miércoles, diciembre 26, 2012

Companys: impresentable héroe nacional (2006)

Lluís Companys




















Algunos se preguntarán a qué viene recordar los crímenes de Stalin, pero cuando hablamos de Lluís Companys la conexión del pasado izquierdista con la actualidad política del catalanismo -presunto adversario de Ciutadans- resulta más que evidente.

Ciutadans de Catalunya ha nacido como respuesta a la opresión nacionalista y, por consiguiente, debe analizar la naturaleza del nacionalismo catalán a fin de articular de la forma más fundamentada posible el motivo de su histórica ruptura. Ahora bien, semejante tarea es inseparable de la historia de Cataluña y, por ende, de una crítica de la izquierda.

 
Ya sabemos que los fundadores del proyecto Ciutadans son intelectuales de izquierda y que resultaría muy cómodo para ellos resolver esta aparente contradicción olvidando las raíces izquierdistas de la versión más violenta del catalanismo, con el fácil expediente de descalificar a ERC en tanto que presunto partido "ultraderechista". Ya he escuchado y leído varias veces de la boca de algunos de dichos intelectuales el sobado argumento de una ETA fascista o de unos Maulets fascistas; duele mucho tener que reconocer que los criminales etarras o los energúmenos amigos de Terra Lliure son algo próximo, es decir, pertenecen a la misma familia ideológica que los fundadores de Ciutadans. El recurso dialéctico consistente en colocar bien lejos de uno aquello que produce vergüenza, asco o indignación tiene mucho que ver con lo que el Manifiesto por un nuevo partido político en Cataluña denomina "confusión del análisis de los hechos con la adhesión a principios abstractos", en este caso la adhesión a los símbolos de un "progresismo" que nunca se ha cuestionado a sí mismo en sus sacrosanta buena conciencia intencional, pese a los millones de muertos que han costado a la humanidad sus bellísimas proclamas en favor de la justicia.

Por otra parte, esta circunstancia se podría entender -aunque no, por supuesto, perdonar- tratándose de personajes estrictamente políticos, pero en el caso de alguien que se pretende intelectual, es decir, comprometido con la verdad, la ciencia y la ilustración, el "culto a los símbolos" equivale a un auténtico fraude.

Cámara de tortura de la cheka.
Porque, en efecto, estamos ante un progresismo que aún no ha asimilado a fondo el Archipiélago Gulag de Alexandr Solzhenitsyn y, mucho menos, las nutridas legiones de aterradoras verdades que han desfilado tras esa obra de denuncia, como por ejemplo el hecho ya incontrovertible de que el mayor genocidio de la historia de la humanidad lo han cometido las izquierdas, no los "fascistas", y que el gobierno de Lluís Companys fue la estación de salida en ese auténtico viaje al infierno que comenzó en 1917 con el golpe de estado que Lenin perpetrara contra la democracia rusa.

En el marco de esta auténtica deformación mental del progresismo, el president Luís Companys ha sido reconocido por todos los partidos mayoritarios, excepto el PP, como un héroe nacional catalán. Capturado por la Gestapo en Francia tras la guerra civil, fue extraditado a España, donde las autoridades franquistas lo juzgaron y condenaron a muerte. La sentencia se cumplió y Companys fue fusilado en un patio del castillo de Montjuïc el 15 de octubre de 1940. El ácrata Companys devino víctima del fascismo y tenía asegurada así la canonización en cuanto símbolo de la oscura Catalunya que personajes como Pujol, Carod-Rovira o Maragall sueñan ahora con reconstruir. Sin embargo, una vez más, la realidad es muy diferente de la ficción con que nos lavan el cerebro cada día los medios de comunicación del sistema. La verdad es que Companys, además de un golpista que se alzó en armas contra un gobierno de derechas pero democráticamente elegido -el de la CEDA-, fue ante todo un asesino y mereció la pena que él mismo, por activa o por pasiva, había aplicado a miles de personas inocentes en la retaguardia republicana.

En efecto, según relata la obra Checas de Barcelona, de César Alcalà, a Companys no se le juzgó y condenó por ser presidente de la Generalitat de Catalunya, sino "por los crímenes cometidos durante la guerra y, aún más, por no haber impedido semejantes atropellos contra todos aquellos que no pensaban como él. Todo lo demás es querer esconder la realidad y convertir a un asesino en mártir de la causa catalanista" (op. cit., Ed. Belaqua, Barcelona, 2005, pág. 13). Los asesinatos perpetrados por las fuerzas republicanas no son un invento franquista, como lo demuestra el que hayan quedado reflejados incluso en las publicaciones de las organizaciones políticas y sindicales que los verdugos de izquierdas dirigían en perjuicio de un sector de la población al que, abiertamente, proclamaron pretender exterminar. Así, el 20 de agosto de 1936, el Boletín Informativo de la CNT-FAI reconocía que "Los templos han sido pasto de las llamas, y los cuerpos esclesiásticos que no han podido escapar, el pueblo ha dado cuenta de ellos" (op. cit., pág 12). El "pueblo" eran en realidad los matones y pistoleros anarquistas, cuyas fechorías, empero, no se limitaron a la quema de iglesias y a la ejecución de sacerdotes por el simple hecho de serlo, sino que fueron mucho más allá, convirtiéndose en un ejemplo a seguir incluso para los criminales nazis.

Víctimas de la cheka.
Una de las estrategias de la izquierda para eludir sus responsabilidades es convertir a Stalin en el chivo expiatorio de todos los crímenes izquierdistas. El siguiente paso, canallesco, es acusar a Stalin de ser un "fascista" y a partir de ahí todos los cargos de conciencia de la progresía quedan felizmente exonerados. Pero lo que la historia del heroi Companys demuestra hasta la saciedad es que la criminalidad izquierdista procede de su ideología, no de errores o desviaciones atribuibles a personas.

Un ejemplo muy claro es el de los anarquistas. Companys procedía del anarquismo y, hasta mayo de 1937, la mayoría de las checas (cámaras de tortura policiales) pertenecían a la CNT-FAI, un sindicato anarquista. Miles de personas fueron martirizadas y luego asesinadas en esos templos de una justicia progresista y nada estaliniana donde ser católico, propietario de un negocio o militante carlista equivalía a la pena de muerte. A medida que fue avanzando la guerra, el Partido Comunista extendió su dominio sobre el campo republicano y este proceso incluyó el control de las checas. Pero los comunistas no fueron mejores ni peores que los anarquistas, limitándose a extender a otros sectores sociales y políticos (incluidos los propios anarquistas) lo que había sido hasta entonces una feroz represión destinada exclusivamente a la derecha.

Otra coartada habitual para desembarazarse de la pesada carga de los hechos es afirmar que los crímenes no fueron cometidos por el gobierno y los partidos políticos o sindicatos de izquierdas, sino por bandas de incontrolados. La obra de César Alcalá desmonta esta patraña con suma facilidad, recordando que el 23 de julio de 1936 comenzó a funcionar el Comité Central de Milicias Antifascistas y que en este organismo estaban representados todos los partidos republicanos, incluida la ERC de Companys. En el decreto gubernamental por el cual se constituía el mencionado Comité, se nombraba como delegado de la Generalitat al comisario Luis Prunés. No sólo eso, Esquerra Republicana, el POUM, la UGT, el PSUC, etcètera, además de los anarquistas, disponían cada uno de sus propias checas. Pretender que Companys, máximo dirigente de ERC, está exento de responsabilidades en la dirección de las checas atenta contra la verdad documental más palmaria, pero por lo que respecta al exterminio perpetrado por su propio partido, reivindicar su inocencia es una burla a la inteligencia. Así, según César Alcalá "a partir del mes de septiembre de 1936, muchos de los detenidos en las checas o lugares de confinamiento son ejecutados en los cementerios de Montcada i Reixach, de Cerdanyola, o en el de Les Corts, en Barcelona. Entre septiembre de 1936 y abril de 1937, fueron ejecutadas alrededor de 1.500 personas. Nunguna de ellas pasó por un tribunal popular. La responsabilidad de todas estas ejecuciones no fue sólo de los incontrolados, sino también de los individuos con mando, miembros de las organizaciones políticas y sindicales. Algunos de ellos formaban parte del Gobierno del Frente Popular. Por ejemplo, todos los carlistas de Terrassa fueron asesinados por miembros de Esquerra Republicana de Catalunya" (op. cit, pág. 38).

Es cierto que con el fin de disimular la obscena indecencia de la barbarie desencadenada, la Generalitat creó las denominadas patrullas de control, pero éstas "en vez de apaciguar los saqueos y los actos vandálicos, los aumentaron, constituyéndose en una tropa brutal y arbitraria" (op. cit., pág. 40). En mayo de 1937, y como consecuencia de los enfrentamientos entre la CNT-FAI y las fuerzas que ya por entonces estaban bajo la influencia directa de Stalin, las patrullas de control anarquistas "fueron sustituidas por el SIM que, en vez de aplacar la persecución, la incrementó" (op. cit., pág 45).

Las checas eran centros policiales donde los progresistas de todas las tendencias practicaban la más inhumana tortura en nombre de sus ideales de justicia. Después, sus víctimas, completamente destrozadas, eran asesinadas en descampados y carreteras y allí abandonadas. "Las checas contaban con diferentes celdas pensadas para la tortura no sólo física sino también mental. (...) En la celda de castigo las paredes y el mobiliario estaban inclinados. El preso era sometido a un juego de luces, con la finalidad de trastocarlo psíquicamente" (op. cit., pág 93). Con respecto a los centros de detención del SIM, el anarquista Peirats protesta porque "la táctica terrorista más inhumana era todo el secreto de sus éxitos. Pero este mismo sistema de tortura era aplicado a los elementos antifascistas no comunistas". Es decir, Peirats se indigna por el hecho de que las torturas fueran aplicadas también a gente de izquierdas. Por lo demás, las propias checas anarquistas nada tenían que envidiar a las del SIM, circunstancia que desmonta el cuento infantil de una maldad exclusivamente estalinista. En realidad, si la represión del SIM se orientó hacia los anarquistas y los trotskystas, fue porque la derecha había sido ya completamente liquidada antes de mayo de 1937.


Los nazis aprendieron de Companys
la verdad sobre el comunismo. 
Visita a una cheka.
En total, César Alcalá cita los nombres y apellidos de más de 8300 personas martirizadas y asesinadas. El primer horno crematorio europeo-occidental para eliminar los cuerpos de las víctimas de un genocidio no lo construyeron los nazis que detuvieron a Companys, sino los progresistas de la checa situada en la calle Sant Elíes, barrio de Sant Gervasi, de Barcelona. Esta es quizá la mayor impostura de una nauseabunda Catalunya imaginaria que intenta identificarse con los judíos cuando el campo moral que le corresponde es más bien el de sus verdugos. En efecto, una vez derrotada la flamante utopía del horror, los nazis visitaron la ciudad condal y tomaron nota, para sus propios fines, de los centros de exterminio que aquel tripartito, bajo el gobierno de Lluís Companys, construyó no muy lejos de donde hoy vive Jordi Pujol.

Todos sabemos que Companys fue un cobarde. Lo demostró en octubre de 1934, cuando después de alzarse, como Franco pero antes que él, contra el legítimo gobierno de la República, no tuvo el valor de defenderse ante fuerzas muy inferiores en número y entregó las armas para salvarse él (aunque otras personas habían dado la vida con el fin de mantenerle en el poder unas horas). Esta cobardía explica su actitud ante las checas, las cuales el "héroe" de opereta toleró de principio a fin a pesar de que vulneraban los más elementales preceptos de humanidad e iban a representar, por siempre más, un manchurrón histórico que pone en evidencia la verdadera naturaleza del nacionalismo catalán.

Jaume Farrerons
Figueres, 23 de febrero de 2006

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El personaje en cuestión fue nefasto para los trabajadores, a parte de sus aventuras secesionistas ilógicas, durante la guerra civil se alió con las checas soviéticas y con los estalinistas del PSUC y todos ellos siguiendo las órdenes de Stalin llevaron a cabo las purgas sanguinarias contra la CNT y el POUM(Los sucesos de Mayo de 1937), el objetivo era aplastar todo intento de colectivización de la sempresas y de autogobierno por parte de los trrabajadores. Las purgas consistieron en asesinar a los obreros revolucionarios que llevaron a cabo todo el proceso de revolución social. Una de las figuras más sobresalientes y víctima de semejante atrocidad fue Andreu Nin, el dirigente del POUM, el cual fue detenido por órdenes de Companys en Barcelona, entregado al PSUC y finalmente entregado a las checas estalinistas, al cual lo torturaron hasta la saciedad hasta causarle la muerte, la atrocidad se cometió en un chalet a las afueras de Alcalá de Henares.
Esta represión contrra el movimiento obrero fue bastante peor que la que efectuó Franco después de la guerra, parece paradójico pero es así, es una prueba más de que elcomunismo soviéticvo fue un instrumento reaccionario creado por la oligarquía financiera, a fin de cuentas el genocida de Stalin tenía fuertes compromisos con Francia e inglaterra.

Anónimo dijo...

EL POUM en realidad no tenía los instintos revolucionarios de la CNT, puesto que era un partido político, pero claro de signo contrario al estalinismo, lo cual era un inconveniente para los objetivos de sovietización de la zona republicana. El POUM era un partido de fuertes influencias trotskistas, aunque no se declarases así, de hecho Andreu Nin fue discípulo de Trotsky cuando estuvo viviendo en la URSS y siendo miembro del soviet. Pero lo que verdaderamente empujó a su detención y posterior tortura-asesinato es que siendo consejero de justicia de la Generalitat le pidió a Companys asilo político para Trotsky en Catalunya, algo totalmente contrario a los intereses del chacal del Kremlin, el cual no dudó en ordenar su detención(bajo acusaciones falsas)y posterior tortura-asesinato.

ENSPO dijo...

Creo que Companys encarna el perfecto retrato humano de lo que representa políticamente Esquerra Republicana de Catalunya, cuya combinación con los corruptos de CiU es una auténtica bomba de relojería colocada en el futuro del pueblo catalán. Pagaremos muy caro el cóctel del Frente Nacionalista que se está elaborando en estos momentos y que estallará cuando menos lo pensemos (seguramente en un contexto de crisis internacional en Oriente Medio).