si bien con los nazis
fue llevada más allá con el fin de incluir algo parecido a una
«comunidad racialmente pura». —Ed.]
[272] [Los dos libros de Johann Plenge a los que se refiere Hayek son Marx und Hegel (Tubinga: H. Laupp, 1911), y 1789 und 1914: die symbolischen Jahre in der Geschichte des politischen Geistes
(Berlín: J. Springer, 1916). Historiador y pensador político, Johann
Plenge (1874-1963) enseñó en Leipzig y en Münster. Fue uno de los
impulsores del «socialismo organizativo» y apoyó también un resurgir de
la sociología, ciencia que pensaba que podía ser utilizada para
adiestrar a los ejecutivos que dirigirían las organizaciones a gran
escala. —Ed.]
[273] [Hayek se refiere a la obra de H.G.Wells, Future in America:A Search after Realities (Londres y Nueva York: Harper & Brothers, 1906). —Ed.]
[274] [Johann Plenge, 1789 und 1914,. cit., p. 20. —Ed.]
[275] [Ibid., p. 82. —Ed.]
[276] [Ibid., p. 120. —Ed.]
[277] [Ibid., p. 121. —Ed.]
[278] [Ibid. —Ed.]
[279] [Ésta y la siguiente cita aparecieron evidentemente en el periódico socialista Die Glocke poco antes del final de la guerra. Los redactores de la edición alemana de los Collected Works no pudieron localizar la fuente exacta de la cita, y yo tampoco he podido. —Ed.]
[280] [El
químico alemán Friedrich Wilhelm Ostwald (1853-1932) dio clases sobre
todo en Leipzig, donde fundó un periódico y un instituto; colaboró
también en la fundación de muchas sociedades científicas. Sus muchos
descubrimientos hicieron que se le concediera el Premio Nobel en 1909.
—Ed.]
[281] [El
industrial y político alemán Walther Rathenau (1867-1922) aportó su
experiencia como ex director del cartel de la electricidad en calidad
de asesor en la obtención de materias primas para el Ministerio de la
Guerra alemán durante la I Guerra mundial. En un influyente panfleto
publicado después de la guerra propugnó la socialización de la economía
prosiguiendo la planificación del tiempo de guerra en tiempos de paz.
Internacionalista progresista, y judío, Rathenau fue asesinado en 1922
al poco tiempo de ser nombrado Ministro de Asuntos Exteriores. Sobre la
influencia de Rathenau en Hayek, véase F.A. Hayek, Hayek on Hayek, cit., p. 47 {p. 50 de la edición española} —Ed.]
[282] Un
buen resumen de las ideas de Naumann, tan características de la
combinación germana de socialismo e imperialismo como todas las que
hemos citado en el texto, se encontrará en R.D. Butler, The Roots of National Socialism, 1941, pp. 203-9. [Hayek se refiere a Friedrich Naumann, Mitteleuropa (Berlín:G. Reimer, 1915). El libro fue traducido por Christabel Meredith con el título Central Europe
(Nueva York: A.A. Knopf, 1917; reeditado en:Westport, CT: Greenwood,
1971). Periodista, escritor y dirigente político, Friedrich Naumann
(1860-1919) fundó el Partido Democrático Alemán al final de la I Guerra
mundial. En su libro Naumann propugnaba una reorganización económica y
política de la Europa central bajo la hegemonía germano-prusiana. —Ed.]
[283] [El
economista y periodista alemán Paul Lensch (1873-1926) estaba asociado,
antes de la guerra, al ala marxista del Partido socialdemócrata
alemán, pero fue deslizándose cada vez más hacia la derecha durante la
guerra. Sus críticas al partido le valieron la expulsión en 1922.
Probablemente Hayek se refiere aquí a los libros de Lensch Die deutsche Sozialdemokratie under der Weltkrieg: eine politische Studie (Berlín: Singer, 1915) y Das englische Weltreich (Berlín: Singer, 1915). —Ed.]
[284] Paul Lensch: Drei Jahre Weltrevolution, 1917. Una persona sagaz permitió disponer, todavía en curso la anterior guerra, de la traducción inglesa de esta obra: Three Years of World Revolution. Prólogo de J.E.M. (Londres: Constable and Co., Ltd., 1918).
[285] [Ibid.,
pp. 25-26. En este pasaje Lensch decía en realidad: «desde el punto de
vista del desarrollo histórico, ese país tiene que ser considerado revolucionario o no.» —Ed.]
[286] [Ibid., pp. 67-68. —Ed.]
[287] [Ibid., p. 204. —Ed.]
[288] [Ibid., p. 208. —Ed.]
[289] [Ibid., p. 210. —Ed.]
[290] Lo
mismo vale para otros muchos de los dirigentes intelectuales de la
generación que produjo el nazismo, tales como Othmar Spann, Hans
Freyer, Carl Schmitt y Ernst Jünger. Respecto a éstos, véase el
interesante estudio de Aurel Kolnai, The War against the West,
1938, que padece, sin embargo, el defecto de pasar por alto a sus
creadores socialistas por limitarse al periodo de la posguerra, cuando
de estos ideales se habían apoderado ya los nacionalsocialistas. [El
libro del historiador y crítico Arthur Moeller van den Bruck
(1876-1925) Das dritte Reich
(«El Tercer Reich»), fue publicado originariamente en 1923, e influyó
profundamente en Adolf Hitler. En el libro, del que un extracto
proporcionaba la cita que introduce el capítulo, Moeller van den Bruck
criticaba ideologías como el socialismo, el liberalismo y la
democracia, y pedía la formación de una nueva conciencia propia de los
alemanes y la institución de un estado autoritario con control
centralizado estricto de la economía. El filósofo de la historia alemán
Oswald Spengler (1880-1936), otro crítico de la democracia
parlamentaria liberal, predijo la inevitable decadencia de la cultura
europea, que sería sustituida por una nueva época de cesarismo (análoga
a la sustitución de la cultura griega por la romana, siendo esta última
«carente de inspiración, bárbara, disciplinada, práctica, protestante,
prusiana»—p. 26), en su libro The Decline of the West,
traducido por Charles Francis Atkinson, 2 vols. (Nueva York: A.A.
Knopf, 1926-1928). El sociólogo y economista austriaco Othmar Spann
(1878-1950) enseñó en la Universidad de Viena, donde Hayek fue uno de
sus alumnos. Era el profeta del «universalismo intuitivo», que preparó
el camino al austrofascismo, atacó la democracia, el liberalismo, el
socialismo, y el individualismo en sus leccions. Más datos sobre Spann,
y la reacción de Hayek contra él, en Caldwell, Hayek’s Challenge,
cit, pp. 137-39. El filósofo y sociólogo alemán Hans Freyer
(1887-1969) fue otro precursor intelectual de los nazis. En su libro Revolution von Rechts
(«Revolución en la Derecha»), publicado en 1931, propugnó el fin de la
lucha de clases y, por medio de «reformas» educativas, el surgimiento
de un «estado del pueblo» alemán nacionalista. En sus escritos, el
escritor y ensayista alemán Ernst Jünger (1895-1998) glorificó los
aspectos estéticos, espirituales, y heroicos de la guerra, y propugnó
que la nación alemana hiciese suyo un ethos y una organización militarista. Su relato de primera mano de la guerra de trincheras en la I Guerra mundial, In Stahlgewittern, traducido al inglés como Storm of Steel por Michael Hofmann (Nueva York: Penguin Books, 2004). Sobre el jurista Carl Schmitt, véase cap. VI, nota 5. —Ed.]
[291] [Hayek se refiere a Oswald Spengler, Preussentum und Sozialismus (Munich: Beck, 1920). —Ed.]
[292] [Ibid., p. 4. —Ed.]
[293] [Ibid., p. 7. —Ed.]
[294] [Ibid.,
p. 62. Bajo su liderazgo, el estadista prusiano Karl August, Fürst von
Hardenberg (1750- 1822) supervisó la abolición de la servidumbre, una
reforma extensiva de los militares prusianos y, con Heinrich Stein, la
reforma del sistema educativo prusiano. Para más datos sobre Humboldt,
véase la introducción del autor, nota 4. —Ed.]
[295] La
fórmula spengleriana encuentra su eco en una frase, a menudo citada, de
Carl Schmitt, la primera autoridad nazi en Derecho constitucional,
según la cual la evolución del Estado se realiza «en tres etapas
dialécticas: del Estado absoluto de los siglos XVII y XVIII, a través
del Estado neutral del liberal siglo xix, al Estado totalitario, en el
que Estado y sociedad son idénticos». (C. Schmitt, Der Hüter der Verlassung. Tubinga, 1931, p. 79.)
[296] [Oswald Spengler, Preussentum und Sozialismus, cit., p. 15. —Ed.]
[297] [Ibid., p. 34. —Ed.]
[298] [Ibid., p. 43-44. —Ed.]
[299] [Ibid., p. 60. —Ed.]
[300] [Ibid., p. 97. —Ed.]
[301] Arthur Moeller van den Bruck: Sozialismus und Aussenpolitik
(Breslau:W.G Korn, 1933), pp. 87, 90 y 100. Los artículos aquí
recogidos, particularmente el relativo a «Lenin y Keynes», que debate
más detalladamente el tema discutido en el texto, se publicaron primero
entre 1919 y 1923. [En el original, las tres referencias de Hayek son
sobre las citas de van den Bruck, y las incluye incorrectamente como
aparecen en las páginas 87, 90, y 100 respectivamente, y no donde
aparecen realmente, en las páginas 100-102. —Ed.]
[302] [Ibid., pp. 101-2. —Ed.]
[303] K. Pribram: «Deutscher Nationalismus und deutscher Sozialismus», en el Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik,
volumen 49, 1922, pp. 298-99. El autor menciona como otros ejemplos de
la misma vía de argumentación al filósofo Max Scheler, predicador de
«la misión mundial socialista de Alemania», y al marxista K. Korsch,
que escribía conforme al espíritu de la nueva Volksgemeinschaft.
[El filósofo alemán Max Scheler (1874—1928), que escribió sobre ética,
religión, metafísica, y sobre el lugar de la persona en la sociedad,
pertenecía al movimiento fenomenológico con Husserl. Durante la I
Guerra mundial elaboró textos de propaganda para el gobierno. El
periodista y escritor marxista Karl Korsch (1886-1961) fue un dirigente
del Partido Comunista alemán desde 1920 a 1926, que escribía con
frecuencia para sus diarios y redactaba su periódico teórico, Die Internationale.
Fue expulsado del partido bajo acusaciones de revisionismo en 1926, y
abandonó Alemania en 1934, estableciéndose finalmente en los Estados
Unidos. —Ed.]
[304] [El periodista alemán Ferdinand Fried (1898-1967) escribió de economía para varios periódicos, y fue el teórico económico del Tatkreis, grupo de jóvenes revolucionarios conservadores. En su órgano Die Tat
(traducido de varias maneras como «La Acción» o «El Hecho») se oponían a
la democracia parlamentaria y al capitalismo, y propugnaban una
economía nacional autárquica y planificada. —Ed.]