Documentos recientemente descubiertos han establecido que la Primera Guerra Mundial se inició a causa de la ambición de Inglaterra y Francia por apoderarse del territorio del frágil Imperio Austrohúngaro de Francisco José I. Habían calculado que tras una corta contienda (de unos cuantos meses) sería desmembrado tan inestable imperio... hasta que el Imperio Alemán se incorporó a la guerra y, con su gran poderío militar, ocasionó que un conflicto que se vislumbraba sencillo se convirtiese en la matanza que constituyó la Gran Guerra (cf. Benz, 2002, 27 ss.).
Fuente: Ángel Xolocotzi / Luis Tamayo: Los demonios de Heidegger. Eros y manía en el maestro de la Selva Negra, Madrid, Trotta, 2012, p. 182, n. 32.
El libro de referencia de la nota es el siguiente: Wolfgang Benz: Alemania 1815-1945. Derroteros del nacionalismo, México, UNAM, 2002.
Alemania no sólo terminó acusada de buscar y desencadenar la guerra, sino que impúsosele un bloqueo económico ilegal (verdadero causante de la táctica submarina alemana) cuyas víctimas fueron los civiles. Comenzó, pues, el exterminio. Este abuso de todo derecho se mantuvo, por si fuera poco, después de la rendición de Berlín y durante un año, provocando 800.000 muertos directos y 1 millón indirectos, la mayor parte ancianos, mujeres y niños. (Sobre el bloqueo naval británico cfr. C. Paul Vincent: The Politics of Hunger. The Allied Blockade of Germany, 1915-1919, Ohio University Press, Ohio, London, 1985). El draconiano Tratado de Versalles castigó a Alemania con efectos de amputación territorial, expolio económico, quiebra financiera, humillación nacional y paro masivo. Los "niños del hambre" crecidos en medio de la abyecta fechoría anglobritánica fueron luego, en muchos casos, jóvenes de las SA, las tropas de choque del nacionalsocialismo. ¿Podía perorárseles a ellos sobre la "democracia" y los "derechos humanos" del civilizadísimo mundo occidental? En la página 162 del libro de Vincent leemos:
Whether
one espouses the psychoanalytical argument that childhood deprivation fostered
irrational behavior in adulthood or the physiological assertion that widespread
malnutrition in childhood led to an impaired ability to think rationally in
adulthood, the conclusion remains the same: the victimized youth of 1915-1920
were to become the most radical adherents of National Socialism.
El propio Adolf Hitler no se explica sino como resultado de esta mentira asesina que sólo ahora, casi un siglo después, queda al descubierto para vergüenza de los eternos germanófobos. Los engaños, aparentemente inocuos, tienen su precio. El historiador Geoffrey Regan pinta el cuadro de un horror del que los alemanes nunca fueron culpables, a pesar de que se les imputó por ello:
Con posterioridad a la guerra se ha calculado que el
bloqueo naval británico se cobró un coste de por lo menos ochocientas mil vidas
civiles, y frustró más de un millón de nacimientos. Además, el número de
alemanes hambrientos que murió durante la epidemia de gripe fue un 250 por 100
superior al de británicos. (…) Se multiplicaron los suicidios entre la
población femenina e infantil, y en todas partes se respiraba el olor de la
carne podrida de cuerpos aún vivos, como consecuencia de la desnutrición.
Fuente: Geoffrey Regan: Guerras, politicos y mentiras, Barcelona, Crítica, 2006, p. 31. Este es el coste de las mentiras de los políticos, que no se limitan a las causas de la Primera Guerra Mundial, sino también a las de la Segunda y, por supuesto, como sabemos, a sus presuntas consecuencias. Las plutocracias capitalistas no han hecho otra cosa que provocar la aniquilación. El comunismo fue una reacción frente al capitalismo y el fascismo, a su vez, una reacción frente al comunismo. Pero el primer eslabón de la cadena es siempre el mismo: la caterva de los "inversores". La oligarquía que actualmente gobierna el hemisferio occidental tiene una responsabilidad inmensa, mas no deja un momento de mentir, robar y asesinar en masa. Estamos a las puertas de una nueva guerra que se justificará, cómo no, con fraudes como la de las "armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein. Por este motivo no debemos tolerar la mentira, mucho menos en el ámbito público. El destino de los políticos mendaces tiene que ser, como poco, la inhabilitación a perpetuidad.
Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
22 de marzo de 2014